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Confidencial Noticias 2025

Etiqueta: Canal de Panamá

Militares estadounidenses desembarcan en el Canal de Panamá

El Gobierno de Estados Unidos ha informado este viernes de que personal del Ejército estadounidense ha llegado a territorio panameño para realizar varias operaciones en la selva y en el canal de Panamá, en el marco del memorando de entendimiento firmado entre las partes en abril.

La Embajada estadounidense en Panamá ha indicado que «el personal estadounidense entrenará junto a los estamentos de seguridad panameños en temas como operaciones en la selva y atención médica táctica, mejorando las capacidades conjuntas y la seguridad regional».

 

«A través de la ampliación de nuestra alianza en seguridad, trabajaremos aún más estrechamente para combatir el crimen y el narcotráfico transnacional, al tiempo que garantizamos las operaciones ininterrumpidas del canal», reza un comunicado remitido a Europa Press.

Por último, la legación diplomática ha destacado que «Panamá debe aprobar la entrada de todo personal estadounidense que venga a Panamá de manera rotativa y no permanente».

El presidente de Estados Unidos, Donald Trump, levantó la polémica en enero al poner sobre la mesa la posibilidad de recurrir al Ejército para controlar este canal, una importante vía de 82 kilómetros de largo que cruza el istmo panameño –conectando el mar Caribe con el océano Pacífico– y por la que pasa en torno al seis por ciento del comercio mundial.

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Panamá y EEUU acuerdan seguridad para el canal

Panamá y Estados Unidos han firmado una declaración conjunta en materia de seguridad sobre el canal de Panamá, en el marco de una visita al país del secretario de Defensa estadounidense, Pete Hegseth, y ante las recientes advertencias desde Washington, que ha llegado a poner sobre la mesa hacerse con el control de la infraestructura.

El Ministerio para Asuntos del Canal de Panamá ha indicado en un comunicado que el documento «reitera el respeto y reconocimiento a la soberanía panameña sobre la vía interoceánica, tal como lo establece el Tratado de Neutralidad y el marco jurídico que rige su operación, así como el Título Constitucional y la Ley Orgánica del Canal».

 

«En la declaración, además, se indica que se trabajará en el desarrollo de un mecanismo que permita compensar servicios prestados en materia de seguridad por peajes de buques de guerra y buques auxiliares, buscando un esquema de costo neutral», ha dicho, antes de afirmar que este mecanismo será «evaluado en conjunto» con el Ministerio de Seguridad panameño.

Asimismo, ha subrayado que la declaración «destaca la cooperación existente» con Estados Unidos «en áreas como ingeniería, seguridad y ciberseguridad, lo cual también formará parte del análisis para definir el mecanismo de compensación», al tiempo que subraya que el documento «constituye un primer paso para establecer este modelo, que será desarrollado en futuras etapas».

Tras ello, el ministro de Seguridad Pública de Panamá, Frank Abrego, ha resaltado en su cuenta en la red social X que «Panamá recuperó su soberanía total sobre el Canal con dignidad y determinación» a través de los Tratados Torrijos-Carter, firmados en 1977 y que garantizaron el control panameño del canal a partir de 1999.

«Esa victoria nos recuerda que somos dueños de nuestro territorio, nuestros recursos y nuestro destino el cual no está en juego», ha destacado, al tiempo que ha argüido que el acuerdo firmado «se basa en el marco del Tratado de Neutralidad y en pleno respeto a la Constitución panameña, con el único interés de fortalecer las líneas de acción y cooperación contra cualquier amenaza híbrida que atente contra la estabilidad regional».

Por su parte, Hegseth ha apuntado que su visita a Panamá, en la que ha visitado además a militares estadounidenses desplegados en el país, ha sido «productiva». «Ha sido genial reunirme con tantos de nuestros socios regionales y escuchar cómo estamos trabajando juntos, entrenando juntos y ejercitándonos juntos».

