El 30 de agosto de 2021 en la ciudad de West Melbourne localizada en el Condado de Brevard, en el Estado de la Florida, EEUU, los oficiales Brian Potters y Tyler Thoman durante una requisa rutinaria, fueron sorprendidos por uno de los ocupantes de un vehículo que transportaba a varias personas, entre ellas un bebé de 2 meses, y un can. Sin mediar palabra Paris Wilder descendió del automotor para accionar un arma de fuego contra la humanidad de los agentes. Como resultado de la acción el oficial Potters sufrió múltiples traumatismos que le ocasionaron conmoción cerebral. El atacante Wilder fue ultimado por el otro Oficial, Thoman, quien actuó en defensa de su compañero lesionado. El tiroteo tuvo una duración de un minuto, durante el cual se detonaron 61 cartuchos de munición, y se comprobó que el atacante Wilder tenía antecedentes de violencia, un historial de 40 cargos por delitos asociados con narcotráfico, asalto con arma de fuego, agresión contra un policial e intento de homicidio en primer grado.
El superior jerárquico de los oficiales asaltados, el Sheriff Wayne Ivey, declaró que el atacante no tenía ningún respeto por la vida humana y se centró en matar a los oficiales porque sabía que con sus antecedentes sería detenido. El Sheriff Ivey también agregó: “Este individuo (refiriéndose al atacante) obtuvo exactamente lo que se merecía (…). Y para aquellos que podrían ser lo bastante tontos como para preguntar por qué le disparamos tantas veces, la respuesta es simple: El mal nunca puede morir lo suficiente”. Estas declaraciones desataron polémica sobre el uso de la fuerza y la proporcionalidad en la legítima defensa. El video de los hechos registra como el atacante emprende una acción letal contra los policiales sin exhibir consideración moral alguna para con sus semejantes. (Ver el video: https://www.facebook.com/BrevardCountySheriff/posts/4257332114349510).
En Colombia la violencia rural de antaño mutó en violencia urbana. La apacible vida de las ciudades ha desaparecido. En cualquier instante delincuentes o aprendices de malandros irrumpen en una tienda, un restaurante, un escenario deportivo, una iglesia o calle para cometer actos de violencia que incluyen la intimidación y el homicidio con el fin de apropiarse de las pertenencias de sus víctimas. No se trata de los otrora románticos delito famélico y “cosquilleo”. El delincuente ataca dispuesto a todo, es su vida o la de la víctima. No son simples ataques motivados por el hambre o por la desesperanza, se trata de ataques dantescos que fulminan aupados por el resentimiento, por desidia, por afán de lucró rápido y la premisa del fin justifica los medios.
Hambre y pobreza siempre hubo y habrá, pero no justifican que delincuentes truequen vidas humanas por cosas. Los ciudadanos deben poder hacer uso de la legítima defensa letal sin temor a la justicia para proteger su propia vida, la vida de sus semejantes, su libertad y su propiedad. La legítima defensa forma parte del derecho natural. Es hora de abrir debate para que el porte controlado de armas y la legítima defensa letal sean derechos constitucionales; que la segunda goce de presunción legal como la presunción de inocencia y no sea simplemente un eximente de antijuridicidad penal.
La legítima defensa debe extenderse a la protección de la vida ajena, de la libertad física propia y ajena, y a la defensa de la propiedad privada; de lo contrario, será continuar en manos del hampa. Las autoridades no dan abasto para detener las hordas criminales que siembran terror y arrebatan vidas. Es hora de revisar la proporcionalidad que se exige para la legítima defensa que tanto predican los juristas. Proporcionalidad indeseada frente al ataque de quien está dispuesto a matar con tal de expropiar la vida, la libertad y los bienes ajenos. Se debe abandonar el exceso de garantismo, por ésto delincuentes como Paris Wilder siguen haciendo de las suyas en las calles. ¿Tendrá la razón el Sheriff Ivey: “El mal nunca puede morir lo suficiente”?