Confidencial Colombia – El escritor y traductor Antônio Xerxenesky visita por primera vez Colombia con ocasión de la Feria Internacional del Libro de Bogotá (FILBo) y lo primero que hizo fue probar el ajiaco, plato típico de la capital. A sus 35 años se proyecta como una de las figuras más importantes en la literatura brasileña.
En 2012, fue seleccionado como uno de los veinte mejores jóvenes escritores brasileños por la revista Granta. En su otra faceta, ha traducido más de 20 títulos en inglés y español al portugués. Actualmente trabaja en la traducción al portugués de tres libros en inglés y lo último que tradujo fue un texto del español Andrés Barba.
Estuvo el pasado miércoles primero de mayo junto a Marcelino Freire y el bogotano Andrés Ospina hablando sobre los espacios que construyen sus obras literarias. Su próxima parada será Barranquilla.
¿Qué impresión le deja su paso por la FILBo?
He estado en Guadalajara y en Fráncfort, pero esta es la más larga. Nunca había visto tanta gente interesada en libros, me pareció genial que Colombia incentive la lectura de esa manera.
¿Cómo ve el auge de otras formas narrativas como las series o cómics actualmente?
No creo que haya una competición, porque cuando surgió la televisión, todos pensaron que nadie más iba a leer. Es muy bueno que las distintas narrativas tengan tantos medios y formatos.
¿Cree que el momento político que vive Brasil con Jair Bolsonaro como presidente es una amenaza a la cultura?
Me da miedo que la gente siente rabia y odio cuando lee los periódicos en Brasil. Lo peor de este movimiento de extrema derecha que tiene auge en todo el mundo es que son antiintelectuales, contrarios a lo que no genere un retorno inmediato de dinero. Se vienen recortes a proyectos culturales, incluso en las universidades de humanidades.
Usted trabaja como traductor, además de escritor ¿Ambas tareas exigen el mismo rigor o varía?
Me encanta traducir, pero lo veo como un trabajo, lo hago para pagar mis cuentas. Lo hago con rigor y obsesión. Me encanta que he traducido escritores muy importantes de la lengua española al portugués como a Mario Levrero y tantos otros. Escribir es diferente porque uno puede hacerlo sintiéndose loco y hay mucha más libertad.
El ejercicio de traductor requiere de una interpretación ¿Cómo hace para no trastocar una obra desde su subjetividad?
Yo no sabría traducir a García Márquez, sería muy difícil hacerlo o a Roberto Bolaños con ‘Los detectives salvajes’, sería complejo, iría más allá de mí. Todavía no he encontrado un libro que yo sienta que ha perdido mucho en traducción, siempre se pierde algo, pero se gana nuevas interpretaciones. Es más como la faceta de un puente entre el lector y la obra.
¿A veces no le da temor que al traducir el escrito original pierda algo de esencia?
Malas traducciones pueden acabar con los lectores de un autor y me da lástima que muchas veces sale un escritor importante en Brasil y se traduce mal, con pequeños equívocos que generan grandes errores de lectura.
¿Qué escritor le gustaría traducir y aún no lo ha hecho?
Me encantaría traducir a Roberto Bolaños, hay cosas de él que no se han traducido al portugués, que ha sido el tema de mi tesis de doctorado.
¿Cómo ve actualmente el momento de la literatura latinoamericana?
La veo muy fuerte y plural. Hay escritores como Samanta Schweblin o Ramiro Sánchez. Me encanta la idea de que se pueda escribir de todo, desde el realismo mágico y lo biográfico hasta lo fantástico.
¿Qué consejo le daría a quienes se inician en el mundo de la escritura?
Que no se preocupen con premios o dinero, ni nada de eso. Lo primero es que se preocupen porque quieran escribir, que es lo más importante.