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Confidencial Noticias 2025

Etiqueta: Desigualdad

El Papa menciona «desigualdades» en la capacidad de la iglesia para ayudar a víctimas de abuso

El Papa ha constatado «desigualdades» dentro de la Iglesia católica en materia de prevención de abusos y atención a las víctimas según la riqueza de los países y ha lamentado que haya partes del mundo donde esta lacra se sufre «en silencio» o que provoque rechazo o estigmatización en quien intenta denunciar.

«No es justo que las zonas más prósperas del planeta tengan programas de protección bien formados y financiados, donde se respeta a las víctimas y a sus familias, mientras que quienes que viven en otras partes del mundo sufren en silencio, tal vez rechazadas o estigmatizadas cuando intentan denunciar los abusos que han sufrido. También en este ámbito, la Iglesia debe esforzarse por convertirse en un ejemplo de acogida y buen comportamiento», ha manifestado el Pontífice en una audiencia a la Pontificia Comisión para la Protección de Menores, que ha sido objetivo de críticas tras la dimisión en marzo del jesuita alemán Hans Zollner, uno de los máximos expertos del Vaticano en este tema.

La cita con el Papa se produce en el marco de la segunda asamblea de la Comisión que preside el cardenal Sean Patrick O’Malley, arzobispo metropolitano de Boston y que concluye este sábado 6 de mayo. Durante las reuniones, entre otras cosas, se ha abordado el nuevo mandato del organismo, que antes era un simple departamento de consultoría en materia de abusos para el Papa y que con la entrada en vigor de la Constitución ‘Praedicate Evangelium’ ha sido incorporada a la Congregación para la Doctrina de la Fe.

Este órgano tiene ahora el mandato de implementar la nueva regulación ‘Vos estis lux mundi’, que ordena a todas las diócesis del mundo la creación de centros de acogida y de escucha para las víctimas. Así, ha reiterado la necesidad de que todas las diócesis del mundo cuenten con un lugar para las denuncias y la atención de las víctimas.

«Puede ser fácil olvidar los pecados de omisión, porque en cierto modo parecen menos reales; pero son muy concretos y hacen mucho daño a la comunidad, si no más», ha referido.

En esta línea, ha declarado que es «el momento de reparar el daño causado a las generaciones que nos precedieron y a los que siguen sufriendo».

«No haber hecho lo que debíamos, sobre todo los dirigentes de la Iglesia, ha escandalizado a muchos, y en los últimos años la conciencia de este problema se ha extendido a toda la comunidad cristiana», ha agregado. Francisco también ha pedido a este organismo creado hace nueve años un informe anual sobre qué funciona bien y qué no para «hacer los cambios oportunos».

El Papa ha elogiado los planes que está poniendo en práctica la Comisión para abordar «las desigualdades dentro de la Iglesia, en términos de formación y servicio a las víctimas, en África, Asia y América Latina». Pero ha instado a que los principios de respeto a la dignidad de todos, buena conducta y estilo de vida saludable se conviertan «en una norma universal, independientemente de la cultura y la situación económica y social de las personas».

Así, considera que la Iglesia debe «esforzarse por convertirse en un ejemplo de acogida y buen comportamiento» y por «reparar esta terrible plaga». Por ello, ha pedido que se pongan al servicio «de las distintas Iglesias particulares». «Desde la vida ordinaria de una diócesis en sus parroquias y seminario, a la formación de catequistas de profesores y otros agentes pastorales, la importancia de la protección de los menores y de las personas frágiles debe ser una norma para todos», ha concluido.

La desigualdad sí mata

El Señor Polo Polo en su grotesca sustentación, en el Congreso de la República, de la ponencia que pretendía hundir el proyecto que crea el Ministerio de la Igualdad lanzó sin ninguna vergüenza, la siguiente afirmación: la desigualdad no ha matado a nadie. Con esa gran mentira, dicha a “boca de jarro “pretendía ocultar la cruel desigualdad en la que hoy en día viven millones de personas en el mundo y en Colombia, uno de los países más desiguales del mundo.  También buscaba negar las afectaciones letales que produce la desigualdad.

Vale la pena recordar que la desigualdad no es sólo una violación a los derechos humanos y a la dignidad humana, sino que reduce la capacidad que tenemos los seres humanos de ser, existir, resistir.

En enero del 2020 Oxfam Internacional publicó un estudio que tituló:  La desigualdad mata. Algunas de las cifras más impactantes de la investigación son la siguientes: los 10 hombres más ricos del mundo, han duplicado su patrimonio en los últimos años, mientras que en   el 99 % de la población mundial, se habrían deteriorado sus condiciones de vida, a causa de la pandemia. Las afectaciones del Covid-19 han golpeado en mayor medida a comunidades raciales, mujeres y jóvenes. De igual manera las desigualdades entre países se han ´profundizado. Se documenta cómo se está fracturando el mundo entero.  Nos cuentan cómo “las desigualdades contribuyen a la muerte de cómo mínimo, una persona cada cuatro segundos “. Esta cifra:  21.300 personas mueren al día a causa de la desigualdad, produce escalofrío.  En el mundo: 5.600.000 de personas mueren por razones de salud; 2.100.000 mueren por hambre; 232 .000 por razones del cambio climático. También nos recuerdan en el texto que las grandes empresas fueron las que monopolizaron las vacunas para el covid-19 y los tratamientos que resultaban imprescindibles, para proteger la vida de millones de seres humanos fueron manejados como un gran negocio.

En otro estudio realizado por Oxfam   por La Dra María Eugenia Villamizar quien fuera asesora de la Cepal para asuntos de género y exfuncionaria del Dane llamado:  El impacto del Covid 19 y la ampliación de brechas de desigualdad en Colombia se evidencia   a través de múltiples análisis conceptuales, cifras, cuadros que no sólo vivimos en una enorme desigualdad, sino que enfrentamos una “crisis civilizatoria “que exige cambios radicales y democráticos. Con su trabajo   María Eugenia aporta   a la afirmación de Joseph Stiglitz en términos de que “el grado de desigualdad que existe en el mundo, no es inevitable, no es consecuencia de leyes inexorables de la economía. Es cuestión de políticas y estrategias

Al leer la investigación recordé también apartes de dos textos que he leído recientemente:    la ciudad de las diosas de Nancy Fraser y una breve historia de la igualdad de Thomas Piketty  en los cuales se ratifica el carácter  de construcción social, histórica y política de la desigualdad .  Su presencia a través de las relaciones propias del capitalismo salvaje como lo llama Fraser ha producido una crisis económica, una crisis de la reproducción social, ambiental y política, las cuales muestran el fracaso de las políticas neoliberales.  Un capitalismo que invade todos los ámbitos de la vida y destruye las condiciones de supervivencia humana y de las otras especies.  En la introducción de su trabajo la autora nos alerta sobre los impactos del l cambio climático; la fragilidad de las democracias en el mundo; las guerras y las migraciones. El peligro de la Casa grande.

