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Etiqueta: océanos

Ayuda urgente en el Día Mundial de los Océanos

Cada año, el 8 de junio se conmemora el Día Mundial de los Océanos, pero en 2025 la fecha cobra una urgencia aún mayor. Bajo el lema “Maravilla: sosteniendo lo que nos sostiene”, la jornada busca generar conciencia sobre la crisis silenciosa que enfrentan los mares del mundo: una combinación letal de contaminación plástica, sobreexplotación de recursos y desregulación ambiental.

El océano no solo cubre más del 70 % del planeta, también es el pilar del equilibrio climático y de la vida misma. Produce más de la mitad del oxígeno que respiramos, regula las temperaturas globales, alberga una biodiversidad inmensa y proporciona alimentos y medicamentos a miles de millones de personas. Sin embargo, está gravemente amenazado por la actividad humana.

 

Según datos recientes, desde 1950 se han generado más de 9.200 millones de toneladas de plástico, y gran parte de estos residuos ha terminado en el mar. Cada día, el equivalente a 2.000 camiones de basura plásticos es vertido en cuerpos de agua, afectando gravemente la vida marina. El 90 % de los peces y aves marinas ya contienen microplásticos en sus organismos, una señal alarmante que también pone en riesgo la salud humana.

“La salud del océano es directamente proporcional a la salud del planeta. No se trata solo de salvar ballenas o corales: es nuestra propia supervivencia la que está en juego”, advierte la oceanógrafa Andrea Devis-Morales, docente de la Universidad del Rosario.

En este contexto, la Universidad del Rosario reafirma su compromiso con la conservación de los ecosistemas marinos. Desde la Escuela de Ciencias e Ingeniería se trabaja en investigaciones interdisciplinarias, tecnologías limpias y procesos educativos que buscan formar profesionales con conciencia ambiental. Además, se impulsan campañas ciudadanas para reducir el uso de plásticos de un solo uso y promover políticas públicas efectivas.

“El océano nos sostiene. Ha llegado el momento de devolverle el favor con acciones reales, colectivas y sostenidas. No podemos esperar más”, concluye Devis-Morales.

Este Día Mundial de los Océanos no es una celebración, sino una alerta. La decisión de actuar está en manos de todos.

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¿Será que las algas que toleran el calor, salvarán los océanos?

Foto: archivo.

Algunos arrecifes del Océano Pacífico tropical podrían mantener una elevada cobertura de coral en la segunda mitad de este siglo, gracias a la adaptación de las algas simbióticas que albergan.

 

Mientras que el calentamiento global está causando la pérdida de arrecifes de coral en todo el mundo, los científicos concluyen en un nuevo estudio que algunos corales están aumentando su tolerancia al calor cambiando las comunidades de algas simbióticas que albergan, que mediante la fotosíntesis les proporcionan la energía que necesitan para vivir.

«Nuestros resultados sugieren que algunos arrecifes en el Pacífico tropical oriental, que incluye las costas del Pacífico de Panamá, Costa Rica, México y Colombia, podrían ser capaces de mantener una alta cobertura de coral hasta la década de 2060», dijo en un comunicado la bióloga coralina Ana Palacio-Castro, autora principal del estudio, ex alumna de la Escuela Rosenstiel y asociada postdoctoral en el Instituto Cooperativo de Estudios Marinos y Atmosféricos de la escuela.

«Sin embargo, aunque esto pueda considerarse una buena noticia para estos arrecifes, es posible que su supervivencia no continúe más allá de esa fecha a menos que reduzcamos las emisiones globales de gases de efecto invernadero y frenemos el calentamiento global a mayor escala».

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Los arrecifes de coral poco profundos del Pacífico oriental tropical están formados principalmente por corales ramificados del género Pocillopora, de gran importancia para los arrecifes de la región. Las algas microscópicas que albergan en sus tejidos cosechan luz para ayudar al coral a producir energía para crecer. La pérdida de estas algas simbióticas hace que el coral se vuelva blanco, o se blanquee, y el coral lucha por satisfacer sus necesidades energéticas, lo que a menudo puede resultar fatal.

