Es indignante el ominoso silencio con el con que todos los grandes poderes de Colombia han tapado a Néstor Humberto Martínez Neira, a pesar de que fue acusado por Luis Gustavo Moreno –su hombre de confianza en la Fiscalía– de montar allí una operación de “sicariato judicial” con los fiscales delegados, que según las órdenes debían actuar como protectores de delincuentes o como perseguidores de inocentes.
Con solo estos datos, si Colombia no estuviera tan putrefacta, habría un clamor nacional exigiéndole a Martínez dar explicaciones. ¿Puede haber acusación peor contra un Fiscal que esta de Moreno, quien confiesa haber sido nombrado en la Fiscalía para coordinar los sicarios judiciales obedientes a las órdenes de Néstor Humberto Martínez? Y recuérdese que cuando se descubrió la corrupción de Moreno, Martínez nunca explicó por qué lo nombró Fiscal Anticorrupción, cuando, como lo probé en el Senado, se sabía que Moreno no era de fiar para actuar con rectitud en ese cargo.
Con ejemplar valor civil, Cecilia Orozco cita lo que Moreno le dijo a María Jimena Duzán, otra mujer que no se doblega: “A mí me nombraron para hacer mandados… Y eso no era a las espaldas de Néstor Humberto. Era con la línea de Néstor Humberto… El caso Odebrecht (sobornos a funcionarios colombianos) llegó en diciembre (de 2016). Me llamó el fiscal (Martínez) y me dijo: ‘Conforme un equipo de fiscales que hagan caso, Moreno’”. El exdirector anticorrupción continuó: “Yo pongo a (la fiscal) Cerón (Amparo). Y (ella) me dice: ‘Jefecito, mire, yo hago lo que me toque hacer, pero no me traslade a Cartagena’… Entonces, yo la dejo acá, la mejoro pero (le digo) necesito que usted haga caso”. Bajo esa precondición corrupta, Moreno creó el “Grupo de Corrupción Transnacional”, ¡hágame el favor!, con “fiscales que tenían ese perfil; que uno les dice: ‘Vayan y capturen al papa’ por cualquier cosa, y van y lo capturan. O (se les dice) dejen en libertad a Mancuso, y van y dejan en libertad a Mancuso” (El Espectador, 27 de enero de 2021).
Moreno también denunció que Martínez Neira se las ingenió para ser él en persona, través de la vicefiscal y de Amparo Cerón, quien manipulara, sin que se notara mucho, el caso Odebrecht, porque “él no quería, desde el principio, que se dieran cuenta que él sí tenía manejo, y siempre lo tuvo, sobre las investigaciones de Odebrecht”.
También fue escandalosa la forma como presentaron las multas que les impuso la Superintendencia de Industria y Comercio (SIC) a las empresas que del negocio de la concesión de la Ruta del Sol 2 –unas de Odebrecht, otras del Grupo Aval (Corficolombiana y Episol) y otra en sociedad– por 474 mil millones de pesos, condenadas por conductas “anticompetitivas”, es decir, por el pacto corrupto de sobornar al viceministro de Transporte. Escandalosa porque el Grupo Aval fue capaz de presentar como su gran triunfo una sanción que le costó 162 mil millones de pesos (!), manipulación que además se tapó con otra falsedad: que Luis Carlos Sarmiento Gutiérrez y el Grupo Aval –como persona jurídica– fueron “exonerados del proceso de la Ruta del Sol” (Dinero).
Por supuesto que constituye un fraude presentarse como ganador tras una multa de ese calibre, y en especial porque es falso que Sarmiento Gutiérrez y el Grupo Aval fueran “exonerados” por la SIC. No. La SIC los procesó porque había pruebas de sobra en su contra y, al final, no los exoneró porque demostraran su inocencia sino que les precluyó por vencimiento de términos, que es muy distinto, como lo saben los abogados.
Y el Super Industria Andrés Barreto, en rueda de prensa, explicó cómo fue que José Elías Melo pactó con los de Odebrecht que la parte del soborno que le tocaba poner a Corficolombiana (Grupo Aval) al final se pagaría, como ocurrió, robándose esa plata de Consol. Y dijo también que cuando se reventó la trampa, la propia Auditoría Jurídica del Grupo Aval comprobó el fraude cometido, problema que subsanaron mediante un contrato de transacción secreto entre Odebrecht y el Grupo Aval, pactó que redactó Néstor Humberto Martínez y que ocultó ante la Justicia la probada corrupción de Melo y Odebrecht.
Si en este caso hubiera habido una Fiscalía diferente a la de Néstor Humberto Martínez, hoy sabríamos si Melo montó estas corruptelas a las escondidas de sus jefes del Grupo Aval –cosa difícil de creer– y por qué los Sarmiento, padre e hijo, montaron el contrato de transacción que ocultó los delitos de Melo, a quien además no denunciaron ante la Justicia. O si fue que Melo y sus patrones actuaron siempre de acuerdo y el contrato de transacción fue una manera de protegerse todos, Odebrecht, Melo, los jefes del Grupo Aval y hasta Néstor Humberto Martínez, una vez les quedó claro, porque era obvio, que la corrupción de Odebrecht se sabría en Colombia y produciría el ruido que ha producido.