En esta investigación también se documenta   la obscena desigualdad en Colombia   como resultado de las políticas públicas que han contribuido a profundizarla. Políticas que se tramitan bajo un manto de aparente legalidad.  Desigualdad exacerbada por la guerra, la pobreza   y la fragilidad del Estado social. Un Estado débil, paquidérmico que en nuestro país acogió el mandamiento del Consenso de Washington, cuyos efectos quedaron al desnudo con la pandemia.

¡Estas investigaciones serían suficientes para desvirtuar las mentiras del Señor Polo Polo y la Sra Cabal. Oponerse a un proyecto cuando hace trámite en el Congreso de la República   es un derecho de los congresistas, lo que resulta inadmisible es incurrir en un sartal de mentiras como lo hicieron estas personas, queriendo tapar el sol con un dedo!

La desigualdad en Colombia existe y además mata .

La desigualdad según Polo Polo

Colombia es un país donde las personas que habitan en barrios de estratos 1, 2 y 3 deben dar una lucha titánica para sacar adelante a sus familias y no permitir que se acuesten sin por lo menos comer una vez al día. Aun así, hay muchos que deben pasar horas enteras sin probar un pedazo de pan.

Esta realidad se vive en todas partes del país, incluyendo ciudades como Bogotá donde a pesar de la lucha que han dado las últimas administraciones para acabar con las muertes de menores de 5 años por desnutrición, aun se presentan.

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Esto sucede por la desigualdad en la que vivimos, y es la causa por la cual, según las cifras del Instituto Nacional de Salud, a julio de 2022 un total de 137 niños murieron por desnutrición en Colombia. De acuerdo con la Defensoría del Pueblo, para la misma fecha, los departamentos en los que se encontraron mayores casos de desnutrición aguda fueron: Vichada (75); Guaviare (60); La Guajira (58); Guainía (53); Bogotá (41).

Lo anterior, solo en lo que tiene que ver con menores de edad que han muerto o que padecen problemas de salud por desnutrición. También se han presentado casos de suicidio porque no se cuenta con los recursos necesarios para sobrevivir ni para sostener un círculo familiar; encontramos además el llamado ‘Préstamo Gota a Gota’ al que muchos colombianos han tenido que acudir para darle de comer a sus hijos, que termina por convertirse en una pesadilla. Por este fenómeno muchos han tenido que huir de sus lugares de vivienda; otros se han quitado la vida y por supuesto, se han visto casos de quienes no pueden pagar la deuda y les han asesinado.

Todo lo anterior, lo traigo a la memoria para demostrar que por temas de desigualdad se han perdido vidas y que por tanto resulta infame y miserable que alguien que ostenta la dignidad de congresista como Miguel Polo Polo, se atreva a negarlo y lo peor del caso es que sea incapaz de reconocer el error y pedir disculpas a esos millones de colombianos que con toda su razón pudieron sentirse ofendidos.

Nota relacionada: “De desigualdad nadie se ha muerto”, dice Polo Polo

Que no se esté de acuerdo con la idea de crear un Ministerio Para la Igualdad no le da ningún derecho al representante Polo Polo de negar la realidad de los colombianos que deben luchar todos los días para conseguir el pan con que comer. Yo tampoco comparto la iniciativa, pero no porque desconozca que hay personas en nuestro país que padecen hambre sino porque considero que la igualdad es un principio que debe estar en todas las políticas públicas que trabaja el Estado en su conjunto y no debe ni puede ser un tema exclusivo de una entidad en particular.

Cada vez que escucho hablar al representante Polo Polo en la Cámara de Representantes, me pregunto cómo es que sí hubo un buen número de aspirantes a las curules afro, con la capacidad intelectual para dejar por lo alto a los afrodescendientes, por qué tenían que escoger justamente al que menos inteligencia ha demostrado tener. Será que aquí se aplica el dicho que dice que, ¿quién mucho escoge con lo peor se queda?

¿Será que el sueldo de congresista que ahora gana Polo Polo, ha hecho que se olvide de la realidad de esa Colombia profundo de donde el mismo proviene? ¿Será entonces que le cabe el viejo y reconocido refrán que a la letra dice que quien nunca ha vista a Dios cuando lo ve se asusta?

No sé qué tan honrados puedan sentirse en el Centro Democrático con un personaje como Miguel Polo Polo, que suele pronunciar frases sin ninguna coherencia y con bajo nivel de análisis y profundidad, pero de lo que sí puedo estar seguro es que, sí los uribistas quieren mantener su vocación de poder, no es con el discurso de este representante como van a recuperar el cariño de los votantes.

 

 

Es la desigualdad

Foto: Óscar Sevillano

La revista The Economist en una reciente publicación construyó un gráfico que explica, en gran medida, el malestar tan profundo que vive Colombia. Examina la evolución del coeficiente GINI, midiendo la desigualdad de los principales países de América Latina. El ejercicio desnuda la cruda realidad colombiana: en los últimos cinco años se profundizo la desigual profundamente. No es un fenómeno de América Latina, ni fue el Covid, las políticas adoptadas no funcionaron. Las marchas no fueron gratuitas, se requieren cambios de fondo, eso sí, pensar en un incremento radical de impuestos podría hacer mas mal que bien.

El coeficiente de desigualdad toma mucho tiempo en cambiar, ya que captura la distribución de ingresos en toda la economía, siendo 0 una igualdad perfecta y 100 la desigualdad total. El comportamiento de América Latina, aunque lento, viene mostrando algún éxito. En general, estas sociedades profundamente desiguales registran una tendencia positiva hacia una mayor equidad. Por tanto, el incremento colombiano de desigualdad no es un fenómeno regional, al contrario, parece ir en contravía de la macro tendencia.

Según datos del Banco Mundial, el coeficiente de Gini tuvo un descenso prolongado por diez años en Colombia, llegando a su piso en 2017, con 49.7 pero borrando todo el avance de la década para el 2020. Inclusive desde 2014, el país dejó de ser líder en desigualdad en América Latina y estuvo en el promedio regional. La productividad laboral de varios sectores intensos en mano de obra aumentó en los tres años previos a la pandemia. Este es el caso del agro, el comercio, el transporte, los hoteles y los restaurantes. Esto incrementó los ingresos de millones de trabajadores del país. Un crecimiento económico prolongado, el control de la inflación y el aumento de subsidios focalizados, disminuyeron la pobreza creciendo la clase media. Los ingresos de los pobres crecieron más rápido que los de los ricos. Esto se logró con menos recursos, pero mejor invertidos.