Para entender mejor cómo los corales mejoraron su tolerancia al estrés térmico, los investigadores examinaron más de 40 años de datos de vigilancia de los arrecifes de coral de Panamá, uno de los conjuntos de datos más largos de este tipo en el mundo. Analizaron los datos de temperatura, cobertura coralina, blanqueamiento y mortalidad correspondientes a tres olas de calor oceánicas -en 1982-1983, 1997-1998 y 2015-2016-, junto con datos sobre la comunidad de simbiontes algales durante las dos últimas.

El análisis mostró que la ola de calor de 1982-83 redujo significativamente la cobertura de coral en el arrecife, pero los efectos de El Niño de 1997-98 y 2015-16 fueron más leves, especialmente para los corales del género Pocillopora -a veces conocido como coral coliflor-, el coral constructor de arrecifes predominante en el Pacífico oriental tropical.

También confirmaron que durante las fuertes olas de calor oceánicas, el alga Durusdinium glynnii, tolerante al calor, se hace cada vez más común en este linaje concreto de corales, lo que les permite soportar mejor los periodos de temperaturas elevadas.

Cuando se combinaron con las proyecciones climáticas sobre el futuro estrés térmico, se observó que los arrecifes que estaban compuestos predominantemente por corales Pocillopora y que albergaban esta alga tolerante al calor estaban mejor equipados para sobrevivir y mantener altos niveles de cobertura coralina hasta bien entrada la segunda mitad del siglo actual, lo que indicaba que los arrecifes de Pocillopora estaban mejor equipados para sobrevivir y mantener altos niveles de cobertura coralina hasta bien entrada la segunda mitad del siglo actual.

Jason Momoa se despide de su cabello en protesta por los plásticos de un solo uso

Jason Momoa siempre ha sido un fuerte activista por el medio ambiente y por el cuidado y conservación por los océanos, ahora muestra un cambio radical en su look como protesta por el alto consumo y disposición de plásticos en el mundo.

En la cuenta de Instagram el protagonista de «Aquaman» muestra el momento en que le cortan el pelo con dos moñas y luego se pasa una maquina de afeitar  rapando su cabeza.

 

“Aloha a todos. Me he afeitado la cabeza, ya siento el viento y todo. Por los nuevos comienzos, vamos a esparcir el Aloha, estoy harto de estas botellas de plástico”, afirmó el intérprete hawaiano en las imágenes del vídeo antes de proseguir, añadiendo que “tenemos que dejar de usar tenedores de plástico. Toda esa mierda. Seamos mejores protegiendo nuestra tierra y océanos, eliminemos los plásticos desechables de nuestras vidas y nuestros océanos, todas las botellas, bolsas y pertrechos”.

Lo que se sabe es que Momoa volverá a tener pelo largo como villano de “Fast X”, la décima entrega de la saga “Fast and Furious” que llegará a la gran pantalla el 19 de mayo de 2023 y estará protagonizada por Vin Diesel, Michelle Rodriguez, Tyrese Gibson, Chris ‘Ludacris’ Bridges, Brie Larson, Sung Kang y Charlize Theron.

 

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Foto:Cortesía

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Firmado el Manifiesto Azul por Colombia 2030 para cuidar los océanos

El Ministerio de Ambiente y Desarrollo Sostenible, y autoridades regionales y nacionales del sector ambiental, firmaron el Manifiesto Azul por Colombia 2030. Se trata de un documento que contiene recomendaciones para la gestión integral de los mares del país a futuro.

La firma se hizo ayer, en el Día Mundial de los Océanos y al cierre de la II Cumbre del Sistema Nacional Ambiental sobre Océanos, que contó con la participación de la academia, autoridades ambientales, corporaciones autónomas regionales, institutos de investigación, ONG, entre otras entidades, en las instalaciones del Instituto de Investigaciones Marinas y Costeras (Invemar).

