Desde casi 10 años atrás hemos venido sosteniendo que la corrupción es el peor de nuestros males, e incluso hasta hemos concluido que es la causa raíz de prácticamente todos los demás males del país (ConfidencialColombia); al menos, ya este cáncer está en la mira de la mayoría de las personas. No hay que explicar mucho. Todos los días los colombianos lo experimentamos a diario. De cuando en cuando se producen hechos que confirman las quejas expresadas: la fiscalía está tras una red de corrupción enorme en la que se sindica al senador Mario Castañeda como su eje y jefe. Increíblemente se dio origen a la investigación porque el senador estando borracho cantó sus secretos.
Explicamos en varias ocasiones cómo era el “procedimiento” corrupto para robar dineros públicos mediante la captura de instituciones como las Alcaldías al nivel local (ConfidencialColombia), que desgraciadamente emergió como un subproducto de la bien intencionada descentralización de la Constitución del 91. Alguien me lo explicaba hace unos años en un resumen conceptual, muy sencillo de entender: antes había unos 100 corruptos robando los dineros públicos desde el Gobierno central (que lo dominaba todo), ahora hay 100 corruptos en cada municipio y en cada departamento robando los dineros públicos desde los gobiernos locales; hemos multiplicado la corrupción por más de 1000. Y eso se siente, evidentemente.
El caso de este senador es solo un caso de miles. Hay evidencias de que el mal hizo metástasis hace tiempo en todo el país a través de las trampas en la contratación estatal que suceden todos los días y desgraciadamente sin atención de las entidades de control. La reciente desactivación de la llamada Ley de Garantías ha servido para que haya un festín de la corruptela con los parques Sacúdete (ver caso por caso a diario en la cuenta del ingeniero R.Fernández). Pero como las entidades de control están “bien relacionadas” con el mismo Gobierno (quien puso a sus cabezas), no cuidan al que deben cuidar, se hacen las de “la vista gorda” y hay impunidad descarada.
En el caso que nos ocupa “esta red criminal que habría dirigido el senador Castaño, en dos años había logrado firmar obligaciones contractuales por un monto de 43 mil millones de pesos (otros medios hablan de 70 mil y 60 mil), no solo en algunos departamentos sino además en el Ministerio del Interior, Ministerio del Deporte, la Unidad de Gestión del Riesgo, la Gobernación del Chocó, el Sena y una decena de alcaldías del país” (CofidencialColombia). Menciona la investigación a otras entidades como SENA Caldas, Procuraduría, Contraloría, Agencia Nacional de Minería (ANM) y el Instituto Colombiano de Bienestar Familiar (ICBF) (El Espectador). Los departamentos eran, además del mencionado Chocó, Cauca, Tolima, Risaralda y Valle del Cauca, y ciudades como Cali, Popayán, Ibagué y Pereira (misma fuente).
Hay que entender que en cada lugar en que se acordaba el 10% de coima (o mordida) a los contratos estatales tenía que haber una contraparte, ya fuera el Alcalde o el Gobernador y/o sus funcionarios participando para poder manipular los pliegos de la licitación y así garantizar que los contratistas escogidos ganaran o que quedaran de únicos proponentes (que es su mejor opción). Toda una organización de corruptela. Por eso mismo la investigación de la Fiscalía no puede quedar solo en el senador y sus nueve ayudantes en los delitos, sino tiene la oportunidad de arrasar con toda la red, llena de políticos, funcionarios y contratistas corruptos. Mención especial para uno de los audios de la investigación en el que dicen que “eso me va a dejar entre 15 y 20 mil millones de pesos por año” hablando de “el cuento con el Gobernador del Chocó” (ver en Noticias Caracol).
Como se ve, este senador y su organización corrupta nos presenta un cuadro clínico ya más avanzado que lo que se podría haber pensado. Cuando la corrupción pasa campante produciendo estas enormes cantidades de dinero, lo único que se puede concluir es que esta lucha contra la corrupción se perdió y ya es muy tarde para rescatar al país de semejantes hampones bien organizados. Hay que recordar que el entramado de los “procedimientos” corruptos incluye a las herramientas de justicia que supuestamente tenemos para que pare y extirpe este cáncer terminal. Por tanto, tenemos una muy débil defensa ante este mal enorme.
La única luz de esperanza es que en las elecciones del próximo domingo podamos cambiar a la mayor parte del congreso, hasta ahora lleno de este tipo de politiqueros corruptos, pero escogiendo bien a quienes definitivamente no tengan ninguna tacha en su honorabilidad durante su vida. Esto es mucho más importante que si tienen experiencia y conocimientos en esto o aquello: necesitamos que sean honrados, tengan sentido común y sobre todo quieran de verdad al país.
Hay que votar bien pensando en esto. ¡Todos somos responsables de nuestro futuro!