El regreso de Armando Benedetti al país, no para salir del Gobierno sino más bien para ingresar a lo más profundo del Palacio de Nariño demuestra la poca vergüenza que le queda al Ejecutivo.
Puede que Benedetti no esté condenado, pero nadie puede negar que su presencia contamina y envenena el ambiente no solo por la cruz que tiene sobre sus espaldas por todas las investigaciones judiciales pendientes de una decisión, sino además por los señalamientos que pesan en su contra por maltrato familiar.
Todo lo anterior da al traste con la filosofía de un presidente de la república que prometió un cambio no solo en las políticas públicas que tienen que ver con el más vulnerable, sino además en la transparencia con la que se debe manejar un gobierno donde sus integrantes deben ser un claro ejemplo de lo que se quiere y el camino que se traza.
No es posible que con el nombramiento de Armando Benedetti, el gobierno del presidente Gustavo Petro manifieste que poco le interesan los mensajes que está enviando, de desprecio a la reivindicación del respeto y la dignidad por las mujeres. No tiene ninguna presentación que un hombre que ha dado muestras de tener manifestaciones violentas, trato burdo y grosero con ellas, ahora entonces llegue a ocupar una oficina en las entrañas del Palacio de Nariño.
Parece que a Petro no le interesa que sus funcionarios resulten involucrados en temas de maltrato a la mujer. El único caso que ha tenido consecuencias es el Diego Cancino a quien se le reversó la designación para que presidiera la Sociedad de Activos Especiales (SAE), pero, seamos honestos: Cancino no es Armando Benedetti ni mucho menos Hollman Morris.
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Todos los que en algún momento visitamos la oficina de Armando Benedetti en sus tiempos de senador de la república, fuimos testigos de la manera en como hablaba a sus asesores(as), utilizando palabras de grueso calibre, ¿hará lo mismo en el Palacio de Nariño?; ¿permitirá el presidente Gustavo Petro que su ahora “asesor político” se dirija a los funcionarios(as) con groserías y palabras burdas?
Por donde se le mire este sapo resulta difícil de tragar no solo para los funcionarios públicos que deben soportar a un Armando Benedetti que, ingresa al Palacio de Nariño empoderado, envalentonado y burlándose de todo un país que esperaba su salida del Gobierno.
Es bastante curioso que Benedetti ingrese al Palacio ahora que comenzarán a darse movimientos en el gabinete, donde muy seguramente se presente la salida del ministro del Interior, Juan Fernando Cristo, quien posiblemente buscará la Presidencia de la República en las próximas elecciones. Ahí estará el nombre y la hoja de vida del exembajador lista para ser nombrado en el cargo donde tendrá como una de sus funciones, el trabajar por la buena convivencia y el respeto con las mujeres.
Esto no tiene presentación y demuestra que el presidente de la república, Gustavo Petro, olvidó lo que significa la palabra vergüenza.
Por cierto, si un nombramiento así se hubiese dado en el gobierno Iván Duque, las mujeres del Pacto Histórico habrían crucificado tanto al presidente de la época como al mismo funcionario, pero, como se trata de Petro, todas calladitas.