 

El Manifiesto Azul por Colombia 2030 propone incrementar en un 300 % el presupuesto asignado a la gestión ambiental marino-costera en Colombia, alcanzar la meta Océanos Saludable Contaminación 0 a 2030, prevenir la contaminación marina proveniente de fuentes terrestres, y otras fuentes, y gestionar adecuadamente la basura marina. Este documento, en aras de ser ajustado, seguirá enriqueciéndose durante 15 días, para luego presentársele el nuevo Gobierno que asumirá el próximo 7 de agosto.

Erick Castro, director de Asuntos Marinos, Costeros y Recursos Acuáticos del Minambiente, explicó que este manifiesto marcará la hoja de ruta de Colombia para los próximos 10 años en relación con los océanos.

“Este importante documento se construyó de manera participativa en esta cumbre. Contiene metas e indicadores medibles de lo que debemos hacer en materia de océanos en diferentes temas, entre estos restauración, gobernanza, contaminación y uso sostenible, y está acorde con el Marco Post 2020 de Biodiversidad, con el cumplimiento del objetivo de desarrollo sostenible 14 sobre los océanos y va en concordancia con la Alianza Global de los Océanos, que hemos suscrito más de 40 países”, dijo Castro.

Son claves para el desarrollo

Según la Organización de las Naciones Unidas (ONU), los mares, océanos y costas poseen los ecosistemas más productivos del planeta, que contribuyen al bienestar de la población mundial mediante el suministro de importantes servicios ecosistémicos que son sustento para poblaciones locales y actividades económicas clave para el desarrollo de los países. Estos ecosistemas contribuyen a la regulación del clima mundial y proporcionan una capacidad de adaptación esencial, entre otros beneficios.

Por su parte, el viceministro de Políticas y Normalización Ambiental, Francisco Cruz, resaltó el trabajo que viene haciendo el país en ampliación de las áreas marinas protegidas.

“Nos reunimos con la Academia de Ciencias, esperamos que nos pueda dar la buena noticia para poder declarar las áreas como la Cordillera Beata y el área de Lomas y Colinas del Pacífico Norte, y llegar a la gran reunión de océanos en Portugal, que es de las más importantes de la última década, y decirle al planeta que aquí nos reunimos en Santa Marta, que aquí estuvimos en la Cumbre de Océanos del SINA y aquí logramos tener los lineamientos para este manifiesto, cuyo propósito es seguir cuidando nuestros océanos”, sostuvo el viceministro Cruz.

Avances con hechos e inversión

 El Minambiente recuerda que en el marco del Convenio sobre la Diversidad Biológica, Colombia se comprometió con la meta 30×30 para proteger el 30 % de su territorio terrestre y marino en 2022, ocho años antes de lo acordado. Esto lo está logrando mediante el establecimiento o ampliación de áreas marinas protegidas y el registro y reconocimiento de Otras Medidas Efectivas de Conservación. Para este fin, entre otros, el Ministerio ha hecho la mayor inversión en investigación marina en la historia del país: más de 14.000 millones de pesos en expediciones científicas en el Caribe y el Pacífico.

 

 

 

¿Por qué contamina tanto el plástico el Medioambiente?

Son miles las toneladas de plástico de diversos tamaños las que contaminan en la actualidad nuestros océanos. Y, tienen un efecto devastador sobre la fauna marina y las aves. El ser humano, al estar en la cúspide de la pirámide trófica, no está exento de los peligros que comporta esta grave contaminación.

Los desperdicios plásticos están provocando una crisis global. La Organización Mundial de la Salud y el Pnuma han declarado conjuntamente que la disrupción endocrina (uno de los efectos del plástico) es una crisis global. Un grupo internacional de científicos ha solicitado que los gobiernos declaren el plástico como residuo peligroso debido a que tarda cientos de años en descomponerse en el medio ambiente. Emplear masivamente un material tan duradero para objetos desechables es un error de consecuencias catastróficas a nivel global.

