Petro, Santos y Samper: los trillizos de la política colombiana
Que Colombia no se equivoque: Gustavo Petro, Juan Manuel Santos y Ernesto Samper están cortados con la misma tijera. Tres gobiernos distintos en el tiempo, pero idénticos en su esencia: escándalos de financiación, pactos con ilegales y un legado de debilitamiento institucional.
Todo comenzó con Samper. A su llegada, hasta el logo del Partido Liberal se adornó con una inocente florecita, símbolo de la “social bacanería” que desde entonces se incrustó en la política colombiana. Pero detrás de la imagen amable estuvo la realidad oscura: una campaña financiada con los millones del cartel de Cali, un presidente ilegítimo, magnicidios como el de Álvaro Gómez, Colombia descertificada en la lucha contra las drogas y un mandatario al que hasta Estados Unidos le retiró la visa.
Luego llegó Santos, recordado por la plata de Odebrecht en su campaña y por su alianza con las FARC disfrazada de “acuerdo de paz”. Un acuerdo rechazado en las urnas, pero aprobado a espaldas del pueblo mediante un trámite exprés en el Congreso. Santos, además a convertir a Chávez y Maduro en sus mejores amigos, pasó a la historia por darle curules gratis a los jefes guerrilleros, blanquear fortunas manchadas de sangre y, como colofón, recibir un premio de Paz que hoy luce inmerecido. Quien dude de ello, que compare a las FARC de entonces con las disidencias y carteles que hoy siguen azotando al país: cambió el nombre, pero no la tragedia.
Y el tercer trillizo es Petro. Su campaña, según lo han dicho su propio hijo, su ministro del Interior y antiguos aliados, se financió con recursos de dudosa procedencia. Además, pactó con criminales en el famoso “pacto de La Picota”, disparó los cultivos de coca, fortaleció a los grupos armados ilegales y cedió control territorial. Como si fuera poco, se convirtió en el abogado de oficio de Nicolás Maduro, negando hasta la existencia del cartel de los soles, pese a que Estados Unidos ofrece una recompensa de 50 millones de dólares por el dictador venezolano. Hoy, al igual que Samper, Petro ha logrado que descertifiquen a Colombia en la lucha antidrogas y que le revoquen la visa norteamericana.
Tres presidentes, una misma herencia: la de un país debilitado, sometido a intereses oscuros y con una democracia cada vez más frágil. Hoy ya se vislumbra la siguiente generación de los trillizos políticos, lista para heredar el mismo libreto.
Por eso, en las elecciones de 2026 los colombianos debemos votar con memoria, porque estas fórmulas disfrazadas de “cambio” o de “paz”, han terminado costándole al país su seguridad, su institucionalidad y su futuro. De nuestra decisión en las urnas depende que Colombia no vuelva a caer en las manos equivocadas.

