Feministas critican a Neruda y se oponen a que aeropuerto en Chile lleve su nombre

Para nadie es un secreto que Pablo Neruda es una de las figuras más representativas de la literatura latinoamericana y es casi que un icono en Chile. Por ello se proyectó que el aeropuerto de Santiago de Chile llevara el nombre del poeta más reconocido de todos los tiempos.

Queremos que cuando los extranjeros y turistas pisen suelo chileno, lo primero que vean sea el nombre del poeta Pablo Neruda, dijo la diputada Carolina Marzán que apoya el proyecto.

No obstante, un amplio grupo de mujeres y hombres feministas se oponen de manera vehemente a esta idea, ya que ellos piensan que no está bien rendirle un homenajes a Pablo Neruda, debido a que cuando estuvo en vida confesó haber violado a una empleada de Sri Lanka, país cercano a la India.

El hecho al que hacen alusión las feministas es al texto autobiográfico del escritor que titula ‘Confieso que he vivido’, donde narró cómo accedió carnalmente a una mujer y termina el fragmento a modo de arrepentimiento. Acá dejamos el extracto:

“Una mañana me había levantado más temprano que de costumbre. Me quedé asombrado mirando lo que pasaba.

Entró por el fondo de la casa, como una estatua oscura que caminara, la mujer más bella que había visto hasta entonces en Ceilán, de la raza tamil, de la casta de los parias. Iba vestida con un sari rojo y dorado, de la tela más burda. En los pies descalzos llevaba pesadas ajorcas. A cada lado de la nariz le brillaban dos puntitos rojos. Serían vidrios ordinarios, pero en ella parecían rubíes.

Se dirigió con paso solemne hacia el retrete, sin mirarme siquiera, sin darse por aludida de mi existencia, y desapareció con el sórdido receptáculo sobre la cabeza, alejándose con su paso de diosa.

Era tan bella que a pesar de su humilde oficio me dejó preocupado. Como si se tratara de un animal huraño, llegado de la jungla, pertenecía a otra existencia, a un mundo separado. La llamé sin resultado.

Después alguna vez le dejé en su camino algún regalo, seda o fruta. Ella pasaba sin oír ni mirar. Aquel trayecto miserable había sido convertido por su oscura belleza en la obligatoria ceremonia de una reina indiferente.

Una mañana, decidido a todo, la tomé fuertemente de la muñeca y la miré cara a cara No había idioma alguno en que pudiera hablarle. Se dejó conducir por mí sin una sonrisa y pronto estuvo desnuda sobre mi cama. Su delgadísima cintura, sus plenas caderas, las desbordantes copas de sus senos, la hacían igual a las milenarias esculturas del sur de la India. El encuentro fue el de un hombre con una estatua. Permaneció todo el tiempo con sus ojos abiertos, impasible. Hacía bien en despreciarme. No se repitió la experiencia”.

La confesión quedó implícita en el último párrafo y es la parte que indigna a los distintos grupo feministas. Sumado a ello, Neruda también es acusado de haber abandonado a su hija Malva Marina Trinidad, que habría nacido con una enfermedad congénita. La niña nació con hidrocefalia. En una carta a su amiga Sara Tornú el escritor la describió de una manera despectiva: “Mi hija, o lo que yo denomino así, es un ser perfectamente ridículo, una especie de punto y coma, una vampiresa de tres kilos”. Él rara vez hizo mención de su hija e ignoró los pedidos de dinero por parte de la madre para sus cuidados.

No obstante, hay voces intelectuales que defienden a capa y espada al escritor. Alegando que a pesar de que los hechos pasaron hace muchos años, salen a flote hasta ahora por la coyuntura actual, que estas personas se olvidan también de la lucha política por los derechos humanos que ejerció Neruda y de su compromiso por ayudar a los más oprimidos.

“Es la derecha más dura la que ejerce un poder para tratar de demeritar su imagen”, asegura a la BBC Fernando Saez, secretario de la Fundación Pablo Neruda. Por su parte, el sobrino del poeta Rodolfo Reyes lo defiende diciendo: “Neruda era un joven de 24 años en ese entonces, estaba solo en Asia, no se le puede criticar su vida en ese sentido. Y lo que relata hay que verlo en el contexto mismo. Y, si ocurrió, fue en su juventud, con una falta de experiencia total. Después en el mismo relato dice que no lo volvió a hacer, pide excusas en ese sentido”.

De momento, la propuesta que ponen en el tablero quienes protestan ante el cambio de nombre del aeropuerto es que se use el nombre de Gabriela Mistral, la escritora chilena que también logró ganar el Premio Nobel de Literatura. La polémica todavía continúa.

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