El alcalde Federico Gutiérrez dejó claro desde sus primeros días en el cargo, cuando se dedicó a sacar contratos y nombramientos para los concejales de su partido, que para él las arcas públicas iban a funcionar como su caja menor. Lo que se me hace inverosímil es que en medio año se haya repartido en contratación directa más de 1.4 billones de pesos, una cantidad superior al presupuesto de la gran mayoría de entidades territoriales del país, en procesos donde no hay licitación, sino que se escoge a dedo el beneficiario cuando el alcalde en campaña se pasó todo el tiempo hablando de austeridad y transparencia de lo público.
No es muy transparente que la alcaldía se esté gastando cada día más de $7.000 millones de pesos en contratos a dedo, señor alcalde.
Ahora bien, no considero que se deba satanizar la figura de la contratación directa pues es un camino que ofrece la ley pensado para unos casos muy específicos; para cuando existe una urgencia manifiesta como lo fue el Covid-19 que debió asumir la alcaldía de Daniel Quintero, para elaborar contratos interadministrativos o para cuando no exista pluralidad de oferentes en el mercado para el bien o servicio que se desea contratar. Es una figura legal pero que debe ser usada con cuidado, pues merma la confianza en lo público.
El problema es que las explicaciones de Fico no ayudan a comprender qué lo ha llevado a recurrir constantemente a la contratación directa. El alcalde dice que los contratos responden a convenios interadministrativos entre entidades públicas, siendo la contratación directa la única figura estipulada en la ley para tal fin.
Sin embargo, la investigación realizada por el medio Nación Paisa muestra que una muy buena parte de los contratos han sido suscritos con empresas y fundaciones que operan sin ánimo de lucro, lo que contradice las palabras de Fico de que se ha usado el mecanismo para los convenios interadministrativos.
Al revisar el listado de 180 contratantes destaca la presencia de varias sociedades de acciones simplificadas (SAS) del sector privado, empresas de arrendamientos e incluso congregaciones religiosas. No se trata exclusivamente de convenios interadministrativos como lo ha querido plantear Fico.
De una alcaldía que está pagando el vaso de leche a 6 mil pesos para el PAE, que está otorgando unos recursos inmensos para que la alimentación de los niños esté compuesta de ultraprocesados y panes con hongos, que sin pudor ha decidido privatizar por completo a UNE, no se puede hacer raro que tenga a la contratación a dedo como su forma predilecta de adquirir bienes y servicios. Alcalde, por favor cumpla sus promesas y sea de verdad austero y transparente con el uso de los recursos públicos.