En contraste con nuestros pares regionales, en Colombia incrementó la desigualdad, aún antes del Covid. No sorprende que las primeras marchas fueran pre-pandemia. Durante las cuarentenas, mientras las otras sociedades fortalecieron su protección social, en Colombia el mal desempeño fue aún peor. No es que no se hiciera nada por los más necesitados, pero las medidas protegieron de manera más eficaz a los segmentos más pudientes. A esto hay que agregar que la inflación de alimentos, superior a 26%, viene deteriorando el ingreso de los más pobres.

La desigualdad rural pareciera estructural se ha mantenido estable los últimos diez años en un Gini de 46. Todos los avances y retrocesos se han dado en el contexto urbano, incluyendo una recuperación en 2021. El próximo gobierno tendrá que hacer reformas estructurales para cambiar esta situación. Mantener las políticas de los últimos cinco años, claramente, no será la solución. Eso sí, antes de aumentar radicalmente los impuestos hay que lograr que el actual presupuesto rinda más.

Desigualdad ¿qué significa? (para no economistas) (6): el meollo

Hasta aquí todo giraba en torno a lo económico.

El meollo de la desigualdad

Un pilar esencial de la democracia es la justicia. Todos debemos ser iguales ante la justicia. Cuando este pilar se quiebra, también se quiebra la democracia. Sucede cuando la concentración de poder alcanza para cambiar las reglas a su antojo rompiendo la equidad en una sociedad; sin importar el tipo de régimen que lo logre, de derecha o de izquierda.

En nuestro caso, la justicia selectiva que se logra al torcer la justicia con el peso del poder económico (sobre el poder judicial y el político) es una fuente enorme de desigualdad que se manifiesta cotidianamente (el dicho popular de que “la justicia es solo para los de ruana” lo refleja a la perfección). Una especie de impunidad garantizada para quienes tienen poder económico basada en una justicia corruptible. Y peor, retroalimenta la concentración del poder económico, usurpando derechos a los demás y generando aún más desigualdad.

Por otro lado, si los ricos, con poder económico, financian las campañas de los legisladores que van a determinar asuntos directamente relacionados con sus intereses personales como cuánto deben pagar en impuestos, no solo impacta las tasas reales para ellos (bien bajas) sino que condicionan la visión del Estado que se debe tener y sus funciones de redistribución y ayuda para bajar la desigualdad. Un Estado que no trabaja en bajar la desigualdad requiere menos recursos. De ahí el reclamo de que faltan recursos para la inversión social, no proviene solamente del poco recaudo sino de la concepción de la función del Estado que ha sido fuertemente influenciada por quienes en la práctica ponen al poder político, ejecutivo y legisladores, a través del financiamiento de sus campañas principalmente (que se quiera o no acaba con su independencia y que es lo único que podría mantener saludable a una democracia). Es decir, más grave aún es la reafirmación sobre la causa del problema: la comprensión que tenga el pequeñísimo grupo de poder económico sobre la situación real. Este es el meollo de nuestra desigualdad, amplificando aún más la espiral descendente. Hay que recordar el concepto de la suma cero para entender las fuertes consecuencias de esto.

Desafortunadamente ahí no para el impacto de tal amplificación. Las sociedades desiguales como la nuestra, además de todo lo dicho, tienden a segregar a los pobres de la buena calidad comparativa de asuntos clave para poder surgir y salir de la pobreza, como la educación, la salud, la alimentación y las condiciones de vida en general, todas concatenadas en alguna medida. Esto ayuda a perpetuar la espiral descendente y a que la mayoría queden atrapados en la pobreza (las 11 generaciones que estima la OCDE que se requieren en Colombia para superar la pobreza).

El origen de la desigualdad determina también la forma en que podemos disminuirla

Y sin embargo hemos avanzado. Somos mejores que nosotros mismos hace 50 años, o hace 100. Lo cual habla bien de nuestro potencial para emprender la disminución de la desigualdad.

Que el país haya avanzado bastante relativamente a su propio pasado no quiere decir que debamos anestesiarnos y no aspirar a vivir mejor y sobre todo al compararnos al mundo, donde hay países en que la gente vive muy bien, con una calidad de vida muy superior a la nuestra y a nuestro precario bienestar, con prosperidad cuando aquí ya muchos perdieron la esperanza, y muy lejos de la violencia persistente que roba nuestra tranquilidad como casi en ningún otro país. No hay que aceptar comparaciones con los demás países de Latinoamérica, que tienen las mismas enfermedades graves nuestras, sino con respecto a los mejores en desempeño de bienestar y progreso de su gente; solo así podemos comprender bien.

La desigualdad afecta a los pobres en forma directa, y como hemos anotado, también a los ricos en dos formas: la primera es la ausencia de seguridad y tranquilidad, que bien podría equivaler al valor de la vida misma (secuestros, asesinatos, violencia, inseguridad, invasiones) y la segunda, la estrechez del mercado con personas de baja capacidad de consumo, que de no haber esa desigualdad ampliaría las oportunidades de los mismos ricos mejorando a los pobres simultáneamente. En todo caso, la desigualdad afecta a todos.

La mayor parte del problema está dentro del capitalismo como sistema de funcionamiento económico de la sociedad, basado en unos postulados que no se cumplen y albergando en su receta práctica los mecanismos corruptos que lo degradan y que de paso dañan a la democracia que es nuestro máximo valor social. Parafraseando la famosa frase de la adalid del capitalismo, Margaret Thatcher1: el peor enemigo del capitalismo no es el socialismo… ¡es la realidad!

Citando al conocido Piketty, “la desigualdad en los países desarrollados solo cedió después de grandes crisis como la Segunda Guerra Mundial o la Gran Depresión, cuando las élites aceptaron reformas sociales, políticas o económicas. … las élites de los países emergentes deberían ser más inteligentes y permitir las reformas sociales antes de que el descontento de la población lleve a grandes desastres de ese tipo” (Semana, 2016). Un mensaje certero y claro. Solo falta que esas élites (el poder económico) comprendan que se está cosechando una crisis desastrosa, y que ellos son quienes deben cambiar su visión.

Necesitamos a esos buenos ricos que solo ganan mercados en franca lid, que pagan sus impuestos, que no interfieran con los demás poderes en forma corrupta para dar rienda suelta a su codicia, que reinviertan en el país para hacer más empresa; los necesitamos al frente de una nueva forma privada de pensar el país en donde cada poder hace su parte en forma independiente y todos siguen las reglas, en donde no quepa ninguna forma de corrupción. Todo lo demás en lo público, incluyendo las reformas políticas y los nuevos políticos necesarios, brotarán a partir de este cambio de modelo de país generado desde lo privado.

La desigualdad no es un asunto colateral al capitalismo que se puede sobrellevar por tiempo indefinido. Así como la falta de libertad, pese a la aparente igualdad socioeconómica, derrumbó al socialismo, la desigualdad, pese a la aparente libertad, derrumbará al capitalismo. Es necesario corregir la desigualdad si queremos estabilidad y prosperidad dentro del capitalismo.