«La seguridad de nuestro hemisferio es una de las principales prioridades del Departamento de Defensa de Estados Unidos», ha zanjado en su cuenta en X, un día después de advertir de que Washington no permitirá que China ponga en peligro las operaciones en el canal de Panamá y que responderá a las «amenazas» de Pekín en colaboración con el país centroamericano.

El presidente estadounidense, Donald Trump, levantó la polémica en enero al poner sobre la mesa la posibilidad de recurrir al Ejército para controlar el canal, una importante vía de 82 kilómetros de largo que cruza el istmo panameño –conectando el mar Caribe con el océano Pacífico– y por la que pasa en torno al seis por ciento del comercio mundial.

El asunto del Canal de Panamá

El asunto del Canal de Panamá es uno de esos asuntos que a quienes hemos tenido el privilegio de recibir cátedra de historia en el hogar y en las aulas, nos genera dolor patrio, nos puede y hasta llena de frustración ver que el repitente presidente Trump hable de ello con tanta arrogancia y villanía, mientras los mismos descendientes de aquellos que generaron esa histórica afrenta al honor nacional van corriendo a su posesión.

El descendiente de inmigrante alemán que gobernará los próximos cuatro años el país del tío Sam, dice que Panamá fue “un regalo” que les dio el reciente y honorable difunto expresidente Jimmy Carter a “los panameños y no a los chinos”, que dicho Canal “fue construido por las tropas norte americanas” y que por tanto es un asunto de seguridad nacional.

 

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El descendiente de inmigrantes que hoy persigue a los inmigrantes busca revivir un debate precisamente generado en el gobierno del difunto Carter, con el tema de la cláusula o enmienda de Dennis de Concini, un senador de Arizona que como condicionamiento para que el senado aceptara el tratado Torrijos-Carter, introdujo una enmienda al respecto.

Este tratado versa sobre las condiciones de devolución del Canal de Panamá a los panameños, pero que, a través de la enmienda Concini, le permitiría al tío Sam recuperar el canal si la seguridad nacional del país de Dorothy estuviera en peligro, esta cláusula o enmienda, que generó debate y discusión, nunca fue ratificada por Panamá y es evidente para donde va el descendiente de inmigrantes que ataca inmigrantes.

Sin embargo, se le olvida al ario pura sangre, que el ferrocarril que posibilitó la construcción de ese canal, lo pagamos ocho veces más caro los colombianos a raíz del espurio contrato en el Gobierno de José Hilario López con la empresa Panamá Railroad Company, en 1849, en donde solo recibimos el 3% de ganancias, sin esa infraestructura jamás habría sido posible las posteriores obras tanto del primer proyecto de canal hecho con los franceses y Colombia que tan arduamente los norteamericanos boicotearon, pues ya tenían su pecado concebido.

Los autores intelectuales de dicho pecado que inició con el boicot financiero de Wall Street, fueron los banqueros William Cromwell, JP Morgan y Douglas Robinson, cuñado del entonces vicepresidente Theodor “teddy” Roosevelt, quienes luego de su jugada, compran por 3.5 millones de dólares las acciones de la empresa francesa en el proyecto, o sea,  se vuelven socios del Estado Colombiano, pero se niegan a seguir con el proyecto, quebrándolo totalmente, lo que posteriormente realizan, es que le venden esas acciones por un total de 40 millones de dólares al gobierno del nuevo presidente, Theodor Roosevelt, oh sorpresa! , toda una jugada maestra de típicos delincuentes.

Se le olvida al no americano, que el tratado Herrán-Hay, que buscó los acuerdos para la construcción del canal, contemplaba la soberanía, como era obvio, de Colombia en su territorio, es decir Panamá, sin embargo, cedía esa soberanía en un territorio interno o franja de enclave de 15km a cada lado de la zona del canal como tal y 100 años de usufruto del canal para U.S.A.

Como este tratado lo negó rotundamente el congreso colombiano, entonces no se anduvieron con rodeos, bajo el soborno y la instigación del hijo predilecto del tío Sam, el expresidente Theodore Roosevelt, nos robaron Panamá bajo los cañones del acorazado Nashville, mas 10 buques de guerra de escolta, 4 en el pacífico y 6 en el caribe.

