No es urgente, pero si es importante, entender el acelerado envejecimiento que vive el país. Se estima un pico poblacional global en 2064 de 9.630 millones. En Colombia, esto ocurrirá antes, en 2060 tendremos 55,4 millones de habitantes. El bono demográfico donde la proporción de la fuerza laboral productiva supera la de menores de 18 años y mayores de 65, que empezó en 2002 se prevé acabe en 2047, según Naciones Unidas. Si se dice que los colombianos se vuelven dependientes cinco años antes, a los 60 años, se recorta el bono 20 años, a 2027, según USAID. Hay que aprovecharlo, de ahí en adelante es nadar contra la corriente, obligar a la gente a retirarse antes de que quiera hacerlo, no tiene sentido.
Con el ingreso de la mujer a la fuerza laboral, la tasa bruta de natalidad bajó de 46,35 entre 1950 y1955 a 15,03 entre 2015 y 2020, según investigadores de la U. de Antioquia. Con este colapso de natalidad, de acuerdo con el DANE, en 2023 los adultos mayores de 60 años fueron 7.4 millones y sobrepasaron el 14,4% de la población. Más gente laborando hace más fácil el progreso económico, la lucha contra la pobreza y la prestación de servicios sociales. Si tomamos la decisión de decir que una persona se vuelve dependiente a los 60 años, el problema se vuelve urgente porque al bono demográfico le quedarían solo tres años. Debe haber un incentivo económico para que se siga trabajando, son personas que tienen mucho que contribuir a la sociedad para desecharlos.
Cuando el presidente Carlos Lleras fijó la edad de retiro forzoso en 65 años, en 1968, la expectativa de vida en Colombia era 60.87 años. Pero las mejoras en salud, hacen que los 70s de hoy sean hasta más saludables que los 60s de la época. Aún con un ajuste en 2016 que subió la edad de retiro a 70 años, dada la expectativa de vida publicada por el DANE en 2024 de 74 años, el ajuste es insuficiente. Tendría más sentido, si fuéramos consistentes con la lógica de Lleras, un retiro forzoso a los 75 u 80 años para garantizar que se mantenga por encima de la expectativa de vida.
Nuestro sistema pensional causa una mayor desigualdad en el país, donde después de pagar pensiones, somos más desiguales. El quintil más próspero en Colpensiones recibe el 50,8% de los subsidios, mientras el quintil más pobre solo logra el 4,3%. La reforma pensional que cursa en el Congreso, busca corregir esta injusticia con un sistema de pilares donde los subsidios cubran un mínimo vital para que después los cotizantes pasen a los fondos de pensiones. Entre más bajo sea el mínimo vital, de manera más positiva, la reforma va a impactar la equidad. El Congreso debe reflexionar en cómo la reforma pensional impacta las decisiones laborales, el trabajo voluntario es algo para incentivar.
El envejecimiento de la sociedad es un hecho cultural, así como económico. Si en los últimos 55 años los colombianos tienen una esperanza de vida de 14 años más, solo ese logro habla de una sociedad más próspera, más justa y menos violenta. Si aquellos nacidos en la década de los 60s siguen contribuyendo al país, será un largo periodo de creciente riqueza, si no les damos su importancia, el bono demográfico se nos acabará pronto. Los que queden produciendo serán menos que los que tienen que sostener.