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Confidencial Noticias 2025

Etiqueta: Inteligencia artificial

Más allá de la app: inteligencia artificial, datos y corresponsabilidad ciudadana en la movilidad urbana

Cada mañana, millones de colombianos abren una aplicación de movilidad con la esperanza de encontrar el camino más rápido hacia su destino. Sin embargo, no es raro que la herramienta falle: rutas cerradas por obras, accidentes inexistentes o desvíos mal registrados son parte del paisaje digital de las ciudades. Estas fallas, más allá de lo anecdótico, plantean un dilema profundo: ¿qué ocurre cuando dejamos que una app “piense” nuestra movilidad?, y, ¿hasta qué punto una ciudad puede volverse realmente inteligente si la base de su información es incompleta o poco confiable?

Conviene recordar que estas plataformas no son inteligencias autónomas. Funcionan gracias a modelos de aprendizaje automático que procesan grandes volúmenes de datos para reconocer patrones de tráfico y predecir comportamientos. Su efectividad, sin embargo, depende directamente de la calidad de la información que reciben. Cuando los datos son erróneos —ya sea por reportes falsos o por falta de integración entre entidades públicas y sistemas privados— la inteligencia se distorsiona y los resultados pierden valor.

 

En ciudades latinoamericanas, donde la infraestructura vial es frágil y la planeación enfrenta rezagos históricos, los desafíos son aún mayores. La falta de sincronización entre las obras, los sistemas de transporte y las plataformas digitales genera un ruido informativo que ni el mejor algoritmo puede corregir. El crowdsourcing, aunque democratiza la información, también abre la puerta a la desinformación: basta con unos cuantos reportes falsos para alterar los patrones de tráfico y crear “atascos digitales” que no existen.

El problema, entonces, no es solo tecnológico: es cultural. Una app no reemplaza la planificación urbana, el mantenimiento de las vías ni la educación ciudadana. Pero sí puede potenciar su impacto si se alimenta de datos verificados, transparentes y generados en un marco de confianza colectiva. La movilidad inteligente no depende únicamente de la IA, sino del compromiso de quienes habitan la ciudad para aportar información veraz y comportamientos responsables.

En ese sentido, los datos se han convertido en la moneda invisible del siglo XXI: un recurso que puede transformar la forma en que habitamos, planificamos y pensamos nuestras ciudades. La movilidad del futuro no solo se medirá en velocidad o eficiencia, sino en la capacidad de combinar tecnología, ética y corresponsabilidad ciudadana. En esa ecuación, la inteligencia artificial no sustituye al ciudadano: lo necesita para funcionar.

Por: Heidy Melissa Bautista, docente de Ingeniería Industrial de la Universidad de América

¿A cuánto está el kg de humo?

¿A cuánto está el kg de humo?

  • «Lo que las grandes compañías no quieren que sepas» –
  • «Lee esto antes que lo eliminen de esta red» –
  • «Si este post llegó a ti, no es por casualidad» –
  • «Comenta la palabra HUMO y te envío un link» –

En tiempos de mercaderes de la IA y Redes Sociales, formar criterios es más urgente que nunca. Como creativos, publicistas y estrategas; tenemos una responsabilidad que va más allá de entregar campañas creativas, efectivas o piezas memorables. Tenemos el casi deber de formar criterios. De educar, inspirar y proteger a los nuevos talentos de la industria que amamos. Esta es la única forma de hacer una industria más interesante, feliz y próspera para todos.

 

Hoy, cualquiera se declara experto, influencer, conocedor o referente de lo que sea. Todo parece funcionar si lo recomienda el algoritmo. Los hooks, hacks, trends… se repiten como mantras sin alma. Pero ¿Dónde quedó el pensamiento?

¿Dónde quedó el concepto? ¿Dónde quedó el sentido común?

La llegada inexorable de la Inteligencia Artificial y el poder amplificador de las redes sociales han democratizado la creatividad, sí. Pero también han diluido el criterio. La masa se ha perdido en la superficialidad de todo.

En esta tormenta perfecta, los #VENDEDORESDEHUMO prosperan, se venden ellos, su iluminación y hasta sus métodos o fórmulas de éxito; eso sí, sin piedad, sin veracidad, sin ética alguna, sin importarles nada; lo que sea por un seguidor más, un like, otra interacción, lead y la vida misma por una conversión.

Por eso, más que nunca, hay que ser más humanamente inteligentes. Más que nunca, hay que cuestionarlo todo. Más que nunca, hay que enseñar a pensar. No se trata de rechazar la tecnología. Se trata de no rendirse ante ella y quienes la manipulan indiscriminadamente o de forma inescrupulosa.

No se trata de ignorar las tendencias. Se trata de no abrazarlas solo porque

“funcionan”.

La creatividad —la verdadera— sigue siendo el antídoto más poderoso contra la estupidez colectiva. Las ideas con concepto, criterio y propósito siguen siendo nuestra mejor defensa ante la vaciedad que nos rodea.

Formar nuevos talentos no es enseñarles a seguir el ritmo del algoritmo. Es enseñarles a hacer su propio camino. Porque en esta industria, como en la vida, el libre albedrío es el único brief que vale la pena responder.

Si esto resuena contigo, compártelo. Si estás formando nuevos talentos invítalos a pensar. Y si estás en esta industria por las razones correctas, que se note en cada idea que defiendes, en cada intervención, en cada cosa que haces y dices.

Carlos Rusconi

¿Por qué la IA podría salvar a Colombia?

Colombia atraviesa un momento decisivo en el desarrollo de sus telecomunicaciones. A la vez que crece, tiene el gran reto de brindar un servicio que satisfaga las necesidades del mercado y ponga fin a las interrupciones, congestión y zonas de baja cobertura, que son los principales dolores de cabeza de este sector

Según el reciente Boletín Trimestral de las TIC del Ministerio TIC, durante el primer trimestre de 2025 el país alcanzó 9,34 millones de accesos fijos a Internet, con 235.000 conexiones adicionales frente al año anterior. 

 

En materia de telefonía móvil, se superaron los 49,1 millones de accesos, equivalentes al 92 % de la población, y esta se consolidó con 92,5 millones de líneas activas y una penetración del 174 %. 

Mientras tanto, la tecnología 4G continúa dominando con el 83 % de las conexiones, con el 5G expandiéndose; ya representa el 9,6 %, con más de 2,5 millones de nuevos accesos en el último año.

Se puede decir que con estas cifras del MinTIC, el país avanza hacia una conectividad más robusta y exigente, pero para los colombianos, la estabilidad de la red es el principal indicador de satisfacción, y los problemas aún persisten. Entonces, ¿qué tan rápido se están adaptando las empresas de telecomunicaciones para responder a este avance en materia de servicio al usuario?

Según lo explican los expertos de EPAM Systems Inc., la inteligencia artificial es un complemento indispensable para esta industria. Muchas empresas están pasando de ser telcos a techcos, y eso trae beneficios que los expertos de la compañía señalan desde su experiencia como aliados en la transformación tecnológica del país.

Con la inteligencia artificial, todas estas situaciones se pueden anticipar mediante analítica predictiva, ajustando dinámicamente los recursos de red. Los modelos avanzados ayudan a los operadores a desplegar ancho de banda adicional cuando hay alta demanda. Además, contribuyen a gestionar tráfico en tiempo real y reducir la cantidad de caídas en llamadas o datos.

Tecnologías como las redes definidas por software y la virtualización de funciones de red potencian este cambio de un modelo reactivo a uno predictivo.

