Hoy el ritmo que nos une es el de la Selección Colombia, eso está más que claro. La “fiebre amarilla” nos tiene invadidos y, por fin, en nuestro país encontramos algo que verdaderamente genera esa comunión, que se fortalece con el rodar del balón y las emociones de 90 minutos que tendremos en la cancha del Hard Rock Stadium.
Sin distingos políticos, de clase social o de edad, soñamos con ser campeones gracias a un equipo que nos ha dado tremendas lecciones de hermandad. Hoy, más de uno, no puede pensar en otra cosa que no sea el partido de nuestro combinado nacional contra Argentina. Sin duda se trata de una nueva cita con la historia.
La selección o la “sele” nos ha demostrado que en equipo y sin rivalidades, todo es posible. “Nadie es tan fuerte como todos juntos” y de esa filosofía deberíamos aprender como colombianos desde nuestros distintos roles y esferas, sobre todo, quienes nos dedicamos al servicio público.
Lo del “profe” Néstor Lorenzo es meritorio, es un hombre disciplinado y con objetivos claros. En estos años dirigiendo a nuestra selección ha sido capaz de fusionar lo físico y lo táctico, sin descuidar lo emocional; no en vano tiene en su primer círculo al reconocido sicólogo y conferencista Marcelo Roffé.
Esta selección es otra, tiene jerarquía y goza de 28 partidos invictos, la mayor racha en su historia. Además, viene de ganar en amistosos y en eliminatorias a grandes como Alemania, España y Brasil. El equipo de Lorenzo y que representa la grandeza de nuestra raza, sabe que merece quedar en un capítulo dorado de la Conmebol. Los convocados tienen hambre de triunfo, como lo dijo el capitán James Rodríguez quien también nos ha dejado varias enseñanzas.
James se reinventó, entendió su importancia en el equipo y con ganas de sumar en su carrera a nivel selección realizó sacrificios, incluso económicos. También se recuperó de una lesión. Todo esto fue posible gracias a un líder como lo es Lorenzo, quien creyó en él desde el día uno. Lo arropó con una figura paternal y le recordó, que su magia y respeto en el interior del grupo seguían allí.
Hoy, ya han pasado 23 años desde aquel glorioso 10 de julio en el que fuimos campeones de la Copa América en nuestro territorio. Sin embargo, esta vez las condiciones son distintas, pues jugamos en otro país, y en aquella época, por la situación de violencia que padecía el territorio nacional, no estuvieron equipos como Argentina y Canadá que no pudo siquiera completar una selección por falta de jugadores (ahora fueron semifinalista, paradojas de la vida). Por si fuera poco, estrellas del olimpo del fútbol como Ronaldo, Rivaldo, Chilavert y Zamorano, se abstuvieron de venir.
Vamos por la copa, a recuperar la grandeza y por la gloria continental, levantando el trofeo de “reyes de América” en representación de millones de colombianos, entre esos nuestro “tigre” Falcao y Juan Guillermo Cuadrado, quienes hacen parte de la familia “tricolor”.
Por último: gracias muchachos por demostrarle a Colombia entera que puede haber un símbolo de unidad, que por un momento nos hace olvidar de las diferencias que nos dividen como sociedad. Mi Dios me los bendiga.
Concejal de Bogotá