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Etiqueta: Economía

Normalización Monetaria

Actualmente, el mundo está sufriendo los efectos de la vuelta a la normalidad desde el punto de vista monetario. La mayoría de los países están retirando gradualmente los estímulos monetarios, que se otorgaron para mitigar las consecuencias de las políticas implementadas para hacer frente a la pandemia que aún nos aqueja.

La aceptable recuperación de la actividad económica, las tecnologías y el conocimiento que se han desarrollado para hacer frente al virus y el restablecimiento gradual de la cadena de suministro internacional, son algunos factores que promueven que las autoridades monetarias retiren los estímulos utilizados. Sin embargo, el factor más importante para justificar dicho retiro es la inflación desbordada que se comienza a tornar como el principal problema económico para 2022, entre otras porque afecta en mayor medida a los menos favorecidos.

 

Existen dos formas principales de estímulos monetarios, las bajas tasas de interés y la compra de bonos por parte de los bancos centrales para inyectar liquidez a la economía, también llamada “facilitamiento cuantitativo” que es uno de los principales causantes de la inflación mundial actual. Para retirar los estímulos los bancos centrales deben aumentar la tasa de interés o reducir la velocidad de compras de bonos públicos y privados o detenerla por completo. Aunque estas medidas se tomen de inmediato sus efectos sobre la economía no lo son, siempre hay un tiempo de ajuste que va entre los 3 y los 6 trimestres dependiendo de las condiciones de la economía en particular.

A pesar de que desde noviembre se comenzó con el proceso de normalización monetaria en Estados Unidos, disminuyendo la velocidad de compra de bonos por parte de la reserva federal, recientemente esta institución anunció que por primera vez va a comenzar a implementar simultáneamente las dos estrategias señaladas a partir del mes de marzo. Es decir que también comenzará a aumentar las tasas de interés. Esto permitió evidenciar que la única prioridad para ese país en lo que queda del año es reducir la inflación, que está en sus niveles más altos en 40 años.

Cuando se reversan los estímulos monetarios las economías sufren un proceso de ajuste que genera volatilidad en casi todos los activos. La consecuencia más inmediata es el incremento de las tasas de interés de renta fija; mayores tasas de referencia implican que las tasas de los nuevos bonos emitidos, tanto públicos como privados, deben ser más altas y el precio de todos los bonos en el mercado debe caer. Sin embargo, también hay efectos sobre los mercados de renta variable y en las tasas de cambio.

Las acciones caen de precio por al menos tres razones; la primera por efecto sustitución que se presenta cuando la renta fija se vuelve más atractiva, la segunda es porque alzas en las tasas de interés disminuyen el valor de las empresas ya que los flujos de efectivo traídos a valor presente van a ser menores. Además, si las empresas tienen deuda, el efecto sería aún mayor ya que las tasas de interés de sus créditos también pueden subir, restringiendo sus flujos de caja. Finalmente, están las expectativas, que haya una expectativa de menos dinero en la economía genera correcciones importantes en activos que inflaron sus precios durante la pandemia, porque recibían mucho de ese dinero como es el caso de las criptomonedas y las acciones tecnológicas.

Aumentos en las tasas de interés de Estados Unidos hace que se presenten flujos de capitales hacia ese país, lo que ocasiona una mayor demanda de dólares que fortalecerá esta moneda con respecto a todas las otras monedas del mundo.

Colombia no es ajena a toda esta realidad, la situación interna y externa han hecho que el banco central haya subido las tasas de interés en 225 puntos básicos en los últimos meses con una sorpresiva expansión de 100 puntos básicos en el día de ayer. Sin embargo, a pesar de que la economía se esté recuperando, sigue habiendo factores importantes con los que debemos contar. La subida de tasas de interés mundiales va a hacer caer los bonos colombianos en el mercado internacional, probablemente tengamos una salida adicional de capitales mientras se recomponen los portafolios. Esto empeorará la situación de la balanza de pagos actual cuyo déficit no cede. Tampoco se augura buen pronóstico para el mercado de renta variable, las correcciones internacionales en los precios de las acciones van a continuar, porque gran parte de ese valor estaba dado por el exceso de liquidez que ahora se está retirando y esto tendrá un efecto negativo sobre los valores colombianos, gracias a las OPAs que sacudieron el mercado recientemente.

Si a esto le sumamos la incertidumbre electoral y el cada vez mas deteriorado orden público, se puede pensar que invertir en dólares antes de que empiece a subir de nuevo podría ser una apuesta más segura.

