Sin la reina Isabel II: ¿finalmente la independencia total de Canadá?

Los lazos de Canadá con la monarquía británica están bajo escrutinio una vez más después de que Barbados destituyera oficialmente a la reina Isabel de Gran Bretaña como jefa de estado y se convirtiera en república esta semana…Ahora hay un debate renovado en Canadá sobre si seguir el ejemplo de Barbados, y la mayoría de los canadienses dicen que la monarquía se está volviendo menos relevante o ya no es relevante en absoluto, según muestra una nueva encuesta. (CBC, diciembre 2021)

Al no poder superar sus épocas coloniales, y querer mantener su influencia en los dominios, el Reino Unido creo la Commonwealth of Nations, La Commonwealth histórica fue el Régimen político (1649-60) instaurado en Inglaterra por Oliver Cromwell, tras la ejecución del rey Carlos I.  La Commonwealth política (la de hoy), es el conjunto de antiguas posesiones del Imperio Británico (excepto Mozambique) convertidas en estados independientes y autónomos, que han establecido entre sí cierta solidaridad.

Esta organización tiene su origen en el debilitamiento del Imperio Británico a mediados del siglo XIX, cuando los tres territorios que conformaban el actual Canadá (Nueva Escocia, Nuevo Brunswick y Canadá) negociaron su fusión para crear su propio ejército y establecer un sistema de libre mercado con los Estados Unidos.  Para mantener el control en esas regiones, el Reino Unido les otorgó el estatus de ‘dominio’ en 1867, permitiéndoles el autogobierno, pero la legislación quedó bajo la supervisión de Londres. En los años siguientes, otros países también lograron convertirse en dominios: Australia, Irlanda, Nueva Zelanda, Terranova y Sudáfrica.

Uno de los puntos comunes de la Commonwealth es el reconocimiento del Monarca Británico, algunos de estos países se han convertido en repúblicas totalmente independientes, lo que no implica su salida de la entidad. Por ejemplo, recientemente Barbados, que en el 2021 se hizo república, desconociendo la autoridad de la Reina en esa isla caribeña, y terminando con 400 años de influencia colonial británica.

Este es el punto clave de la discusión entre republicanismo vs. Monarquía. Tal como lo hizo Barbados, varios países tienen esa discusión si mantener la figura de la monarquía en el país, o cambiarse a una república, donde no existe monarca, y pueden nombrar un presidente, manteniendo la figura del primer ministro/a. Justo como lo hizo el país caribeño.

Canadá no es la excepción a este debate.  Según una encuesta de Angus Reid publicada en noviembre de 2021, más del 50% dice que Canadá no debería seguir siendo una monarquía constitucional indefinidamente, mientras que una cuarta parte dice que debería. Igualmente, en una encuesta de Ipsos realizada exclusivamente para Global News (Canadá) en marzo de 2021, dos de cada tres canadienses (66 % de los encuestados) dijeron que la Reina y la Familia Real no deberían tener ningún papel formal en la sociedad canadiense, ya que son “simplemente celebridades y nada más.”

En la encuesta de Angus Reid, el 55% de los canadienses reconoce al monarca como jefe/a de estado, mientras la Reina Isabel II siga reinando ¿Qué pasa si ella ya no está? Esto es un obstáculo para el entrante rey Carlos III, para mantener su influencia en Canadá. Esto se agudiza, si se mira la relación entre Quebec (provincia francófona) y la Monarquía.

La relación de Quebec con la monarquía a menudo ha sido tensa. Simbólicamente, los británicos vencieron a los franceses en las Llanuras de Abraham, en la batalla de 1759 que llevó a los franceses a ceder el territorio que finalmente se convirtió en Quebec a Gran Bretaña.

En tiempos de la II guerra mundial, los quebequenses (Quebecois) eran súbditos muy leales. El padre de la reina actual, el rey Jorge VI, y su esposa, la reina Isabel, eligieron la ciudad de Quebec como la primera parada de su visita a Canadá en mayo de 1939. Allí, y en Montreal, recibieron una calurosa bienvenida mientras buscaban el apoyo canadiense para la próxima Segunda Guerra Mundial.

Pero el período de posguerra vio el surgimiento del nacionalismo de Quebec. La Revolución Tranquila de la década de 1960 modernizó el estado, afirmó el poder de la mayoría francófona de la provincia y dio origen al separatismo de Quebec, que era inherentemente republicano. Cuando la reina Isabel vino a visitar la ciudad de Quebec en 1964, fue recibida por manifestantes que la abucheaban, muchos de los cuales le dieron la espalda mientras recorría las calles. La policía golpeó y arrestó a decenas de personas en lo que se conoció como el “Sábado de los Golpes”.

La Liga Monárquica de Canadá es la voz pro-monárquica más firme del país, argumentando que la presencia continua de la Corona en Canadá fortalece la identidad nacional y la estabilidad y permite la protección de la democracia.

