En octubre de 2019, José Daniel tomó una decisión que cambiaría sus días para siempre. Fue el momento de expresar que no era feliz, que no estaba conforme con su vida, con su forma de vestir, con lo que veía en el espejo, incluso con su nombre, y con esas convenciones en que transcurría su vida. Una vida en que debía ser mujer.
En su interior, allá adentro donde no es posible negarse a sí mismo, sabía que existía un hombre que desde pequeño buscaba su libertad, y que incluso por sobre sus miedos y tabúes era el momento de cambiar sus documentos, de dar las conversaciones que correspondieran y de someterse a los procesos médicos que fueran necesarios para, al fin, renacer siendo aquel que siempre fue en su corazón.
Pero para José Daniel, que para entonces era direccionador en una de nuestras sucursales, un temor más ocupaba sus noches: el miedo a perder su empleo.
No era un miedo carente de fundamento: de acuerdo con el Dane, solo 4 de cada 100 personas trans en Colombia tiene empleo formal. La discriminación laboral prevalece, limitando las oportunidades de empleo y llevando a un gran número de personas pertenecientes a esta población a trabajos informales relacionados con los servicios sexuales y la labor de peluquería.
El panorama no es más alentador en relación con las oportunidades de estudio de la comunidad trans, y para seguir ofreciendo una dimensión ajustada a su realidad, solo 57,89% de las mujeres trans y 57,14% de los hombres trans en la capital colombiana completan el bachillerato. Adicionalmente, solo 7,89% de las mujeres trans en esa misma ciudad acceden a la universidad, mientras que 14,29% de los hombres trans lo hace. Son datos de la Dirección Nacional de Planeación (2021) que hablan de una sociedad que cierra puertas a aquellos cuya única contravención es querer ser quienes sienten que son.
Estas cifras deben decirnos algo a quienes de una u otra manera hacemos parte del engranaje que mueve a las empresas en Colombia. En una burbuja de comodidad en la que se corre el riesgo de evitar las conversaciones adecuadas y necesarias, podríamos convertirnos muy fácil en multiplicadores de los errores que por años han dejado de lado a talentos realmente enriquecedores para nuestro quehacer, se los aseguro, no importa la industria.
Y es que, en contravía de las cifras anteriormente expuestas, otras hablan de las inmensas retribuciones que entrega a nuestros equipos de trabajo, a nuestros negocios y al desarrollo sostenible de nuestro país eliminar las etiquetas a la hora de emplear talentos diversos.
De acuerdo con McKinsey & Company, citado por la Cámara de la Diversidad, las empresas comprometidas con promover la diversidad, la equidad y la inclusión (DEI) “estimulan 111% más la participación y la alineación con objetivos corporativos por parte de sus empleados”.
De la misma manera, afirma Sintec, “las empresas con estrategias DEI tienen 1,7 veces más probabilidad de ser líderes de innovación en sus mercados”. Tener una visión diversa abre entonces las posibilidades de ser más creativos, cercanos y contundentes en relación con las verdaderas necesidades de las personas.
Gallup, por su parte, anota que los ambientes laborales incluyentes aumentan 39% la satisfacción del cliente, y no existe un mejor ejemplo que nuestro empleado, José Daniel, a quien su jefe inmediato decidió acompañar incondicionalmente para que fuera, al fin, lo que quería ser, tocando las puertas de nuestra Dirección de Diversidad, Equidad e Inclusión, y haciendo lo que fuera preciso para que él pudiera realizar su trabajo con seguridad y tranquilidad.
Hoy, José Daniel ha evolucionado en su carrera profesional y es asesor comercial. Su talento, conocimiento y capacidad para relacionarse con los demás le han otorgado un nuevo lugar en una de nuestras sucursales. Su rendimiento y sus aportes han venido enriqueciendo los resultados de su equipo, pero además se ha convertido en un multiplicador del mensaje de que vale la pena incluir en la estrategia corporativa el indicador de diversidad, equidad e inclusión como una manera de seguir movilizando el desarrollo sostenible en nuestro entorno.
Gracias, José Daniel, por tu confianza, por abrirnos tu corazón y permitirnos contar tu historia. Gracias, porque tu experiencia prepara el camino para acompañar a otras personas que posiblemente estén pensando realizar un tránsito similar en nuestra organización. Gracias por permitirnos ver nuestra labor con otros ojos y, sobre todo, gracias por hacernos parte de tu decisión de vida.
María Isabel Acosta, directora de Diversidad, Equidad e Inclusión de Bancolombia