 

Así sería una casa medioambientalmente amigable

El plástico en el medio ambiente se va fragmentando en trocitos cada vez más diminutos. Que atraen y acumulan sustancias tóxicas
Estos fragmentos contaminan ya todos los mares y costas del planeta. Y están presentes en prácticamente todos los ecosistemas. Los fragmentos de plástico son ingeridos por animales, incluso por seres microscópicos como el plancton, contaminando la cadena alimentaria de la que dependemos.

El reciclaje de los plásticos NO es una solución sostenible

La gran mayoría de los desechos plásticos recogidos para reciclar en realidad son exportados a países pobres, incinerados, convertidos en objetos no reciclables, o arrojados directamente al vertedero. Por eso, la verdadera solución es rechazar el plástico de usar y tirar. Ante este problema se recomienda:

  • Reducir el consumo de plástico
  • Mejorar la gestión del reciclaje, tanto a nivel industrial como individual
  • Gestionar el uso que hacemos a diario del plástico
  • Adoptar un estilo de vida sostenible

¿Cuánto plástico hay en el océano?

Se calcula que entre el 15% y el 40% del plástico producido en el mundo acaba cada año en los mares. El Pnuma pensaba en 2013 que al menos 6,4 millones de toneladas de basura acababa cada año en el mar. Actualmente, son más de 8 millones de toneladas de plástico los que terminan en el mar cada año.

En la próxima década nuestros océanos tendrán alrededor de 1 kilo de plástico por cada 3 kilogramos de pescado.

Resolver el impacto del plástico en el Medioambiente en nuestros océanos requerirá no solo de acuerdos internacionales. También, que todos nosotros apostemos por un estilo de vida sostenible.

El sorprendente efecto del cambio climático sobre los océanos

El cambio climático alterará significativamente la forma en que el sonido viaja bajo el agua, lo que podría afectar los paisajes sonoros naturales y acentuar el ruido generado por el hombre. Según un nuevo estudio global que identificó futuros «puntos críticos acústicos» en los océanos, estos cambios en los paisajes sonoros del océano podrían afectar las actividades esenciales de la vida marina.

En aguas más cálidas, las ondas de sonido se propagan más rápido y duran más antes de desaparecer. «Calculamos los efectos de la temperatura, la profundidad y la salinidad en función de los datos públicos para modelar el paisaje sonoro del futuro», dijo en un comunicado Alice Affatati, investigadora de bioacústica en la Universidad Memorial de Terranova y Labrador en St. John’s, Canadá, y autora principal de el nuevo estudio, publicado en Earth’s Future. Es la primera estimación a escala mundial de la velocidad del sonido del océano vinculada al clima futuro.

 

Dos puntos críticos, en el Mar de Groenlandia y un parche del Océano Atlántico noroccidental al este de Terranova, pueden esperar el mayor cambio a profundidades de 50 y 500 metros, proyecta el nuevo estudio. Es probable que la velocidad promedio del sonido aumente en más del 1,5 %, o aproximadamente 25 metros por segundo estas aguas desde la superficie hasta profundidades de 500 metros, para fines de siglo, dadas las continuas altas emisiones de gases de efecto invernadero.

Las ciudades más contaminadas del mundo

«El mayor impacto se espera en el Ártico, donde ya sabemos que ahora hay una amplificación de los efectos del cambio climático. No todo el Ártico, sino una parte específica donde todos los factores juegan juntos para dar una señal que, según las predicciones del modelo, supera la incertidumbre del propio modelo», dijo el autor Stefano Salon, investigador del Instituto Nacional de Oceanografía y Geofísica Aplicada en Trieste, Italia.

El paisaje sonoro del océano es una cacofonía de vibraciones producidas por organismos vivos, fenómenos naturales como olas y hielo que se rompe, tráfico de barcos y extracción de recursos. La velocidad del sonido a 50 metros de profundidad varía de 1.450 metros por segundo en las regiones polares a 1.520 metros por segundo en aguas ecuatoriales.

Muchos animales marinos utilizan el sonido para comunicarse entre sí y navegar por su mundo submarino. Cambiar la velocidad del sonido puede afectar su capacidad para alimentarse, luchar, encontrar pareja, evitar a los depredadores y migrar, dijeron los autores.

