Objeciones a la Misión de los Científicos

Jaime-Acosta-Puertas
@AcostaJaime

Con los seis articulitos a la Ley Estatutaria de la Justicia Especial de Paz (JEP), que golpean al acuerdo de diciembre del 2016 y la posibilidad de cimentar una paz para siempre en Colombia, el presidente Duque puso de moda las objeciones. La diferencia con esta columna está en que el presidente hace objeciones a la paz, y aquí hacemos objeciones a favor de la misión para mejores resultados.

Comienzo diciendo que no tengo ninguna objeción a las personas escogidas, incluso, veo bien la presencia de científicos extranjeros de alto nivel mundial, aunque en unos campos de pronto no sean los más acertados según el enfoque de estas líneas. Así las cosas, a pesar de tener todos los reconocimientos, la coordinación general de la misión no debería estar en cabeza de una científica extranjera, la señora Cristina Garmendía, de nacionalidad española, sino en cabeza de una persona nacida en Colombia. Veamos un ejemplo, y podrían ser muchos más. Brasil hizo una misión sobre la política de innovación, donde los dos directores fueron pesquisadores brasileros de la Universidad de Campinas, y la prestigiosa economista italiana, Mariana Mazzucato, fungió como asesora principal. Preferiría ver a la señora Garmendia en ese mismo rol, seguro de que se sentiría más cómoda, reconocida y aportaría más, a no ser que quiera remediar lo que no trajo la conquista: la falta de ciencia y tecnología (CyT) que el imperio español en ese entonces no tenía.

Esto no es asunto de forma, es de fondo, pues la CyT y la innovación, es un factor estratégico nacional, aún más en un continente donde hay una superpotencia y los demás países son patio trasero[1], que en términos de investigación científica significa una investigación subordinada y menor, lo cual se refleja en la baja inversión que hace Colombia en investigación, el bajo número de patentes y en todos los demás indicadores del mundo de la investigación y de la innovación, lo cual constituye una barrera estructural a un crecimiento alto de la economía y de la productividad, porque no puede hacer el mejor y más rápido proceso de aprendizaje a partir de la construcción de potentes capacidades de investigación, desarrollo e innovación (I+D+i), y su articulación con centros de investigación y redes internacionales en áreas del conocimiento estratégicas.

Tengo igualmente objeciones al área de ciencias sociales. Me parece que ahí están las grandes preguntas para esta misión, porque todo empieza con la investigación sobre las demencias del colombiano, dada su incapacidad para superar el libro de la guerra perpetua y otras anomalías que neutralizan y rebasan todo lo bueno y el potencial reprimido que tiene como ser humano. El triunfo del NO al acuerdo de paz en el plebiscito de octubre de 2017, es inexplicable en una sociedad. Denota un severo problema cognitivo que tendrá consecuencias perversas para el futuro del país, porque podría precipitar un tercer ciclo de conflicto que ya se insinúa, cuando no se ha cerrado el segundo, tal como aconteció con el inicio del segundo cuando no se había cerrado el primero.

Esta manera de convivir con una violencia pavorosa, que además evade porque la desconoce, minimiza y quiere esconder para refundar la nación y reescribir la historia, amerita más ciencia que las demás áreas científicas, porque se trata del centro de una sociedad, sus anomalías culturales, el cerebro de sus ciudadanos con su manera de pensar y de situarse ante la vida, el desarrollo y el mundo, porque su violencia además está relacionada con una economía ilegal, igualmente destructiva en vidas y en naturaleza, a su vez, todo lo anterior vinculado a una cultura de corrupción ilimitada y en crecimiento. Entonces, Colombia es una especie de sistema político descerebrado, con un sistema social fallido asociado a un sistema económico fallido, con un sistema de CyT descohesionado y enano, y todo configura unas instituciones gelatinosas. Si esta misión aborda lo social desde su cruda realidad y no desde la negación, hará una gran contribución.

Las violencias que no se van tienen un centro de gravitación y de alimentación en la concepción feudalista por el uso y propiedad de la tierra, derivando en una economía extractivista que solapó la industrialización, la truncó y la terminó casi que destruyendo. Colombia no supo, en medio de una interminable guerra por el suelo y no por la inteligencia, transformar y profundizar el desarrollo industrial, como centro del desarrollo productivo urbano y sin el cual no puede haber ni agricultura, ni minería, ni servicios de vanguardia. Es decir, la sociedad urbana tampoco logró blindarse del extractivismo depredador y de pavor.

De esta manera, el reto de los investigadores sociales de la misión, también es monumental en la parte de la investigación en torno a la economía del futuro, porque se necesitan enfoques heterodoxos, creativos, novedosos y rigurosos, ya que el modelo económico hay que reestructurarlo, no solo por factores endógenos, sino porque en el mundo hace agua cada vez por más lados.

