Iván Duque cumple un año como presidente de la República y hasta el momento no es claro el camino por el que piensa guiar al país durante su período en el cargo. Lo anterior ocurre porque a pesar de que el primer mandatario tiene buenas iniciativas, no las ha podido impulsar, al ser preso del fanatismo de los miembros de su partido, que aún esperan que se deshaga todo lo que venía de atrás y se reescriba una nueva era donde solo ellos piensen e indiquen lo que en adelante se debe hacer.
El primer error del presidente fue el no entender que en materia de paz solo queda un camino y es el de implementar los Acuerdos firmados con las Farc para de esa manera evitar una desbandada de la base hacia las disidencias, y si en cambio hacer caso a quienes pedían una modificación unilateral de los textos, lo que provocó una división en el legislativo y el aumento de la desconfianza en la palabra del Estado de parte de quienes venían de la guerra a la paz
Esto le hizo perder tiempo al primer mandatario tratando de tramitar unas objeciones que nacieron muertas, porque era claro que esto no podía llevar a cabo, y para hacerse, se debía contar con la otra parte firmante del Acuerdo, es decir, con el Partido Farc, cosa que nunca se hizo.
Por otro lado, aunque a la vista de todos los colombianos es bueno el no nombrar un gabinete ministerial que se acomode al gusto de los partidos y movimientos políticos que le apoyan en el legislativo, el no exigirle a este un mayor liderazgo y defensa ante la opinión pública a los planes de Gobierno, le ha costado el hundimiento en el congreso de los proyectos que tienen origen en el Ejecutivo y que además los colombianos del común no entiendan o no les quede claro, cual era la intención de pedir su aprobación y cuales sus objetivos.
En lo que tiene que ver con la economía, las cifras no juegan a favor de Iván Duque. Una tasa de desempleo que no baja a un solo dígito, un dólar que ronda los 3.300 pesos y un déficit externo que ha alcanzado el 4 por ciento del PIB, impiden que el pesimismo en los colombianos ceda.
Puede ser que la población exagere al considerar que las cosas van por mal camino, pero también es cierto que este clima de incertidumbre y desconfianza hacia el trabajo que hacen las instituciones, es una situación de la que el presidente resultó ser víctima de un invento que él, en compañía de los miembros del Centro Democrático, ayudaron a crear a través de una feroz oposición al Gobierno Santos.
Ese pesimismo infundado por el Centro Democrático en los colombianos del común durante el período de Juan Manuel Santos, hoy recae sobre Iván Duque, quien ahora debe hacer todo lo posible por espantarlo, cosa en la que algunos miembros de su partido no le ayudan en nada, porque parecen no entender que el país está en sus manos y que el Gobierno anterior, es cosa del pasado.
Afortunadamente Duque entendió que el asunto de Venezuela no se arregla haciéndole caso a quienes pedían a grito entero un enfrentamiento bélico con el vecino país y que la caída de Nicolás Maduro no era cuestión de horas, y que es un asunto que responde más a un cerco diplomático, que a las pasiones que el tema pueda despertar.
Al Gobierno actual le quedan tres años en los que no solo debe imprimir un liderazgo muchísimo mayor, que le permita obtener identidad propia, sin que necesariamente esté atado al pasado de una seguridad democrática que hoy no se puede aplicar, porque las condiciones de orden público son muy distintas al año 2002 y entendiendo que el país está en sus manos y no en las de Juan Manuel Santos, que este ya es cosas del pasado, pero que aun así, debe dar continuidad y profundizar temas que aunque a los miembros de partido les incomode, no se pueden desconocer, ni mucho menos pretender cambiarlos, como la implementación de los Acuerdos de Paz por ejemplo.
Twitter: @sevillanoscar