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Confidencial Noticias 2025

Etiqueta: descentralización

Descentralización responsable

Para quienes creemos profundamente en la descentralización, el acto legislativo que aumenta el porcentaje de recursos para las regiones es positivo, la falta de detalles es lo que preocupa. Gustavo Bolívar, con quien esta columna muchas veces no esta de acuerdo, hizo una reflexión acertada en entrevista con El Tiempo: “primero tendríamos que haberles entregado competencias a los municipios y después decidir el impacto. Se está haciendo al revés.” Mientras se anuncian recortes del 50% para la entidad de superación de la pobreza, se promueve la repartición de casi $45 billones sin claridad sobre su destino. Esto podría tener consecuencias como una nueva mega reforma tributaria o la no aplicación de la reforma. Sin duda, será útil para las campañas de los ministros de Petro cuando aspiren a la presidencia, el problema nos queda a los demás.

La reforma al SGP busca aumentar las transferencias a las entidades territoriales que hoy son cerca del 25% de los ingresos corrientes de la nación, estimados en $280 billones para el próximo año, a una regla definida del 39.5%, un 7.0% por debajo de la fórmula de la Constitución del 91. Hasta ahí bien, la crítica de muchos es que se aprueba un monto para que después en una ley estatutaria se defina su distribución. Dado que la reforma se presenta como fiscalmente neutra, es decir, que solo se trata de un ejercicio contable, en el que un gasto de la Nación se convierte en gasto de las entidades territoriales, en la práctica nada cambia. También literalmente se le prohibiría al gobierno nacional concurrir con inversión en salud, educación y saneamiento básico.

 

Filosóficamente, uno creería que en Antioquia conocen mejor los problemas del departamento que en una oficina de Bogotá. Sin embargo, esta afirmación debe evaluarse con resultados: si una entidad territorial demuestra mejoras en su desempeño, debería tener más descentralización, de lo contrario el gobierno nacional debe ejercer mayores controles. Esto es especialmente verdad, en una constitución municipalista, como es la colombiana, en la que los departamentos podrían solucionar falencias en los entornos de desarrollo de alcaldia. Igualmente, estos podrían ayudar a materializar economías de escala en costos administrativos beneficios para las alcaldías.

Ahora bien, mientras los recortes en el 2025 al presupuesto podrían alcanzar los $30 billones, comprometer un nuevo gasto por razones filosóficas, no parece sabio. Cerca del 80% del presupuesto de Colombia es inflexible (deuda, salarios o vigencias futuras que deben pagarse), por lo menos, es poco probable que lo entiendan las familias que van a perder su Renta Ciudadana y el bono de adulto mayor. Muchos con escepticismo, creen que al transferir estos recursos se generará un hueco fiscal que requerirá mayores impuestos.

Ponerse de acuerdo en repartir recursos no es fácil, décadas después, varias leyes contempladas en la Constitución no han sido aprobadas. La implementación de este Acto Legislativo, sin claridad en el gasto, podría vulnerar la regla fiscal. Ya el Min Hacienda envió un concepto negativo al proyecto y ahora se afirma que el proyecto no tiene costo. Es un debate interesante, ojalá los ministros que lo promuevan no lo dejen tirado en búsqueda de aspiraciones presidenciales. 

Simón Gaviria Muñoz

Amylkar Acosta se despide de la RAP Caribe en medio de un mar de aplausos

El saliente director de la RAP Caribe, Amilkar Acosta, fue aplaudido al término de su rendición de su cuenta por la gestión realizada durante su período en el cargo.

A la cita en el Palacio de la Proclamación de la gobernación de Bolívar, asistieron el gobernador de La Guajira Jairo Aguilar; la gobernadora de Sucre Lucy García; el gobernador del Atlántico Eduardo Verano; el gobernador de Bolívar Yamil Arana y el secretario de Planeación del Magdalena, Alonso Amador.

 

Exministro Acosta seguirá aportando sus conocimientos en materia económica y en temas de descentralización administrativa, en tanto le sea posible. Durante la sesión se eligió como presidente de la Consejo regional de la Región administrativa y de planificación (RAP) del Caribe, al gobernador del Atlántico, Eduardo Verano de la Rosa.

Nota relacionada: «La descentralización es un tema político y económico a la vez»: Antonio Sanguino y Amylkar Acosta

«La descentralización es un tema político y económico a la vez»: Antonio Sanguino y Amylkar Acosta

En entrevista para Confidencial Colombia, el exministro y exdirector de la RAPE Caribe, Amylkar Acosta y el excongresista, Antonio Sanguino, analizan las posibilidades en Colombia para que se dé una descentralización.