BBVA Research fija en 4% la tasa de crecimiento de la economía colombiana este año

Tras un año con un alto crecimiento económico, producto del rebote de la crisis de la pandemia del Covid, las proyecciones de BBVA Reseach revelan que para 2022 el PIB en Colombia tendrá una variación de 4,0% y para el próximo año el aumento sería de 2,8%. Parte de la desaceleración se debe a la moderación saludable que se espera en el consumo final, asociado a una recuperación progresiva de las tasas de ahorro en el país.

“En 2022 y 2023 continuará el proceso de recuperación pero, como era de esperarse, a un ritmo más gradual. Esperamos que el consumo pierda dinamismo y que la inversión en construcción, tanto de vivienda como de obras civiles, lo compense parcialmente. También somos optimistas sobre un mayor dinamismo del sector exportador, tanto en los bienes tradicionales, principalmente asociados a la minería, como en los productos industriales y los agrícolas no tradicionales”, aseguró Juana Téllez, economista jefe de BBVA Research para Colombia.

 

En el primer informe del año de Situación Colombia, el equipo de analistas de BBVA asegura que el consumo privado tendrá un comportamiento heterogéneo entre sus componentes. Por un lado, el consumo de bienes semidurables y durables se desacelerará. Al contrario, aprender a convivir con el virus y sus nuevas cepas permitirá que el consumo de servicios más asociados a la interacción social gane dinamismo en 2022 y 2023.

La pandemia sigue presente en todo el mundo y las nuevas olas de contagio están en camino. Sin embargo, los efectos de estas olas sobre la economía serán cada vez menores. Afectarán menos la oferta, la demanda, los ahorros y la confianza que las previas. La vacunación, los nuevos tratamientos y, ojalá, la menor severidad contribuirán a esto.

“El mundo sigue afectado por los cuellos de botella en la oferta global de productos y en la logística de transporte, con efectos sobre la actividad y los precios. Esperamos que estos cuellos se mantengan en la primera mitad de 2022, para luego ceder gradualmente”, explica el informe económico.

El empleo y la inflación: los retos del año

Dos de las variables económicas que más impacto tuvieron en 2021 serán los retos de este año. Se trata del empleo que no logra niveles pre pandémicos y la inflación con niveles especialmente altos.

Así las cosas, el empleo seguirá siendo el gran reto de 2022-2023. “Muchas personas, especialmente las mujeres, se mantienen fuera de la fuerza laboral por varias razones (acceso a servicios de cuidado, educación para sus familias, los sectores más rezagados en recuperación económica tienen mayor empleabilidad de mujeres que de hombres, entre otros) afectando su capacidad de generar ingresos”, comentó Téllez

Por su parte, la inflación seguirá alta en la primera parte del año y se espera alcance su pico en el primer trimestre de 2022, para luego ceder gradualmente.

“Este año la inflación cerrará en 4,8% frente al 5,6% del 2021 y el año entrante en 3,6%. Las presiones inflacionarias al inicio del año se deben a los cuellos de botella globales, la inercia inflacionaria, las presiones de costos por el incremento real del salario mínimo y la normalización gradual de las tarifas que se redujeron en la pandemia y que no han vuelto a sus niveles regulares”, explicó Mauricio Hernández, economista de BBVA Research para Colombia.

Dólar y tasas de interés seguirán al alza

Según Alejandro Reyes, economista principal de BBVA Research, se espera una depreciación promedio del peso colombiano del 5,1% este año y una apreciación del 2,4% el año entrante. Es decir que se tendría una tasa de cambio de $3.935 para este año y de $3.842 para el próximo.

“Veremos volatilidad en la tasa de cambio ante los cambios en la postura monetaria de los países desarrollados así como por el proceso electoral colombiano. Estas presiones de devaluación y volatilidad serán más intensas en la primera mitad de 2022”, afirmó Reyes.

Por otra parte, la tasa de intervención del Banco de la República seguirá aumentando hasta encontrar una postura contraccionista a mediados de 2022 y se estabilizará en ese nivel hasta, por lo menos, finales de 2023. “Esperamos que la tasa llegue a 5,75% en comparación con el 3,0% que registró en diciembre de 2021”, dice el informe.

Es hora de pensar en el mediano y el largo plazo

Según el equipo de BBVA Research, es tiempo de planear estructuralmente el país que queremos. Para Téllez, “cuando lo peor de la pandemia en términos económicos parece haber pasado y ante un proceso electoral que se viene, debemos concentrarnos de nuevo en los temas estructurales en los que debe trabajar el país para aumentar el bienestar de los colombianos”.

En el informe se puede leer que se necesita trabajar en la generación de ahorro para financiar la inversión futura. Eso exige aumentar el ingreso de las familias con mayor formalidad, productividad, calidad y cantidad de la educación y generando las condiciones para que se pueda volver a la fuerza laboral formal.

