Por: Camilo Pachón Pinzón. Director Editorial Miton Ediciones
Uno de los tantos y fulminantes pensamientos del Conde Antoine de Rivarol (1753-1801) reza así: “Es una gran ventaja escribir poco, pero no hay que abusar.” Una admonición para todos los que intentan dar con la nota justa, breve, el pensamiento destilado y sabio. El aforismo, la máxima, el epigrama se ajustan a ese molde, son su forma acabada, más lustrosa y feliz. Género considerado menor, divertimento para muchos, aunque con una honrosa historia que abreva en lo mejor del pensamiento clásico grecolatino y en la veta de los más nobles agudos e ingeniosos moralistas franceses. Tradición nada democrática, de gran refinamiento y regusto literarios, propia de los salones y las cortes, cultivada entre la nobleza y la aristocracia. Contando con grandes representantes en la alta cultura europea dieciochesca sin dejar de cosechar frutos en los siglos venideros, y que no ha dejado de ofrecernos nuevos exponentes, virtuosos y de notabilísimo genio e ingenio que le siguen cultivando. Pergeñando para gozo espiritual de todos nosotros espigadas frases de gran calado poético y filosófico.
Sin olvidar la máxima Rivaroliana, podemos decir que en muchos casos el aforismo obedece al efecto de “menos es más”. Pero teniendo en punto la advertencia dicha. Como quizá aconsejaría el mismo Einstein con su ya conocida y famosa cuchilla: “Hazlo simple, pero no demasiado.” Con este breve introito, queremos anunciar una de las más recientes novedades literarias de la movida cultural bogotana. Se trata del libro “Aforismos de amor, mujeres e intimidades” del francés Paul Léautaud (1872-1956). Libro que parece cumplir con creces con las preceptivas ya antes referidas a la poética de tan alto género. Editado en bello y portátil formato, de presentación asequible y mínima, por la naciente editorial bogotana Miton Ediciones. Cuenta con prólogo del cubano Juan Abreu, espíritu lúbrico y libre, escritor perteneciente a la generación del Mariel e íntimo amigo del disruptivo y magnánimo Reinaldo Arenas. Entre las colaboraciones sobresale también el trabajo del joven y talentoso artista Bogotano Santiago Oliveros, conocido en el mundo del diseño y el arte gráficos como Sako-Asko. Quien ha realizado la ilustración principal de portada.
El libro es un rescate literario, que su editor nos ofrece tras expurgar en librerías de viejo y pesquisas varias en la Luis Ángel Arango, donde se topó para gran alegría suya con la donación de la biblioteca personal del notable escritor reaccionario y muy bogotano Don Nicolás Gómez Dávila (1913-1994), – un cultor del aforismo, muy a pesar suyo- donada por sus deudos tras su muerte, y allí entre ellos, con varios tomos de los diarios de nuestro autor y en sus aledaños esos espléndidos y curiosos aforismos de amor. La edición como primicia reúne por primera vez en español una entrega completa y definitiva de los aforismos sobre el amor que el realista francés apuntó a lo largo de 5 décadas de tratar con el bello sexo. Principalmente con la selección de dos libros fundamentales (En francés Propos D´un Jour y Passe-Temps I y II) y una recolección entresacada de sus diarios y de blogs literarios en francés. Así se completó la obra, que cuenta con el beneplácito de la editorial gala dueña de sus derechos: El Mercure de France. El trabajo de traducción corrió por cuenta de Camilo Pachón Pinzón, con la invaluable colaboración de Nouveau.*
Escritor inclasificable, rancio, escéptico, lúcido y valiente. Autor más adivinado que leído. “Yo soy aquí como lo soy para algunos libros, que quisiera ser el único conocer.”, dice en algún aparte del ramillete aforístico de los que se compone el precioso librito. Y así se nos revela este: como un valioso y único tesoro, un placer culposo, una adicción y un subidón de dopamina para muchos de nosotros, románticos y desencantados. Sin dejar de lado otra faceta no menos importante: El humor. Sarcástico y punzante. Irreverente, incorrecto, insultante, libérrimo y veraz. Como nos dijera él mismo: “La gente llama maldad a la verdad.” Y no podía ser de otra forma viniendo del escritor más libre de toda Francia y tal vez del mundo, tal y como le llamó el gran periodista Indro Montanelli (1909-2001)
Diarista memorioso y de copiosa producción. Secretario y redactor de la principal revista francesa de principios del siglo XX – posterior editorial e imprenta- El Mercure de France. Conocedor como pocos del mundillo artístico y literario francés y de la vida política y social de la primera y parte de la segunda mitad del siglo pasado. Explorador de las vanguardias, y testigo sin igual de las dos guerras mundiales, los extravíos nacionalistas y los excesos de sectarismo y fanatismo a derechas e izquierdas. Siempre transparente y aguzado observador de su tiempo y de su época. Gran crítico literario y teatral y uno de los pocos maestros de Francia.
