Después de la pandemia COVID-19 sea vuelto muy común hablar de salud mental, al parecer el encierro de esos meses confronto a la humanidad, la depresión, la ansiedad, las manías, las rumias, empezaron a hacerse visibles en las familias. La medicación para el sistema nervioso no se hizo esperar, lo cierto es que ya hace 4 años que este flagelo conmocionó a la humanidad y en Colombia se incrementó y más de un millón y medio de personas fueron diagnosticadas con trastornos y enfermedades mentales en los primeros meses de este año.
Según los datos de la Dirección de Epidemiología y Demografía del Ministerio de Salud y Protección Social presentados por la Procuraduría, 1.517.933 personas fueron diagnosticadas con trastornos y enfermedades mentales entre enero y mayo de 2023. Entre los trastornos mentales más comunes se destacan la ansiedad, la perturbación de la actividad y de la atención, la depresión y la esquizofrenia.
Por otra parte, el DANE reporta que 3.017 personas tomaron la decisión de quitarse la vida en 2022, y el 66,3% de los colombianos declara que en algún momento de su vida ha enfrentado algún problema de salud mental. Este porcentaje es significativamente mayor entre las mujeres en un (69,9%).
El DPN aseguró que para el primer semestre de este año se ha logrado un cumplimiento de un 80,76% de las acciones de política pública, sin embargo, la articulación intersectorial, sigue siendo el objetivo que menos avanza y su importancia radica que la presencia del Estado avance del papel a la implementación y ejecución en los territorios.
Y aunque se resalta la importancia de promover la salud mental desde el bienestar y no cómo una patología, es importante reconocer el aumento en la demanda de estos servicios, situación que antes no se daba, y después de esta emergencia global del COVID 19 se generó una preocupación por parte de las entidades y prestadores de servicios de salud frente a la necesidad de atención de la salud mental. Y es que los trastornos de la conducta están en la cotidianidad de nuestra sociedad, pero debemos sacarlos de closet, la salud mental es en términos generales, un estado de equilibrio social y conductual donde la persona interactúa con su entorno sociocultural, y este le garantiza su participación social, para poder desarrollar la capacidad de afrontar dificultades, percepción y juicio de la realidad y de sí mismo para alcanzar el bienestar y una buena calidad de vida.
Pero además del COVID-19 en nuestro país se viven las consecuencias invisibles de la guerra, ya que se firma un tratado de paz y el sistema de salud no actúa de manera interviniente ni menos preventiva, sino que en letargo se espera el turno en esa demanda que se congestiona con las múltiples dificultades que en si ya tiene el sistema.
La guerra trae consecuencias graves para el desarrollo del ser humano, no solo físicas sino psicológicas. Se manifiesta en la pérdida del sentido de la vida, los sentimientos de odio, la desesperación, el desprecio, la ira, los síndromes del trauma de la violación, el trastorno por estrés postraumático, transformaciones persistentes de la personalidad tras experiencias catastróficas, angustia, trastornos depresivos. En lo social la guerra afecta a todos los sectores, se produce una desorganización de la sociedad. En el aspecto humano se presentan olas de violencia, violación de DDHH, atropellos, deshumanización por el ocupante, perdida de la espiritualidad, y de la autoestima.
Uno de los mayores elementos de estrés que sufre una sociedad durante una guerra es la violencia. El rompimiento del tejido social y el desgaste de la mente de las personas durante el transcurso del conflicto. Las guerras conducen a una serie de costos que van desde la destrucción del capital físico como de las infraestructuras carreteras, de comunicaciones, de producción de bienes, hasta las consecuencias humanas, tanto las irreparables pérdidas de vidas, como los desplazamientos y sufrimientos de la población afectada.
Es por ello que debemos pararle bolas a la legislación acerca de la salud mental y la reciente comisión accidental de salud mental creada por el Congreso de la República, donde cursa un proyecto de ley que busca instituir la educación emocional en la formación de niños y de los jóvenes en el país, para tratar de disminuir los problemas alrededor de la Salud Mental, el consumo de drogas e incluso el suicidio -y esto está muy bien- pero no debemos dejar de lado la tarea de la reparación emocional que necesita nuestra sociedad por la guerra vivida, por una paz firmada pero emocionalmente no reparada.
Es deber de todos los gobernantes incidir en el desarrollo de la política pública de salud mental, y asignar recursos para la plena ejecución de esta, si hay salud mental hay bienestar y si hay bienestar hay productividad. Este es un mecanismos eficaz y veraz para hacer de la paz, una paz total y verdaderamente sostenible.
Desde casa desde el autocuidado se puede mantener la salud mental y sirve de apoyo para su tratamiento y recuperación, en caso de que tenga alguna inquietud de Salud Mental acá les dejamos algunos ítems para ejercitarla:
Haga ejercicio con regularidad.
Consuma alimentos saludables y con regularidad.
Manténgase hidratado.
Dele prioridad al sueño.
Intente practicar una actividad relajante.
Establezca metas y prioridades.
Practique la gratitud.
Centre su atención en las cosas positivas.
Comuníquese con amigos o familiares que puedan ofrecerle apoyo emocional
¿Y tu ya revisaste tu estado de salud mental?