Paisajes sonoros en transformación

Además de los puntos críticos notables alrededor de Groenlandia y en el océano Atlántico noroccidental, el nuevo estudio encontró un aumento del 1 % en la velocidad del sonido, más de 15 metros por segundo, a 50 metros en el mar de Barents, el noroeste del Pacífico y el océano Austral (entre 0 y 70 grados Este), y a 500 metros en el Océano Ártico, Golfo de México y el sur del Mar Caribe.

La temperatura, la presión con el aumento de la profundidad y la salinidad afectan la rapidez y la distancia que viaja el sonido en el agua. En el nuevo estudio, los investigadores se centraron en los puntos críticos donde la señal climática se destacaba claramente de la incertidumbre del modelo y era mayor que la variabilidad estacional.

El nuevo estudio también modeló las vocalizaciones comunes, bajo las condiciones futuras proyectadas, de la ballena franca del Atlántico norte, una especie en peligro crítico de extinción que habita en ambos puntos críticos acústicos del Atlántico norte. Es probable que la «llamada ascendente» típica de las ballenas a 50 hertzios se propague más lejos en un futuro océano más cálido, encontraron los investigadores.

«Elegimos hablar sobre una especie de megafauna, pero muchos niveles tróficos en el océano se ven afectados por el paisaje sonoro o usan el sonido», dijo Affatati. «Todos estos puntos calientes son lugares de gran biodiversidad».

El trabajo futuro combinará el paisaje sonoro global con otros mapas de impactos antropogénicos en los océanos para identificar áreas de factores estresantes combinados o dirigir la investigación observacional necesaria.

«Con problemas complicados como el cambio climático, combinar diferentes enfoques es el camino a seguir», dijo la autora Chiara Scaini, ingeniera ambiental del Instituto Nacional de Oceanografía y Geofísica Aplicada.

¿Por qué dependemos de la biodiversidad?

En un lugar privilegiado en biodiversidad como Colombia, se permite que el turismo científico se armonice también con el ecoturismo. Es una razón mas para considerar a la biodiversidad como la mayor fuente de desarrollo sostenible: una oportunidad que no podemos dejar pasar.

 

‘¿Por qué dependemos de la biodiversidad? La oportunidad que no podemos dejar pasar’ (J.A. Sánchez, 2021, Intermedio Editores/Ediciones Uniandes) es un libro que se construye sobre el lienzo de la biodiversidad como el gran privilegio natural de Colombia y de cómo desaprovecharla es alejar la nación del desarrollo sostenible. Esta columna es la primera de varias en que el autor además de invitar a leer su obra, nos presenta instrumentos adicionales para aprovechar la biodiversidad.

La ciencia, en especial la necesidad de viajar para realizarla, es la mayor motivación del turismo científico. El turismo científico tiene dos vertientes a saber. La primera es aquella en dónde los científicos son los turistas y la segunda donde los turistas son guiados por la ciencia y los científicos. Se dice que los primeros turistas de una región remota, muchas veces inaccesible, son científicos y exploradores que abren las puertas a nueva industria ecoturística de la mano de las comunidades y organizaciones locales [1]. No es un secreto que una de las mayores satisfacciones que tenemos los científicos –cuya investigación incluye un componente de campo– es poder viajar y combinar un poco de contemplación y ocio con la recolección de datos e información.

Haber investigado los octocorales de Cabo Corrientes, Nuquí, Chocó, Colombia [2], nos abrió la oportunidad de conocer la biodiversidad de sus conservadas selvas, avistar las ballenas jorobadas en superficie y escucharlas bajo el agua al bucear, caminar extensas playas solitarias, fundirse en sus aguas termales, así como disfrutar de la culinaria local junto a un riquísimo intercambio cultural con las comunidades chocoanas. Allí, encontramos acomodación local gracias al voz a voz de otros investigadores y asimismo otros investigadores fueron luego tras nuestros pasos. Podemos decir que este tipo de turismo científico es el más común en Colombia, en donde las redes de colegas comparten sus contactos de los guías y alojamiento local. Pero la forma ideal de realizar el turismo científico es cuando esta disponible una estación de campo.