Además, para mejorar los balances macroeconómicos, debemos generar ingresos desde afuera, a través del comercio exterior e inversión directa, que nos permitan disminuir el déficit en la cuenta corriente y financiarlo bien. Finalmente, en el frente público, se requiere dibujar el tamaño de Estado que queremos y que sea sostenible en el largo plazo.

¿Por qué temerle a la inflación?

Como muchos saben la inflación es la pérdida del poder adquisitivo de una moneda en un tiempo determinado. En otras palabras, si hay inflación, con la misma plata se pueden comprar menos bienes y servicios y por lo tanto, la gente está peor. Es por esto que, algunos autores, la comparan con un impuesto cobrado a quienes tienen dinero. Según Milton Friedman, la inflación es siempre y en todo lugar un fenómeno monetario, es decir que si aumenta la cantidad de dinero en circulación aumenta la inflación.

En la macroeconomía mundial, en este momento la inflación está obligando a los gobiernos a tomar decisiones impopulares, como subir las tasas de interés o disminuir de alguna manera la abundancia de dinero en la economía y esto tiene a los mercados más nerviosos que las consecuencias de la nueva variante ómicron. La pregunta no es si estas medidas impopulares se van a tomar en países desarrollados, si no, ¿cuándo?

 

Sin embargo, la inflación empobrece a la población en general y esconde realidades que afecta de manera distinta a personas con ingresos altos y con ingresos bajos. Por ejemplo, la inflación de alimentos afecta en mayor medida a los pobres que a los ricos, pues los primeros gastan un porcentaje mayor de sus ingresos en ese rubro. Mientras que la inflación reportada fue para noviembre 5,26% (año corrido), la inflación de alimentos fue del 15,34%[1].

Hicimos un ejercicio sencillo con información de precios mayoristas de marzo y de noviembre del presente año. La idea era entender en qué se gastaba un subsidio como el ingreso solidario una persona que lo recibía, en Bogotá. Existen muchas personas que dicen que esos subsidios, justamente, hacen que quien lo recibe no quieran trabajar. Ya veremos.

Para el ejercicio realizado se utilizaron los precios mayoristas de productos como verduras, frutas y tubérculos, granos y cereales, huevos y lácteos, carnes, pescados y procesados, registrados en el sistema de información de precios (SIPSA) del DANE. Después, se estableció una canasta de alimentos básica[2], por persona, que se pudiera comprar con el monto de los subsidios asignados y se procedió a calcular las cantidades que se debían consumir de cada producto. Los supuestos que se usaron para definir la canasta pueden ser discutibles, pero creo que sigue siendo un ejercicio válido.

El monto del ingreso solidario es de $160.000 pesos al mes y el ejercicio muestra que eso en marzo se agota si se compra la siguiente canasta: carnes (1.5kg), verduras (2kg), frutas (1kg), tubérculos (1kg), leche (5 litros), granos (1,5kg), panela (2kg), huevos (30und) y otras cosas menores como aceite, arroz, pasta y sal y café. Sin embargo, este es el consumo de una sola persona, en promedio los hogares de estratos 1 y 2 de Bogotá tienen 3,1 miembros según la encuesta multipropósito de 2017.

Es decir que el subsidio de ingreso solidario en marzo solo cubriría lo suficiente para que una persona coma “a medias” durante un mes. Esto no incluye, artículos de aseo, transporte, arriendo, entretenimiento, servicios públicos o vestuario, tampoco incluye al resto de los integrantes de la familia. Se necesita una fuente alternativa de ingresos.

El dato negativo se da cuando utilizamos los precios de noviembre para calcular los costos de la misma canasta. La inflación que sufrió esta canasta, propia de los más pobres, entre marzo y noviembre fue de 15%, casi tres veces más que el índice de inflación reportado para el año[3]. Esto quiere decir que la persona que en marzo estaba comiendo todos los ítems incluidos en la canasta presentada, ahora debe escoger qué va a dejar de consumir, o debe sustituir por productos más baratos. Cualquier política que genere inflación incluyendo la emisión monetaria, bajas inoportunas de la tasa de interés, bloqueos de vías etc., afecta en mayor medida a los más pobres.

Bien hacen las autoridades económicas en tomar en serio la inflación. Mientras alguien pobre enfrenta una inflación del 15% una persona de altos ingresos solo enfrenta una inflación del 4.1%. Mientras para el primero esto implica literalmente dejar de comer, para el segundo implica no salir de fiesta un día.

[1] Solo la carne de vaca subió 30% según el DANE.

[2] Esta canasta se estableció siguiendo artículos de primera necesidad del DANE.

[3] Es interesante que el resultado de crecimiento en precios obtenido por nuestro ejercicio “arbitrario” entre marzo y noviembre, se acerca mucho al resultado anunciado por el DANE el día de ayer 15,34% del año corrido.