Ya el pueblo colombiano ha mostrado unas señales claras de la urgencia de cambiar el rumbo a través de estallidos sociales en los años precedentes, y una mayor, con el resultado de las elecciones de primera vuelta en mayo de 2022 en donde el “establecimiento” solo recibió el 23% de todos los votos.

Un verdadero grito que deben escuchar y reflexionar aquellos que sí pueden cambiar estructuralmente el estado de las cosas. Invertir en la reducción de la desigualdad y acabar con la corrupción en todas sus formas. Y así, emprender un nuevo país con un nuevo futuro, mejor para todos.

Somos desiguales, sí

Es cierto que los humanos somos desiguales, es cierto que unos tienen mayor habilidad para progresar y que esto siempre será parte de la vida natural. Pero también es cierto que vivimos en una sociedad en donde se amplifica la desigualdad dejando sin chance a quienes no nacieron con una buena posibilidad de salir de la pobreza, así sean esforzados y abnegados trabajadores. Es preciso entenderlo para poder emprender el camino a la generación sistemática de oportunidades de mejora, entre todos, que tiene además la virtud de ayudar a mejorar aún más las de quienes ya gozan de un buen nivel. Además del sentido de humanidad que esto conlleva, su fuerte lógica es una razón de peso para avanzar hacia una sociedad que genere un mejor bienestar para cada colombiano, unos más, otros menos, pero todos alcanzando a vivir dignamente dentro de una democracia más cierta y funcionando sobre un capitalismo muy mejorado.

@refonsecaz

1 “El peor enemigo del socialismo no es el capitalismo… ¡es la realidad!” Margaret Thatcher

Desigualdad ¿qué significa? (para no economistas) (5): la espiral descendente

Llegamos a este momento de la historia del país, y de nuestra explicación, con una desigualdad enorme, impuestos regresivos y un monto importante en exenciones, que hacen que el recaudo sea muy bajo para los requerimientos de inversión social que puedan ayudar a reducirla, y ya enunciamos que las trasferencias tienen problema de eficiencia del gasto público. Vamos a ahondar en las trasferencias que es la otra cara de la misma moneda.

Las trasferencias son las inversiones en que se usan parte de los impuestos (fuera de los gastos de funcionamiento y del pago de la deuda incluyendo sus intereses; las tres salen de los recursos que recauda el Estado por impuestos) y que deberían dirigirse a atender las necesidades más urgentes e importantes de la población mas necesitada. Pero no sucede así en nuestro país por diversas razones: algunas, como pensiones y educación superior terminan beneficiando a personas de mayores ingresos; inversiones sociales en nutrición, educación, salud básica, agua y saneamiento y subsidios directos a personas en condición de pobreza pueden ser desviados por falta de priorización (andenes y parques cuando falta agua potable y saneamiento básico); o malgastados en proyectos mal planeados que cuestan mucho más, o no sirven bien para lo que se pensaron o por proyectos que no terminan (elefantes blancos); o el desvío de los recursos por corrupción (las cifras de los “expertos” dicen que pueden ir desde 50 hasta 200 billones al año; nadie lo sabe realmente). Es terrible. Como se nota, las trasferencias tienen problemas de mal diseño de la política (cómo debieran ser), de falta de priorización de su uso, de falta de planeación, de mala ejecución y/o de que se roban la plata en la contratación.

Una verdadera espiral descendente: no alcanza la plata por muy poco recaudo, mala asignación (mala priorización), la corrupción, un Estado ineficiente que cuesta más de lo que haría uno que trabajara eficientemente y el servicio a la deuda. A su vez, esta deuda crece para conseguir lo que falta para el funcionamiento del Estado y las inversiones, que no alcanza porque hay muy poco recaudo, corrupción y servicio a la deuda. Con el grave problema adicional de no tener un verdadero doliente, ya que los Gobiernos son transitorios al fin y al cabo, y los errores y delitos que cometen los políticos poco se derivan en algún castigo sobre ellos, pero eso sí, mientras están a cargo se creen y se empoderan de su papel como si fueran los dueños para gastar mal y a ruedos. El botín por el que se pelean tan duramente.

Con respecto a la desigualdad y dicho en resumen, tenemos dos problemas y no uno solo: uno, por el bajo recaudo (la plata que se recoge por impuestos no alcanza para todo lo que se debería invertir, porque el recaudo es bajo y además hay que pagar primero el funcionamiento del Estado y el servicio a la deuda) y dos, por la pésima inversión que no llega, ni en monto ni en calidad, a donde debería llegar para bajar la desigualdad. Por eso, medida por el índice de Gini después de impuestos y trasferencias, la desigualdad no se arregla casi nada (como sí pasa en muchísimos países, salvo en Latinoamérica donde campea la desigualdad por los mismos problemas; ver artículo 4).

El primer problema surge del escaso recaudo como señalan las comparaciones en los países del mundo y de la región en % sobre el PIB, y como lo señala Urrutia, es fundamental que la política tributaria no esté desconectada de la política de gasto que incluya las metas sociales establecidas en derechos en la Constitución política. Pero es políticamente difícil incrementar la tributación efectiva de las personas (por el trámite de la reforma en el Congreso) como lo observamos en la cita del BID. Se requiere una reforma tributaria (ver más en artículo: 8 reformas estructurales…) que aumente el recaudo con una tributación progresiva, corrigiendo la estructura basada en las personas naturales y no en las empresas y en tributos a la renta y no al consumo (IVA). En el Congreso históricamente se ha ejercido la influencia del poder económico sobre el poder político como hemos anotado (los economistas los llaman “los ricos”; pero son los más ricos en realidad: menos del 1% de la población de mayor ingreso). La causa del problema y parte del meollo de la desigualdad está entonces en la comprensión que tenga este pequeñísimo grupo de poder económico sobre la situación real y las afugias de los pobres a los que corresponde atender y ayudar el Estado (no debería ser para toda la vida si la política fuera realmente orientada a sacarlos de la pobreza y que pudieran integrarse a una economía virtuosa en la que encuentran oportunidades de mejora, desarrollo y bienestar).

Parte de esa comprensión pasa por entender que pagar más impuestos no significa “perder su dinero”. No hay duda de que la primerísima prioridad es reducir la corrupción y ojalá acabarla para que los ingresos del Estado no se desperdicien en los bolsillos de unos pocos corruptos. Suponiendo que bajara la corrupción, (con base en Urrutia, letras inclinadas) bajar la desigualdad reduce también la inestabilidad política y económica, la incapacidad de llevar a cabo reformas (las sociedades desiguales son más propensas a “capturas” del Estado por parte de grupos de interés particulares: que es el susto permanente de los del poder económico), y el “desperdicio” del capital humano, todo lo que puede afectar de manera negativa el crecimiento económico y la productividad, sin olvidar que los países más desiguales crecen menos y por períodos más cortos. Todo lo anterior se traduciría en que los ricos pueden ser aún más ricos pero disfrutando de un país estable y seguro, lo cual dispararía su rentabilidad y bienestar.

