La crianza respetuosa es un estilo que prioriza el respeto mutuo entre madres, padres e hijos. Se basa en la premisa de que los niños y niñas merecen ser tratados con dignidad y comprensión, y que las relaciones familiares se benefician cuando se establece este tipo de interacción.
“Tus hijos no aprenden, te aprenden a ti” Mar Romera
A pesar de su creciente popularidad, hay muchos mitos y malentendidos que rodean este estilo de crianza. Aquí, vamos a desmentir algunos de los mitos más comunes y destacamos errores habituales que cometemos las familias al intentar practicar este estilo de crianza.
Mito 1: La Crianza Respetuosa significa permitir que los niños o niñas hagan lo que quieran.
Realidad: La crianza respetuosa no es lo mismo que la permisividad. Se trata de reconocer y respetar las necesidades y sentimientos del niño o niña, pero también establecer límites claros y consistentes acordes a su desarrollo, contexto sociocultural y educación familiar y escolar.
Ejemplo de error frecuente: No se trata de dejar que hagan lo que quieran. Si tu hijo o hija quiere comer chocolates antes de la cena, la crianza respetuosa no significa simplemente dejarlo hacerlo. Es un error frecuente: “Entiendo que quieres chocolate, pero primero cenamos y luego puedes tener un chocolate”. Se utilizó el premio y castigo, por tanto, se consiguió que comiera y el niño obtuvo su chocolate, todos pueden pensar que hubo una ganancia justa, no obstante, en la noche antes de dormir no deberían consumir dulces.
Ejemplo de realidad: En la misma situación, la clave está en reconocer el deseo del niño o niña, establecer el límite y luego proporcionar una solución o alternativa. “Entiendo que quieres chocolate porque es delicioso, hoy cenaremos sin dulce pero el domingo luego del almuerzo que es el día de postre, podrás comerte ese delicioso chocolate”.
¿Qué pasa si llora?
Espero no les sorprenda la respuesta pero… Dejar que llore y acompañarle mientras lo hace. Sin exaltarse, ni empezar a dar regaños. Escuchar el llanto, abrazar o acariciar si lo permite y validar: “querías chocolate y la regla en nuestra casa es que el domingo es el día para comer dulces”. Al estar allí, aprenderá a gestionar sus emociones y deseos a través de la co-regulación.
Mito 2: Esta crianza no incluye disciplina.
Realidad: La disciplina en el contexto de la crianza respetuosa es diferente de la disciplina punitiva. En lugar de castigar, golpear y gritar se enfoca en guiar y enseñar a través de la comprensión y la empatía.
Ejemplo de error frecuente: La disciplina está presente pero no es autoritaria ni es una tiranía. Si tu hijo o hija lanza un juguete en medio de su enfado por un desacuerdo con su hermano, en lugar de un castigo tradicional como “¡Paren de pelear que les voy a pegar a juntos!”, podrías acercarte y decir: “Veo que estás frustrado, hablemos de lo que sientes y busquemos una forma de resolverlo juntos”. Se utilizó la validación pero no se estableció un límite, es posible que ese comportamiento de pelear y arrojar los objetos se repita.
Ejemplo de realidad: En la misma situación, la clave está en identificar qué acción, situación o vivencia detona a tu hijo para que lance los objetos. Lo primero es que en ese momento no vamos recoger el juguete, vamos a controlar el deseo inmediato de ordenar y le diremos: “Entiendo que estás enojado porque tu hermano no quiso jugar contigo y es válido sentirse molesto, se lo vamos a decir con palabras a él”. Ayudaremos a que lo pueda decir con sus propias palabras y posteriormente le indicaremos que deberá recoger el juguete lanzado, durante ese proceso lo acompañamos.
Mito 3: Es una moda o tendencia actual.
Realidad: Aunque el término “crianza respetuosa” es relativamente nuevo, los principios que lo sustentan, como el respeto mutuo y la empatía, son prácticas atemporales que han existido en diferentes culturas a lo largo de la historia. Se ha difundido más gracias a las redes sociales y el interés de cambiar las prácticas de crianza de otras generaciones. Es importante resaltar que también el mensaje se ha llevado al extremo de no asignar ninguna consecuencia a las conductas o comportamientos indeseados, cayendo en la permisividad o la negligencia parental.
Errores Comunes en la Crianza Respetuosa
No establecer límites claros: Algunas madres o padres, en su intento de ser respetuosos, pueden caer en la trampa de no establecer límites en absoluto.
Los niños y niñas necesitan límites para sentirse seguros y para aprender a convivir en el mundo.
Sobre-analizar cada situación: Si bien es esencial ser reflexivo y considerar las necesidades del niño o niña, no es útil analizar en exceso cada pequeña decisión o interacción. Aprender a confiar en las decisiones y acciones de cada mamá y papá, cada vez los errores serán menos pero seguirán siendo parte de la crianza, lo que hace que aprendamos es equivocarnos.
El error es una fuente valiosa de comprensión y al final del día, los expertos en sus hijos son las madres y los padres NO los médicos, ni las psicólogas o las maestras.
No cuidarse a sí mismos: Es fácil para las madres y padres olvidarse de sus propias necesidades en el proceso de estar completamente atentos a las de sus hijos e hijas. Sin embargo, para criar de manera efectiva y respetuosa, es vital que los padres también se cuiden.
Un cuidador que se cuida, puede cuidar.
Tener expectativas poco realistas: Esperar que un niño o niña nunca se frustre o que siempre se comporte de una manera particular no es realista ni justo. Todos los niños y niñas tienen malos días y buenos días, y es esencial que las madres, padres y cuidadores lo reconozcan y lo acepten.
Los niños y niñas no son criados para ser modelos de comportamiento, están aprendiendo de diferentes comportamientos y conductas.
Compararse constantemente con otros: En la era de las redes sociales, es fácil compararse con otras madres o padres y sentir que no se está “haciendo lo suficiente”. Es importante recordar que cada familia es única y que lo que funciona para una no necesariamente funcionará para otra.
No hay familia perfecta como tampoco existen expertos en crianza.
Pedagoga y Neuropsicóloga