El pasado lunes 10 de octubre, en Bogotá nos despertamos con la noticia del homicidio de un joven de 14 o 15 años en TransMilenio. Las versiones de la Policía y de la Empresa TransMilenio, difundidas por los medios de comunicación, indicaban que el crimen había ocurrido el sábado 8 de octubre a la altura de la Estación Ricaurte, que el joven estaba con sus amigos en aparente estado de alicoramiento y que, al pisar a un pasajero, se inició una riña en la que el joven terminó asesinado. Esta versión indica que se trató de una riña que terminó con la muerte de un joven borracho.
Ese joven era Juan Esteban Alzate. Las últimas noticias han incluido el testimonio de la madre, quien dice que Juan Esteban fue humillado momentos antes por el aparente homicida, cuestiona la versión de la riña y de que su hijo estuviera borracho. Por el contrario, dice la mamá, Juan Esteba pidió disculpas por el pisotón, pero el presunto homicida le pidió –de manera amenazante– que se arrodillara, a lo cual el joven se negó. En ese momento, continua el relato, el presunto homicida saca un cuchillo y lo clava contra la humanidad de Juan Esteban. Lo más importante del relato de la madre consiste en haber agregado un elemento que no fue considerado por la Policía ni por TransMilenio: Juan Esteban tenía orientación sexual diversa, estaba con su novio y tenían muestras de cariño cuando fue increpado y posteriormente asesinado. Además del homicidio de Juan Esteban, el presunto agresor habría lesionado al novio con ataques de cuchillo dirigidos a la cabeza.
En la entrevista rendida a RTVC, la madre aseguró que “la persona que atacó a mi hijo, causándole la muerte, era homofóbica porque él hizo varios lances, sino que la pareja de mi hijo se metió para que no lo atacara más. Claro, eso fue homofobia”.
La orientación sexual de Juan Esteban, las muestras de cariños que estaba teniendo con su novio y las lesiones a este último son un hechos que deben ser considerados la investigación, ya que podría aclarar que se trató de un crimen de odio. Pero más allá de la investigación, que le corresponde coordinar a la Fiscalía, las autoridades públicas no pueden revictimizar al difundir información sensible sobre la pérdida de vidas humanas.
Una riña requiere del uso de la violencia por dos o más personas y, por los hechos narrados por la madre, se trató de violencia (quizás) homofóbica y de la defensa legítima de Juan Esteban a su dignidad. En este punto, la versión del estado de alicoramiento pierde total pertinencia, ya que no hubo violencia física de parte de Juan Esteban, de hecho –según su madre– se disculpó por haber pisado al aparente homicida.
La versión difundida por la Policía y por TransMilenio, prácticamente, induce a concluir que Juan Esteban se ganó su suerte por estar borracho y entrar en una riña con otra persona. Nada más revictimizante que agregar hechos infundados –como la riña y el alicoramiento– y omitir otros –como que la víctima tenía una orientación sexual diversa, estaba con su novio y fue presionado a arrodillarse–.
Por ello, no basta contar con las mejores leyes para reformar a la Policía. Es importante, pero no es suficiente. Su cultura institucional debe tener una especial sensibilidad con este tipo de casos, más si se trata de menores de edad y personas que padecen discriminación estructural. En los comunicados de la Policía es una generalidad encontrar la versión de riña y alicoramiento para intentar dar una explicación sobre homicidios.
Por lo anterior, por la memoria de Juan Esteban Alzate y de todas las personas que han sido asesinada, torturadas o lesionadas por sentir diferente, por tener una orientación sexual o identidad de género diversa: ¡Basta ya!
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