Esta última semana tuve la urgencia de ir al centro de Bogotá, a la carrera octava a realizar tareas varias, almorzar, etc. Necesitamos parqueadero, al cual ingresamos y mientras pagábamos el servicio, me senté unos cortos minutos a charlar con los atentos operarios, les pregunté cuál era el horario de funcionamiento y me manifestaron que hasta las 5:30 pm, una hora muy temprana para la tarde cuando todavía hay actividades comerciales, oficinas públicas o de profesionales abiertas, etc y sobre todo mucho tráfico vehicular que, finalmente son sus clientes.
Pregunté por qué suspenden atención tan rápido y me manifestaron que a partir de esa hora se podía “tesar” que no era segura la zona para ellos, que había delincuencia organizada en forma de “bandolas”, que no eran atracadores individuales y que ese era un sistema de “mafia”.
Esto me motivó a escribir lo de hoy que, es lo mismo que ocurre en todo el país cuando el Estado pierde el control de los territorios y las ciudades. Desde antes, eran
los territorios condicionados por las guerrillas, los paramilitares, minería ilegal, narcotráfico, etc, que representan “el Estado” en la región. Según el caso, determinaban y aún siguen determinando quién comercia, quién transporta, quién transita, quién vive o permanece, quién puede hacer política, de ahí la parapolítica en contubernio formal, quién es el alcalde o el gobernador, quién contrata. ¡Es un paraEstado! Pero esos para estados se han ido extendiendo a otras formas, otras actividades, a territorios y ciudades, de esto ya hay pleno conocimiento, porque ha sido desgraciadamente de común ocurrencia como el gota a gota que domina plazas de mercados, centros comerciales, barrios marginales, familias angustiadas por la falta de empleo y oportunidades que tienen que someterse para sobrevivir con sus hijos que los sacan de los colegios si acaso tienen acceso, para alimentarse o pagar servicios públicos suspendidos. Un drama que agravan los delincuentes del gota a gota, escabrosa y criminal actividad también explotadas por bandas organizadas y delincuenciales muy violentas porque matan a sus deudores morosos, pero hay más formas de prestar como por ejemplo, en centrales de abastos, de productos agrícolas, no pueden tener acceso los pequeños productores a vender la cebolla, la papa, las frutas en condiciones normales de un mercado con los precios del día. Las mafias los obligan a venderles a ellos como únicos intermediarios en las condiciones y en los precios que imponen, por supuesto, con las respectivas amenazas de muerte o pérdida total del producto.
En el norte del Valle se habla del “cartel del huevo”, solo unos pocos pueden comercializar este producto básico de la canasta familiar. En zonas de Boyacá y Cundinamarca la principal zona de consumo de cerveza del país, no todo el mundo puede ser transportador de cerveza o gran distribuidora. Bandas organizadas se vienen apropiando del cobro de los parqueaderos informales callejeros en muchas partes de Colombia. Desplazaron a los chalecos azules, a los rebuscadores de la vecindad, también son los “vigilantes” de la zona prestando seguridad, desplazando a las compañías de seguridad formales.
Entonces es válido lo de hablar de una Paz y convivencia total para nuestro país. Para que el Estado y el Estado social de derecho gobierne a Colombia entera y sean sus instituciones legalmente constituidas las que operen y den garantías plenas a todos nosotros. Para ello, es fundamental el apoyo de la Fuerza Pública, las Fuerzas Militares y de Policía, con autoridad moral e institucional para que todos las acatemos.
Por supuesto, el gobierno definirá los casos de diálogo político, sometimiento a la justicia o acatamiento según cada uno de los casos, pero volver a establecer la paz, la convivencia, la legalidad y la legitimidad en Colombia.
Guillermo García Realpe
@GGarciaRealpe