Cuando los más ricos comprendan que pagar impuestos no es un gasto sino una inversión, que su influencia sobre lo político debe ser a través de los gremios y con mecanismos transparentes que no se basen en lobby (la presión que hacen los del poder económico a los del poder político; o cabildeo en español) sino en la exposición abierta de argumentos a ser tenidos en cuenta por los legisladores (poder político sin presiones o relaciones corruptas con el poder económico), que sus beneficios sean reinvertidos en nuevas inversiones de riesgo en nuestro país, entonces podríamos iniciar una transición sin traumas (en paz primordialmente) al primer mundo en pocas décadas. Son los más ricos y los economistas que han trabajado para su servicio, quienes han “ajustado” la política económica para favorecer sus intereses y nos han conducido a la mala situación actual, y han podido hacerlo porque han actuado con la complicidad y servilismo de una clase política que ha traicionado al pueblo que representa y debía haber defendido[i]. Pero al mismo tiempo, también son quienes pueden desatar esa transición.

Será en el próximo artículo de esta serie que podremos terminar de deshilvanar esta complejidad en torno a qué significa realmente la desigualdad. Solo entendiendo, individual y colectivamente, podremos decidir los cursos de acción necesarios para avanzar y vencer a la pobreza, y enfilarnos a construir un mejor país entre todos. Y no se puede esperar a que suceda algún milagro. No lo habrá.

@refonsecaz

[i] Siempre habrá excepciones a generalizaciones hechas con base en la mayoría de los datos en un conjunto.

Desigualdad ¿qué significa? (para no economistas) (4): desigualdad antes y después de impuestos

Vimos en el artículo 3 la desigualdad medida por el índice Gini después de la intervención del Estado (impuestos y transferencias). En esta parte vamos a explorar de qué se trata esa intervención, y a la luz de ello aumentar la comprensión de la función del Estado y algunos aspectos de justicia y corrupción que nuevamente afloran por el tema de impuestos en el que nos enfocaremos.

La economía produce desigualdad por lo que anotamos en las partes precedentes, pero el Estado tiene la oportunidad de corregirlas a través de dos “herramientas”: la primera son los impuestos y la segunda son las transferencias.

La primera básicamente se trata de qué tantos impuestos tributan al Estado las personas y las empresas. En principio, el Estado debe recibir esos impuestos para que pueda cumplir con sus funciones básicas como justicia, seguridad interna y defensa del territorio, la administración de las relaciones entre todos, la infraestructura y los bienes comunes, para lo cual se tienen todas las instituciones públicas sumadas a las entidades de control para que la gestión sea transparente. Si como suena lógico, los que más reciben ingreso más impuestos tributan al Estado se llama progresividad en los impuestos; de lo contrario es regresividad.

Por el lado de las transferencias, el Estado puede hacer redistribución del ingreso para corregir la desigualdad que produce la sociedad y llevarles ayudas y servicios comunes a los de menos ingresos para facilitarles salir de la pobreza y aumentarles el nivel de bienestar. Estas transferencias principalmente están destinadas a salud, educación, transporte, hasta ayudas directas a las personas en la forma de subsidios. En general todos los países tienen estas trasferencias, pero su tamaño define la filosofía política que sigue cada uno.

En la gráfica siguiente se muestra cómo algunos países logran corregir la desigualdad después de impuestos, como todos los de Europa y Norteamérica (Irlanda sobresale, IRL en la gráfica), en contraposición a los de Latinoamérica que prácticamente no corrigen nada con los impuestos y las transferencias (triángulos muestran desigualdad antes, círculos muestran desigualdad después de la intervención del Estado). Resalta la cifra de desigualdad en Colombia (entre las mayores del mundo y la mayor en este grupo).

Tomado de Anillo (Repositorio Uniandes, 2018).

Un dato interesante es el de Corea del Sur (KOR en la gráfica), cuya economía no produce una gran desigualdad por lo que la corrección necesaria es mínima (en el artículo La desigualdad: las falacias para justificarla y las desacertadas reformas tributarias, se habla al respecto ya que tiene unas causas muy importantes que llevan a las consecuencias positivas que conocemos).

Muy relevante resulta entonces entender por qué en nuestro país todo esto funciona muy mal. En palabras de Córdoba (presidente de la Bolsa de Valores de Colombia) (El Tiempo, 2021),  “la historia triste de Colombia no es que se inicie con un Gini de 0,53, sino que luego de impuestos y transferencias el Gini en nuestro país se reduce únicamente a 0,52. Esto quiere decir que no es que Colombia sea intrínsecamente más desigual que otros países, sino que el pésimo diseño institucional hace que la situación no mejore con la intervención del Estado”.

Martner (investigador de la CEPAL) hace el diagnóstico de tres puntos (BBC, 2016) que resumimos aquí:

Estructura impositiva regresiva. El recaudo de impuestos se basa en impuestos directos (a la renta y a la propiedad) e indirectos (al consumo). La mayor parte de los impuestos que se recaudan en América Latina provienen del consumo, no de la renta. Los primeros favorecen la equidad bajo el principio de que el que más tiene más paga, mientras que el impuesto al consumo –también llamado al valor agregado o IVA– se basa en el principio exactamente opuesto: el rico y el pobre pagan el mismo impuesto añadido al precio de un producto, algo que los críticos consideran inequitativo o «regresivo». Sólo un tercio de esta carga impositiva se basa en impuestos a la renta.

Evasión fiscal. … Con un ejército de contadores y exclusivos estudios de abogados a su disposición, con una red financiera internacional de paraísos fiscales, las empresas y los millonarios son maestros en este rubro (artículo: múltiple traición a la patria). Según la Cepal, la evasión de impuestos sobre la renta personal, corporativa y del IVA le cuesta a América Latina y el Caribe … el 6,3% del PIB. En estas transacciones irregulares participan no sólo los millonarios que buscan ocultar su fortuna para pagar menos al fisco, sino también multinacionales que, según Global Financial Integrity, son las principales causantes de estos flujos, por medio de la subfacturación de sus exportaciones (declaración contable fiscal menor que el pago real)”. En Colombia la evasión equivale a 30% del total de lo que se recauda de impuestos al año (La Republica, 2019).