Descentralización

 

Nota relacionada

¿Regiones autonómicas o republiquetas bananeras?

Es música para los oídos de quienes luchamos por cambios en la sociedad colombiana. Proponer una cirugía a la estructura político-administrativa del Estado colombiano que signifique sustituir el asfixiante centralismo bogotano por un modelo de regiones autonómicas, es una aspiración democrática tan aplazada como necesaria. Fue una de nuestras frustraciones en la Constituyente del 91 que mantuvo, eso sí con mayores niveles de descentralización, el modelo centralista heredado de la constitución de 1886. Curiosamente ha sido una reivindicación reclamada por elites políticas regionales, liberales nostálgicos de nuestro federalismo del siglo XIX y expresiones políticas de izquierdas.

No es un debate de poca monta. Es la contradicción más antigua y aun no resuelta de nuestra historia republicana. Recordemos que a ella se le atribuye el periodo de “la patria boba” que dividió, enfrentó y entretuvo a la generación protagonista del grito de independencia de 1810, mientras el imperio español recomponía sus fuerzas para reconquistar su dominio a este lado del Atlántico. Luego, los centralistas y federalistas se alinearon en los dos partidos políticos nacientes: los primeros en el Conservador y los segundos en el Liberal. Y los conflictos políticos y armados a lo largo del sangriento siglo XIX con todas sus constituciones impuestas entrañaron esta disputa, incluyendo la Constitución de Rionegro de corte liberal y federalista; o la de 1886 de corte más conservador y centralista. Hoy, esas alineaciones ideológicas resultan bastante difusas o sino escuchemos las coincidencias de un liberal como el gobernador del Atlántico, Verano De La Rosa, y un conservador uribista de derecha como el gobernador de Antioquia, Rendón.

 

Por eso no hay caer en ingenuidades absolutistas que nos conduzca a una especie de patria boba 2.0 o del siglo XXI. Atribuir todos nuestros males y violencias al odioso centralismo conduce a la ilusión de unas virtuosas regiones autonómicas que nos traerían mágicamente paz y prosperidad. Sería tanto como creer que el presidencialismo, otra característica o deformación de nuestro sistema político, sea la responsable de nuestras tragedias, para lo cual bastaría con avanzar hacia un régimen parlamentario que nos conduciría a “ríos de leche y miel”. En ambas ingenuidades se olvidan las enormes y estructurales desigualdades sociales y territoriales que nos aquejan y las características de nuestro régimen político plagado de autoritarismos subnacionales y del imperio de clanes familiares y mafias políticas en buena parte de nuestras regiones y territorios, ligados a todo tipo de ilegalidades.

Si la parapolítica, esa mezcla muy colombiana de estructuras políticas tradicionales, ejércitos ilegales y mercados criminales, se tomaron los territorios aprovechando la descentralización política, administrativa y fiscal de municipios y departamentos, imaginémonos con realismo y crudeza lo que puede ocurrir con atribuciones, competencias y recursos más poderosos derivados de regiones autonómicas. Felices quedarían los Chares, los Gneccos y demás clanes familiares si su poder político está condimentado con un manejo absoluto de las riquezas naturales y los ingresos fiscales de regiones bajo su dominio o las elites cuyas regiones no están obligadas a compartir sus excedentes con las regiones más pobres, como lo propone el recién electo gobernador de Antioquia Andrés Julián Rendón con su referéndum fiscal. Y más felices aún, si dicha reforma autonómica mantiene intactas las formas autoritarias y dictatoriales del ejercicio del poder que ellos ejercen a sus anchas.

No nos digamos mentiras: sin democratización del régimen político, sin democracia de “alta intensidad” en las regiones de Colombia, la obsesión por una república unitaria con regiones autónomas puede terminar en el despeñadero de un archipiélago de vulgares republiquetas bananeras.

Encuentre aquí más columnas de Antonio Sanguino

De la descentralización a las autonomías regionales

Parece que las grandes transformaciones en Colombia duran más o menos treinta años. Hay una enorme incapacidad para intentar cambios de más largo plazo. Al final, son miradas de mediano alcance determinadas por intereses económicos, políticos y territoriales individuales, o la combinación de los tres. En lo territorial ha pesado la influencia de los departamentos monetariamente más ricos, ampliando las brechas intra e inter territoriales.

