La selección de personas que integren la terna para elegir el nuevo fiscal General de la Nación, le genera al presidente Iván Duque el reto de demostrarle a los colombianos, que no está gobernando únicamente para el sector que lo eligió como primer mandatario y que su interés en esta materia, está enfocado, en que al frente de la entidad se encuentre una persona de las mejores calidades profesionales.
No es necesario ser adivino para saber que sobre el presidente Duque deben existir fuertes presiones para que, en lugar de elegir personas idóneas, dispuestas a ejercer su trabajo con total independencia y sin ningún sesgo político, se escoja a candidatos que más que conocimiento sobre el papel que debe jugar en adelante el ente investigativo, representen el pensamiento político de un sector de derecha, bastante hostil, intransigente e incendiario.
Es por esto que el primer mandatario debe tomarse su tiempo para pensar en tres personas que integren la lista de aspirantes, de donde la Corte Suprema de Justicia pueda escoger a una, que en lugar de desconfianza y prevención, genere tranquilidad y le devuelva al ente investigar la altura que perdió, luego de dos fiscalías inmersas en polémicas por impedimentos, decisiones y contrataciones bastante cuestionadas como la de Natalia Springer en los tiempos de Eduardo Montealegre y Gustavo Moreno en la de Martínez Neira.
Las investigaciones que en la actualidad sigue el ente investigador son bastante delicadas y requieren que al frente de estas se encuentre una persona ponderada, que más que polarizar los ánimos, ayude a calmarlos y que no caiga en la tentación de utilizar a la Fiscalía General de la Nación para darle rienda suelta a vanidades personales, queriendo mostrar resultados, con base en órdenes de captura que más adelante se deben reversar por falta de prueba, etc. En pocas palabras que no convierta al ente investigador, en una verdadera asustaduría.
La fiscalía de Néstor Humberto Martínez nos deja como lección, el no volver a elegir a una persona amiga del poder económico e íntimo de la más alta élite política del país, porque la actuación que tendrá sobre los casos que cursen sobre algún miembro de este selecto grupo, siempre estará bajo sospecha. Desde ante de su elección como fiscal General de la Nación se advirtió de la bodega de impedimentos que este tenía. Sin embargo, la entonces Corte Suprema de Justicia se hizo la de los oídos sordos y ya vemos en que terminó todo.
Sería imperdonable que se incurra en el mismo error y que además se encime el tema ideológico, que haga que todo el que no piense como el Centro Democrático, sea perseguido judicialmente y su honra quede por el piso. En pocas palabras, que haga de la Fiscalía General de la Nación una policía política, como la que tenía montada Alejandro Ordóñez en el ministerio Público, en sus tiempos de procurador General de la Nación-
Es el momento de regresarle la altura al trabajo de la Fiscalía General de la Nación y para esto el primer mandatario debe pensar en el país, olvidándose de los sesgos de sus amigos en el Centro Democrático, que envenenan el ambiente político y que se torna dañino y termina por convertirse en la piedra en el zapato para cualquier posibilidad de entendimiento nacional.
Twitter: @SevillanoOscar