Dignidad es un nuevo partido político constituido en Colombia, fruto, de una parte, de la escisión legal (Ley 1475 del 2011) que acordamos en el Polo Democrático Alternativo para que unas tendencias nos retiráramos de esa organización. Y de la otra, de la convergencia en Dignidad de dirigentes y sectores con orígenes diferentes al Polo, unidos sobre un programa y unas normas estatutarias de carácter amplio y democrático, para promover los cambios que requiere el progreso de Colombia.
Dignidad es un proyecto democrático en el que tienen cabida, porque hay bases ciertas para las coincidencias, sectores populares, clases medias y empresarios del campo y la ciudad, con independencia de sus orígenes políticos. Dignidad además auspicia un Gran Pacto Nacional que promueva en serio el avance del país, con más fuentes de empleo, ingreso y riqueza, a partir de defender y estimular la industria y el agro, bases insustituibles de todo progreso. Y está porque Colombia se relacione con los demás países, orientados por los criterios de la ONU del beneficio recíproco.
Dignidad señala que la muy profunda crisis nacional no empezó con la pandemia, aunque esta la agravó, sino que venía de atrás, producto de muchos años de medidas económicas, sociales y políticas tan equivocadas que hasta se ha desperdiciado –esta es la palabra– el inmenso potencial de desarrollo que tiene Colombia, dada la riqueza de nuestro territorio y la inteligencia, creatividad y capacidad de trabajo de los colombianos. Cuánto mayor sería el progreso nacional, similar al de las naciones más avanzadas, si el país hubiera sido bien gobernado. Y esta crítica se hace en términos de las posibilidades de la economía de mercado, porque Dignidad no se propone estatizar la economía nacional.
En Dignidad también nos une la idea de que este país sí tiene arreglo, sí puede recorrer el camino de los países que no sufren, como Colombia, por sus altos niveles de subdesarrollo y atraso productivo, desempleo, pobreza, desigualdad social, corrupción y violencia, además de sus notables carencias en ciencia, educación y cultura, salud y ambiente, entre otros problemas. Dignidad defiende a mujeres, jóvenes, indígenas, comunidades negras, LGBTI y demás sectores discriminados, maltratados y hasta asesinados. Y Dignidad no comparte que “en política todo vale”, con lo que algunos justifican reemplazar la democracia por la partidocracia.
Dignidad también está por las mejores condiciones laborales de los trabajadores y los empleados y porque el Estado respete la norma constitucional que garantiza la movilización civilizada y pacífica. Rechaza el uso de toda violencia para tramitar las diferencias entre los colombianos y promueve el monopolio del Estado sobre la fuerza, monopolio que debe ejercerse respetando las leyes y los derechos ciudadanos.
Dignidad es una organización sin propietario, en la que cada afiliado y directivo tiene derecho a un voto, con el que decide con total libertad. Llegado el momento, Dignidad decidirá sobre su candidato presidencial para el 2022, sus listas al Congreso y las convergencias en las que pueda participar en esos comicios. En el corto plazo elegirá y realizará su Primer Congreso Nacional, dándole estabilidad a sus normas y directivas. En Dignidad no ignoramos lo lento y complejo de decidir en democracia, pero sabemos que es lo mejor para el país.
Dignidad ya le solicitó al Consejo Nacional Electoral el reconocimiento de los derechos plenos de los partidos políticos, incluida la personaría jurídica.
La decisión colegiada de llamar Dignidad a este partido –una idea fuerza en la que Carlos Gaviria tanto insistió– se explica como una crítica y una aspiración democrática. Porque las muy duras y mediocres condiciones nacionales les han menoscabado la dignidad a muchos compatriotas y al propio país como un todo y porque busca que se tomen los correctivos necesarios para que la dignidad de las personas y la de nuestra querida Colombia se realicen a plenitud, dentro del norte de construir un país en el que el sol brille para todos.