El abandono de grandes territorios, incluidas subregiones de los departamentos más ricos, es culpable al menos de la mitad de la violencia, porque la otra mitad es producto de las malas políticas públicas y de inhumanas equivocaciones de una dirigencia rezagada y violenta como ninguna otra en América Latina y como pocas en el mundo.

 

Los territorios reflejan fortalezas y debilidades propias, y la precaria calidad de las políticas nacionales y los des-arreglos institucionales, locales y nacionales, en torno a la corrupción, la violencia, la ilegalidad, la discriminación racial, la informalidad y la baja productividad, que le ganaron espacio a la transparencia, a la paz, a la legalidad, a las diferencias culturales, a la formalidad, a la inteligencia, a las artes y la cultura, y a la productividad. Es decir, el problema está en el contenido de las reformas, como las tres que están en discusión (salud, pensiones y laboral) y en los sesgos que terminan deformando y agotando las políticas estructurales que deberían irrigar condiciones para que el desarrollo endógeno (desarrollo propio de los distintos territorios) pueda emerger con el fin de lograr un desarrollo equilibrado de la nación en torno a factores superiores de progreso, bienestar y sostenibilidad ambiental.

La descentralización fue la respuesta a un estado centralista. Ganancia que se desató en los años 1980 y se afirmó en la constitución de 1991. Se lograron espacios políticos, como la elección de alcaldes y gobernadores por voto popular, se quebró el bipartidismo por un multipartidismo emanado de los partidos conservador y liberal, es decir, estos se dividieron en su descomposición e incapacidad para responder a la suma de problemas y aprovechar las potencialidades multidimensionales de la nación. Sin embargo,  se abrió espacio al surgimiento de nuevos partidos y movimientos que se aglutinan en torno al centro y a la izquierda, y otra cantidad infinita de expresiones político religiosas o de propósito específico que van de la ultraderecha, pasando por la derecha, el centro y la izquierda.

Con la descentralización se descentralizó la chequera para pagar nóminas de salud y de educación, y llegaron a los territorios más recursos para servicios básicos y sociales. Si bien la cobertura mejoró bastante, hay problemas de calidad y acceso en lejanos territorios y en los de bajo desarrollo en ciudades y departamentos.

Los resultados no han sido mejores por razones de recursos escasos y aún más escasos por ineficiencia, violencia, corrupción y diferencias políticas que dejan muchos proyectos a mitad de camino, o en la carpeta, y que en conjunto no alcanzan a configurar visiones y planes integrales de desarrollo territorial.

Entonces, se puede decir que la idea y contenidos de la descentralización están agotados. En ese contexto nace la Misión de Descentralización 2.0 liderada por el Departamento Nacional de Planeación (DNP), y dirigida por Darío I. Restrepo, un reconocido experto en desarrollo regional. Recomiendo la lectura de una columna de su autoría publicada en Kienyke. Pacto por la descentralización, donde muestra los propósitos positivos de la misión, que de lograrse dejaría a Colombia en la puerta de un estado autonómico, si por supuesto así se piensa la misión, a lo Mazzucato, porque los elementos están dados.

Los objetivos y alcances de la misión pueden arrojar resultados que mejoren rezagos no resueltos, incluso, llegar a coberturas óptimas. Pero, existen tres problemas de gran fondo y calado, que una descentralización, por bien intencionada  e inspiradora que pretenda ser, no va a solucionar, si no es bajo una política de estado por las autonomías  regionales que determine una recomposición del ordenamiento de los territorios, y de una profunda reforma general del estado nacional para la creación de un estado nacional autonómico a través de una nueva constituyente antes del 2030. Las reformas de Petro no serán suficientes, aunque dejarán las bases para repensar y reconstruir a Colombia.

La diversidad de la nación es tan grande, tan rica y tan bella, que una nueva respuesta desde el centralismo lo que hará es inhibir la fuerza de cambio impidiendo que se desaten las capacidades y potencialidades de las diversidades territoriales que configuran el mapa geográfico y multicultural nacional.

Colombia es un país de mediano tamaño, mediano desarrollo, medianamente conectado y medianamente atendido, porque ha sido un estado pequeño puesto que le ha quedado grande, demasiado grande a su dirigencia, salvo para capturarlo, fragmentarlo, violentarlo y saquearlo.