Con respecto a la identidad nacional, el argumento es debido a la proximidad con Estados Unidos y su abrumadora influencia social y cultural. Tener un sistema político distinto asegura que Canadá siga siendo distinto en América del Norte; es un blindaje contra el simple hecho de convertirse en un clon más pequeño y menos impresionante de nuestro vecino del sur.

Sin embargo, cuando se trata de democracia y estabilidad, los monárquicos pueden tener la ventaja. En un sistema republicano como el de Estados Unidos, la política partidista ha tenido una gran influencia en sus instituciones. La presencia de un presidente todopoderoso como su jefe de Estado solo exacerba y acelera el problema de la polarización. ¿Donald Trump?

Canadá, siendo una democracia parlamentaria y una monarquía constitucional, ha evolucionado y ha pasado por muchas transiciones a lo largo de los años desde la Confederación, particularmente en términos de demografía, sociedad y cultura. Y la polarización también es un problema. Sin embargo, la Corona, al menos, sigue siendo una institución estable y estabilizadora.

Pero, independientemente de sus puntos fuertes, el movimiento monárquico se enfrenta a dos grandes desafíos: la relevancia cultural y los errores históricos:

  • No podemos hablar de monarquía constitucional sin abordar los errores históricos que la Corona británica y su imperio perpetraron no solo contra los pueblos indígenas, los canadienses negros y otras comunidades en Canadá, sino también contra millones de personas en todo el mundo. Y aunque ocurrieron en el pasado, todavía está en la mente de muchas comunidades, ya que estas consecuencias negativas persisten hasta el día de hoy.
  • También están en juego las relaciones de tratados con los pueblos indígenas. Es importante recordar que las relaciones convencionales no las cumple el gobierno electo sino la Corona. Por ejemplo, bajo la Proclamación Real de 1763, las tierras no cedidas pertenecían a los pueblos indígenas y no podían ser ocupadas por pueblos no indígenas a menos que las comprara la Corona y las vendiera a la población en general. Esta proclamación es el fundamento principal de los derechos indígenas a la tierra y el derecho a la autodeterminación. Los derechos de los tratados en Canadá se renovaron en la Ley de la Constitución de 1982.

Algunas comunidades indígenas no están muy dispuestas a sacar a la Corona del sistema, y ​​con razón. Los gobiernos electos van y vienen. La Corona es constante. Si bien es un hecho que históricamente los tratados y los derechos indígenas no siempre se han respetado, sigue siendo un fundamento legal al que muchas comunidades pueden referirse cuando se trata de derechos y reclamos territoriales y culturales. Si se aboliera la Corona, el estado legal de los derechos de los tratados estaría en el aire.

Algunos pueden argumentar que los tratados están sujetos al derecho internacional con base en la Declaración de las Naciones Unidas sobre los Derechos de los Pueblos Indígenas. Pero el derecho internacional carece de poder ejecutivo. El gobierno de Canadá no está obligado a cumplirlo legalmente.

Desde el lado monetario del asunto, según la Liga, los canadienses gastaron $58.749.485,52 en 2019-2020 por la corona, aunque aparentemente es una disminución del 5,95 % con respecto a la última encuesta. Si bien eso suena como una cantidad asombrosa, la Liga dice que resulta ser de aproximadamente $ 1.55 por canadiense individual. Este monto se podría utilizar para otros fines, como la reconciliación.

Desde el lado de la reforma, el asunto republicano tampoco es fácil. La Cámara de los Comunes, el Senado y las 10 provincias deben aprobar cualquier plan para hacer de Canadá una república. En pocas palabras, no ha habido ningún problema importante en tiempos de paz en la historia de la confederación que pudiera haber obtenido ese nivel de consentimiento. La Constitución en sí, en particular, se aprobó a pesar de que Quebec nunca la firmó. Incluso si Canadá despertara a un mundo en el que todas las legislaturas provinciales coincidieran repentinamente en despedir al monarca, es razonable suponer que Alberta, Quebec y muchas otras provincias harían que Ottawa pagara un alto precio por su voto de “sí”.

¿La muerte de la Reina Isabel será suficiente para llevar al país del norte al republicanismo?  ¿La ausencia de la Reina Isabel II llevara finalmente la independencia total de Canadá? ¿Es suficientemente “grande” la oportunidad para la tomar esa decisión? ¿Carlos III será capaz de mantener a Canadá como “dominio”?  Estas son preguntas que la sociedad canadiense y el nuevo monarca deberán responder por medio de sus juagadas y maniobras políticas.

PD 1: Australia tuvo en referendo en 1999, donde votaron a favor de volver una República. Gano el No. ¿es una nueva oportunidad para los australianos?

PD 2: ¿Porque los periodistas colombianos se lamentan o se visten de negro por la muerte de la Reina Isabel II? No me había enterado que el arribismo típico chibcha nos hacía súbditos de la reina.

 

 

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