Este año cambiará el mapa de la política mundial. En los últimos días, hemos visto los resultados de las elecciones en la Unión Europea, México e India. En total, alrededor de 4 mil millones de personas están llamadas a las urnas en diferentes países, y sus decisiones serán trascendentales para el futuro de la humanidad. En el segundo semestre del año se esperan los comicios en Estados Unidos, Reino Unido, y las elecciones parlamentarias que acaban de ser convocadas por el presidente Macron tras el avance de la ultraderecha francesa en el Parlamento Europeo.
Los primeros análisis de las elecciones del Parlamento Europeo señalaron el crecimiento de los partidos y líderes de derecha, nacionalistas y euroescépticos. Las sensaciones que recorren el viejo continente no son positivas debido a los debates sobre la migración y el apoyo económico y militar a Ucrania en la guerra contra Rusia. El conflicto en Gaza también ha generado divergencias entre los alineados con la OTAN y quienes piden reconocer a Palestina como estado y buscar un cese al fuego definitivo en la franja.
En el continente americano, las elecciones ganadas por Claudia Sheinbaum consolidaron el proyecto progresista en México por seis años más. Es significativo que se haya elegido a la primera presidenta en su historia. En Estados Unidos, el ambiente para las elecciones de finales de año ha estado marcado por la condena a Donald Trump debido a delitos relacionados con un soborno a una actriz porno, condena que no parece mermar sus posibilidades ya que las encuestas muestran una reacción de apoyo de sus bases. Biden, mientras tanto, intenta navegar las complejidades geopolíticas actuales y los procesos migratorios en la frontera sur.
El factor común en todos los procesos electorales es el aprovechamiento de los malestares sociales, políticos y económicos que viven las sociedades contemporáneas por parte de liderazgos cada vez más radicales, que prometen romper el statu quo. El desencanto de grandes sectores de la población que sienten que el sistema los ha dejado de lado, las perspectivas poco alentadoras en la economía internacional, la crisis climática, las disrupciones tecnológicas y la incertidumbre respecto a la posibilidad de que los conflictos militares actuales puedan escalar en el futuro, dibujan el contexto sobre el que miles de millones de personas decidirán con sus votos el futuro de la humanidad.