No quisiera ser intensa con este título, pero no dejo de darle vueltas a la deriva de la especie humana. No me refiero sólo (con tilde, qué me gusta a mí esta tilde) a que estando la mayoría del país patrio hasta las narices del presidente Sánchez, no hayan votado veloces y sin miramientos a sacárnoslo de encima, no. Me refiero a ese viaje sin rumbo social, moral y humano que nos lleva –algunos somos salmones a contracorriente- hacia una nueva ética donde todo vale mientras sea como yo digo. No lo que diga yo, no. Lo que digan ellos, la mayoría. Esa mayoría amorfa que los arquitectos de la sociedad del futuro amasan y atontan con principios vacíos llenos de dosis de buenismo y bien común.
Hace días se daba a conocer el fallo del premio Fronteras del Conocimiento del BBVA en su categoría de Humanidades y Ciencias Sociales A Steven Pinker (Universidad de Harvard) y a Peter Singer (Universidad de Princeton), “por haber llevado a la esfera pública debates tan relevantes como la función de la racionalidad, el conocimiento científico y los valores del humanismo, así como la consideración moral de los animales, con un gran impacto e influencia en el modelado de la cultura y el marco legal presente”, dice la propia institución bancaria.
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La realidad es que no me hubiera parado en esta noticia si no llega a ser porque, casualidades de la vida, días antes había leído en Internet algo sobre Peter Singer, filósofo utilitarista y uno de los premiados. Había leído algunas de sus ideas y postulados sobre lo que es ser Persona, y por supuesto no me habría llamado la atención si no hubiera reconocido en él a uno de los profetas de estos tiempos de ecología, respaldo de las mayorías, cultura de la muerte, derechos de los animales, veganismo…
Singer es de esos que predican el utilitarismo, esa filosofía moral que trata de diferenciar el bien del mal al enfocarse exclusivamente en los resultados de las acciones siendo la opción más ética la que produce el mayor beneficio para el mayor número de personas. Es ese utilitarismo el que todo lo impregna y con el que todo se justifica. Desde el aborto, pasando por el infanticidio eugenésico, por supuesto la eutanasia y hasta la zoofilia. No es que él practique lo que piensa, es un incoherente vital como tantos otros, lejos de proponer a su madre enferma de Alzheimer una eutanasia limpia, indolora y eficaz, la cuidó y le pagó unos buenos cuidados hasta su muerte natural. Es de esas personas que influyen en el pensamiento, se les escucha cuando habla y rema a favor de una corriente que impera y moldea la moral universal -o al menos la de occidente-. Es de los que considera que hay seres humanos no personas, porque considera persona a quienes son conscientes de sí mismos, tienen racionalidad y autonomía y se reconocen en el tiempo. ¡Ea! Salvemos sólo a los que valen para algo, conforme a lo que la mayoría piensa que es el valor de las personas.
Si nos beneficia a la mayoría es bueno
¿No creen que esa es la máxima que impera hoy en este mundo loco y sin norte? Los políticos mediocres y vulgares que hoy se sientan en los parlamentos, consistorios, cabildos…, justifican sus políticas con un; “la mayoría”, “es un clamor social”, “los niños y niñas de este país”, “la sociedad”, “las mujeres”… Es la mayoría y no el bien lo que justifica que se hagan políticas injustas, contrarias a Derecho, o que haya imperado esa dictadura de lo políticamente correcto y que ya no podamos decir que; es una incoherencia transitar de mujer a hombre y congelar óvulos por si mi yo hombre quiere ser madre, aunque se identifique como padre. Me caerán críticas por esto, pero me importa un bledo (perdonen la expresión).
Igual les ha salido en su celular gracias al algoritmo una especie de acertijo/casuística en el que a modo de test le preguntan a uno ¿a quién salvarías antes si se ahoga en el río, a tu perro o a un señor mayor? Uno se engancha y acaba pasando el test sin saber muy bien qué tipo de test, encuesta o acertijo está resolviendo. Claramente soy de las que salvaría antes a un desconocido, viejo, tullido y a mi hijo, que a mi perro, y tengo dos y los quiero mucho, pero… no tengo ningún deber moral con ellos. Y sí lo tengo para mis iguales. Lo tengo claro, aunque al resolver la encuesta ganan los que salvarían antes a su mascota. ¿En qué punto de la historia de la humanidad hemos virado de rumbo y nos hemos puesto al nivel de los animales? De locos.
Para Singer los animales, seres sintientes en la nueva legislación española, tienen el derecho a una igual consideración de todos los seres capaces de sufrir. Equipara a los animales no humanos y a los animales humanos. ¡Ea, servido en bandeja oiga! Que en el momento que se me ponga tonta por un ictus, un accidente o un revés de esos que da la vida y deje de ser tan inteligente, tan autónoma o tener percepción de sí, le aplico una eutanasia y me quito este problema de encima. Y así, igualándonos a los animales, llegamos a querer salvarlos antes que a un ser humano. ¿Es que no se le enternece el corazón viendo a un perro sufrir? Si, a mí también, pero se me enternece más y me provoca más compasión y hasta lloro cuando veo las atrocidades que tienen que sufrir nuestros mayores o nuestros niños o nuestros enfermos. Pero claro, al utilitarismo eso no le conmueve. Sí le conmueve el filete de ternera y por eso come filete de tofu, porque hacer sufrir a un animal y comérselo… no. Pero justificar cualquier acto en contra de la libertad, la dignidad humana, sí, porque siempre acaba respaldado por la mayoría.
En resumen, me sorprende enormemente que el BBVA en España se haya querido identificar con el utilitarismo de Peter Singer, y premiar así su aportación al progreso moral actual.