Hace dos semanas se estrenó La Desaparición de Sofía, filme que fue rodado durante el auge de la cuarentena y en su mayoría de forma remota. Fueron 8 días de rodaje en los que se cuenta la historia de la denuncia en redes sociales del asesinato de una ciudadana española radicada en la Bogotá.
Bryan Vásquez interpreta a Samuel, el protagonista de la historia. El actor, que cuenta con experiencia en la actuación desde hace 15 años, había destacado por haber interpretado un personaje de Padres e Hijos y ahora por su primer protagónico.
Confidencial Colombia se contactó con Bryan para hablar de su papel en La Desaparición de Sofía, sus aspiraciones y de cómo se ha forjado como actor.
Durante la charla a través de WharsApp refleja una alta carga espiritual. Casi siempre habla en plural, como si tuviera un desdoblamiento con Dios, al que incluye como parte vital de su carrera. Al fondo se escuchan ladridos que se pierden en una voz imponente.
Son casi 15 años dándole a la actuación ¿Qué lo motiva a seguir intentando? Sobre todo el último año en el que todo estuvo más jodido para la industria del cine.
Jodido para muchos sectores, incluida mi familia y varios cercanos, en verdad la pandemia nos cambió el rumbo a todos. Pero nuestra pandemia fue un año de oportunidades porque en ese momento fue donde empezamos a firmar La Desaparición de Sofía.
Me ha mantenido intentándolo mi familia y Dios que me da la fuerza. Yo no tengo plan b entonces al no tenerlo mi energía se centra en lo que me apasiona, mi oficio, mi estilo de vida… Mi motor de vida ha sido mi madre, hermana, padre y mi mencha que esta desde el cielo, toda mi familia, y todos los que han sido parte de mi proceso. Contar historias es lo que amo de mi oficio, poder interpretar, vivir, sentir, dar vida y voz, sencillamente estar presente en unas situaciones, en la vida, donde yo jamás pensé que iba a estar.
Ser actor en Colombia o en cualquier parte del mundo es amor y pasión. A mí me llaman terco, pero creo que podría ser persistente y como dije al inicio no tengo plan b y al no tenerlo, toda mi energía y lo que quiero desde el fondo de corazón me mantiene ahí. Para formar parte del equilibrio siempre uno necesita el dinero y no siempre lo hubo… a sí que para mantenerme y ayudar a mi familia he transitado por ser mesero, cajero, agente ‘callcenter’. Eso me ha ayudado a crecer… Y sobre todo a vivir y pues acá estamos, ahora en la pantalla grande, que por cierto sí que me veo popocho (risas).
¿Cómo llegó al papel de La Desaparición de Sofía?
Una noche estaba muy desanimado porque los milagros estaban ocurriendo muy intermitentemente y necesitaba una señal de Dios o del universo, estaba en la crisis que casi todos los actores en algún momento pasamos, porque necesitamos trabajar, hacer, crear y como solos no podemos hacer las cosas. Así que esa noche medite, oré, hablé conmigo mismo y me desahogué. Esa noche lloré demasiado -y esto es algo muy personal pero es lindo que vean cómo pasé el proceso- Encomendé esto al ser supremo y a los días me escribe David (Bohórquez) diciendo que va a hacer una película, que me quiere en el casting. Hicimos el proceso y después gracias a él, a Katy Díaz y a Dios me dieron la oportunidad de interpretar a Samuel. Él me hizo la reunión, me explicó la película y mi mánager Pilar Fernández -que es mi madre adoptiva artística- se encargó del proceso y empezó esto.
Sé que son muchas, pero quiero que me cuente ¿Cuál fue el traspié más grande que tuvieron durante el rodaje y el aprendizaje más importante que obtuvo de esa experiencia?
Siento que traspié no hubo desde lo que yo vi. Existía el miedo de contagiarnos y contagiar a los nuestros, pues estábamos en pleno génesis de pandemia. Pero en escena ya era otra vuelta. Todo giraba en pro de la historia. A mí se me llegó a olvidar en escena muchas veces la pandemia. De hecho, recuerdo que David dijo ‘Si nos agarra el apocalipsis, que nos agarre haciendo lo que amamos’.
Todo el proceso fue un aprendizaje. El casting, compartir con los compañeros y cuando el personaje Samuel empezó a alimentar la historia de los otros personajes. Pero mi mayor experiencia fue dar vida a Samuel; en el caso de Bryan, desde siempre he soñado que mi familia pudiera estar en primera fila viendo al “Popocho” (como me dicen) contando historias. Mi familia estuvo, no toda, mi abuelita no pudo estar, pero ella desde el cielo también hizo parte del milagro y esa es mi experiencia más grande.
El teatro parece que después de tanto volvería a reactivarse ¿Trabaja con algún grupo en algo nuevo o aún está a la expectativa de volver a las tablas?
Hace poco creamos nuestro propio colectivo, se llama Circuito Chontaduro. La idea es que tengamos ese espacio para hacer y crear. Hace poco ganamos una convocatoria y nos vamos a presentar con dos funciones ¡Va a estar del carajo! El teatro, la televisión, el cine o cualquier espacio creativo es bienvenido, ya sea desde filminutos hasta microteatro o una obra de Shakespeare… No me caso con un solo lenguaje, esto es una exploración constante. Tal vez haya algún lenguaje que me identifique más, pero aun así de esto se trata todo, de transitar.
¿Qué es lo próximo que viene en su carrera como actor y cómo proyecta su carrera a corto plazo?
No tengo planeación. Solamente sé que debo seguir trabajando, dejar esto en las manos de Dios, que el aire fluya, que Dios abra puertas y oportunidades. Siento que van a venir cosas muy lindas, pero tampoco me la paso ahí esperando a que ocurran porque es una carga fuerte. Dentro de poco se viene otra película que hicimos, dirigida por Mauro Mauad -él ha sido uno de mis mentores. Gracias a él y a Dios pude estudiar en Fundactores y él me becó de alguna manera… pagaba 120 mensuales, y así lo hice durante tres años y medio dándole- La película es Sin Clemencia, está en fase de posproducción. Es como una especie de Romeo y Julieta en un tiempo moderno donde dos familias campesinas tienen un conflicto por una vaca y Jacinto Fernández, que es mi personaje, tiene que ver mucho con todas las cosas malas que le ocurre a ellos. Confiando en Dios sale en octubre. Ya comienza el momento de distribución y todo lo demás.
Le pude interesar: ‘Después de Norma’: un relato entre el duelo, la confrontación y reconciliación