Las estaciones de campo son la situación ideal para el turismo científico, donde se busca el acceso a la biodiversidad local y ecosistemas poco perturbados o visitados. Allí los científicos no solo consiguen acomodarse para pasar una temporada en campo con acceso a la biodiversidad, sino que además tienen laboratorios para el procesamiento de muestras y datos, así como aulas para reuniones y conferencias, además de actividades que contribuyan al intercambio de saberes con las comunidades locales. El caso emblemático en la región es la estación de la Asociación de Estudios Tropicales (OTS por sus siglas en inglés) en Costa Rica, en la cual se reúnen todos los años científicos –profesores y alumnos– de todo el mundo para estudiar la ecología tropical y realizar proyectos en las vecindades de la estación; una actividad que ha posicionado a esta nación como uno de los principales destinos ecoturísticos del trópico [3].

Otra estación de campo que reúne tanto ecosistemas continentales como marinos la instaló el Instituto Smithsonian de asuntos tropicales (STRI por sus siglas en inglés) en la isla de Bocas del Toro, en la costa Caribe de Panamá. Esta estación, ubicada de forma palafita sobre un humedal costero, incluye laboratorios de última generación y sistemas de monitoreo ambiental marino y terrestre en tiempo real. La estación tiene varios tipos de alojamiento dentro del mismo campus, el cual tiene acceso a manglares, pastos marinos, arrecifes coralinos, estuarios, playas y bosques húmedos tropicales a cortas distancias. Sus talleres y cursos liderados por expertos de todo el mundo han contribuido a completar los inventarios de biodiversidad de este enclave de la biodiversidad mesoamericana [4]. El STRI tiene varias estaciones de campo incluyendo la icónica isla de Barro Colorado en el lago Gatún del canal de Panamá. La docencia universitaria hace uso extensivo de estas estaciones de campo para el complemento de clases que incluyen temas de la biodiversidad.

Desde el punto de vista científico las estaciones de campo traen consigo muchos valores agregados entre ellos fomentar el crecimiento de las redes de investigación y un fortalecimiento de la cooperación internacional para el estudio de la biodiversidad.

Gracias a la fidelidad de los científicos que realizan investigaciones en estaciones de campo, sus áreas de influencia se han convertido en los lugares donde la biodiversidad está mejor estudiada y monitoreada. Algunas comunidades forestales y variables ambientales, en las isla de Barro Colorado, tienen más de cien años de datos cuantitativos [5]. Incluso en el campo marino, que lleva un retraso considerable con respecto a la investigación terrestre, se tiene información de más de 50 años de monitoreo de los arrecifes de la isla de Curazao gracias a la estación de campo CARMABI [6]. Los estudios de largo aliento han podido determinar con rigurosidad científica los efectos negativos del cambio climático–el mayor desafío actual de la humanidad–para la biodiversidad continental y marina.

Los países vecinos de Colombia cuentan con buenas estaciones de campo y una tradición sostenida de turismo científico. En Ecuador, por ejemplo, encontramos estaciones como Tiputini Biodiversity Station (TBS), de la Universidad San Francisco de Quito, en el corazón de la Reserva de Biosfera de Yasuní, en la región amazónica; en la costa, está el Centro Nacional de Acuicultura e Investigaciones Marinas (CENAIM), estación de campo de la Escuela Superior Politécnica del Litoral (ESPOL). En esta última, en colaboración con colegas ecuatorianos, logramos extraer el ADN e iniciar la construcción de librerías genómicas el mismo día que colectamos las muestras de candelabros marinos mediante buceo SCUBA justo al frente de la estación en el islote de El Pelado. Incluso Venezuela, antes de su crisis reciente, contaba con estaciones en el archipiélago de los Roques y la isla Margarita (Fundación La Salle), entre otras. En Colombia se han visto truncado los mejores esfuerzos para la permanencia de estaciones de campo, pero tampoco hemos invertido decididamente en estas.

