Los boyardos de Putin

Oligarca: Forma de gobierno en la cual el poder político es ejercido por un grupo minoritario / Grupo reducido de personas que tiene poder e influencia en un determinado sector social, económico y político. (Real Academia de la Lengua Española)

La “lista Putin”: quiénes son los 9 oligarcas rusos a los que Washington considera “adversarios de Estados Unidos” (BBC, 5 de febrero de 2018)

La oligarquía no solo es un gobierno compuesto por una minoría de personas. Estas mismas personas se encuentran al mando y poseen mucho poder económico. Son dueñas de grandes propiedades y tierras, y su poder influye en la obtención de cargos en toda la burocracia.

Según Concepto, una revista académica, no se puede definir con exactitud cuándo fue el comienzo de este tipo de gobierno, ya que se prevé que existe desde los primeros movimientos y sociedades humanas, es decir, desde los inicios de la historia. Llegaban al mando, tal vez no de un gobierno, pero sí de un pequeño grupo social.

Platón fue uno de los tantos autores que se encargó de hablar sobre la oligarquía. Éste, particularmente, hacía referencia al gobierno de los treinta tiranos que tuvo lugar en Atenas. El nombre de este gobierno surgió porque estaba compuesto por un total de treinta magistrados que poseían el poder absoluto luego de la Guerra del Peloponeso. Éstos se encargaron de imponer una completa oligarquía como forma de gobierno.

Este tipo magistrados, los oligarcas, son aquellas personas que cuentan con un gran poder económico, y no hacen caso ni se preocupan para actuar bajo acciones éticas ni morales, como debería hacer cualquier persona y más aún si se trata de alguien que se encuentra en un cargo político. Los oligarcas, además, son conocidos por incursionar en actos totalmente violentos y corruptos donde lo único que consiguen es su beneficio propio y mantener estatus.

En el caso de Rusia, los oligarcas son la piedra angular del régimen de Vladimir Putin. Varias de las sanciones que occidente ha emitido en contra de ese país, han sido en contra de sus oligarcas, buscando el debilitamiento de su gobierno. Occidente tiene claro que, si hiere a los oligarcas, los cimientos de Putin flaquean.

Sin embargo, los oligarcas no son algo característico de Putin. Desde las épocas de Iván el Terrible, durante los primeros años de los que después sería el Imperio Ruso, ya existía una figura algo similar a los oligarcas, que se conocían como boyardos (en occidente conocidos como cortesanos). Los más famosos de esos años son el príncipe Dimitri Pozsharski, quien comenzó su ascenso como señor de la guerra, para después ser comandante en jefe, y Fiodor Sheremev quien, de boyardo cercano al poder, paso a ser principal ministro del Zar.

No solo con Iván el Terrible, los boyardos serian protagonistas de la historia. Durante el reinado del Zar Pedro El Grande, quien sería el primer emperador de Rusia, aparecieron figuras como Alexandr Meshikov, mariscal de campo y mejor amigo del Zar, o Fiodor Apraxin, almirante general, conde, hermano de la Zarina Marta, quien era esposa de Fiodor III (quien después sería Zar).

Esto muestra que, en Rusia, la parte alta de la pirámide social, gubernamental, política y económica, pertenece a los amigos y familiares de quien esté en el poder. Antes se les decía zar, luego emperador, después camarada, y ahora presidente Putin. Esta elite es quien mantiene al líder, y mantiene la calma en la parte baja de esa pirámide.

Los oligarcas como los conocemos hoy nacieron cuando cayó el comunismo y con el liderazgo de Boris Yeltsin. Según el medio alemán DW, en medio de las dificultades económicas, hubo quienes se enriquecieron muy rápidamente con una mezcla de habilidad y falta de escrúpulos: los oligarcas. Con su influencia económica, esos nuevos ricos comenzaron a diseñar, también, la política rusa. Temían perder su fortuna en una eventual vuelta a la era comunista soviética y, para impedirlo, se unieron. Apoderados de los grandes medios del país, la campaña de apoyo a Borís Yeltsin fue para ellos un juego de niños.

