Petro, piedra dura

Jota Domínguez Giraldo

A este país no lo dejan despertar o al contrario, a cada momento lo despiertan.

Casi se desbarata el día (mayo 2020) cuando Andrés Felipe Arias, exministro, exprecandidato presidencial y exuribito, mediante tutela recibió de la Corte Constitucional el beneplácito de una nueva oportunidad (otra instancia jurídica), para que le sea revisado su proceso, pues consideró vulnerado el debido proceso. Y la razón jurídica se impuso. A los que nos gusta el Derecho, lo celebramos.

Es necesario recordar que el caso de Arias es un proceso viejo, que hace años se debate en los juzgados y en las cafeterías.

Los juristas dijeron que la Corte Constitucional había actuado bien. Yo pienso lo mismo.

Defendimos el derecho que tiene el señor presidente Duque a tener su propio culto religioso, muchos días antes que la Corte Suprema se pronunciara en favor del primer mandatario, cuando unos jueces incultos fallaron a favor una tutela a un peticionario que pedía que el presidente se alejara de la Virgen y de Dios. Eso es imposible. Dios es de los pocos amigos que le quedan, después que los fanáticos de Uribe lo descalificaron por lo que le pasó a éste con la Suprema Corte.

Nuevamente nos despertó la detención domiciliaria del senador y expresidente Álvaro Uribe Vélez, pues también era tema de discusión si se le aplicaba una medida jurídica. Y se le aplicó, para demostrarle a Colombia que nadie debe estar por fuera de la ley. Y como la decisión se tomó en Derecho, la aplaudimos.

También nos despertaron con la destitución a Gustavo Petro proferida por el Procurador General de la época Alejandro Ordóñez, quien actuando por fuera de las normas vigentes y en uso de su grave poderío destituyó bellacamente al alcalde de Bogotá Gustavo Petro, atendiendo órdenes y mandatos de gobernantes superiores, rebuscando este personaje servilmente espacios para ser vicepresidente o candidato presidencial o embajador ante la Organización de Estados Americanos. Ahí está.

Es una vergüenza para Colombia que sea un violador exprofeso de las normas colombianas e irrespetuoso de las internacionales consagradas en convenios con otras naciones, quien nos represente ante una organización que congrega a muchos países. De eso sí me da mucha pena.

Lo que acaba de decir la Corte Interamericana de Derechos Humanos en favor de Gustavo Petro es una conquista de derechos para el país; reconforta que un tribunal extranjero haya visto la gravedad de la alteración de la democracia colombiana en gobiernos pasados y hay que celebrar que a todos esos tiranos vestidos de obispos, se le haya caído la sotana y queden al descubierto sus pecados, todos graves, de excomunión. Al contrario del mandato bíblico que pide que la mano derecha no sepa lo que hace la mano izquierda, aquí la derecha vivía pendiente chuzando para saber lo que hace la izquierda.

Con ese fallo de la Corte Interamericana, se tutelará en adelante a 50 millones de colombianos su derecho de elegir a las personas que ellos quieren que les gobiernen (primer numeral del artículo 40 Carta Magna) y se le respetará a los senadores, representantes, gobernadores y alcaldes su período administrativo, salvo que estos escojan vivir dentro del código Penal.

Me llena de felicidad jurídica el fallo que le restableció a Petro sus derechos y que además se los proteja. Lo celebro enormemente, lo mismo que celebré los fallos favorables a A.F. Arias y a Duque con la Virgen.

No conozco a Gustavo Petro. Me molesta terriblemente su arrogancia, su exagerada sobradez, su mirada que no es de frente, ese hablar martillado en ráfagas que muchas veces le impide escuchar a los demás. Pienso que la votación anterior recibida para la presidencia no es de una Colombia tan humana. La población ya mostraba cansancio de ver tanta repetición de gobernantes dirigidos por megáfonos y la gente prefirió votar una nueva alternativa, la que fuera, así sea Petro.

Le aplaudo que se haya reintegrado a la vida civil. No me gustó nunca que fuera guerrillero, pero su actividad en la guerrilla armada fue la que desnudó los hechos y las cosas graves de dirigentes que se han aprovechado de la democracia para robar, atracar, esquilmar y burlarse de gran parte del pueblo por muchos años y esa ardiente lucha le permitió ganar espacio en el legislativo como un excelente congresista o en el ejecutivo como alcalde de la primera ciudad del país o en la candidatura presidencial.

Debe estar desesperado para que las elecciones sean hoy, porque está mojando publicidad y periódicos gratis que le inflan sus encuestas.

Pero debe saber que para ser presidente de Colombia necesita algo más que fallos de la Corte Interamericana, encuestas y escritos como este.

Necesita bajarse de sus 8 millones y volver a empezar, para convencer a la nación – 50 millones residentes aquí y en el resto del mundo – que su mandato no será una revancha contra personas ni credos ni partidos, y que su mandato puede ser tan humano como el mejor de los humanos.

La política colombiana ha ganado mucho con Petro en su plan de político y no de guerrillero, pero la política no es simplemente la suma de votos. Le falta mucho para ser presidente; por ejemplo le falta ecuanimidad para calificar las actuaciones contrarias, porque tiende a descalificar y minimizar a los demás. No tiene por qué aplaudirlas, pero si puede valorarlas y eso le cuesta mucho. No es de diálogos.
A mí por ejemplo no me gusta pero no lo descalifico. Pero al valorar la persona de Petro que al fin y al cabo es la que eventualmente gobernaría, mucho me temo que pueda ser tentado por armas distintas a las que la democracia le ofrece para imponer su criterio. Eso es lo que hasta ahora ha mostrado.

Aplaudo definitivamente su bien ganada lucha legal en un esfuerzo intelectual descomunal enfrentando al establecimiento y autoridades colombianas y me alegro que no se dejara vencer por esos abusadores y ladrones de esperanzas nacionales.

En materia política seguramente lo veremos reclamando el primer puesto de la Casa de Nariño. En esa aspiración, primero tendrá que ganarle a su ego. Y lo más probable es que sea vencido por este.

Punto y aparte: Mensaje para la gente de negocios: “El 2020 es un año para mantenerse vivos. Ni hablen de planes o sueños. Sólo asegúrense de permanecer vivos. Si lo logran, ya estarán dando utilidades”. (Jack Ma. Alibaba Group. Read, Love and Learn).

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