 Exenciones impositivas. Siguiendo con el diagnóstico de Martner: “Uno de los mecanismos favoritos de estas élites político-económicas son las exenciones impositivas. Los especialistas hablan de la tasa efectiva impositiva para distinguir entre la tasa teórica (la que deberían pagar ingresos de determinado valor) y la real (la contribución efectiva una vez que el ejército contable-legal ha exprimido al máximo todo el sistema de exenciones, deducciones impositivas y evasión fiscal). Las exenciones tanto para las corporaciones como para los más ricos se han justificado durante mucho tiempo como un estímulo a la inversión, que al final supuestamente beneficia al resto de la sociedad. La realidad es que los incentivos tributarios no son razón suficiente para crear un clima de inversión. Este depende de otros factores que tienen que ver con la inversión en bienes públicos esenciales, la cual requiere mayor recaudación para el gasto». Entre otros, Krugman (Nobel de economía 2008) demuestra que una de las diez mentiras que aluden los conservadores (republicanos en USA) es que “los recortes fiscales impulsarán el rápido crecimiento” (bajarles impuestos a los ricos a través de exenciones) (La República, 2020) que se ha vuelto un clásico de las recetas neoliberales que no han demostrado que sean exitosas pero que aplican los Gobiernos de esta tendencia debido a la influencia del poder económico sobre el poder político.

En esta gráfica se muestra la tasa real (efectiva) de tributación sobre la renta que pagan los individuos del 10% (decil) más rico de la población en diversos países. Fuente: Cepal, 2016 (en % de tasa impositiva). Nótese que en Colombia no llega al 5% cuando la tasa nominal es de 34%; es el producto de la combinación de los tres puntos anteriores.

Dice el BID: “en ninguna parte es fácil conseguir que los ricos paguen sus impuestos — y América Latina no es diferente. Éstos no sólo tienen la influencia política para oponerse a la legislación que aumentaría sus contribuciones en relación con las personas de más bajos ingresos. Tienen la capacidad de pagar a prestigiosos abogados y contables que les ayudan a evitar el pago de impuestos alegando vacíos legales y recurriendo a los paraísos fiscales” (BID, 2014). Además de lo ya anotado, usan fundaciones, inmuebles no revalorizados, deslocalización (vivir en varios países sin exceder el número de días por año después de los cuales están obligados a pagar impuestos) para poder evadir. Estos son parte de los malos ricos.

Como resultado, la Comisión de expertos internacionales sobre beneficios tributarios de la OCDE dice: “la proporción entre los impuestos y el PIB (19,4%) es significativamente inferior a la de sus pares de la OCDE (34,3%) y Latinoamérica (23,1%). Los ingresos tributarios de Colombia son insuficientes para financiar las inversiones necesarias en infraestructura, educación, salud y demás formas de gastos públicos que mejoran la productividad y la equidad”.

Para entender bien: los impuestos en Colombia, en vez de ser una herramienta para corregir la desigualdad, ¡es una de sus fuentes!

Urrutia (exgerente Banco de la República) va más allá para explicar las posibles causas: cita una ya analizada, que el sistema de impuestos no es progresivo, y dos nuevas que serán objeto de nuestro siguiente artículo: que el gasto social no está diseñado para beneficiar mayormente a las personas en los segmentos más bajos de la distribución de ingresos, y la desviación del gasto público de inversiones socialmente productivas por cuenta de la corrupción (Desarrollo y Sociedad, 2021). Es decir, mal por la desigualdad que produce la economía, mal por los impuestos, mal por las transferencias.

@refonsecaz

Desigualdad ¿qué significa? (para no economistas) (3): cómo se mide

En el artículo (1) de esta serie mencionamos el reporte recientemente publicado sobre los datos de la OCDE en la que Colombia tristemente puntea la desigualdad de ingresos en la región, medido a través del índice Gini: Colombia 0.542 por encima de Costa Rica 0.497, Chile 0.460 y México 0.418. Es el momento de entender la forma de medir la desigualdad de ingresos.

Primero veamos la curva de Lorenz (economista norteamericano, 1905) que permite entender en forma sencilla el concepto (gráfica ajustada de esta base).

En el eje horizontal se encuentra el acumulado de la población expresado en %. En el eje vertical se encuentra el acumulado de los ingresos de la población expresado en %. La población hay que ordenarla de acuerdo con rangos de ingresos, desde los que menos ingreso tienen hasta los que más ingresos reciben para que la curva tenga la posibilidad de explicar la realidad de la situación económica.

En la recta llamada “igualdad en la distribución del ingreso” (a 45 grados) siempre se encuentra la siguiente condición: el % acumulado de población recibe el mismo % de ingreso. Ejemplos: el 20% de la población recibe el 20% de los ingresos de la población; el 60% de la población recibe el 60% de los ingresos de la población.

Pero la realidad es la que muestra la curva roja “distribución real del ingreso” que refleja la situación en que un % acumulado de la población recibe menos que el % acumulado de ingresos que le correspondería si hubiese igualdad en la distribución. Ejemplo (en la gráfica exhibida): el 20% de la población recibe el 7% de los ingresos. Debe leerse correctamente de la siguiente manera: el 20% acumulado de la población de menores ingresos (debido a que se ordenó la población previamente en rangos de ingresos de menores a mayores) recibe el 7% de los ingresos.

La flecha roja es una representación visual de la desigualdad, o sea, qué tanto se aleja la curva de distribución real de la condición de igualdad (la recta a 45 grados). Entre más se aleje, más desigualdad. El índice Gini (estadístico, demógrafo y sociólogo italiano) mide esto en forma estandarizada así: el área entre la línea recta a 45 grados y la línea curva (roja) se divide entre el área de todo el triángulo formado entre la recta a 45 grados y los dos ejes (horizontal y vertical); tal división arroja un número entre 0 y 1: entre más cercana la curva roja a la recta, menos desigualdad habrá (la flecha más pequeña) y por tanto el coeficiente será más cercano a 0. Por el contrario, si la curva roja es más lejana mayor desigualdad habrá y el coeficiente será más cercano a 1.

Sabiendo esto, ahora si es interesante mirar los últimos resultados que arroja el Banco Mundial (último reporte en su web) para 60 países y fijarse en qué posición relativa estamos, cuáles son los menos desiguales y cuáles los más.

Lamentablemente, también en el mundo Colombia está liderando el campeonato de los más desiguales. Las comparaciones con otros países permiten levantar alertas, en este caso fuertes, y también la muy importante visualización de que hay sistemas económicos mejores, teniendo en cuenta que la desigualdad también se correlaciona en forma inversa con el bienestar. Esto nos debe preocupar, tanto a ricos como a pobres. Lo hemos repetido en anteriores columnas: a los pobres evidentemente por sus malas condiciones de vida, a los ricos porque a pesar de su acumulación de riqueza no viven ni tienen su riqueza fincada en un país seguro (especialmente inseguro para no llamarnos a engaños), y a todos porque podrían tener un nivel de bienestar mucho mejor al actual si tuviéramos un país menos desigual.