Junto a esto, el soborno al traidor Manuel Amador Guerrero, médico del ferrocarril y a Philipe Jean Bunau-Varilla, ingeniero francés del mismo, defienden la acción separatista de unos cuantos convidados y con esa excusa lo disfrazaron de acto de independencia protegida por la estatua de la libertad, de hecho, el mismo presidente Teddy, se vanagloriaba de su famosa frase “I Took Panamá”, mientras que el nuestro, el conservador, José Manuel Marroquín, untado de ignominia decía; “recibí un país y entregué dos”, le faltó decir, “hice presidente a un copartidario”.

Se le borra de la memoria al compañero temporal de Stormy Daniels, que, al día siguiente de estos hechos, ¡oh cosa curiosa!, se nombra presidente de Panamá al dirigente del partido Conservador Colombiano, Manuel Amador Guerrero, William Cromwell termina como cónsul en Panamá y como ministro Plenipotenciario al Ingeniero Bunau-Varilla, éste a su vez, con John Hay, redactan el tratado para que Panamá; i). entregue el proyecto de la construcción del canal a U.S.A., ii). Que los beneficios de explotación del mismo sean a perpetuidad y por si fuera poco, le introducen en el artículo 136 de la constitución de su nuevo botín de la extorsión, iii). el derecho al país de la justicia y la libertad, de intervenir militarmente en Panamá.

También Olvida el condenado presidente, que luego se dio el tratado de la humillación nacional, el  Urrutia-Thompson, firmado en 1914 y promulgado el 2 de marzo de 1922, donde nuestra patria liderada por una caterva de acomplejados, príncipes de aldea con ínfulas de virreyes, aceptaba el pago del robo de Panamá por miserables 25 millones de dólares y  se definía que los productos de la industria, el correo y los buques de guerra colombianos no pagarían el cruce o más bien, tenían el paso libre por el canal.

De esta forma, tergiversa descaradamente la verdad histórica, verbi gratia, olvida convenientemente, que no fueron solo los militares norte americanos los que construyeron la mega obra y que se robaron el proyecto propuesto por Colombia en 1830 y en 1879, desarrollado por lo franceses en cabeza de Ferdinand de Lesseps pero con nuestros recursos en vidas humanas y económicos, además, desconoce que el tratado Urrutia-Thompson no se ha cumplido, luego entonces siguen en deuda con nosotros.

En conclusión, olvida el negociante, que al final aceptaron sus antecesores que eso no fue una compra, que eso fue un robo y que la excusa de que los panameños se querían independizar fue utilizada e instigada por el tío Sam para quedarse no con el enclave del canal, sino con el país completo como efectivamente lo hicieron, que el proyecto era nuestro y que, sin nuestro ferrocarril, nunca habrían podido haberlo hecho.

Pero sobre todo, olvida él que no todos hemos olvidado el hecho que no se puede reclamar lo que de manera espuria fue tomado, que el tratado Urrutia -Thompson, que también nos hacía reconocer la independencia de Panamá a cambio de la compensación no tiene validez porque Panamá nunca lo aceptó y no lo aceptó porque nunca reconoció a U.S.A. para que fuera su vocero en dicho tratado, por lo tanto, es nulo de pleno derecho por vicio del consentimiento y doble engaño.

Si eso es nulo, solo queda un país que fue instigado a ese proceso de independencia y por tanto el tratado posterior Vélez-Victoria, por el cual y bajo la presión de los buques de guerra gringos, Colombia ratifica y reconoce la independencia de Panamá en 1924 queda también viciado de legalidad. Así que hoy no estamos en aquellas épocas, el país debería alzar la voz y reclamar lo que es suyo, así como el hijo de inmigrantes que ataca inmigrantes revive el debate y reclama, nosotros debemos hacer lo propio.