El sistema de Parques Nacionales Naturales de Colombia (PNN) ha sido lo más cercano a una red de estaciones de campo en Colombia. El CIEM (Centro de Investigaciones Ecológicas La Macarena) liderado por la Universidad de los Andes y gracias a la cooperación colombo-japonesa, estableció una estación de campo en cercanías del río Duda, que desde 1989 vino a ser parte del PNN Tinigua [7] y que infortunadamente tuvo que cerrarse por problemas de orden público. Todo el sistema de PNN de una u otra forma alberga investigadores y expediciones científicas. Algunos cuentan con infraestructura y alojamientos como es el caso de la estación Henry Von Prahl en la isla Gorgona [8]. Por algo la llaman la “isla ciencia” con una gran tradición en investigación marina, en dónde se ha podido realizar investigación y monitoreo por más de tres décadas. Incluso en los lugares más remotos del sistema de PNN, como el Santuario de Flora y Fauna-SFF Malpelo, hay visitas constantes de investigadores y se estudia con el apoyo del PNN y la fundación Malpelo. Algunos de nuestros mejores resultados de investigación, gracias las condiciones de conservación y aislamiento de la biodiversidad de la isla Malpelo, además con influencia del fenómeno de El Niño Oscilación Sur, se han realizado gracias a este apoyo interinstitucional [9]. Seguir apoyando a los PNN para que consoliden sus esfuerzos de instalación y mejoramiento de sus estaciones científicas es sin duda una medida tangible hacia la promoción del turismo científico en Colombia.

En la segunda vertiente del turismo científico, donde los turistas, sin ser científicos, tienen una experiencia relacionada con la ciencia y su investigación, tiene un mayor potencial en Colombia. En este turismo guiado por científicos, provee una experiencia de mutuo beneficio. Por ejemplo, los voluntarios para la restauración ecológica de la biodiversidad, como por ejemplo la rehabilitación de fauna, las guarderías coralinas y la reforestación, son un gran apoyo para los científicos y la conservación. Requiere de científicos dispuestos a participar del turismo científico o que puedan beneficiarse del apoyo de turistas voluntarios, muchas veces como parte de expediciones científicas o viajes de exploración. Este tipo de actividad puede llegar a ser masivo, sin dejar de ser sostenible, y es considerada desde sus inicios como un turismo con mínimos impactos adversos sobre el ambiente [10]. Incluso, el avistamiento de especies carismáticas de la biodiversidad, como los tiburones por ejemplo, es reconocido como un elemento que apoya los procesos de conservación en curso [11]. El sentimiento de aportar a la restauración y conservación de ecosistemas amenazados, como los arrecifes coralinos, atrae un creciente numero de turistas y buzos aficionados [12]. Las estaciones científicas en los parques nacionales, o en cualquier tipo de reserva, podrían ampliar su oferta de turismo científico en esa dirección incluyendo nuevos perfiles de turistas atraídos por las actividades científicas o incluso estudiantes de colegios y universidades interesados en una experiencia científica durante sus vacaciones.

Un lugar privilegiado en biodiversidad como Colombia, permite que el turismo científico se armonice con el ecoturismo. En los parques y reservas de Nueva Zelanda existen redes de caminos y refugios–algunos pre-fabricados y transportados en helicópteros–donde los caminantes disfrutan del entorno natural de la isla durante varios días sin encontrar siquiera redes de electricidad. Las famosas “grandes caminatas” deben reservarse muchas veces con varios años de anticipación, debido a la demanda de visitantes de todo el mundo. Muchos de estos recorridos son motivados, no solo por los icónicos paisajes de los fiordos y los Alpes del sur, sino por la biodiversidad única de la isla, en especial de sus plantas y aves. El avistamiento de aves y vida silvestre está en crecimiento en Colombia, gracias a iniciativas como el “Global Big Day”, y su potencial puede ser aún mayor si se recuperan muchos de los caminos que recorren al país. Solamente en la cordillera oriental se conocen en detalle 157 caminos, Boyacá (42 rutas), Cundinamarca (75) y Santander (40), que recorren, cada uno, un promedio de 15 km y se pueden recorrer en un solo día, iniciando y terminando en lugares con acceso a transporte terrestre. Estos caminos en su mayoría van por caminos reales, con empedrados antiguos, atravesando bosques, páramos, humedales y enclaves rurales, afortunadamente documentados en las “Rutas camineras de Colombia” [13–15]. Esto demuestra el enorme potencial de la biodiversidad de Colombia, incluso con infraestructura existente, para que el turismo guiado por la ciencia se convierta en una fuente de empleo y sostenibilidad en todas las regiones de Colombia.