Pero hay más sobre esto, y es qué pasa con las acciones que emprende el Estado para mitigar la desigualdad a través de los impuestos y las trasferencias, que marca un antes y un después (de impuestos) en el índice Gini. En el próximo artículo podremos comprender cómo los países del norte de Europa bajan fuertemente la desigualdad que se produce en sus economías con una importante acción del Estado, cómo en Corea del Sur su economía no produce mayor desigualdad y por tanto no requiere de esas acciones, y cómo en Colombia, donde su economía produce enorme desigualdad este tipo de acciones del Estado no bajan prácticamente nada (significativo) la desigualdad, que ya vimos, es de las mayores del mundo.

Como se ve, cada vez más nos alejamos de esa percepción fofa de que “la desigualdad no es mala” o que la “desigualdad es natural” o que “el pobre es pobre porque quiere” y demás tontadas, a punta de estudiar en forma fácil lo que realmente significa. Y eso que no hemos aún tocado la desigualdad en la justicia y en otros derechos fundamentales, en los que la situación es aún más preocupante. Ya vamos llegando al meollo.

Desigualdad ¿qué significa? (para no economistas) (2)

En el artículo precedente quedamos en el momento en donde había que revisar cómo algunos pocos pudieron llegar a condiciones de monopolio. Y advertíamos que los “métodos” para llegar a eliminar a los competidores podían ser en franca lid en el mercado, o comprándoles su mercado o poniéndoles algunas trabas que los vuelva más débiles. Vamos a verlos.

Métodos para eliminar competidores y llegar al monopolio

En franca lid en el mercado, a través de descubrimientos, inventos, mejoras en el proceso, incluso en servicio y atención, siempre combinando el precio que los haya hecho más competitivos que sus competidores en el mismo mercado. Esta es una condición transitoria, porque si el mercado sigue siendo libre siempre aparecerá un nuevo competidor con algunas nuevas características diferentes, algunos usos y beneficios no iguales, con productos sustitutos o un mejor precio para los demandantes dividiendo el mercado del monopolio o quitándole alguna participación. Esa es la magia del capitalismo, la competencia. A través de la competencia en los mercados libres, cada vez más gente puede acceder a productos y servicios mejorados a mejores precios y así, en un movimiento contrario a la desigualdad ha ayudado a que millones de seres humanos hayan salido de la pobreza. Esta clase de empresarios, que buscan la competitividad permanentemente a través de mejoras en sus productos o servicios, son los buenos del capitalismo, y si se enriquecen en el proceso, son entonces los buenos ricos (suponiendo que además de respetar el libre mercado pagan juiciosos sus impuestos, reinvierten sus beneficios y son buenos ciudadanos).

Otro método es comprando mercado. Es lo que hemos visto con intensidad desde los años 80 con las fusiones y adquisiciones en todos los sectores y en todo el mundo buscando economías de escala y tendiendo al monopolio. Como la concentración de la producción y las ventas en un solo oferente mata la magia del libre mercado, ahí es donde deberían aparecer los Estados para vigilar que no acabe la fiesta, a través de regulaciones como las leyes antimonopolio con las que se inhiba el estímulo natural que tienen los oferentes al monopolio. Claramente, quienes tienen la posibilidad de volverse monopolio, o ya lo son, de ninguna manera quieren que haya regulación en el mercado. Aquellos son quienes promueven los movimientos libertarios, de liberación total de los mercados, de cero intervención de los Estados en los mercados,  lo cual es parte de la receta del conocido neoliberalismo. Y tienen a favor el buen cuento de la magia del libre mercado al que ya nos referimos, omitiendo mencionar, desde luego, la grave desigualdad que genera la condición de monopolio; también tienen a favor que muy pocas personas en los pueblos del mundo conocen esto y se dejan manipular con que cualquier intervención del Estado es la antesala del comunismo; claro, todo en extremo llega a ser malo: cero intervención deja florecer los monopolios y mata el libre mercado, y demasiada intervención acaba con el libre mercado por inanición. Ninguno de los dos extremos es bueno; el Estado debería regular y vigilar que las reglas de juego del libre mercado planteadas en la teoría se cumplan al máximo en la realidad si se quieren recoger sus beneficios.

El tercer método es poniendo trabas que vuelvan más débiles a los competidores. Algunos ejemplos: manipulaciones de precios para quebrar a la competencia, daños físicos a sus productos para que no lleguen bien a los consumidores, o la más poderosa: hacer que el poder político logre que el Estado les ponga las trabas por ellos (impuestos, restricciones de entrada, investigaciones mal intencionadas o no ejerza las regulaciones para preservar el libre mercado, etcétera). La teoría del libre mercado presume que los actores se comportarán bien y no corruptamente, y por eso no necesitaría intervención del Estado. Pero si además, la intervención del Estado se hace en forma corrupta su efecto es terriblemente multiplicador de esa riqueza corrupta. Por eso es por lo que no debe ser lícito que quienes han alcanzado éxito es sus mercados (poder económico) participen también en el poder político, directa, indirectamente o financiando políticos, porque es el poder político el que mueve el Estado y puede usarse con gran fuerza en favor de intereses económicos particulares en forma corrupta.

Comprando mercados pero con dineros corruptos.

También hay quienes compran mercados (compran a las empresas que tienen una participación fuerte en su mercado) con dineros de otros mercados o incluso con dineros mal habidos. En el primer caso, estamos ante la concentración de la riqueza en unas pocas manos, tendencia del capitalismo, que ha permitido crear unos super capitales, que a su vez se alimenta a sí misma. Y que ha partido de la eliminación de competidores en sus mercados, en franca lid o en forma corrupta, ya que en la práctica no se diferencia al capital que proviene de un buen método de concentración del que no. Cuando se ponen trabas a los competidores como las descritas arriba, se está traicionando la teoría del libre mercado actuando en forma corrupta, por lo que la riqueza que allí emana es igualmente corrupta.

Y no se diga del segundo caso. En Colombia conocemos bien de esto con el narcotráfico y su hiper poder emanado de las cantidades enormes de dinero que llegan a tener sus capos, que usan para comprar empresas y así lavar no solamente su mal habido dinero sino su aceptación en la sociedad, como si nada. El caso del narcotráfico es un caso extremo, pero no hay que dejarse confundir: si la riqueza provino de los métodos corruptos para el libre mercado también son inaceptables (los malos ricos) porque traicionan la teoría sobre la cual, en la práctica, basamos nuestra vida en sociedad. Si la teoría no se cumple “se cae su estantería” como se dice coloquialmente y que es lo que ha estado pasando en toda su historia pero que ahora se ha agudizado llegando a una tremenda concentración de la riqueza en poquitísimas manos mientras que abunda la pobreza a lo largo y ancho del planeta.