Ojalá vuelva el honor y el arrojo que tuvimos con Bolívar, en tiempos aquellos cuando nos llevó a la cumbre de las grandes naciones y ojalá se haga valer que la costa de mosquitia era de la Gran Colombia, por lo tanto, el mar de San Andrés también lo es, ojalá nuestra juventud entienda y sepa que debemos recuperar la banda de la Orinoquia, del trapecio amazónico perdido con Perú y Brasil, ojalá nos atrevamos a decir “I Recover Colombia”.

Juan Camilo Castellanos

¿Por qué Donald Trump quiere el control del Canal de Panamá?

El canal de Panamá, una importante vía de 82 kilómetros de largo que cruza el istmo panameño y por la que pasa en torno al 6 por ciento del comercio mundial, se ha convertido recientemente en el centro de todas las miradas después de que el flamante presidente estadounidense, Donald Trump, haya amenazado con tomar el control del estratégico paso, construido por Estados Unidos en el siglo XX.

La vía, creada artificialmente y que conecta el océano Atlántico con el Pacífico, es conocida por su complejo sistema de esclusas, que permiten el paso de las embarcaciones. El canal actúa como piedra angular del transporte marítimo global y permite a unos 14.000 buques cruzar la zona cada año en vez de realizar difíciles y largos viajes a través del cabo de Hornos.

 

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Este viaje llevaría a las embarcaciones modernas unas dos semanas, mientras que cruzar el canal, que sirve de enlace vital entre los citados océanos, puede llevar tan solo unas diez horas de media. De acuerdo con la Autoridad del Canal de Panamá, durante el año 2022 atravesaron la vía un total de 13.489 buques, lo que supone un promedio de 37 barcos diarios. Desde su inauguración en 1914 han transitado por el canal más de un millón de barcos.

El canal de Panamá comenzó a construirse en el año 1903, poco después de la formación de la República de Panamá tras su separación de Colombia, y las obras duraron más de una década. Se estima que unas 56.000 personas de una treintena de países participaron en las labores de construcción, si bien unas 5.600 murieron durante estos trabajos.

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Aunque Panamá otorgó a Estados Unidos los derechos necesarios para operar la vía, esta acabó pasando a manos panameñas tras años de protestas, disturbios y una breve ruptura de las relaciones diplomáticas entre ambos países, precisamente por las disputas sobre el control del canal.

Desde su apertura en 1914 hasta el año 1977, la vía marítima estuvo controlada por Estados Unidos, pero posteriormente, mediante los Tratados de Torrijos-Carter, Estados Unidos fue cediendo este control a Panamá hasta su retirada completa y efectiva más de 20 años después, en 1999.

Estos tratados garantizaron que Panamá obtendría el control del canal tras ese mismo año, poniendo fin al control estadounidense. Así, los pactos llevan los nombres de los dos firmantes: el entonces presidente estadounidense Jimmy Carter y el comandante de la Guardia Nacional de Panamá, el general Omar Torrijos.

El primero de estos documentos garantiza la «neutralidad» del paso y refleja el «derecho permanente» de Estados Unidos de defender el canal ante cualquier amenaza existente, mientras que el segundo consolida su traspaso a las autoridades panameñas. Así, quedó reconocida la soberanía de Panamá sobre la llamada Zona del Canal, la cual quedaba sujeta a la legislación panameña pasándose a llamar Área Canalera.

La administración del canal quedaba de esta forma en manos de una agencia del gobierno estadounidense, cuya junta directiva pasó a estar integrada por cinco estadounidenses y cuatro panameños, todos nombrados por Washington.

Entre los años 2007 y 2016 se llevó a cabo un proceso de expansión que permitió introducir esclusas más grandes para el paso de buques de mayores dimensiones, con la vista puesta en lograr una cadena de suministros más eficiente.

Tarifas y control

Trump, conocido por su actitud imprevisible y sus polémicas declaraciones, ha puesto sobre la mesa ahora la posibilidad de recurrir a «medidas de presión militares o económicas» para poder controlar el canal de Panamá o, entre otras cuestiones, el archipiélago de Groenlandia.

