Se equivoca el presidente de la República, Gustavo Petro, al tratar de deslegitimar la marcha del pasado 21 de abril; una protesta de la mayoría y que unió a la sociedad civil. No se trató de concentraciones débiles, ni de los dueños del dinero público, como aseguró el mandatario de los colombianos.
Petro, en su afán por desconocer las críticas, lanzó un ofensivo comentario en su cuenta de la red social X, evidenciando su soberbia, orgullo y mezquindad. Señor presidente: el pueblo le habló y fue a usted.
Es incoherente que el mandatario diga que “respeta la libertad de expresión y los derechos de la gente”, cuando al mismo tiempo desestima todo tipo de diálogo al acusar a los ciudadanos de estar dando un “golpe blando” o de buscar “mantener la captura de enormes cantidades de dinero público usados como ganancias”.
Desconocer a cientos de miles de personas inconformes en todo el país y en desafío convocar a otra manifestación el próximo 1 de mayo, Día del Trabajo, denotan el revanchismo y la actitud infantil de Petro, quien hasta aquí no se ha comportado como un estadista.
No queremos ningún pasado de “mafiosos en el poder”, porque es a lo que precisamente nos oponemos. Mafioso es el presunto lavado de activos, así como, el enriquecimiento ilícito por el que está siendo investigado Nicolás Petro, hijo del presidente. No olvidemos que un reciente informe del Departamento de Estado de Estados Unidos menciona la investigación que se realiza al hijo y al hermano del mandatario. Mafioso es lo que ha hecho el gobierno con los recursos de los colombianos para devolver favores. Mafioso es lo que hizo la actual directora del Dapre, Laura Sarabia, para encontrar una maleta de dinero. Mafioso es convocar a una constituyente para aprobar las nocivas reformas a como dé lugar.
Según el gobierno, 250.000 personas nos expresamos en todo el país; sin embargo, otros datos demuestran que realmente más de 500.000 colombianos alzamos nuestras voces, nos manifestamos de forma pacífica y respetando la ley.
Las imágenes de plazas y calles llenas no mienten. Evidencian un llamado a un presidente que se caracteriza por no escuchar o por hacerse el de la vista gorda. Tenemos a un mandatario más preocupado de controvertir a quienes lo cuestionan, que de atender los reclamos de todos los sectores de la sociedad.
En el caso de Bogotá, tal y como lo mencionó la administración distrital, no se presentaron alteraciones al orden público, ni daños en la infraestructura y mucho menos agresiones a la fuerza pública. Se marchó con civismo, pese a que no se tomaron las previsiones suficientes en cuanto a gestión del riesgo. La carrera Séptima se convirtió en un embudo a la altura de la calle 22, por cuenta de la invasión al espacio público de vendedores informales.
Aún con lluvia, marchamos en familia y llenos de esperanza. Y no fue porque nos dieron las “garantías”, como dijo el ministro del Interior, Luis Fernando Velasco.
Debe quedar claro que nadie quiere “derrocar a Petro”, como él dice. El pasado 21 de abril nos manifestamos porque no queremos una constituyente, salimos a las calles porque no creemos que la defensa a la mujer, que tanto pregona, se olvide al nombrar a Hollman Morris en la cabeza de RTVC, también lo hicimos para rechazar la presunta financiación ilegal de su campaña presidencial y la corrupción como ocurrió con los carrotanques de La Guajira.
Copamos las calles porque el Ministerio de la Igualdad no es más que un fortín burocrático. Y marchamos también, porque desde agosto de 2022 a febrero de 2024, según Indepaz, se han presentado 137 masacres, dentro de las cuales han asesinado a 444 personas. Marchamos por la dicharachería de Petro, por su falta de trabajo en equipo, por su incapacidad para asumir errores, así como para afrontar los problemas y desafíos que tiene el país. En definitiva, marchamos por la incapacidad de Gustavo Petro para gobernar.
La ciudadanía se expresó y le dio un mensaje contundente, la escasa mayoría con la que ganó la presidencia en 2022, ya no lo acompaña y será ésta, la que de manera democrática y pacífica lo sacará del poder junto con su Pacto Histórico en el 2026.
Concejal de Bogotá