Economía de solidaridad

Por: Andrea Nieto


Andrea-Nieto-Miniatura La solidaridad es el valor del cual tendremos que agarrarnos para superar la crisis económica que se avecina. Ahora que la gente está comprando estrictamente lo necesario, las marcas que ofrecen productos y servicios que en tiempos de pandemia resultan lujos que sobran, están viendo un panorama oscuro en el corto y mediano plazo.

Las ayudas del gobierno están destinadas para las poblaciones más vulnerables. Con toda la razón. Pero por más buena voluntad que tengan los gobiernos, ni siquiera se alcanzan a suplir todas las necesidades de estas poblaciones.

Por eso la solidaridad de los sectores económicos más acaudalados será imprescindible para llegar con los apoyos que ayuden a palear la crisis.

Preocupan entonces las mipymes. Las empresas que componen cerca del 95% del parque empresarial de casi todas las economías, las que generan empleos y pagan impuestos.

El gobierno nacional ha destinado líneas de crédito para ayudar a pagar salarios y subsidiar la operación de al menos dos meses. Pero por alguna razón, los créditos no llegan a la banca del primer piso y por ende, estos recursos ni siquiera los ven los pequeños empresarios.

Por desgracia, la quiebra de los negocios producirá un desbalance en la clase media y media alta, y de manera inevitable, muchas personas caerán en pobreza.

Es por esta razón que la gente no se ilusiona con ayudas por parte del gobierno.

Así que el mercado tendrá que ajustarse con sus implacables leyes. En estos tiempos solo se necesita lo indispensable. Los gastos se reducen al máximo y en ese sentido sobrevivirán las empresas y negocios que logren entender que esta será una carrera de resistencia y que deben mover sus fichas con rapidez, para aguantar la tormenta.

Innovar en servicios y agregar valor a los productos, porque los consumidores solo adquirirán además de lo necesario, aquello que les provea bienestar para ellos y sus familias.

En este punto no bastará solo con innovar y con la trillada “reinvención”, sino también con lograr incentivar la capacidad de la demanda para aplicar el principio de solidaridad del que les hablé al comienzo.

Sostener la economía en sus mínimos vitales, será tarea del mercado. Entender los comportamientos austeros e incentivar la colaboración de la demanda, será tarea de la oferta y desde allí promover una economía de solidaridad en donde nos ayudamos para que en el mínimo, logremos sobrevivir entre todos. Para eso, el comportamiento egoísta de los consumidores y de los empresarios tendrá que ser reevaluado. Lo bueno es que empresarios como Arturo Calle y Mario Hernández están dando un gran ejemplo de lo que re-significación de la economía de solidaridad.

Repensar los negocios es una pieza clave en todo este ajedrez, pero también el de comprender el principio de realidad de las pocas o nulas posibilidades de supervivencia de algunos negocios, y el chance que sí puedan tener otros.

Se necesita además de solidaridad en la demanda, un sistema financiero que juegue un rol protagónico al permitir a los pequeños empresarios, que por décadas han promovido la economía, que reciban las facilidades de créditos otorgados por el gobierno para superar la crisis. Una banca que apriete a sus clientes, no tendrá otro resultado distinto al no pago de las deudas. Así de simple.

Y el gran regulador tendrá que ser un estado que de manera solidaria y eficiente reduzca gastos innecesarios y los dirija hacia los sectores sociales y económicos que en el mediano plazo, comiencen a jalonar el crecimiento. Vienen tiempos difíciles, y la promoción de los principios de solidaridad y colaboración, serán sin lugar a dudas los promotores de la supervivencia, o del desastre, si no logramos entender a tiempo el cambio de las reglas de este juego.

@MAndreaNieto


Otras columnas de la autora