Otro de los grandes puntos flacos de este sector es el servicio al cliente. Demoras, poco entendimiento y falta de resolución de consultas es la queja más frecuente de los colombianos. Pero con chatbots avanzados y modelos de lenguaje natural, esto puede ser cosa del pasado.

Ya los chatbots no son menús prediseñados que se limitan limitan a responder consultas básicas. Hoy, estos son capaces de mantener diálogos fluidos, personalizados y disponibles en cualquier momento

Con ellos, los usuarios pueden resolver problemas de forma inmediata, mientras los agentes humanos se concentran en situaciones más complejas. El resultado es una atención más ágil y efectiva, que mejora la percepción del cliente y reduce costos operativos para las empresas.

Además de que la IA puede optimizar el servicio ya existente, puede contribuir a innovar el portafolio de los operadores. Con la IA se analizan patrones de uso que lleven a crear ofertas personalizadas: ciberseguridad, integraciones para smart homes, soluciones educativas, de gaming, etc. 

Cuando se incorporan modelos generativos y de analítica avanzada, se pueden anticipar las necesidades de los usuarios, darle experiencias diferenciadas, y también diversificar las fuentes de ingresos, algo importantísimo en un mercado tan competitivo.

La industria de telecomunicaciones en Colombia enfrenta el desafío de equilibrar eficiencia operativa, innovación constante y expectativas crecientes de los usuarios. Los operadores deben pensar seriamente en optimizar las redes para anticipar la demanda, transformar la atención al cliente en un diálogo constante y diseñar servicios a la medida son pasos esenciales para que los operadores se mantengan relevantes en la era digital. 

Como señala EPAM Systems Inc., la evolución hacia un modelo telco impulsado por inteligencia artificial es un futuro que ocurre en el presente  y marca la diferencia entre quienes lideren la próxima etapa de la conectividad y quienes se queden atrás.

Inicia la construcción de la Facultad de IA en Zipaquirá, Cundinamarca

El Gobierno Nacional inició la puesta en marcha del proyecto para la construcción de la Facultad de Inteligencia Artificial (IA) en Zipaquirá. Un proyecto estratégico que marcará un hito en la transformación digital de Colombia y Latinoamérica y que estará ubicado en el sector La Fragüita, frente a la Biblioteca
Regional José María Triana.

“En el país necesitamos fibra óptica y lotes como estos, para dar oportunidades de tecnología. Tenemos que saltar a la nueva tecnología, si no llega la fibra óptica, no llega el conocimiento. Esta facultad es para gente que en su colegio se vaya especializando en matemática y la aprenda, porque ya viniendo con la matemática, tienen que salir de esta facultad con matemáticas cuánticas. Estoy en un sueño, pues Zipaquirá no solamente va a traer nuevos premios Nobel, como ya lo hizo, sino que será epicentro de la matemática y la física”, enfatizó el Presidente Gustavo Petro.

 

Esta iniciativa busca convertir a la capital salinera de Colombia en un epicentro de innovación, creatividad y desarrollo tecnológico para toda la región, a través de una alianza estratégica con universidades, colegios, el Sena y otras entidades.

“Hoy instalamos la primera piedra de un proyecto que trasciende lo académico. Esta facultad será un lugar para que nuestras juventudes sueñen, para que nuestros emprendedores y emprendedoras creen, y para que el país dé un paso firme hacia un futuro donde la transformación digital se traduzca en bienestar y en más oportunidades para cada colombiano y colombiana”, afirmó la ministra TIC, Carina Murcia.

La construcción de la Facultad de Inteligencia Artificial tendrá una inversión que asciende a los $131.000 millones, y se materializa a través de un contrato con Findeter. Se espera que inicie su operación en diciembre de 2026.

La Facultad de Inteligencia Artificial promoverá la formación temprana en IA desde la educación básica y media, con un currículo técnico especializado para estudiantes de grados 10 y 11, asegurando una ruta de continuidad hacia la educación superior y la empleabilidad.

Polarización en la era digital: el verdadero poder tras la IA y el Big Data

En un artículo reciente (Ideologías y polarización: enfrentamiento insulso, 26 de agosto de 2025) señalaba que la polarización política en Colombia y en el mundo suele ser un debate vacío, atrapado entre visiones extremas de izquierda y derecha ya sin vigencia, solo con fines manipulativos de la opinión pública. El punto de quiebre en ese artículo era el papel del Estado: unos defendiendo su reducción al mínimo, otros justificando su expansión ilimitada. Pero advertía que esa discusión resultaba estéril frente a los problemas estructurales del capitalismo contemporáneo: concentración económica, captura del Estado y corrupción sistémica.

En este artículo esa reflexión necesita ampliarse, y por lejos. El escenario contemporáneo ya no se limita a la economía industrial o financiera: estamos frente al capitalismo digital, dominado por la inteligencia artificial (IA), el Big Data y las plataformas tecnológicas que concentran poder en una escala inédita. Si antes el debate entre Estado y mercado era el terreno de la polarización, ¿qué ocurre cuando el verdadero poder se desplaza hacia corporaciones privadas, transnacionales, capaces de controlar no solo los datos, la información y la manera en que pensamos, sino hasta concentrar ilimitadamente el dinero del mundo?

 

Un poder sin precedentes

La IA y el Big Data transforman radicalmente las bases sobre las que se discutían las funciones del Estado en el siglo XX. Tres elementos ilustran esta mutación:

  1. Información en tiempo real. Lo que Hayek consideraba como conocimiento disperso, o la imposibilidad de que alguien centralizara toda la información, se ha convertido en la materia prima de algoritmos que procesan millones de datos al instante. El problema discutido perdió vigencia y ahora ya no es la escasez de información, sino su concentración en pocas manos.
  2. Capacidad predictiva. Así como las corporaciones hoy usan algoritmos para anticipar la demanda minimizando cada vez más el error de estimación, los gobiernos pueden usar IA para ayudar a los pequeños agricultores con la predicción de la demanda de sus productos para su siguiente ciclo de cosecha, gestionar tráfico, identificar patrones de criminalidad, prever crisis energéticas o una infinidad de información útil para evitar que la información se convierta en un instrumento de manipulación de unos pocos que la disponen, sino que la previsión legítima sea un activo real de la sociedad.
  3. Nuevo monopolio. Plataformas como Google, Meta, Amazon, Alibaba o Microsoft concentran capital, datos y la infraestructura tecnológica que hoy es esencial para la vida económica y social. No son solo empresas grandes, sino actores globales con más capacidad de influencia que muchos Estados.

Estos factores no eliminan los viejos problemas como monopolios, captura, corrupción, sino que los amplifican, y en qué manera. El poder económico ahora incluye la capacidad de condicionar opiniones, vigilar ciudadanos y moldear democracias.

Viejas teorías, nuevos retos

Los economistas clásicos del liberalismo ofrecen luces parciales frente a esta nueva realidad.

  • Mises y el problema del cálculo. Su argumento contra la planificación central pierde fuerza: hoy es posible procesar volúmenes masivos de datos sin precios de mercado. Sin embargo, sigue en pie la pregunta que ningún algoritmo resuelve: ¿quién decide qué es justo, prioritario o ético?
  • Hayek y el conocimiento disperso. La ironía es brutal: el orden espontáneo que él defendía desembocó en la mayor concentración de información de la historia. En lugar de mercados libres, tenemos gigantes digitales que actúan como gobiernos privados.
  • Galbraith y el poder compensatorio. Su advertencia sobre oligopolios industriales parece una caricatura frente a monopolios digitales que dominan simultáneamente mercados, información y opinión pública. Los contrapesos tradicionales (partidos, prensa, sindicatos) son insuficientes ante corporaciones que superan fronteras y regulaciones nacionales.

