Mi artículo anterior, Permitido cambiar de opinión, provocó reacciones en personas que se sienten identificadas con quienes están siendo señalados como victimarios raíz en las confesiones en la JEP. Desde la mirada de la ética, no encuentro cómo podría alguien sentirse identificado con quienes a fuego y sangre sacaron a unos campesinos indefensos de sus parcelas, asesinándolos o dejándolos de mendigos. Y no solo por la tierra para usarla para ganadería, sino para proveer al narcotráfico de un corredor para sacar droga y meter armas. Es una identificación no explícita que hay que descifrar para entenderla. A continuación intento esa comprensión sobre un comentario que el artículo recibió.
Dice el comentario de un lector que las premisas que se usaron son buenas, y que sí fue un robo descarado de tierras que se fraguó en el pasado, que hay muchos políticos que fomentaron esto (casi todos de derecha e izquierda), pero que la conclusión era muy pobre. De politiquero, escribe. Es interesante analizar este tipo de comentarios porque ayuda a comprender la forma en que niegan o al menos minimizan algunos coterráneos unos hechos tan contundentes.
Al manifestar que sí fue un robo descarado de tierras, pero como un asunto del pasado, sugiere que ya no es algo actual y por lo cual ya no hay que prestarle atención, que podemos olvidarlo. Con “muchos políticos que fomentaron eso” empieza a intentar una dilución de la responsabilidad de los actuales señalados: quiere dar a entender que no sólo fueron ellos, fueron muchos, y como fueron muchos no hay por qué señalar a unos pocos, o a uno en especial. Y al reforzar con otro falso argumento “casi todos de derecha e izquierda” termina por exigir que es un asunto que no tiene responsables posibles, y develando que cree que se trata de una refriega ideológica y no de un asunto de justicia. Sin decirlo expresamente hace un reclamo de olvido sin verdad, sin reparación, sin perdón.
Suponiendo que este lector no tenga alguna relación con la adquisición sangrienta de esas tierras, en cuyo caso habría una explicación lógica aunque deplorable e inmoral de su comentario, entonces se trataría de una persona que deliberadamente quiere seguir engañada. Mark Twain escribió la frase adecuada para explicar esto: «es más fácil engañar a la gente, que convencerla de que han sido engañados«. Este lector elige ignorar los hechos para reafirmar su posición ideológica aunque esté validando una injusticia. La conclusión delata que su ideología pesa más que su capacidad de reflexionar. De una derecha recalcitrante, lo más probable.
El artículo tenía ese propósito complicado: hacerlos dudar de sus certezas para posibilitar su reflexión. Me temo que esa fracción de nuestra sociedad difícilmente va a cambiar; es indolente, no empática, egoísta y codiciosa, y que seguramente atravesará siempre una talanquera que impida que el pueblo colombiano pueda vivir en paz, con menos desigualdad, y poco a poco saliendo de la pobreza.
Si se pertenece al ínfimo porcentaje de los realmente ricos, se entendería: sienten que tienen mucho que perder y por lo tanto apoyarán siempre a un país extremo en statu quo y en mantener todo bajo control para que nada cambie, sin interesarse genuinamente en la situación de pobreza o de falta de prosperidad del resto, como muestra la historia. Pero todos los demás de derecha, que se creen ricos, no tienen por qué ser recalcitrantes; al fin y al cabo pertenecen a una clase media bien acomodada, con suficientes ingresos para vivir bien, pero lejos de los primeros, y en cualquier destorcida, ojalá que no la haya, pagarán las consecuencias con el resto de la clase media. Los primeros no. Ellos se van de inmediato y tienen asegurados sus capitales afuera.
Esta no es una diatriba contra los ricos. En otros artículos he señalado la importancia y la función vital de los buenos ricos, de cómo son el eje del progreso económico de un país, porque cumplen bien su función social, toman riesgos y reinvierten para hacer más empresa, y al mismo tiempo no se saltan las reglas, son justos y éticos en su comportamiento siempre, no interponen su poder económico para que el poder político les sea servil y les otorgue ventajas fiscales y de barreras de mercado para sus competidores, y tienen sensibilidad social y empatía con el resto de los colombianos. Esos son los ricos necesarios. Y que bien que les vaya bien.
Lo que necesitamos es encontrar cómo, al mismo tiempo, a todos nos pueda ir bien también relativamente a la posición actual. Que para cada uno haya un mejor resultado, que podamos seguir avanzando en sacar de la pobreza a la mayoría de los colombianos, que ganemos en bienestar y en tener una real esperanza de prosperidad. Se puede repensar. Dejar de ser recalcitrantes ayudará a avanzar a un país mejor que les brinde mayor seguridad.
P.D.: misma conclusión con otros argumentos aplica para la izquierda recalcitrante. Necesitamos gente pensando en el país. No en ideologías.
* @refonsecaz Ingeniero, Consultor.