El solitario de Fontenay–aux–Roses, vivió rodeado de todo un bestiario animal. Más de 300 gatos, una mona y una cabra habitaron su morada y le acompañaron en su longeva existencia. Murió a los 83 años. Su casa se convirtió finalmente en toda una necrópolis animal, en la que se iban enterrando uno a uno, a sus entrañables amigos, haciendo un levantamiento topográfico con pormenorizado mapa de donde se encontraban enterrados. Definitivamente un ser atrabiliario, inconformista e insobornable, que jamás transigió, con credo, ideología o bandería algunas. Lo que mejor define su ética que es el fondo toda una estética de la conducta, es la placa que se exhibe en la que fue residencia, y que lleva la siguiente inscripción: “Aquí vivió Paul Léautaud, escritor francés extraño a toda fe y a toda inquietud filosófica.”
Sus pasiones fueron: las letras, el teatro y las mujeres. Y por supuesto sus amados gatos. Amante fogoso y tierno por momentos. Pero también un estudioso un profundo conocedor del corazón humano, con todas sus bajezas y sus miserias. Un realista moral: “honesto y desenmascarado”. Su relación con las mujeres fue tormentosa y difícil, también lúbrica y muy carnal. Como dice uno de sus aforismos: “Yo creo que ya lo escribí en alguna parte. Yo nunca tuve suerte con las mujeres. Recién nacido mi madre me abandonó.” Sus padres: un apuntador de la comedia francesa y una actriz menor -libertinos y disolutos- le dejaron a su aire, desde muy pequeño. Toda su vida fue materia de experimento que volcó en sus libros de corte autobiográfico, en sus diarios personales y en su portentoso Journal littéraire, de cerca de 19 volúmenes y unas 15.000 páginas.
Miton fue el nombre de uno de sus felinos bienamados y que compartió con Marié Dormoy: su albacea literaria y una de sus amantes. Al que los dos dedicaron un libro tras su muerte y al que también están dedicados sus primeros aforismos de amor. Así se resume la vida y obra de un autor genial y único, en el que las dos facetas fueron una sola. Quién se vio a sí mismo no como un artista sino como un realista, un buscador de la verdad, sin dobleces ni imposturas. Este libro como dice correctamente el prologuista: “Es un libro que puede leerse, por qué no, como un manual de consejos para orientarnos en el minado campo del amor y de la sexualidad humana, y especialmente (estemos de acuerdo o no con la mirada con frecuencia misógina del escritor) para ayudarnos a comprender la naturaleza erótica de las mujeres, tan diferente a la nuestra como queda ampliamente expuesto en estos aforismos. “
Y ello nos pone en la tesitura de si juzgarle como un misógino sangrón, burlón y lapidario. En otra parte del libro nos dice: “Yo amo la mujer, no las mujeres”. Y en uno de sus primeros escarceos literarios y amorosos también apunta en uno de sus diarios personales: “Georgette contribuyó mucho a formar y modificar mis ideas sobre las mujeres, aunque sea falso juzgar a todas por una. Sería más exacto decir: a pensar en las mujeres de la manera en que hay que pensar para sacar únicamente placer, y no tristezas, o al menos lo menos posible.” Difícil tarea que quizá le llevo toda una vida.
Pero sin temor a equivocarnos, me atrevería a llamarlo un misógino amoroso. Elias Canetti (1905-1994) otro genial cultor del aforismo del Siglo XX nos dice en alguna parte: “Su misantropía, solo era equiparable a su amor por los hombres.” Reformulando un poco esta sentencia, se podría así decir de nuestro Léautaud, que su misoginia fue tan solo una declaración de amor no exenta de crítica hacia las féminas. Revalidando ya lo dicho por el director de cine Federico Fellini( (1920-1993) cuando dijo: “Quien no critica a las mujeres es porque no las quiere”. Y valga como colofón y un adelanto más del libro estos tres aforismos espigados de la obra materia de reseña:
“Ah, no siempre es color de rosa amar a las mujeres.”
“Para detestar a las mujeres hay que haberlas amado muchísimo”
“Estas notas agradarán a los hombres, y enojarán a las mujeres”
El lanzamiento del libro tendrá lugar este 22 de septiembre, en la Librería María Mercedes Carranza que estrena como sucursal el FONDO DE CULTURA ECONÓMICA, en la Cra 15 # 108-05, a las 5:30 pm. Con presentación de Enrique Serrano: Escritor y director del Archivo General de la Nación.