El nuevo eje de la polarización

La polarización que antes se centraba en la pregunta “¿más Estado o más mercado?” pierde sentido frente a este panorama. El verdadero dilema ahora es otro: ¿cómo equilibrar la balanza frente a corporaciones que concentran el poder digital global?

La respuesta es relativamente fácil de exponer: no con las añejas ideologías, sino con instituciones capaces de regular en nombre del interés general. Pero dificilísimo de implementar: el Estado no puede retirarse ni contentarse con ser un árbitro pasivo; debe reinventarse como garante de transparencia, de la regulación algorítmica, protección de datos, la cooperación internacional y las nuevas formas de participación ciudadana en lo digital.

Este no es un debate menor. Si los Estados no asumen esa función, la gobernanza mundial quedará en manos de empresas cuyo único fin es el lucro, sin humanitarismo y menos basados en la ética. El riesgo ya no es solo la desigualdad económica, sino la erosión de libertades básicas: privacidad, autonomía, y la capacidad de deliberar sin manipulación.

Hacia un Estado del siglo XXI

Hablar de más o menos Estado es un falso dilema en el contexto contemporáneo. El reto está en construir Estados más inteligentes, éticos y cooperativos, capaces de enfrentar corporaciones que operan sin fronteras. Lo que implica: regular monopolios de datos y algoritmos, no solo de precios; proteger los derechos fundamentales en el entorno digital; fomentar la cooperación internacional para evitar que la regulación de un país se vuelva irrelevante; y desarrollar instituciones que combinen innovación tecnológica con control democrático. Un reto descomunal, y mayor aún si se advierte que fracasamos con el anterior, que consistía en lograr sociedades menos desiguales, superar la pobreza, erradicar la violencia y ejercer plenamente las libertades individuales.

El capitalismo digital exige un Estado con nuevas competencias, capaz de proteger la libertad y el bienestar en una era donde el poder ya no reside en fábricas o bancos, sino en códigos invisibles que organizan la vida social.

La polarización ideológica que parecía insulsa frente a los problemas del capitalismo contemporáneo resulta aún más inútil en la era digital. Mientras seguimos perdiendo el tiempo discutiendo sobre estatismo o anarquismo, el verdadero poder se concentra en plataformas tecnológicas que pueden moldear el futuro de la humanidad.

Hoy el debate no debería dividirse entre izquierda y derecha, sino entre quienes entienden la urgencia de regular democráticamente la IA y el Big Data, y quienes prefieren mirar hacia otro lado mientras las corporaciones diseñan el mundo a su medida.

El riesgo ya no es ideológico: es civilizatorio. Están en riesgo: la deficiente democracia que tenemos, las libertades individuales que aún conservamos, la precaria ética y el sentido humanidad que nos queda, y la sostenibilidad social. Nada menos.

Rafael Fonseca Zarate

«La IA puede ayudar a la aplicación eficaz de la justicia»: Héctor Olimpo Espinosa

Por: Iván Santisteban

El exgobernador, exviceministro del Interior y ahora precandidato presidencial, Héctor Olimpo Espinosa en entrevista para Confidencial Noticias habla sobre los procesos en donde implementaría la inteligencia artificial para agilizarlos y lograr una mayor eficiencia en el Estado.

 

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Las respuestas que sobre IA dio a la Universidad de América y a Confidencial Noticias un primer grupo de presidenciables

Por: David Benítez

Este jueves 28 de agosto se realizó el debate presidencial «Colombia 2030: IA en los Planes Presidenciales», convocado por Confidencial Noticias y la Universidad de América, con la participación de los precandadidatos, Mauricio Lizcano, Luis Carlos Leal, Héctor Olimpo Espinosa y Jairo Clopatofsky. En la moderación estuvo Carlos Mauricio Veloza, decano de la facultad de de la Facultad de Ingenierías de la Universidad de América.

 

Transversalidad Gubernamental como Enfoque Central

Lo primero que expresaron los candaditos es que los programas de inteligencia artificial que se implementen en el Estado debe contar con eje de transversalidad.

Mauricio Lizcano, exministro de las TIC, dijo categóricamente que la inteligencia artificial debe ser «un tema transversal de todo el gobierno» y no limitarse al Ministerio de TIC. El precandidato explicó que durante su gestión construyó una política pública de inteligencia artificial para los próximos 10 años, fundamentada en que esta tecnología puede «mejorar muchos de los procesos y resolver muchos de los problemas que el gobierno y la humanidad no ha podido resolver a través de la historia».

Lizcano enfatizó especialmente el potencial anticorrupción de la IA mediante el cruzamiento de bases de datos, citando casos específicos como el sistema ADERES y la automatización de PQRs que implementó durante su ministerio. También destacó las aplicaciones en el sistema judicial, mencionando que la IA podría automatizar la toma de declaraciones en fiscalías y búsquedas de jurisprudencia.

Luis Carlos Leal centró su intervención en denunciar la grave crisis de manejo de datos del Estado colombiano. El precandidato reveló que durante su paso por la Superintendencia Nacional de Salud encontró que los 80 billones de pesos destinados a salud se manejaban «en Excel», calificando esta situación como «completamente ridícula».

Leal expuso casos alarmantes de falta de integración institucional: «las cifras de cuántas personas mueren que da medicina legal son diferentes a las que da la fiscalía, diferentes a las que tiene TANI, diferentes a las que tiene la policía». Además, denunció que en 2023 se perdieron 10 años de información de la superintendencia debido a la falta de seguridad informática y respaldos de datos.

Héctor Olimpo Espinosa propuso una visión transformadora del Estado mediante chatbots y «agentes» de inteligencia artificial. Comparando el impacto potencial de la IA con la llegada de la fotocopiadora, el precandidato visionó una «sociedad del goce» donde se mantenga la productividad, pero con más tiempo para actividades familiares y personales.

Espinosa detalló su plan «IA para el Bien Social», que incluye una «misión IA» para capacitar a los primeros 100,000 empleados públicos, la creación de una ventanilla única digital y chatbots intersectoriales especializados en minienergética, salud, educación e infraestructura.

Cuando se le preguntó sobre el uso de asistentes virtuales para reducir la burocracia, Lizcano explicó la evolución hacia los «agentes» de inteligencia artificial, describiéndolos como «pequeños modelos de inteligencia artificial que le permiten resolver tareas puntuales». El precandidato destacó que estos sistemas son «mucho más eficientes, más puntuales y más fáciles» que los grandes modelos generativos, no requiriendo grandes inversiones.

Lizcano ejemplificó las capacidades de estos agentes: manejo de PQRs, organización de agendas, grabación y resumen de reuniones, e incluso la posibilidad de asistir a múltiples videoconferencias simultáneamente.

Revolución en el Sector Salud

En el bloque dedicado a salud, Luis Carlos Leal detalló aplicaciones concretas ya disponibles, como herramientas de detección temprana de cáncer de seno que superan en eficiencia al autoexamen tradicional. Destacó la importancia de estas tecnologías para regiones con escasez de especialistas y su potencial para el análisis rápido de imágenes diagnósticas en un país con déficit de radiólogos.

El precandidato explicó cómo implementó en la superintendencia un sistema de IA para responder tutelas, liberando a 80 abogados de tareas repetitivas para que se concentraran en actividades más especializadas.