Uno de los primeros en utilizar la expresión oligarcas rusos fue el empresario Boris Berezovsky, allá por los 90, en una entrevista con el Financial Times. Gracias a la amistad con Boris Yeltsin, Berezovsky se convirtió en uno de los magnates más poderosos de Rusia, controlando antiguos emporios estatales como la fábrica de automóviles Lada y la aerolínea Aeroflot, además de negocios en los sectores bancarios, energéticos y de las comunicaciones.

El pacto con los oligarcas aseguró la reelección de Yeltsin. Los comunistas perdieron cada vez más importancia. Pero Yeltsin no pudo continuar la democratización ni controlar a estos multimillonarios. En agosto de 1999, con la salud debilitada y en deuda con los oligarcas, renunció a favor de Borís Nemtsov (candidato de su preferencia), y nombró como sucesor a Vladimir Putin, el entonces preferido del oligarca Borís Berezovski.

El primer paso de Putin, en materia de reformas económicas, fue el ajuste de cuentas con los oligarcas. Unas semanas después de asumir la presidencia, Putin se reunió en el Kremlin con la mayoría de ellos, y les dijo que en adelante desafiar a las políticas del Estado no sería tolerado. Putin no era enemigo de las grandes corporaciones sino de los empresarios que querían “entrometerse en la política”.

Con esta decisión, empresarios cercanos a Yeltsin –Mijail Jodorkovsky, Vladimir Gusinsky, Alexander Smolensky o Vladimir Vinogradov–, acabaron en la quiebra, exiliados o asesinados. Es más, en los primeros años de la era de Vladimir Putin, Berezovsky, quien lo llevó al poder, apareció muerto en su apartamento de Londres en 2013.

Después de la ofensiva contra esos influyentes magnates, se llegó a un acuerdo tácito con el resto de los oligarcas: el Kremlin no los tocaría y los dejaría hacer tranquilamente sus negocios, siempre y cuando no se mezclaran en política. El que se metiera en política, sufriría toda la persecución del Estado y asumiría las consecuencias.

No muy distinto a Yeltsin, el exagente de la KGB, ha ido entregando ramas del poder y de la economía a personas que están dentro de sus afectos. Esto quiere decir que sus boyardos, han entrado a manejar empresas estatales o a hacer acuerdos con el gobierno para aumentar sus arcas. Por ejemplo, Igor Sechin en Rosneft; los hermanos Boris y Arkadi Rotenberg y Gennady Timchenko, amigos de juventud de Putin y compañeros de judo; Yuri Kovalchuk hacen parte del Rossiya Bank; o Yevgeny Prigozhin, empresario de la restauración, conocido como el chef de Putin y acusado de estar tras las granjas de trolls que interfirieron en las elecciones de EE UU de 2016, o la empresa de mercenarios Wagner, que ha intervenido en Siria, Ucrania, Venezuela o República Centroafricana para defender los intereses oficiosos del Kremlin.

Por eso en febrero de 2018, el Congreso de Estados Unidos aprobó una lista de personalidades rusas a las que incluyó en la “Ley para frenar a los adversarios de Estados Unidos a través de sanciones” (Caatsa, por sus siglas en inglés). Los medios de comunicación la bautizaron como la lista Putin, en referencia al presidente ruso, Vladímir Putin.

Ya en 2022, con la peor crisis de Europa desde la Segunda Guerra Mundial, Estados Unidos y el resto de Europa siguen tomando medidas en contra de los intereses de los boyardos del S XXI. Han congelado activos y cortado relaciones con varios bancos rusos, entre ellos Rossiya, IS Bank, General Bank, Promsvyazbank y Black Sea Bank, además de sanciones contra los oligarcas Rotenberg, Boris Rotenberg y Gennady Timchenko.

El problema no es que haya o no grupos que se beneficien de los gobiernos, ese tipo de élites siempre van a existir. Lo importante es preguntarnos si nosotros como ciudadanos validaremos a unos boyardos del S.XXI que apoyan una invasión militar como está pasando con Rusia y Ucrania, o apoyaremos a aquellos grupos que piensen en un futuro medianamente próspero para todos.