En Colombia, la violencia política ha atravesado la historia, incluso, la construcción del Estado, la forma de organización sociopolítica encargada de mantener el orden social se cimentó en la violencia y la exclusión “del otro”.
Tal como lo dicen académicos como Mauricio García Villegas y Julieta Lemaitre, la Constitución de 1991 aspira a superar este pasado de violencia, exclusión y pobreza, por medio de la consagración de una serie de derechos fundamentales, incluyendo derechos sociales. Sin embargo, siguiendo al profesor Jorge Carvajal, “el nuevo orden mundial ha colocado como agenda prioritaria la lucha contra el terrorismo, en su discurso privilegia la seguridad sobre el sistema de garantías judiciales que fundamental el Estado constitucional”.
En Colombia, el uribismo se ha encargado de implementar ese nuevo orden autocráticoAnte la violenta construcción del Estado colombiano, como en la violencia política chulavita de los 40, la violencia paramilitar de los 80 y 90, y la reciente “seguridad democrática”, la respuesta ha sido la resistencia.
El sur del país ha resistido al narcotráfico y al militarismo, como Santurbán ha resistido a los intereses extractivistas y los indígenas del Parque Nacional han resistido el abandono del Estado.
El pasado 20 de abril, asistí al concierto La Resistencia de César López. Fueron tres horas de pura fuerza colectiva, puesto que artistas y víctimas de graves violaciones de derechos humanos hicieron del arte una apuesta por la transformación: la resistencia hecha arte.
Para Wittgestein, filósofo alemán, la ética y la estética están relacionadas, ya que ambas experiencias implican una determinada manera de ver el mundo. Doris Sommer, artista y profesora de Harvard, asegura que la educación cívica es necesariamente estética: “Sin belleza, sin arte, sin debates en torno a lo que no importa, estamos atrapados en la jaula de hierro de la razón y en la razón podemos morir como mártires.”
En ese sentido, el arte tiene la capacidad para reconocer y tejer desde angustias profundamente estéticas, por lo que tiene todo el sentido para tramitar nuestros dolores, para recomponer la vida, para con-mover y re-mover el alma. El arte toca hondamente el alma y nos hace ciudadanos, nos permite dolernos con el dolor del otro.
El próximo 7 de agosto nos liberaremos del gobierno de Iván Duque y de su Estado de seguridad que ha devuelto los falsos positivos e hizo trizas la paz. Colombia debe coparse por conciertos de esperanza y resistencia. El 20 de abril asistí al concierto La Resistencia de César López y fue un sueño