El gobierno quiere acertar, de por si los diálogos regionales para el Plan Nacional de Desarrollo se hicieron en 51 territorios, más que los 32 departamentos en que está dividida la nación. Es un avance, pero no es suficiente. El problema que no puede resolver una descentralización 2.0, porque no está sustentada en la autonomía nacional y regional, es desatar el pleno potencial de desarrollo productivo, de investigación, conocimiento, creatividad y la sostenibilidad ambiental de los territorios. Es decir, la productividad de factores conocidos y nuevos.

Se requieren grados elevados, a veces absolutos, de autonomía regional, y eso implica superar las espantosas soberbias del centralismo nacional, porque los problemas estructurales de Colombia se tramitan a través de una enorme cantidad de bypass entre nación y territorios, donde impera la orientación de la nación, por lo tanto, los territorios tienen que aplicarse al imperio del centralismo. Es decir, superar el modelo político administrativo, y el modelo de crecimiento económico que es disfuncional a una correcta idea de desarrollo duradero para abatir la corrupción, la violencia,  las inequidades y el extractivismo primario.

Si Colombia decide hacer las cosas bien, a través de una senda al 2050 – 2100, tiene que hacer una revolución cualitativa y no solo cuantitativa (importan más los contenidos porque de esa manera los resultados numéricos serán mejores) combinando política de reindustrialización, de ciencia y tecnología, educación, salud, infraestructura, justicia y desarrollo regional sostenible. Los malos resultados internacionales muestran que al centralismo y a la descentralización les faltan una mejor irrigación de ideas para construir capacidades acordes a la positiva dotación nacional de factores.

La descentralización no pudo hacer mayor cosa con la competitividad y la productividad, tampoco logró estados superiores en salud, educación, ciencia, tecnología e infraestructura, porque las mentirosas coberturas no han significado calidad, por eso las brechas son inmensas entre poblaciones pobres y ricas y entre departamentos pobres y ricos.

Las regalías de ciencia y tecnología poco han servido, pues no se constatan impactos contundentes en innovación, patentes, y en la diversificación de la producción y de las exportaciones.  Por eso los polos de innovación, en sus distintas posibilidades, salvo el modelo en crisis de Medellín, los demás intentos han fracasado. Ojalá el Distrito de CyT de Bogotá funcione luego de los estudios de Innobo. Las revoluciones tecnológicas y productivas han pasado por el frente – arañando algunos espacios -, dada la baja inversión en ciencia, tecnología e innovación y el nulo esfuerzo por reindustrializar la economía en los paradigmas productivos y tecnológicos de los últimos treinta años.

La calidad de la educación, preocupa, los resultados en pruebas internacionales son malos, los currículos son iguales, los contenidos también, donde la omisión de la enseñanza de historia como una materia independiente y obligatoria, es de la mayor torpeza y maldad porque crea ciudadanos sin pasado sobre lo bueno y lo malo, para entender y proyectar lo mejor que puede ser Colombia en el futuro.

El rezago en infraestructura es absoluto: en vías principales, secundarias y terciarias, tren, fluvial, incluso en conectividad aérea.

Y dado el atraso y aislamiento de inmensos territorios, la sostenibilidad es un sueño y no realidad.

El gobierno nacional quiere acertar, la Misión de Descentralización es uno de esos hechos relacionados con el desarrollo territorial en las políticas de reindustrialización, cambio energético, y cambio tecnológico en agricultura, salud, defensa y vida, para un nuevo desarrollo rural y urbano sostenible, porque el campo y las ciudades se deben pensar como realidades complementarias dentro de complejos sistemas territoriales.

El mal ambiente de los grandes medios a la gestión del gobierno, producto de algunos episodios motivados por errores del presidente, que no son errores de fondo, han querido convertirlos en eventos apocalípticos. No obstante, Colombia será mucho mejor en 2026 y dependerá de si continúa perfeccionando la nueva senda o perpetúa su estado de violencia, atraso y corrupción.

La misión de descentralización 2.0 debe dejar a Colombia en las puertas de la autonomía regional. Con esa visión debe adelantar su tarea, y no para darle oxígeno a una descentralización que en las condiciones actuales no saldrá de cuidados intensivos, al igual que las demás políticas principales. Colombia en UCI, no por culpa de Petro, sino de gobiernos anteriores y de quienes navegan en los sucios propósitos de un turbio golpe de estado para seguir ensangrentado a Colombia.

