Mientras las decisiones técnicas no sean definidas técnicamente, no saldremos del subdesarrollo

De Perogrullo. Pero así nos pasa a diario y se volvió nuestra forma de vivir el país. Lamentablemente, mientras no tengamos consciencia colectiva de lo grave que es que los asuntos técnicos sean definidos por los políticos o los codiciosos, no saldremos del atraso, de la pobreza, de la falta de bienestar y de todos los males que nos aquejan. No es la única causa, pero sí es una que pesa mucho en conjunto con la falta de justicia y educación.

Se observa en todos los sectores: en salud (agua potable, saneamiento, centros de salud, hospitales), en educación, en infraestructura ni se diga. Los decisores han privilegiado andenes sobre redes de alcantarillado y parques Sacúdete sobre salud básica. Y lo peor es que sabemos perfectamente por qué pasa: los decisores, en su gran mayoría políticos (cuyo objetivo no es el bien común, sino su bien particular), están muy interesados en el contrato y no en el proyecto. El proyecto, que debería ser el vehículo mediante el cual se beneficia una comunidad en algún sentido para que le aumente su bienestar, sus posibilidades de desarrollo y un mejor futuro, es el vehículo para que quienes participan en la decisión se llenen sus bolsillos.

Tan grave como el hecho mismo de corrupción, es que esta corrupción nos priva de tener desarrollo ya que tiene doble mal efecto: es muy grave que el poco dinero que se destina a las inversiones que mejoran la vida de nuestra gente, no solo se la roban en parte sino que no está bien invertida; los proyectos no son priorizados con respecto a la mayor urgencia de solución de problemas y el mayor beneficio posible de las comunidades.

Y encima de esto, ya de por sí pésimo, es que los políticos se meten a decidir los asuntos de ingeniería, de salud, de educación, de todas las disciplinas, que definitivamente implican el debido conocimiento y experiencia para poder ser quienes determinen tales decisiones. Ejemplos en ingeniería hay por montones: el Metro de Bogotá, la solución de la séptima en Bogotá, ahora hasta el arranque de HidroItuango, el puente Hisgaura, el Canal del Dique, La Mojana, BioEnergy, las carreteras terciarias, los POTs y gran etcétera… Otra fuente de malas decisiones es la codicia, en la que hay funestos ejemplos también: edificios en Medellín, puente Chirajara, y quien sabe cuántos más. No solo en sector público, como se puede uno dar cuenta. Los políticos y los codiciosos deben dejar de tomar decisiones erradas, con problemas, privilegiando sus intereses y dañando al país. Un peligro.

Un ejemplo más directo para ilustrar el peligro.

Causa temor ver al Alcalde de Medellín vendiéndole a la opinión pública que el arranque de HidroItuango está asegurado. Este, como los otros ejemplos, es un tema complejísimo de gente técnica, de ingenieros principalmente. En un país sensato, lo primero que harían sería sacar todo tipo de manipulación política y no dejar apelar a una anacrónica y desatinada exacerbación regionalista.

Igual de respetables los técnicos que deben echar a andar la máquina como los técnicos que deben prevenir cualquier desastre. Entre la vida y la economía, la duda no tiene cabida. La vida siempre primero. En el país tenemos dolorosísimas experiencias en que los políticos de turno se adjudicaron la pertinencia de dar las instrucciones que solo los ingenieros podían hacer bien. Y en aras de no crear pánico o privilegiar la economía expusieron a la población a riesgos enormes en los que finalmente murieron. Le hemos pedido muchas veces a la Unidad Nacional de Gestión de Riesgo de Desastres -UNGRD- que deje de ser una atendedora tardía, cuando el desastre ya sucedió, a que sea preventiva para que el desastre no ocurra. Y cuando por fin lo hace, como en este caso, medio país sale a esgrimir lo del optimista ignorante: “eso no pasa nada”. Y sí pasa, que no se nos olvide.

La ingeniería no es solo para hacer, construir y edificar. La ingeniería es ante todo la construcción de la vida segura y del bienestar de la humanidad.

 

(1) De Perogrullo o verdad de Perogrullo sirven para expresar que una cosa es tan sabida y conocida que resulta tonta repetirla, pero que toca repetirla porque así de tonta es la realidad. Ver Pedro Grullo.

 

* @refonsecaz