Seguridad Ciudadana y Reconocimiento Facial

En materia de seguridad, Lizcano propuso un ambicioso plan de 10 millones de cámaras en Colombia, incluyendo un millón solo en Bogotá, integradas con sistemas de reconocimiento facial e inteligencia artificial. El sistema no dependería de personal humano monitoreando sino de «un modelo de inteligencia artificial que haga seguimiento y que despache a los policías».

El precandidato también enfatizó el uso de la IA para perseguir estructuras criminales mediante el seguimiento de recursos económicos, cruzando bases de datos de funcionarios públicos, familiares, compras de predios y movimientos de recursos.

Justicia Digital y Ciberdelitos

Luis Carlos Leal complementó la discusión de seguridad destacando la importancia del reconocimiento facial para geolocalización de delitos y generación de material probatorio. También llamó la atención sobre nuevas formas de criminalidad, mencionando específicamente la «violencia digital sexual» que aún no está tipificada como delito en la legislación colombiana.

El precandidato enfatizó la necesidad de abordar no solo la persecución del delito sino la prevención mediante oportunidades laborales y proyectos productivos para poblaciones vulnerables.

El moderador Carlos Mauricio Veloza concluyó que las propuestas convergían en elementos fundamentales como «transversalidad, eficiencia, no corrupción, tiempo, actualización, renovación y fortalecimiento en la infraestructura». También destacó cómo los candidatos consideraron los cambios necesarios en empleo y educación, reconociendo que «en diez años la educación claramente no es la misma que hoy tenemos».

Jairo Clopatosfky por su parte manifestó su enorme preocupación porque no se está prestando la importancia que tiene la inteligencia artificial para los temas de seguridad y orden público en Colombia, donde se libra una batalla contra el crimen organizado.

El panel evidenció un consenso emergente entre los precandidatos sobre la importancia estratégica de la inteligencia artificial para modernizar el Estado colombiano, aunque con enfoques diferenciados en implementación, financiación y distribución territorial de estas tecnologías.

Aquí el debate completo

La Inteligencia Artificial Generativa en seguridad pública: ¿una espada de doble filo?

El uso de la Inteligencia Artificial (IA) no es nuevo en el sector de la seguridad pública. Desde hace un tiempo se utiliza para crear sistemas capaces de aprender, razonar, tomar decisiones y reconocer patrones mediante técnicas como machine learning, clustering, algoritmos predictivos, entre otros. Sin embargo, la irrupción de la inteligencia artificial generativa (IAG), que se especializa en crear contenido nuevo a partir de los datos con los que fue entrenada —como textos, imágenes o videos—, es un fenómeno deslumbrante que suscita fascinación, pero también gran preocupación, porque puede llegar a violar derechos ciudadanos y afectar la confianza en las instituciones.

Existen ya casos de uso de IAG en diferentes partes del mundo. A manera de ejemplo, en la Policía de San Francisco (EE. UU.) se emplea Draft One: en esta ciudad los agentes usan un copiloto de IAG que transforma las grabaciones de sus cámaras corporales en borradores de reportes. Lo que antes podía tardar horas ahora se hace en minutos, dándole más tiempo a los policías que patrullan las calles para labores operativas y de acercamiento comunitario.

 

Existen experiencias en otros continentes. En Agra, ciudad de la India, la policía fue entrenada en ingeniería de prompt y hoy algunos policías, con mucho orgullo, reciben el grado de “AI comandos”, que combinan esta tecnología con la labor policial tradicional. En la Unión Europea, diversos casos piloto prueban el uso de la IAG en análisis de inteligencia criminal y en la reducción de la carga burocrática. Los resultados iniciales muestran ahorros de tiempo significativos, mayor satisfacción de los funcionarios y aumento de la confianza ciudadana.

El informe Public Safety AI: Assessing the Benefits (Policing Project, NYU) documenta cómo la IAG puede aumentar la eficiencia policial, mejorar la comunicación con las comunidades y facilitar la rendición de cuentas. Una de sus conclusiones es contundente: cuando la IAG se aplica en tareas administrativas y de gestión, el impacto positivo es inmediato y cuantificable.

En Colombia tenemos a PretorIA: la Corte Constitucional ha puesto en marcha un sistema para apoyar la revisión de miles de tutelas que llegan diariamente. PretorIA analiza textos jurídicos y ayuda a filtrar casos relevantes, lo que demuestra que la IAG puede convertirse en un aliado para agilizar la justicia sin reemplazar el criterio humano.

Sin embargo, no todo es tan fácil como parece. La IAG trae consigo retos que no pueden ignorarse. Veamos algunos de ellos:

Alucinaciones: los sistemas de IAG pueden inventar datos, cifras o hechos inexistentes con la misma seguridad con la que entregan información veraz. En seguridad y justicia, una alucinación puede comprometer una investigación criminal, afectar una sentencia o violar derechos fundamentales.

Sesgos: la IAG aprende de datos históricos y puede reproducir prejuicios sociales basados en desigualdades económicas. Un sistema de predicción del crimen puede reforzar estigmatizaciones, concentrar la vigilancia en comunidades vulnerables o étnico-raciales y alimentar desconfianzas ciudadanas.

Ciberamenazas avanzadas: el informe Generative AI: a Double-Edged Sword in the Cyber Threat Landscape (Artificial Intelligence Review, 2025) alerta sobre la aparición del malware polimórfico: programas maliciosos generados por IA capaces de mutar y evadir defensas tradicionales. Esta amenaza convierte a la IAG en un arma tanto para la seguridad como para el crimen organizado.

Ética y gobernanza: como aún no hay reglas claras, la tentación de usar la IAG para vigilancia masiva y control social puede desbordar los marcos democráticos. El riesgo de caer en prácticas de “Gran Hermano” es real y requiere una discusión pública abierta.

Vigilancia masiva: cámaras con reconocimiento facial, sistemas de seguimiento de ciudadanos y modelos que predicen conductas antes de que ocurran: todo parece sacado de la película Minority Report, pero ya se prueba en varias ciudades del mundo. La línea que separa la prevención legítima de la intromisión abusiva en la vida privada se vuelve cada día más difusa.

La ética debe ser la brújula que guíe cada proyecto basado en IAG. Evitar que la fascinación tecnológica derive en abusos o exclusión social debe ser un objetivo prioritario.

La IAG ya es parte del presente de la seguridad pública. Sus beneficios son claros: reducción de cargas administrativas, más tiempo para la labor operativa, mayor capacidad de análisis y nuevas herramientas para la prevención. Una conclusión simple podría ser: la IAG no reemplaza al ser humano, lo potencia. El uso adecuado no está en decidir por jueces o policías, sino en liberar a los funcionarios de la carga burocrática para que dediquen más tiempo a lo esencial: proteger a las comunidades y garantizar la justicia.

Es importante reconocer que el Estado colombiano ya trazó una hoja de ruta con el CONPES 4144 sobre IA como una oportunidad para liderar una adopción responsable de la IAG que aproveche los beneficios sin caer en la trampa del abuso o la ingenuidad.

La IAG es una espada de doble filo. La pregunta no es si vamos a usarla, sino cómo. Y la respuesta marcará la diferencia entre una herramienta que fortalezca la democracia o un arma que, en manos imprudentes, la ponga en riesgo.

Por: Juan Carlos Nieto Aldana, PhD.
Experto en Inteligencia Estratégica y Seguridad Pública.