Jaime Acosta Puertas

La apuesta por la Rap del Caribe

Enhorabuena el pasado 26 de diciembre la señora Gobernadora del Atlántico, que funge como Presidenta del Consejo regional administrativo de Planeación, Elsa Noguera y los demás gobernadores de los 8 departamentos que integran la Región administrativa y de Planificación (RAP) del Caribe, resolvieron ponerla en marcha. Me ha cabido en suerte a mí, por generosidad y expresa voluntad de ellos, la responsabilidad de conducir dicho proceso hasta llevarlo a puerto seguro. Honor que me hacen, de lo cual les quedo muy reconocido. Con esta ya son 7 RAP que operan en el país, cada una de ellas en la región de su jurisdicción.

Este 1 de febrero, con su puesta en funcionamiento, es una fecha memorable para el Caribe colombiano y constituye un hito histórico en la denodada y perseverante lucha por reivindicar la autonomía y el desarrollo regional. Bien se ha dicho que la historia trabaja para nosotros a condición de que nosotros trabajemos para ella y este es el caso.

 

Como antecedente más remoto tuvimos la Ley 76 de 1985, mediante la cual se crearon las regiones de planificación, más conocidas como CORPES, las cuales dejaron de operar desde el año 2000. Luego la Asamblea Nacional Constituyente, gracias a la intervención de los delegados de la región en la misma (Eduardo Verano, Carlos Rodado, Eduardo Espinoza, Juan B Fernández, Raimundo Emiliani y Orlando Fals Borda), al expedir la nueva Constitución de 1991, no sólo consagró el principio de la autonomía (artículos 1 y 287) sino que le dio vía libre a las regiones para que se pudieran constituir como RAP primero y como entidades territoriales (RET) después, de conformidad con los artículos 306 y 307, como destino final.

Luego, mediante el voto directo del constituyente primario, 2.5 millones de ciudadanos despositaron en las urnas en las elecciones al Congreso de la República en mayo de 2010 el Voto Caribe con el mandato de constituir la región Caribe como entidad territorial como meta a alcanzar, “para que promueva un desarrollo económico y social en nuestro territorio, dentro del Estado y la Constitución colombiana”.

En respuesta a este hecho político se aprobó por parte del Congreso de la República la Ley 1454 de 2011 de ordenamiento territorial (LOOT), la cual, según lo prevé la Carta, es requisito sino quanom para la aprobación de la RAP y de la RET. Pero dicha Ley, lejos de viabilizar la constitución de las mismas la obstruyó poniéndole barreras y cortapisas, emasculádolas además al dejarlas sin fuentes de ingresos para su funcionamiento.

Fue necesaria la expedición de la Ley 1961 de 2019, de fortalecimiento de las RAP, para destrabarla, la cual fue reglamentada mediante el Decreto 900 de 2020. Tuvimos que esperar 20 años para que las RAP vinieran a llenar el vacío dejado por los CORPES. Las RAP, constituyen una especie de escala técnica, de meta volante, para alcanzar la meta final que son las RET. Bien dijo el gran alemán Max Weber, “toda experiencia histórica confirma la verdad de que no se hubiera obtenido lo posible sino se hubiese pugnado, una y otra vez, por alcanzar lo imposible”.

Las RAP están llamadas a contribuir a la integración regional, a promover una mayor y mejor artículación entre los departamentos que las integran y entre estos y las instancias nacionales de gobierno. Con ellas las regiones se empoderan aún más y ganan en capacidad de interlocución frente al Gobierno central, para dejar de ser alfil sin albedrío del agobiante y esterilizante centralismo.

Son muchos los retos que tenemos por delante y no podemos ser inferiores a ellos. Bien sabemos que, como dice Karl Popper “el futuro no está predeterminado, todos nosotros contribuimos a determinarlo”. Y para ello tenemos que concitar todas las energías de todos!

Sumados son 8 los departamentos que integran la RAP del Caribe, pero juntos, unidos, somos más y más fuertes. Vivimos un momento excepcional, pues por tercera vez en nuestra vida republicana, después de Juan José Nieto y Rafael Núñez, un hombre del Caribe, Gustavo Petro, ocupa el Solio de Bolívar el Libertador.

 

Barranquilla, febrero 1 de 2023

www.amylkaracostamedina.net

 

Por mirarnos el ombligo

Cuando era estudiante de un colegio de estirpe municipal en Soacha, aprendía bajo la tutela de mi profesora de Geografía que Colombia era un país de regiones y cada una con sus propias características conformaban “la grandeza de nuestra riqueza nacional”. Sin embargo, a medida que iba levantando mi mirada y abría mi conciencia política me embargaba un espíritu de decepción porque mi profesora querida me había mantenido engañado, Colombia no era un país de regiones, Colombia era un país centralista.

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