El ciclo largo del neoliberalismo ha terminado. Duró 50 años, entre 1962 y el 2012. Colombia no desarrolló una industria farmacéutica, ni aeronáutica, ni espacial, ni de movilidad (solo ensambladoras), ni de energía, ni de ingeniería avanzada, ni de bienes de capital, y el gran fracaso, nada con la industria electrónica que es la base de la actual revolución 4.0 y de las tecnologías ecológicas, todo, porque la apertura de la economía se hizo para liberar importaciones de tecnología y no para desarrollar la producción, la innovación y las industrias intensivas en conocimiento. Es decir, industrias inteligentes o avanzadas como se conocen en estos días, muy poco, a pesar de que dominan el comercio mundial desde el año 1990. Por todos estos rezagos, la ganadería es extensiva, los cultivos también, el café se siembra y se cosecha con la mano, los sistemas de transporte son atrasados y contaminantes, y los servicios dependen 100% de tecnología ajena. A pesar de todo, en salud, materiales, agricultura y en algunas actividades de la industria metalmecánica, de defensa y de aplicaciones de software, está lo mejor que hace Colombia. Hubiera sido bueno ver en la misión un militar para mirar el papel de las fuerzas de defensa en el desarrollo de la CyT en un periodo de construcción de la paz. 

Otro tema que deben abordar los científicos sociales de la misión, es sobre la geopolítica mundial y las relaciones internacionales. La pobre lectura que hoy hace Colombia del entorno global y de la integración regional, es corto. Hace pocos años tenía muy buenas capacidades en el tema, ahora parece que todas hubieran desaparecido cuando Estados Unidos ya no es dominador absoluto del planeta, de la política, de la economía, de la tecnología y de las guerras. El mundo de hoy es multipolar y será cada vez más porque hay una ola de países emergentes que vienen empujando sin pedir permiso, mientras Colombia todo lo hace según lo que diga la Casa Blanca. Es decir, no lee el mundo, solo lee una parte de el.            

La tercera y última objeción tiene que ver con la ausencia de las empresas que hacen I+D+i en Colombia. Esta omisión me parece asombrosa. Es un sinsentido científico contra la evidencia y la teoría, y contra la retórica de las relaciones universidad – empresa – estado. Un país que está sobre saturado de una agitación superficial por la innovación y el emprendimiento, no puede hablar de ciencia y tecnología para el desarrollo de la economía y de la sociedad, sin incluir en el debate, en la construcción de pensamiento, y en el avance de la investigación para elevar la productividad, las empresas que han logrado superar el bloqueo mental de la ciencia ajena, pero que en los últimos años se han dado cuenta que hacer investigación es un buen negocio y un desafío emocionante saber que también es posible desarrollar conocimiento para mejorar y diversificar sus negocios e inversiones, y contribuir al desarrollo de la economía. En Colombia hay grandes empresas que hacen I+D+i, es decir, hacen ciencia, tecnología e innovación (CTI). Entonces, buena ciencia básica, buena ciencia social, necesita de una buena ciencia para desarrollar un sistema productivo sostenible y avanzado.

Las dos primeras objeciones a la misión, de pronto ya no tienen solución, aunque es posible hacer ajustes de forma y porque plantean desafíos intelectuales para sus miembros. Sin embargo, la tercera objeción se debe y se puede incluir, aunque saldrán a decir que hay sabios que sí saben qué hacer con las empresas, y que atenderán el asunto, lo cual no es suficiente. Se requiere de un trabajo específico, que converse con algunos miembros de la misión, y elaborar un texto para que la misión lo incluya en su producto final, y se discuta a su interior. Además, es un asunto de coherencia con el discurso del plan nacional de desarrollo sobre la productividad para impulsar las industrias 4.0, las manufacturas avanzadas, las agrotech, las energías alternativas, los sistemas de movilidad, el emprendimiento, y con los objetivos de elevar la inversión en CTI a más del 1% del PIB.

Los efectos de derrame en la economía (spillovers positivos) que resultan de la integración entre producción e investigación, solo es posible por la mayor cantidad y calidad de investigación con las empresas y desde las empresas con las universidades y el estado, para ver si salimos de la estupidez de la balacera, del corto plazo, de la impunidad, del extractivismo feudalista y narcotraficante, y de tanta ilegalidad que tiene atravesada las instituciones.


[1]  incluso el Brasil de Bolsonaro que fue a regalar su país a Trump sin ninguna compensación tecnológica por el alquiler de la base aeroespacial de Alcantara.

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