La IAG una espada de doble filo para la seguridad pública

El uso de la Inteligencia Artificial (IA) no es nuevo en el sector de la seguridad pública, desde hace un tiempo se utiliza para crear sistemas capaces de aprender, razonar, tomar decisiones y reconocer patrones mediante técnicas como machine learning, clustering, algoritmos predictivos, entre otros. Sin embargo, la irrupción de la inteligencia artificial generativa (IAG), que se especializa en crear contenido nuevo a partir de los datos con los que fue entrenada como textos, imágenes, videos, entre otros, es un fenómeno deslumbrante que suscita fascinación, pero también gran preocupación porque puede llegar a violar derechos ciudadanos y afectar la confianza en las instituciones.

Existen ya casos de uso de IAG en diferentes partes del mundo, a manera de ejemplo, en la Policía de San Francisco-EEUU, se emplea Draft One: en esta ciudad, los agentes usan un copiloto de IAG que transforma las grabaciones de sus cámaras corporales en borradores de reportes. Lo que antes podía tardar horas ahora se hace en minutos, dándole más tiempo a los policías que patrullan las calles para labores operativas y de acercamiento comunitario.

 

Existen experiencias en otros continentes, en Agra ciudad de la India, la policía fue entrenada en ingeniería de prompt y hoy algunos policías, con mucho orgullo, reciben el grado de “AI comandos” que combinan esta tecnología con la labor policial tradicional. En la Unión Europea, diversos casos pilotos prueban el uso de la IAG en análisis de inteligencia criminal y reducción de carga burocrática. Los resultados iniciales muestran ahorros de tiempo significativos, mayor satisfacción de los funcionarios y aumento de la confianza ciudadana.

El informe “Public Safety AI: Assessing the Benefits” (Policing Project, NYU): documenta cómo la IAG puede aumentar la eficiencia policial, mejorar la comunicación con las comunidades y facilitar la rendición de cuentas. Una de sus conclusiones es contundente: cuando la IAG se aplica en tareas administrativas y de gestión, el impacto positivo es inmediato y cuantificable.

En Colombia tenemos a PretorIA: la Corte Constitucional ha puesto en marcha un sistema para apoyar la revisión de miles de tutelas que llegan diariamente. PretorIA analiza textos jurídicos y ayuda a filtrar casos relevantes, lo que demuestra que la IAG puede convertirse en un aliado para agilizar la justicia sin reemplazar el criterio humano.

Sin embargo, no todo es tan fácil como parece, la IAG trae consigo retos que no pueden ignorarse, veamos algunos de ellos:

Alucinaciones: los sistemas de IAG pueden inventar datos, cifras o hechos inexistentes con la misma seguridad con la que entregan información veraz. En seguridad y justicia, una alucinación puede comprometer una investigación criminal, afectar una sentencia o violar derechos fundamentales.

Sesgos: la IAG aprende de datos históricos y puede reproducir prejuicios sociales basados en desigualdades económicas. Un sistema de predicción del crimen puede reforzar estigmatizaciones, concentrar la vigilancia en comunidades vulnerables o étnico-raciales y alimentar desconfianzas ciudadanas.

Ciberamenazas avanzadas: el informe Generative AI: a Double-Edged Sword in the Cyber Threat Landscape (Artificial Intelligence Review, 2025) alerta sobre la aparición del malware polimórfico: programas maliciosos generados por IA capaces de mutar y evadir defensas tradicionales. Esta amenaza convierte a la IAG en un arma tanto para la seguridad como para el crimen organizado.

Ética y gobernanza: como aún no hay reglas claras, la tentación de usar la IAG para vigilancia masiva y control social puede desbordar los marcos democráticos. El riesgo de caer en prácticas de “Gran Hermano” es real y requiere una discusión pública abierta.

Vigilancia masiva: Cámaras con reconocimiento facial, sistemas de seguimiento de ciudadanos y modelos que predicen conductas antes de que ocurran: todo parece sacado de la película Minority Report, pero ya se prueba en varias ciudades del mundo. La línea que separa la prevención legítima de la intromisión abusiva en la vida privada se vuelve cada día más difusa.

La ética debe ser la brújula que guíe cada proyecto basado en IAG. Evitar que la fascinación tecnológica derive en abusos o exclusión social debe ser un objetivo prioritario.

La IAG ya es parte del presente de la seguridad pública. Sus beneficios son claros: reducción de cargas administrativas, más tiempo para la labor operativa, mayor capacidad de análisis y nuevas herramientas para la prevención. Una conclusión simple podría ser: la IAG no reemplaza al ser humano, lo potencia. Su mejor uso no está en decidir por jueces o policías, sino en liberar a los funcionarios de la carga burocrática para que dediquen más tiempo a lo esencial: proteger a las comunidades y garantizar la justicia.

Es importante reconocer que el Estado colombiano ya trazó una hoja de ruta con el CONPES 4144 sobre IA como una oportunidad para liderar una adopción responsable de la IAG que aproveche los beneficios sin caer en la trampa del abuso o la ingenuidad.

La IAG es una espada de doble filo. La pregunta no es si vamos a usarla, sino cómo. Y la respuesta marcará la diferencia entre una herramienta que fortalezca la democracia o un arma que, en manos imprudentes, la ponga en riesgo.

Por: Juan Carlos Nieto Aldana, PhD.

Experto en Inteligencia Estratégica y Seguridad pública.

Inteligencia Artificial con propósito: el papel del conocimiento experto en la ingeniería del futuro

Hace apenas unas pocas décadas, construir conocimiento en Colombia era una tarea que requería tiempo, paciencia y mucha determinación. Acceder a información significaba largas jornadas en bibliotecas, lecturas detenidas y la selección manual de material relevante, casi siempre impreso. Hoy, con solo escribir una pregunta, la inteligencia artificial (IA) nos entrega una respuesta inmediata, generando la ilusión de tener conocimiento al alcance de un clic.

Pero este acceso instantáneo nos plantea un desafío crucial: ¿cómo usar esta tecnología de forma crítica, ética y con propósito? Porque, aunque la IA pueda procesar datos y simular respuestas «inteligentes», no reemplaza el juicio humano ni el conocimiento profundo que se construye con experiencia, contexto y comprensión sistémica.

 

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En este sentido, es importante entender que la IA no es más que un conjunto de algoritmos entrenados con datos. Sus resultados, por sofisticados que parezcan, dependen de quién los diseña, con qué información se alimenta el sistema y para qué fin se programa. La IA, por tanto, no sustituye al conocimiento experto; lo potencia, siempre y cuando haya una mente formada que le dé dirección.
Desde la ingeniería industrial, el uso de la IA abre oportunidades en diversas áreas: desde la optimización de procesos y la logística inteligente, hasta el análisis predictivo en gestión de la producción y la mejora continua. Sin embargo, estas aplicaciones requieren algo más que «saber usar una herramienta».

Requieren pensamiento crítico, comprensión profunda de los sistemas productivos, responsabilidad ética y visión estratégica. Como lo indica la OCDE (2023), “la implementación responsable de la IA exige no solo principios éticos, sino también conocimiento técnico y contextual por parte de los tomadores de decisión”.

En un mundo en constante transformación, el conocimiento experto no puede ser estático. Exige una actitud de aprendizaje permanente, apertura al cambio y capacidad de reinterpretar los desafíos a la luz de nuevas herramientas tecnológicas. El verdadero experto no es quien acumula datos, sino quien sabe qué preguntar, cómo interpretar y para qué transformar.

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Por eso, hablar de Inteligencia Artificial con propósito implica una sinergia entre la tecnología y la formación integral de quienes la utilizan. En la Universidad de América, el programa de Ingeniería Industrial promueve precisamente esa visión: formar profesionales capaces de integrar la IA en contextos reales, con ética, rigor académico y compromiso con el desarrollo sostenible.

