Una columna de opinión, no una carta

Durante los últimos días se volvió viral en redes sociales una columna-carta de la periodista, María Jimena Duzan (@MJDuzan), al presidente, Gustavo Petro en la que palabras más, palabras menos, le recomienda diplomáticamente acepte su presunta adicción a sustancias alucinógenas y tome ‘cartas’ en el asunto por el bien de su liderazgo nacional.

En esa línea, Ernesto Cortes Fierro (@ernestocortes28), Editor General de EL Tiempo, en letras apasionadas y en exceso descriptivas, le redactó una correspondencia digital al futuro administrador de la capital clamando por un “alcalde que se la juegue a fondo por Bogotá” y que en esencia nos saque de la desorganización en la que se encuentra la metrópoli de todas y todos los colombianos.

Las cartas, correspondencias, esquelas o epístolas tienen un antecedente memorable especialmente para las ‘viejas generaciones’ porque se convirtieron en el único e íntimo canal comunicacional para describir en letras y párrafos arraigados sentimientos dirigidos a un ser querido o cercano, e incluso, para dejar en evidencia momentos catastróficos de muchas vidas. Ahora, o mejor, en estos dinámicos escenarios digitales son una herramienta estratégica para llamar la atención a famosos o líderes políticos en busca de respuestas a cientos de problemas sociales contra una persona o un nicho en particular.

Esta moda tecnológica tomó fuerza entre el ciudadano de a pie, los generadores de opinión y políticos -en los dos últimos para sacarse los ‘cueros al sol’ o para advertir futuros accionares administrativos o electorales-.

Siendo honestos todo lo anterior es válido en aras de la libre expresión. Todos tenemos derecho a exigir a las figuras públicas elegidas en las urnas resultados urgentes ante las extremas situaciones vividas en un país cada vez más incierto, más dividido, más corrupto, más clientelista, más burocrático, más alejado de la realidad de millones de nacionales –hambre, pobreza, desempleo, oportunidades-. No necesito citar cifras, estudios, datos o historias humanas. Cada colombiano en su interior y sus diarias realidades siente cómo vamos. Cada uno saca sus propias conclusiones porque la verdad, no somos idiotas como se cree en las altas esferas de la ‘cosa política criolla’.

Mi sensación infiere que a un presidente se le debe exigir desde su estatus como funcionario público de primer orden, teniendo presente a esos millones de electores alineados con su ideología y causa programática, pero también a responder por los clamores del resto de colombianos siempre atentos a políticas públicas coherentes con sus realidades económicas, sociales, culturales y políticas. Ese es su deber Constitucional. A un carajo los demonios internos del presidente Gustavo Petro. Si es alcohólico es su problema. Si es dependiente de sustancias prohibidas es su problema. Si tiene problemas psicológicos es su problema. Si se cree líder mundial es su problema. Si fue ex guerrillero es su problema. Él quería ser primer mandatario y se le dio la oportunidad. Su juramento y credencial de primer mandatario esta en cumplir con Dios y con la patria. El Tiempo, la historia, estoy seguro, le pasaran factura.

Igualmente, Bogotá y los bogotanos tenemos prácticamente el mismo dilema. Tener que rogar vía correspondencia digital para que la alcaldesa -en funciones hasta este 31 de diciembre- y el alcalde -electo- tengan la gallardía, el coraje, los pantalones, la seriedad, la honradez y la disposición de generar confianza en aras de sacar adelante a una ciudad en un atasco monumental en todos los frentes de desarrollo, seguridad, movilidad y oportunidades. Acabemos con cifras de percepción y encuestas de favorabilidad. Se necesita un verdadero líder comprometido desde ya con la ciudad y los ciudadanos. Ojalá, Carlos Fernando Galán haga respetar y enaltecer aún más el apellido de su padre con una administración ejemplar en función de quienes le eligieron y de quienes esperamos resultados a corto y mediano plazo y menos ruido en los medios de comunicación tras enfrentamientos con el presidente.

Señor empleado público y futuro gobernante, les advierto que nunca enviaré una carta digital para recordarles sus compromisos locales, regionales y nacionales. Ustedes tienen más poder, más seguidores en redes sociales, más equipos de trabajo y más herramientas para sacar al país y sus territorios adelante. Ustedes desde el mismísimo momento de optar por ser líderes políticos conocían de sus responsabilidades. Es hora de gobernar por la gente y para la gente. Como diría, Juan Lozano (@JuanLozano_R) en su última columna: “Con estos elementos sobre la mesa debemos pedirles, respetuosa pero enérgicamente, a los recién elegidos que se esmeren en gobernar bien, con buenos equipos de trabajo, con directrices claras, con amor por la base popular, con cercanía a la gente y de cara a la ciudadanía. Debemos recordarles que Petro perdió miles de votos de personas que se sintieron defraudadas tempranamente por su gestión, pero que podrán volver a su cuadrante si los recién elegidos salen con un chorro de babas (…)”.

Parzival: ¿Será que a los ‘angelitos del Eln’, les escribimos una carta de regalo de navidad con mensajes clamorosos para que dejen de secuestrar, asesinar, despojar y violar derechos humanos en Colombia?

Edgar Martínez Méndez (

@PrensaArameoSAS

Es Asesor, Estratega, Periodista, Reportero, Redactor Y Especialista En Diversas Formas De Comunicar.

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