Esta nota no pretende ser una investigación exhaustiva del turismo científico en Colombia, pero si podemos decir que los casos mencionados muestran el enorme potencial de esta actividad. La biodiversidad es el gran privilegio natural de esta nación y el turismo científico es otro instrumento para su aprovechamiento. Es una razón mas para considerar a la biodiversidad como la mayor fuente de desarrollo sostenible: una oportunidad que no podemos dejar pasar.

@biommar

Referencias citadas

  1. Slocum SL, Kline C, Holden A, editors. 2015 Scientific Tourism: researchers as travellers. Oxon, UK: Routledge.
  2. Sánchez JA, Ballesteros D. 2014 The invasive snowflake coral (Carijoa riisei) in the Tropical Eastern Pacific, Colombia. Revista de Biología Tropical 62, 197–207.
  3. Laarman JG, Perdue RR. 1989 Science tourism in Costa Rica. Annals of Tourism Research 16, 205–215. (doi:10.1016/0160-7383(89)90068-6)
  4. Collin R, Díaz MC, Noremburg J, Rocha RM, Sánchez JA, Schulze A, Schwartz M, Valdéz A. 2005 Photographic identification guide to some common marine invertebrates of Bocas del Toro, Panamá. Caribbean Journal of Science 41, 638–707.
  5. Windsor DM. 1990 Climate and Moisture Variability in a Tropical Forest: Long-term Records from Barro Colorado Island, Panama. Smithsonian Contributions to Earth Sciences 29, 1–145.
  6. Bak RP, Nieuwland G, Meesters EH. 2005 Coral reef crisis in deep and shallow reefs: 30 years of constancy and change in reefs of Curacao and Bonaire. Coral reefs 24, 475–479.
  7. Stevenson PR, Suescún M, Quiñones MJ. 2004 Characterization of forest types at the CIEM, Tinigua Park, Colombia. Field Studies of Fauna and Flora La Macarena Colombia 14, 1–20.
  8. Giraldo A, Diazgranados MC, Gutiérez-Landázuri CF. 2014 Isla Gorgona, enclave estratégico para los esfuerzos de conservación en el Pacífico Oriental Tropical. Revista de Biología Tropical 62, 1–12.
  9. Quintanilla E, Ramírez-Portilla C, Adu-Oppong B, Walljasper G, Glaeser SP, Wilke T, Muñoz AR, Sánchez JA. 2018 Local confinement of disease-related microbiome facilitates recovery of gorgonian sea fans from necrotic-patch disease. Scientific Reports 8, 14636. (doi:10.1038/s41598-018-33007-8)
  10. Ilyina L, Mieczkowski Z. 1992 Developing scientific tourism in Russia. Tourism management 13, 327–331.
  11. Gonzáles-Mantilla PG, Gallagher AJ, León CJ, Vianna GMS. 2021 Challenges and conservation potential of shark-diving tourism in the Macaronesian archipelagos. Marine Policy 131, 104632. (doi:10.1016/j.marpol.2021.104632)
  12. Prideaux B, Pabel A. 2018 Coral reefs: Tourism, conservation and management. Routledge.
  13. Delgado C. 1996 Rutas camineras de Colombia: Cundinamarca. Corporación Nacional de Turismo.
  14. Muñoz de Sánchez N. 1996 Rutas camineras de Colombia: Boyacá. Corporación Nacional de Turismo.
  15. Ortiz G. 1996 Rutas camineras de Colombia: Santander. Corporación Nacional de Turismo.