Persiguiendo empanadas


Opinión de Óscar Sevillano


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Óscar Sevillano

Los andenes de las principales calles y avenidas en todas las ciudades y municipios del país hay ventas ambulantes. Entre los productos que se ofrecen a los transeúntes se encuentran juguetes de todas las especies, ropa, calzado, golosinas, adornos para la casa, útiles escolares, y por supuesto también empanadas, que muchas personas, sin importar su actividad laboral, suelen consumir en horas de la mañana o luego de culminar su jornada de trabajo.

A muy pocos ciudadanos les interesa si las venden en la calle o en un local, al fin de cuentas lo que importa es que las empanadas tengan buen sabor, estén bien cocinadas y calienticas. De hecho, es común ver a los policías a que en medio de su servicio se detienen también en los andenes para comer unas cuantas y detener el hambre y el agotamiento que causa su jornada laboral.

“…no puede ser que ahora bajo el argumento de que es necesario hacer cumplir el Código Nacional de Policía, las autoridades se dediquen a perseguir a quienes consumen empanadas en las calles”

Óscar Sevillano

Nunca antes en la historia de Colombia, se había visto que se multara a alguien por comprar una empanada, así esta se venda en la calle. Es tan insólito e inaudito a la vez, que no solo causa sorpresa, sino además indignación, porque no puede ser que ahora bajo el argumento de que es necesario hacer cumplir el Código Nacional de Policía, las autoridades se dediquen a perseguir a quienes consumen empanadas en las calles.

¿Harán lo mismo con quienes le compran chocobreak a los vendedores de dulces en los andenes?; ¿multarán también a los celadores que compran tinto o aromática en los carritos ambulantes?;¿pondrán también infracción a los padres de familias que compran helados a sus hijos en las vías o alguna golosina al salir del colegio?

Si esa es la idea podría concluir que el Estado encontró la fórmula mágica para tapar el hueco fiscal y de pronto porque no, pagar también la deuda externa, porque es evidente que, ante la falta de empleo, son miles los colombianos que acuden a esta actividad para llevar el alimento a sus casas y son también miles de personas que les sirven de clientes.

Está bien que las autoridades cumplan con la labor de recuperar el espacio público que se invade por montón en los andenes, situación que es aprovechada por el crimen organizado, para entre venta y venta camuflarse y comercializar sustancias psicoactivas, además porque se genera desorden y el desorden a su vez, genera inseguridad y deterioro al lugar.

Sin embargo, lo que no está bien, es que, con la excusa de cumplir la norma, se caiga en excesos que provoquen situaciones tropicales como estas y que le hagan preguntarse a la opinión pública si ahora la policía se distraerá persiguiendo   lo que no causa ningún mal a nadie como las empanadas, causando molestias a quienes las consumen, haciéndoles pagar grandes multas tropicales y exóticas.

Ojalá no se les ocurra también penalizar esta actividad, porque no creo que en Colombia existan cárceles para el inmenso número de consumidores de empanadas o del resto de productos comestibles que se venden en las calles, aunque de este país, cualquier cosa se puede esperar.