Por: Óscar Sevillano
La decisión del Gobierno Nacional de permitir operaciones de explotación de petróleo mediante el método del fracking, deja como reflexión que en el presidente Iván Duque no hay que creer.
Que otra cosa se puede pensar de un presidente que durante la campaña para la presidencia repitió y repitió que de llegar a ser el primer mandatario del país, no permitiría el fraking y cuando está a punto de cumplir dos años de Gobierno autoriza este tipo de operaciones, aun con las consecuencias que esto puede traer para el ecosistema y que además viaja por el mundo entero asegurando que su compromiso con el medio ambiente es total, mientras los parques naturales se incendian con la intención de cambiar el uso de suelo para darle paso a la ganadería extensiva y lo único que se le ocurre es enviar militares y más militares, en lugar de poner en ejecución un plan de choque ambiental con las comunidades y campesinos que habitan en estos territorios, para evitar que esto siga ocurriendo.
Mucho menos se puede creer en un presidente que de boca para afuera dice a la comunidad internacional que hay que pensar en el cuidado del medio ambiente, mientras sueña en bañar a la fauna y a la flora con glifosato.
Con estos antecedentes, el primer mandatario no puede esperar que se le otorgue ni siquiera el mínimo porcentaje de confianza que se le da a un ser humano, en lo que tiene que ver con los planes de mitigación y prevención ambiental que debe ejecutar en el Chocó, para evitar que la construcción de un puerto de aguas profundas en el Pacífico Norte colombiano, de al traste con un territorio que no solo es considerado como reserva natural, sino además, donde habitan comunidades étnicas afrodescendientes e indígenas, con sus costumbres ancestrales.
Preocupa en gran medida ese desinterés que deja ver el presidente Duque frente a los temas ambientales y de lo que esto significa para las comunidades en departamentos, municipios y veredas la protección de ríos y páramos.
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Entiendo que el jefe de Estado no conozca el país que gobierna y que su mandato se haya dado por accidentes de la vida, más no porque esté preparado para asumir las riendas de un país como el nuestro. Sin embargo, lo que me cuesta creer es que al interior de su equipo de trabajo no exista alguien que le haga caer en cuenta del mal que le hace el país su actitud de “ni me importismo” y de desconexión total con las regiones.
Debo decir que a mí me asalta la duda de si Duque llegó al Palacio de Nariño con el ánimo de poner su granito de arena para que este país continúe en la ruta del desarrollo o si más bien, llegó al primer cargo de la Nación con el ánimo de engordarse con las delicias y exquisitos manjares que le sirve el personal de cocina y mesa en la presidencia.
A esto paso, va a superar el desgobierno de Andrés Pastrana Arango.