La IA no reemplaza el pensamiento humano, lo amplifica. Y cuando ese pensamiento está guiado por el conocimiento experto, el análisis crítico y una formación con propósito, los resultados no solo son efectivos, sino verdaderamente transformadores.

Heidy Melisa Bautista

Docente del programa de Ingeniería Industrial de la Universidad de América.

La inteligencia artificial no es futuro, es presente con sentido

Chile acaba de dar una señal clara: la inteligencia artificial ya no es un tema del futuro. Con la actualización de su Política Nacional de IA, el país muestra que entiende el momento que estamos viviendo. Y que no se trata solo de subirse al tren tecnológico, sino de hacerlo con criterio, con dirección y con impacto.

La nueva estrategia es más que un documento bien intencionado. Establece principios, propone acciones concretas y reconoce que para que la IA tenga efecto real en la productividad del país, se necesita algo más que algoritmos: hace falta talento, ética, infraestructura y colaboración entre sectores.

 

Esta política propone tres pilares fundamentales:

  • Condiciones habilitantes: conectividad, datos de calidad, talento digital y acceso a capacidades como el supercómputo.
  • Adopción concreta: que la IA deje de ser una promesa y empiece a aplicarse en problemas reales, tanto públicos como privados.
  • Gobernanza ética: una mirada de largo plazo, donde el desarrollo tecnológico esté alineado con valores como la inclusión, la sostenibilidad y la protección de derechos.

“Esto último, lo ético, no es solo un adorno. En un mundo donde la inteligencia artificial puede automatizar decisiones, definir resultados y amplificar sesgos, tener reglas claras no solo da confianza: también define el tipo de país que queremos construir”, César Ortega, VP Comercial región Andina en Sixbell CX.

Chile no parte de cero. Varios países han recorrido este camino antes, cada uno con su estilo. Canadá se enfocó en talento e investigación. Francia en regulación y justicia social. Singapur apostó por resolver casos concretos con IA aplicada.

Estados Unidos dejó mucho en manos del sector privado, aunque últimamente ha endurecido su mirada sobre los riesgos. Y China, como es sabido, invierte con fuerza en dominar esta tecnología a escala global. Chile parece tomar lo mejor de esos enfoques, pero con identidad propia: formar capacidades, poner a las personas al centro, y activar la IA donde realmente hace diferencia.

La evolución que viene: IA con sentidos múltiples

Un punto clave en todo esto es cómo la tecnología está cambiando. La irrupción de los Modelos de Capacidad Multimodal (MCP) está ampliando de forma drástica lo que la IA puede hacer. Ya no se trata solo de entender texto: ahora puede analizar imágenes, audio, documentos, y cruzar datos complejos en tiempo real.

Esto abre la puerta a agentes virtuales mucho más capaces. No solo responden preguntas, sino que resuelven problemas, ejecutan tareas, y entienden el contexto completo de una interacción. Con esto, el salto en productividad y experiencia es muy significativo.

Estos avances ya se están usando en empresas reales y en Sixbell CX hemos apoyado en varios de estos casos:

  • Voicebot realmente conversacionales y resolutivos que operan 24/7 y bajan costos sin afectar la calidad.
  • Asistentes al agente que entregan respuestas precisas en tiempo real, mejorando la experiencia tanto para clientes como para colaboradores.
  • Autoservicio inteligente que le da al cliente el control, reduciendo fricciones y aumentando la satisfacción.
  • IA generativa para anticiparse a necesidades, segmentar en tiempo real y entregar ofertas personalizadas.
  • Automatización de procesos operativos que ayudan en nuestras tareas diarias, ejecutando tareas de principio a fin.

Y con los MCP, todo esto gana velocidad y profundidad. La IA ya no es solo eficiencia. Es resolución inteligente y a escala.

Desde nuestro trabajo en distintas industrias de Latinoamérica, algo se ha vuelto claro, la clave no está en cuánta tecnología se implementa, sino en cómo se pone al servicio de las personas. Las empresas que realmente marcan diferencia son las que entienden que cada interacción con el cliente es una oportunidad para conectar, resolver y transformar.

La política chilena es una buena base. Pero una política no cambia la realidad por sí sola. Lo que la cambia es la ejecución.

Como región, estamos frente a una oportunidad concreta. Podemos quedarnos mirando cómo avanzan otros, o podemos usar nuestra experiencia local y dar pasos firmes con una mirada propia. Chile ya empezó. Ahora toca activarlo desde el mundo privado, con foco, propósito y una dosis de pragmatismo.

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La IA como Motor de Oportunidades: Más Allá de la Brecha Digital

El año de las revoluciones silenciosas

Como ha sido una constante en este 2025, cada semana presenciamos avances vertiginosos en inteligencia artificial. Nos hablan de agentes autónomos cada vez más sofisticados, de capacidades mejoradas en la producción de texto y video que rozan lo indistinguible de lo humano, y de aplicaciones médicas que parecen sacadas de la ciencia ficción. Sin embargo, estas maravillas tecnológicas tienen, hasta ahora, un alcance limitado que amenaza con profundizar aún más la brecha digital existente.

Los números son contundentes: según el informe del Instituto Interamericano de Cooperación para la Agricultura (IICA), el Banco Interamericano de Desarrollo (BID) y Microsoft llamado “Conectividad Rural en América Latina”, un 32% de la población de América Latina y el Caribe, o 244 millones de personas, no accede a servicios de internet.

 

La situación es particularmente alarmante en las zonas rurales, donde menos de un 37% tiene opciones de conectividad, frente al 71% en áreas urbanas. En Europa, aunque la penetración digital es mayor, persisten desigualdades significativas: según el estudio «Digital Divide in the European Union» de Gomes y Dias, Rumania, Grecia y Bulgaria registran las mayores proporciones de no usuarios, y existe una brecha de hasta 16 puntos porcentuales en habilidades digitales entre ciudadanos urbanos y rurales.

Esta realidad cobra mayor relevancia cuando observamos el panorama regulatorio. La reciente aprobación en la Cámara de Representantes de Estados Unidos de la llamada «One, Big, Beautiful Bill» que prohibiría a los estados regular la IA durante 10 años, junto con las exenciones fiscales para personas de mayor patrimonio, sugiere una dirección preocupante: la concentración de beneficios en quienes ya tienen acceso y recursos.

El potencial transformador invisible

Pero aquí surge una paradoja interesante. Mientras las grandes corporaciones tecnológicas celebran la desregulación y los países desarrollados debaten sobre modelos de lenguaje y computación cuántica, en las periferias del mundo digital está germinando una revolución diferente. Una revolución que no necesita de infraestructuras multimillonarias ni de políticas gubernamentales grandilocuentes, sino de algo mucho más poderoso: el ingenio humano catalizado por herramientas accesibles.

Pensemos en una artesana textil de Otavalo, Ecuador, que nunca tuvo acceso a educación formal en marketing pero que ahora, con un teléfono básico y una conexión intermitente, podría usar asistentes de IA para traducir las descripciones de sus productos a cinco idiomas y optimizar sus publicaciones en redes sociales. O en un pequeño agricultor del interior de Brasil, que podría utilizar modelos de IA de código abierto para predecir patrones climáticos y optimizar sus cultivos sin depender de costosos servicios de consultoría agrícola.

Un estudio reciente del Banco Mundial titulado «Buffer or Bottleneck? Employment Exposure to Generative AI and the Digital Divide in Latin America» revela hallazgos cruciales sobre el futuro del trabajo en la región. Los investigadores encontraron que entre 30 y 40 por ciento de los empleos en América Latina tendrán algún tipo de interacción con la IA generativa.