Según el magnate, Panamá cobra a Estados Unidos «tarifas exorbitantes» por hacer uso de la vía marítima, cada vez sujeta a una mayor influencia de China. Es por ello que Trump ha arremetido contra el Gobierno panameño, al que señala por cobrar «tarifas ridículas» a un país que ha sido «extraordinariamente generoso» con el país centroamericano.

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Durante un discurso dado a principios de enero, el republicano afirmó que, de no cumplirse el espíritu del acuerdo entre los dos países, se exigirá la devolución del canal, unas declaraciones que han sido rechazadas por las autoridades de Panamá. Sin embargo, el propio tratado señala que el canal debe mantener su neutralidad, lo que implica que el Gobierno no puede aplicar exenciones o medidas más laxas a barcos de determinada bandera, ni siquiera la estadounidense.

El ministro de Exteriores panameño, Javier Martínez Sacha, ha afirmado que la soberanía del canal «no es negociable» y que se trata de una «conquista irreversible». La situación, que ha llevado a países como China a reivindicar la «neutralidad» de la vía naval y la soberanía panameña, ha llevado al presidente del país, José Raúl Mulino, a asegurar que «cada metro cuadrado del canal y su zona adyacente es de Panamá y lo seguirá siendo».

Trump no es el primer político estadounidense que se opone a la soberanía panameña sobre el paso. En 1976, un año antes de la firma de los tratados Torrijos-Carter, el candidato republicano a la Casa Blanca, Ronald Reagan, afirmó que el verdadero propietario de la zona del canal era el pueblo estadounidense.

Ahora, el aumento de las tarifas para atravesar la zona se debe en gran medida a la fuerte sequía, que ha reducido el nivel del agua y pone en peligro el correcto funcionamiento del sistema de esclusas. Asimismo, el Gobierno panameño ha limitado la cifra de buques que atraviesan la zona para lograr una disminución del impacto medioambiental.

Estados Unidos, seguido de China y Japón, es el principal cliente del canal, y casi el 72 por ciento de la carga que pasa por él proviene o se dirige a puertos estadounidenses. La mayor parte de las mercancías que atraviesan la zona son productos derivados del petróleo, grano, carbón, crudo, vehículos y comida enlatada, entre otros.

Presencia China

Trump ha asegurado que la presencia de China ha aumentado en la zona y ha apuntado incluso al despliegue de soldados del gigante asiático, quienes estarían «operando» el canal desde las sombras.

Esto ha llevado a Mulino a rechazar tajantemente estas palabras: «no hay soldados chinos en el canal». «El canal no está controlado ni por China, ni por la comunidad europea, ni por Estados Unidos ni por ninguna otra potencia», ha dicho. Asimismo, ha afirmado que todo el mundo «es libre de visitarlo».

No obstante, dos de los puertos de entradas al canal están gestionados por la compañía Hutchison Holdings, con sede en Hong Kong, una cuestión que ha hecho saltar las alarmas en territorio estadounidense. Washington considera que Panamá y China han ido acercándose durante los últimos años, especialmente después de que el Gobierno panameño decidiera cortar sus relaciones diplomáticas con Taiwán para sumarse a la iniciativa económica china de la Franja y la Ruta.

Siguen las fricciones entre Panamá y Donald Trump por la soberanía del Canal

El ministro de Exteriores de Panamá, Javier Martínez Sacha, ha afirmado este martes que la soberanía del canal «no es negociable» y es una «conquista irreversible», después de que el presidente electo de Estados Unidos, Donald Trump, haya declarado que no puede descartar a estas alturas que tenga que recurrir a medidas de presión militar o económica para poder controlar el paso fluvial.

«Las únicas manos que controlan el canal son panameñas y así seguirá siendo. Somos un país abierto al diálogo, hoy y siempre, a las inversiones y a las buenas relaciones, pero con la clara consigna de que la patria está en primer lugar», ha declarado el ministro durante una rueda de prensa.

 

Asimismo, ha negado que el Gobierno panameño haya tenido «ningún tipo de contacto informal o formal» con Trump «ni con representantes del próximo Gobierno». En este sentido, ha aclarado que cuando el magnate asuma el cargo (el 20 de enero), la relación bilateral «se manejará por los canales formales habituales y correspondientes».

