¿Qué pasa en el cerebro de un niño víctima de bullying?

Mamá: ¿Te golpeó? ¿Cómo es posible que te golpeara? Acaso no le dijiste a la profesora, qué te dijo ella. ¿Lo castigaron? De boca de mamá salen a toda velocidad cientos de palabras, preguntas, afirmaciones y solicitudes. Evalúa con afán cada parte de mi cuerpo e insiste en ir hablando mientras lo hace.

El corazón de mamá late a toda velocidad, con una fuerza inexplicable comparable tal vez, con la montaña de pensamientos de dolor, rabia y venganza que está acumulando. Entiendo a mamá, alguien había golpeado a su hijo, la cosita pequeña que tanto le había costado cuidar, alimentar y amar.

¿Qué pasó en mi cerebro?

Primero: Recibí una alerta de amenaza, los niños de mis curso me dijeron que era torpe, tonto y que me pegarían con el balón a la hora del descanso.

Segundo: Mi Hipotálamo que no soporta la situación envía una señal de auxilio a las Glándulas suprarrenales.

Tercero: Se activan dos hormonas, la muy popular Adrenalina y la recién llegada al salón de la fama… Cortisol.

Cuarto: Mi cerebro empieza a buscar salidas, se enfoca en luchar si lo ve posible o por el contrario, si está en desventaja me dirá que huya. Sí, estaba en desventaja así que intento huir y me da taquicardia porque mi cuerpo está procurando llevar la sangre a los tejidos, luego entró en taquipnea, una respiración rápida para lograr hacer entrar oxígeno y preparar el cuerpo para luchar. Mi cuerpo lo intentó pero no funcionó, al ser atrapado luche pero perdí y llegué a mi casa con la camisa rota, el pantalón sucio, los zapatos pelados y un golpe rojo en una mejilla que seguro se pone morado.

Quinto: Mi cerebro no puede concentrarse en razonar, pasa igual que cuando estaba corriendo para escapar, mi Corteza Prefrontal encargada de las capacidades cognitivas, el control conductual y de resolver los problemas está en modo ¡Sálvese quien pueda! Mamá no entiende que no tengo la mente despejada para responder.

Sexto: Mi Hipocampo que es el centro de almacenamiento de los recuerdos es muy sensible al Cortisol, en grandes cantidades le hace perder la memoria y ocasiona que los recuerdos simples como: Quién me pegó,  a qué horas, dónde, qué tan duro fue el golpe… no puedan ser tan precisos. Digo lo primero que se me ocurre.

¿Y qué pasa con ese Cortisol que se elevó?

Les voy a explicar: El Cortisol es una hormona cíclica, por la noches es baja para que puedas dormir, durante el día vuelve a estar lista para el desafío de ir en bici, tomar transporte público o pensar detalladamente como el salario no alcanza para comprar lo del mes. El Cortisol no logra diferenciar si el peligro es real porque me estaban golpeando o simulado porque sueño la mayoría de las noches que me van a golpear al otro día… otra vez. Ante la alerta, se enciende el organismo para la defensa. Mi mente se encuentra en un estado de alerta permanente y se me cae el pelo, me salen manchas, la comida me sienta mal.

Me puse de mal genio en casa, pateaba todo, peleaba con mamá por cosas que antes hacía y que ya no quería, me levantaba cansado para ir al colegio. No quería ir al colegio, me puse triste. Mamá dice que debemos ir al médico para que me den vitaminas pero la verdad es que mi cerebro está cansado de estar defendiendo mi cuerpo de los malos que están en mi sueño, de los chicos que me golpean en el colegio, de los profes que no hacen nada para ayudarme, de mamá que llora, grita y me dice que no me se defender.

Ahora que pienso en que han pasado los años y soy un adulto, mis pensamientos me han llevado a experimentar emociones que me ocasionaron dolor de espalda por el estrés, visión borrosa y cambios en la piel porque somatizo la presión del trabajo. Soy impulsivo, perfeccionista, dependiente de la opinión de los demás, el colón se la pasa irritable y vivo en modo alerta.

Algunas veces soy agresivo, he golpeado a personas en los trabajos, a mi novia sin querer le digo palabras horribles sobre cómo se ve y me siento culpable. No entiendo cómo soy así, ¿por qué me pongo así?, mi personalidad es difícil y papá me ha dicho que de chico era débil, que nunca me defendí en el colegio. Que eso explica porque duermo mal y que tenga esa necesidad de renunciar porque no logró lo que quiero.

El bullying deja huellas a largo plazo, algunas veces, por culpa del acoso el cerebro aprende a estar secuestrado por las alarmas de amenaza y la felicidad se va porque no puede vivir en una mente intimidada. 

Alexandra Parra

Pedagoga y neuropsicóloga

https://alexandraparra.com/

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