Sin embargo, «exposición» no es sinónimo de «reemplazo». Los datos muestran una realidad esperanzadora: mientras que solo entre 2 y 5 por ciento de los empleos enfrentan riesgo real de automatización completa, entre 8 y 12 por ciento de los trabajos podrían transformarse positivamente. Es decir, por cada empleo en riesgo de desaparecer, hay aproximadamente tres que podrían mejorar y volverse más productivos gracias a la IA.

Más allá de la educación y la salud: El ecosistema invisible de oportunidades

Si bien los beneficios de la IA en educación y salud son innegables y ampliamente documentados, existe un territorio inexplorado de oportunidades que podría transformar radicalmente la base de la pirámide económica:

1. Democratización del conocimiento técnico especializado

La IA está eliminando barreras de entrada a campos que tradicionalmente requerían años de formación especializada. Un carpintero en Honduras puede ahora usar IA para generar planos arquitectónicos básicos, calcular estructuras y presupuestos. Una costurera en Albania puede crear patrones de moda personalizados y predecir tendencias sin haber estudiado diseño.

El estudio del Banco Mundial, mencionado anteriormente, encontró que ciertos trabajadores autónomos con potencial de “aumentación” incluyen arquitectos, agentes inmobiliarios, fotógrafos y músicos, mostrando cómo la IA puede potenciar tanto trabajos de alta como de mediana calificación.

2. Microemprendimientos hiperpersonalizados

La capacidad de la IA para analizar datos y personalizar servicios permite a pequeños emprendedores competir en nichos que antes eran inaccesibles. Según el artículo del Foro Económico Mundial «Trees, oceans and mental health: 3 ways entrepreneurs are using AI to solve global challenges», Wysa, una plataforma de apoyo mental basada en IA, ha mantenido más de 500 millones de conversaciones con más de 5 millones de personas en 95 países, demostrando cómo soluciones simples pueden escalar globalmente.

3. Cadenas de valor inclusivas

Los modelos de IA pueden conectar productores rurales directamente con consumidores urbanos, eliminando intermediarios y aumentando los márgenes de ganancia. Imaginemos cooperativas de café en Colombia usando IA para predecir demanda, optimizar rutas de distribución y hasta crear experiencias de realidad aumentada para sus clientes finales.

4. Servicios financieros verdaderamente inclusivos

Más allá del microcrédito tradicional, la IA permite crear perfiles de riesgo sofisticados basados en patrones de comportamiento alternativos, no en historiales crediticios tradicionales. Esto podría desbloquear capital para millones de emprendedores informales que actualmente operan al margen del sistema financiero formal.

La brecha digital: ¿Barrera o protección temporal?

Sin embargo, aquí es donde la realidad golpea con fuerza. El estudio «Buffer or Bottleneck?» del Banco Mundial revela que casi la mitad de las posiciones que podrían potencialmente beneficiarse de las mejoras están obstaculizadas por deficiencias digitales que les impedirán realizar ese potencial. Específicamente, 6.24 por ciento de los trabajos ocupados por mujeres y 6.22 por ciento de los ocupados por hombres se ven afectados debido a estas brechas.

La ironía es palpable: en las zonas más pobres, la falta de infraestructura digital podría ofrecer un amortiguador temporal del riesgo de automatización inminente para algunas ocupaciones, pero al mismo tiempo, esta misma carencia impide que millones accedan a las herramientas que podrían transformar sus vidas productivamente.

Algunas ideas para cerrar la brecha

Para América Latina:

1. Infraestructura compartida y sostenible En lugar de esperar mega-inversiones en fibra óptica, promover modelos de conectividad comunitaria usando tecnologías satelitales de bajo costo y redes mesh. Franz Drees-Gross, exdirector de Infraestructura para América Latina y el Caribe del Banco Mundial, señalaba en 2021 que el costo de cerrar la brecha de banda ancha en Latinoamérica representaría solo el 0,12% del PIB anual de la región, una inversión mínima con retornos exponenciales.

2. Centros de IA comunitarios Establecer espacios físicos en comunidades rurales y barrios marginales donde emprendedores puedan acceder a computadoras con capacidad de procesamiento para entrenar modelos simples de IA, similar a los cybercafés de los años 90 pero enfocados en creación, no solo consumo.

3. Programas de «IA para el pueblo» Desarrollar interfaces de IA en lenguas indígenas y con metáforas culturalmente relevantes. Un asistente de IA que entienda quechua o guaraní no es solo inclusión lingüística, es validación cultural y apertura de mercados.

4. Alianzas público-privadas inversas En lugar de que el gobierno subsidie a grandes tecnológicas, crear incentivos para que startups locales desarrollen soluciones de IA para problemas locales, con la condición de que sean de código abierto y replicables.

Para Europa:

1. Programa «IA sin fronteras» Aprovechar la diversidad lingüística y cultural europea como laboratorio para desarrollar IA verdaderamente multilingüe y multicultural, priorizando las regiones con menor desarrollo digital como Romania, Grecia y Bulgaria.

2. Cooperativas digitales transfronterizas Facilitar la creación de cooperativas de trabajadores digitales que puedan ofrecer servicios potenciados por IA a través de las fronteras europeas, especialmente beneficiando a regiones con alto desempleo juvenil.

3. «Sandbox» regulatorios inclusivos Crear espacios de experimentación regulatoria específicamente diseñados para emprendedores de comunidades desfavorecidas, donde puedan probar soluciones de IA con apoyo legal y técnico gratuito.

4. Fondos de IA social Establecer fondos de inversión específicos para startups que usen IA para resolver problemas de las comunidades más vulnerables, con métricas de éxito basadas en impacto social, no solo retorno financiero.

La ventana de oportunidad

Estamos en un momento crítico. Mientras los gigantes tecnológicos pelean por regular o desregular la IA según sus intereses, existe una oportunidad única para que las comunidades marginadas tomen las riendas de su propio desarrollo tecnológico. La IA, a diferencia de revoluciones tecnológicas anteriores, tiene una característica única: su democratización es posible a través de modelos de código abierto, interfaces simplificadas y hardware cada vez más accesible.

Según el estudio «Empowering women entrepreneurs in developing countries» de Brookings Institution, cuando se combina acceso a capital con capacitación empresarial y cambio de mentalidad, el impacto en emprendedoras mujeres es significativamente mayor. La IA puede ser el catalizador que acelere estos tres componentes simultáneamente.

El futuro es descentralizado

La verdadera revolución de la IA no vendrá de Silicon Valley o de los corredores tecnológicos de Europa. Vendrá de millones de micro-innovaciones en las favelas de Río, en los pueblos andinos, en los pueblos de la España vaciada alejados de la modernidad. Cada vez que un emprendedor de la base de la pirámide usa IA para resolver un problema local, está escribiendo una línea de código en el sistema operativo del futuro.

Como señala el Observatorio de Desarrollo Digital de la CEPAL, el 60% de las empresas de América Latina y el Caribe que utilizan internet tienen una presencia pasiva, es decir, no aprovechan esta herramienta para realizar transacciones. La IA podría ser el puente que transforme esta presencia pasiva en participación activa en la economía digital.

No necesitamos esperar a que la brecha digital se cierre para empezar a construir puentes. La IA, usada creativamente y con propósito social, puede ser el material con el que construyamos esos puentes. Y tal vez, solo tal vez, descubramos que quienes están del otro lado de la brecha tienen tanto que enseñarnos como nosotros a ellos.