Cuando los oligopolios (que se conforman cuando muy pocos oferentes controlan un mercado)  entran en colusión y actúan como monopolios, también se configura otra corrupción que traiciona la teoría del libre mercado (colusión es la práctica en la que empresas que compiten en un mismo mercado, acuerdan aumentar o fijar precios, reducir la producción, repartirse el mercado o bloquear el ingreso de nuevos competidores, con el objetivo de incrementar los beneficios de las empresas participantes (OCDE, 1993). También se conoce como cartelización).

¿Funciona la teoría económica del libre mercado?

Posiblemente no tengamos ningún libre mercado en el cual sustentar el sistema económico real en el que vivimos. Una teoría interesante, pero que no se aplica en la realidad, da por resultado algo diferente como la desigualdad, la pobreza y la concentración de la riqueza en poquísimas personas. La promesa del capitalismo se basa en una teoría que no resulta cierta porque no tiene en cuenta la propensión natural del ser humano a la codicia, en el mejor de los casos, y de su espíritu corrupto que se dispara en razón a la codicia, en el peor de los casos.

Como a lo mejor no hay mercados realmente libres sino llenos de defectos, es posible que no exista tampoco la magia que el capitalismo promete y por ello hay que ayudarle desde el Estado para que el bienestar se extienda a toda la población y se preserve la democracia. En nuestro próximo artículo abordaremos las cifras que miden la desigualdad como el índice Gini y el Palma, y el interesante tema de cómo entender la desigualdad “antes” y “después” de impuestos y trasferencias.

@refonsecaz

Desigualdad ¿qué significa? (para no economistas) (1)

Un debate en redes sobre el reporte recientemente publicado sobre los datos de la OCDE en la que Colombia tristemente puntea la desigualdad de ingresos (índice Gini 0.542 por encima de Costa Rica: 0.497, Chile: 0.460 y México: 0.418) generó algunos comentarios como “¿quién dijo que la desigualdad es mala? Cada individuo tiene expectativas de vida distintas, es lo más natural que hay, antinatural es despojar al que trabaja para darle al vago” escrito por alguien que se identifica como “Pro-vida, libertario, Familia natural, anti-comunista” que revela que habla desde su pensamiento ideologizada sobre lo que entiende, por lógica quizás, de la palabra pero sin comprender lo que realmente significa.

Es muy común. Quienes han estudiado economía deben saber su significado, no obstante sus opiniones al respecto. Normalmente los demás solo entendemos por lógica elemental que se trata de algo natural puesto que no hay un humano igual a otro; como lo expresado por el twittero citado. Intentaremos una explicación simple sobre la desigualdad, dada su importancia enorme para nuestra comprensión política de uno de los problemas mas graves de nuestra actualidad que se relaciona con la pobreza y la concentración de la riqueza.

La sociedad que produce desigualdad de ingresos

Lo primero que hay que establecer es que el análisis teórico se basará en el sistema capitalista, basado en la libertad de mercado. En esa teoría, los oferentes acuden al mercado a ofrecer libremente sus productos o servicios con el propósito de venderlos y obtener dinero a cambio, al cual también acuden libremente los demandantes con el propósito de comprarlos con dinero y así satisfacer sus necesidades o gustos; este mecanismo tan sencillo ha demostrado ser muy poderoso cuando se extiende a todas las facetas y ámbitos de los humanos, puesto que provee de los incentivos necesarios para volver dinámica una sociedad en la que cada quien busca en qué trabajar y cómo lograr los intercambios que requiere no solo para sobrevivir sino también para progresar. El mecanismo incluye un regulador natural de precios, automático, que es la competencia. Si hay competidores que quieren tener éxito en el mercado, deben competir en características y precio en el mercado libre y se alcanza entonces una condición de justicia en ese precio de las transacciones.

Pronto aparecen algunos de los oferentes exitosos que quieren ser más exitosos y empiezan a querer vender más (aumentar su participación en el mercado). Han logrado ser exitosos por algunas características mejores para su producción que sus competidores y les ha permitido tener una mejor posición de competencia. Sus ganas de crecer los lleva a considerar eliminar a sus competidores, en franca lid en el mercado, o comprándoles su mercado o poniéndoles algunas trabas que los vuelva más débiles. Todavía no hablemos de estos métodos, solo del resultado. Si uno de los competidores logra eliminar a sus competidores estará también eliminando el mecanismo regulador natural de precios. El monopolio así configurado obtiene el premio mayor que consiste en disfrutar el precio que le quiera poner a su producto, porque no solo querrá disfrutar el mayor volumen, y este es el incentivo natural que tienen los mercados hacia su no libertad.

Pero lo que nos ocupa es lo que significa esta tendencia de los mercados libres al monopolio en cuanto a la desigualdad. Cada vez que un monopolio sube el precio por encima del que se hubiese alcanzado en un mercado libre por efectos de la competencia de varios competidores para ganarse a los compradores, les está impidiendo a esos compradores usar ese dinero, el del mayor precio, en otras necesidades o gustos. Es decir, este sistema es lo conocido como “suma cero”, lo que obtiene uno lo pierde otro. Mientras el productor exitoso que se volvió monopolio se queda con más dinero de los compradores, estos tienen menos dinero en sus bolsillos. Para entender su efecto completo, es necesario pensar, exagerando, en que finalmente se llegue a que todos los productos tienen su monopolio y los precios suben de forma no natural en el mercado, los dueños de los monopolios se llenan los bolsillos mientras que la población en general, los compradores, se desocupan los bolsillos y se empobrecen.

En estas condiciones, esa sociedad produce desigualdad porque los precios no se ubican en forma justa por el mecanismo natural de los mercados. Unos pocos logran atesorar el dinero disponible en esa sociedad para esos productos, mientras que la gran mayoría tiende a ser cada vez mas pobre.

Claro, esos que llegaron a condición de monopolio trabajaron y se esforzaron en el camino. Pero aquí es donde hay que revisar cómo pudieron llegar a esas condiciones de monopolio. Lo dejaremos para la próxima entrega para no atiborrar de conceptos clave la explicación. Uno a la vez. El de hoy es la relación entre la pérdida del mecanismo natural de regulación de precios al llegar el monopolio y la generación de desigualdad. La suma cero.

@refonsecaz

La ginebra tiene manos y nombre de mujer

A propósito del Mes de la Mujer, detrás del éxito de la más inusual y famosa ginebra está Lesley Gracie, una química nacida en Inglaterra en 1955. Trabajar en un ambiente dominado por hombres en la destilería de Hendrick’s, ubicada en Girvan, Escocia, no ha sido un problema para ella. Su nariz es considerada como una de las mejores del mundo entre los maestros mezcladores y tiene silla fija como juez en las competiciones destacadas de la industria.

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