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Recuerdo mi época de niñez donde hablar del Ejercito nacional significaba un respeto inmenso para todos los colombianos, representaba un motivo de orgullo pertenecer a la institución y que en la juventud para muchos jóvenes más que una obligación legal que imponía el estado para enlistarse, era un sueño poder servir a la patria.

“Patria, Honor y Lealtad” son las premisas que exaltan las bases de nuestro ejército, pero que poco a poco se han visto empañadas por pequeñas acciones que generan gran desilusión para aquellos que todavía guardamos la esperanza de un Colombia mejor.

En semanas pasadas se conoció el caso del General Olveiro Pérez, aquel que utilizó a su esquema de seguridad para temas no propiamente militares, los utilizó para (lavar ropa, barrer la casa y otras labores domésticas), y es que para uno poder dimensionar lo grave de la situación primero tiene que ponerse en los zapatos de los soldados, personas que anhelaron ingresar al ejército, que se prepararon para llegar a ser profesionales con el sueño de servir a su patria, defender la soberanía y proteger a la población civil, todo esto para terminar haciendo un trasteo o acomodando el mercado de un superior, y con esto no quiero decir que estas acciones sean deshonrosas, por el contrario son labores en las que todos deberíamos colaborar en el hogar, pero que no son propias para realizar en una profesión de tan alto valor y que no cumplen con la misionalidad de las mismas.

Ahora bien, abordando situaciones que pueden controlarse a otras que lastimosamente ya no, hace unos días, El cabo tercero Francisco José Pardo Olivero, suboficial del Ejército Nacional, se quitó la vida con su arma de dotación en la base militar de Facatativá, todo esto por el presunto acoso de su superior, al que no le gustaba que fuera costeño, y es que lo preocupante de la ocurrido resulta ser la displicencia en el actuar del Ministerio de Defensa, pues el 23 de marzo del presente año el joven envió una carta donde relata lo que está sucediendo e indica los detalles del acoso del que era víctima y que termino en este trágico desenlace.

Finalmente, este escrito es solo un llamado a que los órganos de control den un vistazo a esta situación, a que los soldados que atraviesan una situación similar denuncien y hagan visible los tratos que reciben por parte de sus superiores, pues ante el silencio solo tenemos más impunidad solo así finalmente prevalecerán los derechos y virtudes con las que cuenta nuestro Ejército Nacional, y cumpliendo todo lo anterior en un futuro las noticias sean más alentadoras a las que estamos informando el día de hoy.

Cesar Orlando Amaya

César Orlando Amaya Moreno

asesoresgroupca@gmail.com
Economista y magíster en análisis político y asesoría institucional

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