El desafío no es solo técnico o económico; es fundamentalmente humano. Se trata de creer que cada persona, sin importar su código postal o su cuenta bancaria, tiene el potencial de ser no solo un consumidor de tecnología, sino un creador, un innovador, un emprendedor. La IA puede ser la herramienta que democratice esa posibilidad. La pregunta es: ¿estamos listos para una verdadera revolución desde abajo?

El futuro no se predice, se construye. Y es hora de que todos tengan las herramientas para construirlo.

Raúl Arce

Superservicios y la CRA firman memorando de entendimiento para el intercambio de información

La Superintendencia de Servicios Públicos Domiciliarios (Superservicios) y la Comisión de Regulación de Agua Potable y Saneamiento Básico (CRA) firmaron un memorando de entendimiento con el objetivo de reforzar la articulación institucional en la vigilancia, control y regulación de los servicios de acueducto y saneamiento básico en el país.

Este acuerdo permitirá un trabajo conjunto basado en el intercambio de información estratégica a través del Sistema Único de Información (SUI), la implementación de herramientas de inteligencia artificial para el análisis de datos, y el diseño de estrategias coordinadas que beneficien directamente a los usuarios, especialmente a los pequeños prestadores y a las comunidades rurales.

 

El memorando contempla líneas de acción en cuatro áreas clave: regulación, control y vigilancia, tecnologías de la información y acciones transversales. Estas incluyen el fortalecimiento de la gestión comunitaria del agua, la clasificación de los prestadores, la interoperabilidad entre sistemas, el desarrollo de capacidades locales y la socialización de nuevos marcos tarifarios.

Este paso conjunto representa un avance significativo hacia la modernización del sector, con decisiones fundamentadas en datos confiables, que buscan optimizar los recursos disponibles, generar conocimiento técnico y garantizar una prestación eficiente y equitativa de los servicios públicos, en línea con la protección de los derechos fundamentales de todos los colombianos.

Con esta estrategia, Superservicios y CRA buscan ofrecer al país una herramienta concreta de mejoramiento continuo, que impulse el desarrollo de proyectos con alto impacto en un sector vital para todos los hogares del territorio nacional.

“Conjuntamente con la Superservicios estamos trabajando para construir una herramienta con la cual se puedan sistematizar todos los procedimientos de los prestadores para rendir sus informes. Así mismo, le apostamos a dar un tratamiento diferencial a los pequeños prestadores (de servicios públicos) o a los pequeños promotores, que están suministrando los servicios”, puntualizó la directora de la CRA, Nelly Mogollón.

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La IA en los procesos de auditoría fiscal

La revolución de las tecnologías de la información, ha desarrollado un campo moderno de acción conocido como inteligencia artificial –IA-, que envuelve diferentes procesos relacionados con el procesamiento de datos, interacción con reglas matemáticas y algoritmos que, pueden ser utilizados de manera eficiente en los procesos de auditoría, reduciendo de esta manera sus costos, generando mayores beneficios, posibilidades de automatización de tareas y reduciendo tiempos, pero, todo eso puede ser posible si se establecen reglas claras, transparentes y confiables, para el uso adecuado de estas herramientas tecnológicas.

No hay duda que, la IA, se consolida como una herramienta de innovación disruptiva en el control fiscal, siendo la alta dirección de los organismos de control, los responsables de promover el establecimiento de la IA en sus procesos de fiscalización, mediante la aplicación de la misma en las auditorias llevadas a cabo a los sujetos auditables, gestores y responsables fiscales, en la ejecución de los recursos del presupuesto general de la nación, recursos que, deben ser auditados de forma oportuna y eficiente en aras de evitar la pérdida de los mismos, o, en su defecto, responsabilizar a quien corresponda, frente a la existencia de daño en bien gubernamental.

 

Si bien, la IA, puede convertirse en un agente revolucionario que pueda generar valor agregado en el campo de la auditoría fiscal, que puede facilitar el procesamiento de datos en corto tiempo, suministrando información precisa para los entes de control, hay que tener en cuenta que, son los equipos auditores de las contralorías, quienes deben, mediante el uso y aplicabilidad de esta herramienta tecnológica, fortalecer el proceso de toma de decisiones, a través de un análisis riguroso de la información, de manera tal, que permita validar y emitir conceptos

más acertados y objetivos en lo que al proceso de responsabilidad fiscal y disciplinario se refiere.

Lo anterior, se resume en articular de manera eficiente los recursos tanto tecnológicos como humanos, para generar valor añadido al proceso de fiscalización en sí, haciendo visible la incidencia de la revolución 5.0, encaminada a aumentar la transformación digital y generar una oportunidad en la forma de hacer fiscalización en un entorno colaborativo entre funcionarios, máquinas y sistemas dentro de un ecosistema digital de inteligencia artificial-IA-, encaminado a la modernización del Estado, mediante acciones de mejoramiento continuo en las distintas entidades públicas.

Así pues, este modelo “binario”, tecnología-funcionarios, permite que los profesionales de las áreas fiscales de los órganos de control, puedan tener la oportunidad de prepararse para enfrentar los procesos judiciales mediante el sistema experto como el mencionado por el profesor Orión Vargas Vélez “Juez Inteligente”, el cual los asiste en la predicción de la valoración judicial que, con base en la prueba mediada por algoritmos, pueda ser plasmada en una sentencia judicial más efectiva y pronta.

En ese contexto, la IA incorporaría novedades a la gestión fiscal como la automatización en la vigilancia de expedientes, obteniendo bondades como la detección temprana de anomalías y la reducción de errores en los procesos. Asimismo, facilitaría el análisis de riesgos mediante el aprendizaje supervisado, mejorando la capacidad analítica de las entidades de control. Además, la integración de información de múltiples sistemas optimizaría la toma de decisiones y fortalecería la transparencia en el manejo de los recursos públicos. Según Luis Ernesto Bocanegra (2022), la “IA es crucial en el proceso de responsabilidad fiscal ya que permite predecir la evasión fiscal y monitorear licitaciones sospechosas, mejorando la detección de malas prácticas y corrupción”.

Además, facilita el análisis de datos históricos y la identificación de patrones de comportamiento en los procesos de responsabilidad fiscal. Esto contribuye a una gestión más eficiente y transparente por parte de las entidades de control.

No obstante, es importante y muy relevante entender las diferentes posturas frente a los retos y desafíos que representa la implementación de la IA en los sistemas, procesos y procedimientos de fiscalización propios de la contraloría general y territoriales, donde hubiere, máxime, cuando solo existe un compromiso para avanzar en la regulación y apropiación de la IA por parte de los países y organismos multilaterales regionales; actores dinamizadores de este tema.

Las Contralorías, deben adaptarse a los cambios tecnológicos, los profesionales que se desempeñan en áreas de auditorías tienen la obligación de responder a los avances tecnológicos, mejorando sus destrezas y capacidades para producir informes de calidad en el menor tiempo posible, que permitan controlar los riesgos de corrupción con eficacia y eficiencia.

Automatizar las tareas de los profesionales de auditorías, les permite aprovechar mejor el tiempo para analizar, interpretar, emitir conceptos con mayor fidelidad y calidad, por ello, es decisivo avanzar en el uso de herramientas de IA. Es urgente que el Congreso de la República de Colombia, avance en la aprobación de una Ley que reglamente el uso adecuado de estas tecnologías para que se garantice la transparencia, los desafíos éticos, controles y vigilancias que deban existir en el manejo y uso de esta información, sus limitaciones y mitigar sus riesgos.

*Roger Carrillo Campo.

Economista, Posgrado en Economía Pública. Máster en Estudios Políticos Aplicados.