¿Por qué Colombia sigue enamorada de una fea?

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Óscar Sevillano

Sin habérselo propuesto el fallecido libretista Fernando Gaitán logró demostrar que para hacer de una producción de televisión un éxito rotundo, no es necesario meter a su protagonista en un barrio marginado, ni enamorarla de un heredero de la fortuna de una familia de élite conservadora. Ni mucho menos dejarla ciega o invalida o meterla en la cárcel, para luego sacarla después de un juicio en el que se demuestra su inocencia.

Que tampoco hace falta que esta sea de medidas perfectas, senos envidiable y rostro angelical, de la que todos terminan enamorados y convirtiéndose en rivales eternos. Basta con que esta interprete a una jovencita del común que busca abrirse paso como profesional ejerciendo su labor en una empresa, que por accidentes de la vida es una multinacional de la moda en donde su físico y forma de vestir no encaja con el objetivo del ente económico, manejado por dos familias que pertenecen a una élite empresarial de clase conservadora.

Betty la fea gustó y seguirá gustando porque en ella está narrada la vida de personas del común que buscan abrirse paso en la vida. No de otra forma puede uno explicar el hecho de que en la novela aparezcan una mujer (Sofía) que tiene luchar día a día para sacar a sus hijos adelante, tras la separación con su esposo, quien le deja por irse detrás de una jovencita coqueta y sonsacadora.

Esta mujer unida a las otras secretarias, conforman lo que el diseñador de la empresa de modas llama de manera despectiva “El cuartel de las feas”, un grupo de mujeres que entregan su vida al trabajo, sin mayores pretensiones, más allá de ganarse el pan de cada día.

Desde que se emitió por primer vez “Yo soy Betty la fea”, he tenido la duda de si el Cuartel de las feas está inspirado en el grupo de secretarias de la comedia mexicana de los años 80 “Mi secretaria”, protagonizada por Pompín Iglesias y Lupita Lara, en donde una de ellas (Adalina) se mantiene comiendo todo el día (Berta en Betty la Fea); Dulce por su parte, es una mujer de mal carácter, quien no tiene problemas en irse a los golpes con el que se le ponga en frente (Sandra en Betty la fea) y Flor, una jovencita bastante coqueta y enamoradiza que cada fin de semana sale a bailar con un novio diferente (Aura María en Betty la fea). Este combo de mujeres suele reunirse en el baño para hablar de los últimos acontecimientos de la oficina, al igual que hacen las trabajadoras en Ecomoda.

Otro factor de la vida del común que se refleja en Betty la fea es el mal trato laboral de parte de Armando Mendoza y Daniel Valencia hacia Patricia Fernández (la peliteñida), una mujer acostumbrada a los lujos, pero que cae en desgracia tras la separación con su esposo, y que con tal de mantener las apariencias de vivir en unas condiciones de alto costo, es capaz de aguantar situaciones humillantes, al no tener ningún éxito en la vida, más allá de sus seis semestres de Finanzas en la San Marino.

Ni hablar de la discriminación laboral y social a la que son sometidas las secretarias de Ecomoda, incluyendo a Betty, quienes, por no vestirse bien, ni tener caras bonitas, son observadas por encima del hombro por todos los ejecutivos de la empresa y sus amigos empresarios, a pesar de su grandes capacidades profesionales y calidad humana.

Estas y muchas situaciones que suceden al interior de Ecomoda y que narran la vida cotidiana de personas del común que trabajan en una oficina y que con toda seguridad se ven reflejadas en los personajes de esta excelente producción, que recrean sus vivencias con un lenguaje común, sin caer en extravagancias.

No cabe la menor duda de que Betty seguirá enamorando al público televidente en nuestro país y en todos los lugares del mundo en donde se emita, porque en ella se interpreta a la mujer del común, esa que es de baja estatura, alta o mediana, de edad avanzada, con piel de color negro, delgadas y gorditas, que sus vidas giran alrededor de su trabajo que les permite sobrevivir en un país de pocas oportunidades.

También porque en ella se describe la manera como los empresarios usan a sus empleados para hacerle trampa a la ley y proteger sus patrimonios con base en maquillajes a las contabilidades.

Estoy seguro de que, Betty le ganaría por nocaut a Amparito Grisales, si las pusieran a competir por el rating, a pesar de que no contar con las características de “diva”.

Twitter: @Sevillanoscar