Martínez ha insistido en que a partir del 20 de enero el gabinete liderado por José Raúl Mulino tendrá relación con Trump y sus ministros, momento en el que mostrarán su «ánimo de cooperar y de mantener excelentes relaciones» tal y como ha sido con las distintas administraciones de ambos países.

Horas antes, Trump sostuvo en una comparecencia ante los medios en su mansión de Mar-a-Lago, en Florida, que Estados Unidos «necesita» tanto el canal de Panamá como Groenlandia para sus intereses económicos. Así, dijo que, tal y como está configurado actualmente el canal, «es una desgracia», ya que acusa a China de controlar la infraestructura.

Con todo, lamentó que el expresidente Jimmy Carter cediese el control por un dólar a cambio «supuestamente» de que a EEUU «se le tratase bien». «Fue un gran error», remachó el vencedor de las elecciones de noviembre, que reconoció que está ya sobre la mesa un plan para tratar de recuperar su control.

El canal de Panamá, concluido por Estados Unidos en 1914, fue devuelto al país centroamericano bajo el acuerdo de 1977 suscrito por Jimmy Carter y Omar Torrijos. Panamá retomó el control completo del paso comercial –ubicado entre el mar Caribe y el océano Pacífico– en diciembre de 1999.

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¿Donald Trump quiere el Canal de Panamá?

El presidente electo de Estados Unidos, Donald Trump, ha respondido este domingo al jefe de Estado de panameño, José Raúl Mulino, después de que defendiera que «el canal es de Panamá y lo seguirá siendo», en referencia a las declaraciones del magnate estadounidense en las que advertía de que pedirá la «devolución» si no bajan las tarifas de paso».

«Ya lo veremos», ha declarado Trump a través de su perfil en su propia red social, Truth Social, donde minutos después ha compartido una imagen de una bandera estadounidense en la que se podía leer: «Bienvenidos al canal de Estados Unidos».

 

Horas antes, Mulino, sin mencionar a Trump, defendió que «cada metro cuadrado del canal de Panamá y su zona adyacente es de Panamá y lo seguirá siendo», puesto que «la soberanía e independencia» del país «no son negociables». El mandatario panameño, que ha mencionado los tratados que contemplan la soberanía del canal, ha explicado que las tarifas se fijan de manera pública y en audiencia abierta.

El magnate criticó las «absurdas» tarifas de paso, una «estafa absoluta» que «cesará de inmediato». El canal de Panamá es un activo nacional «vital» para Estados Unidos debido a «su papel crítico para la economía y la seguridad nacional de Estados Unidos», declaró.

Por su parte, el presidente colombiano, Gustavo Petro, ha salido al paso de Mulino, asegurando que «hasta las últimas consecuencias» estará «al lado de Panamá y la defensa de su soberanía», y ha criticado la postura de Trump, quien «se ha equivocado y contradicho».

«Si no quiere miriadas pasando el Darién, incrementadas por millones desde Panamá hasta México, debe entender que dependerá de la prosperidad y libertad de nuestros pueblos. Si le parece costoso pagar por pasar el canal de Panamá en manos de los panameños, mucho más costoso será hundir a Panamá, Suramérica, Centroamérica o México en la pobreza», ha afirmado.

Petro ha pedido a la nueva Administración estadounidense «hablar de negocios», pero no «negociar la dignidad»: «Si el nuevo Gobierno de EEUU quiere hablar de negocios, hablaremos de negocios, de tú a tú, y en beneficio de nuestros pueblos, pero jamás, se negociará la dignidad. Si no nos quieren en EEUU, hay que volver prósperas todas las Américas en independencia, libertad y dignidad democrática», ha concluido.

El canal de Panamá, concluido por Estados Unidos en 1914, fue devuelto al país centroamericano bajo el acuerdo de 1977 suscrito por Jimmy Carter y Omar Torrijos. Panamá retomó el control completo del paso comercial –ubicado entre el mar Caribe y el océano Pacífico– en diciembre de 1999.