La muerte como fenómeno dentro de la escuela no ha tenido un abordaje directo, una enseñanza. Continúa siendo un tema tabú para algunas culturas, sociedades y familias. Esto ocasiona que al estar expuestos a una situación de enfermedad de los y las estudiantes, los primeros en cerrar la puerta sean los educadores y las escuelas. En este artículo se abordará el segundo terror educativo: la muerte.
“Un rey árabe atravesaba el desierto cuando de pronto se encontró con la peste. El rey se extrañó de encontrarla en aquel lugar:
– Detente, peste, ¿a dónde vas tan deprisa?
– Voy a Bagdad- respondió entonces ella- Pienso llevarme unas cinco mil vidas con mi guadaña.
Unos días después, el rey volvió a encontrarse en el desierto con la peste, que regresaba de la ciudad. El rey estaba muy enfadado, y dijo a la peste:
– ¡Me mentiste! ¡Dijiste que te llevarías a cinco mil personas y murieron cincuenta mil!
– Yo no te mentí- dijo entonces la peste– Yo sesgué cinco mil vidas… y fue el miedo quién mató al resto”.
El rey y la peste: https://tucuentofavorito.com/el-rey-y-la-peste-fabula-sobre-el-miedo/
En la década de 1920 en el área de la salud, surgió la idea de educar teniendo en cuenta la muerte -en inglés, Death Education-, para los años 80 formalmente se integran las nociones de didáctica y pedagogía de la muerte en la educación escolar y universitaria. Al día de hoy, se entiende por Pedagogía de la Muerte un “estar” que va más allá de llenar un vacío cognitivo o completar un plan de estudios. El objetivo principal es acompañar al estudiante a partir de sus motivaciones e intereses, descubriendo en forma continúa que hay más preguntas reflexivas que respuestas concluyentes.
Para qué una Pedagogía de la Muerte
- Desmitificar la Muerte: Abordar el temor y el prejuicio asociado a la muerte, presentándola como algo que solo obedece a la religión o la consulta psicológica.
- Promover la Aceptación: Ayudar a las personas a conversar sobre la pérdida, la ausencia y la soledad.
- Fomentar el Diálogo: Abrir espacios seguros para discutir y preguntar sobre la muerte y el duelo.
– “Tener un hijo diagnosticado con cáncer es poco frecuente”. También es poco frecuente que un hijo muera. Que ocurran ambas cosas los convierten a ustedes en expertos ante los ojos de los demás.
– Desde que murió nuestra hija, nos han llamado siempre que alguna persona conocida se entera de que otra persona fue diagnosticada con cáncer. A menudo nos llaman cuando alguien conocido se entera de una muerte en la familia de alguien a quien conocen. Haber perdido a un hijo por cáncer no nos convierte en expertos en cáncer, en muerte o en duelo.
– Haber perdido a un hijo por cáncer nos convierte en expertos en compasión, comprensión y supervivencia”.
Christine, madre de Catie:
Beneficios de la Pedagogía para la Muerte
- Mayor Resiliencia: Los niños y niñas que aprenden en la escuela acerca de la muerte logran entrenar sus habilidades socioemocionales para hablar de la perdida, el dolor y la ausencia.
- Preparación para el Duelo: Las familias y maestros pueden acompañar y estar sin anteponer las necesidades del adulto.
- Fomento de la Empatía: La escuela abraza la soledad y la partida como una parte de su vivencia.
“No sobra nada. Hay justo lo necesario para vivir bien; un buen apartamento y sin extravagancias en un sector del norte de la ciudad, un cupo en la mejor y más costosa universidad del país, y la posibilidad de viajar una vez al año a cualquier rincón del mundo.
Nada de eso importó, el diagnóstico fue solo uno: tristeza absoluta. Santiago* había entrado en un estado que en psicología llaman plano; morir era la única opción. “Hace cuatro años que no le encuentro sentido a mis días. No quiero estudiar, no quiero ser psicólogo, no quiero pasar mi vida en una oficina. He tratado de tener sexo desenfrenado, usar drogas, pero me es imposible ser feliz”, decía un aparte de su primera carta de despedida”. Crónica El Tiempo.
El Rol del Profe
Muchos maestros y maestras dedican sus horas a estar para los niños y niñas que viven en un hospital, se recuperan en casa o vivencian la escuela a través de una pantalla. Son educadores capaces de observar, escuchar y comprender la enfermedad, la muerte y el duelo, intentan alejar los prejuicios y las limitaciones.
No preparan clases y contenidos, se enfocan en intereses que sean concretos y experienciales, contextualizan las historias, los saberes y abrazan el error como una inspiración para el aprendizaje.
El rol de cada maestro y maestra que está junto a un niño, niña o adolescente que presenta una enfermedad transitoria, permanente o terminal es crear clases para sanar el alma, el corazón y dar vida a una rutina que acerca la escuela inclusiva.
“A lo largo de los días, Juan y la grower Dora compartieron historias, resolvieron problemas matemáticos y leyeron muchos libros. Juan, había estado deprimido por su estancia en casa, no podía salir ni ver sus amigos, estar enfermo no le permitía volver al cole. La felicidad de ver llegar todos los días a la profe Dora cambiaba su día, todo fue más fácil con ella, esperamos volver al cole el próximo año. Muchas gracias por lograr que mi hijo sintiera que hacía parte del colegio y de las actividades en las cuales lo integraron así fuera por el computador”
Carolina, mamá de Juan: https://renfort.edu.co/
Neuropsicóloga y pedagoga