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Confidencial Noticias 2025

Etiqueta: Opinión

La movilización es un derecho

Es asombroso observar cómo nuestro país, en medio de esta polarización, intenta confundir y estigmatizar un derecho fundamental como lo es la libre expresión. Desafiar al presidente, desacatar sus normas o enviar mensajes que desincentiven la participación en una marcha no solo es incorrecto, sino que también supone una forma de violencia laboral y estigmatización inaceptable.

No podemos ignorar la cantidad de bloqueos administrativos y las mayorías en el Congreso que buscan hundir todo lo que realmente hemos estado luchando por alcanzar. Voceros como Gustavo Petro, quien se formó en el M19, son prueba de que el cambio es posible, pero requiere valentía.

 

Esperamos ver en las calles a miles de personas: a quienes tienen empleo y a quienes no, a los contratistas, a aquellos que enfrentan requisitos absurdos para cualquier servicio, a los vendedores informales, a los pueblos indígenas, a la comunidad Romani, a las personas con discapacidad, a la población LGBTIQ+, a quienes cuidan y protegen a los animales, a abogados, bomberos, ingenieros, economistas, personal de salud, educadores, artistas, campesinos, migrantes, empresarios, taxistas, administradores de empresas, y a todos aquellos que defienden el agua y la naturaleza. Esta marcha es de todos y cada uno de nosotros.

Porque esta marcha tiene que ver con nuestra cotidianidad, con nuestras frustraciones y con ese peso que nunca parece alcanzar. Tiene que ver con el trabajo que queda lejos de casa y con el tiempo que perdemos en el camino. Tiene que ver con nuestro bienestar y con la calidad de vida que merecemos.

Grandes líderes de América reconocen el esfuerzo de Gustavo Petro para que su gobierno no sea solo un continuismo acomodado, sino el verdadero inicio del cambio. Entre ellos, la presidenta de México, Claudia Sheinbaum Pardo; el expresidente de Uruguay, José Mujica; el presidente de Brasil, Lula Da Silva; el presidente de Chile, Gabriel Boric; el expresidente de Bolivia, Evo Morales; la expresidenta Michelle Bachelet, y muchos otros a nivel mundial.

Esta manifestación debe ser un carnaval de alegría y de colores, un espacio donde expresemos con felicidad nuestros reclamos. Cuidemos el patrimonio y el mobiliario público, que son de todos y todas. Y que la única consigna sea esta:

¡El pueblo manda! ¡Vamos, pueblo, a la calle! ¡Vamos a luchar! ¡A vencer! ¡Es por el poder!

Marcela Clavijo

La marcha popular, una ironía

Muy nostálgico resulta que, en pleno siglo XXI, Colombia siga atrapada en un debate  sacado de un capítulo de historia del siglo XIX. Las marchas populares, las reformas petristas, la oposición uribista y las eternas luchas entre derechas e izquierdas nos transportan a un pasado que, aunque debería ser lejano, sigue muy presente. Mientras el mundo avanza hacia la inteligencia artificial, la exploración espacial y la economía digital, nuestra dirigencia sigue enfrascada en las mismas ideas que surgieron cuando las máquinas de vapor eran lo más innovador del momento en plena Revolución Industrial, ese fenómeno que comenzó en Gran Bretaña a finales del siglo XVIII y que, al parecer, nos dejó un legado dogmático tan pesado como una locomotora. Karl Marx, nunca se imaginaría que su Manifiesto Comunista de 1848 y El Capital de 1867, dos siglos después, seguiría vigente en los discursos políticos colombianos.

Es casi inverosímil que la reforma laboral petrista, con su propuesta de limitar la jornada laboral a las 6:00 p.m. e incluir recargos por horas extras, pretenda revivir las luchas del proletariado de Karl Marx en pleno siglo XXI. Mientras el presidente aboga por derechos laborales sacados de los sindicatos de la Revolución Industrial, ignora por completo a los futuros desempleados que dejará la actual Revolución Tecnológica. En un mundo donde la inteligencia artificial, los creadores de contenido  y la automatización desplazan empleos a velocidad vertiginosa, discutir si el día termina a las 6:00 p.m. suena más a nostalgia decimonónica que a una solución real para los desafíos del presente. ¿De qué sirve proteger las horas extras si no hay trabajo para millones que serán reemplazados por el robot y el software? Parece que, mientras el siglo XXI avanza, Petro sigue atrapado en las luchas del XIX, dejando fuera de la ecuación a quienes más lo necesitarán en la era digital.

 

Como respuesta encontramos que vuelve el realismo mágico presidencial para convocar al pueblo a una consulta popular y seguir debatiendo si la riqueza debe crearse primero y redistribuirse después. Aunque no todo es tan sencillo en esta aventura histórica, dicha consulta popular petrista es otro capítulo de esta novela decimonónica que parece no tener fin. Recordemos que Uribe intentó su referendo en 2003, Santos su plebiscito de paz, y Claudia López su fallida consulta anticorrupción. Ahora Petro intenta sumarse a esta tradición de mecanismos de participación ciudadana que, aunque bienintencionados, suelen chocar con la realidad de un umbral difícil de alcanzar. ¿No es acaso irónico que, en un país donde la participación electoral suele ser baja, se exija que más de 13 millones de personas salgan a votar para que una consulta tenga efectos?.

Mientras tanto, la oposición se frota las manos, esperando que Petro no alcance el umbral necesario, como lo dijo el expresidente Iván Duque: “Demostrémosles que no van a ser capaces de usarnos como idiotas útiles”. Qué ironía, un gobierno que busca más participación ciudadana se enfrenta a una oposición que, en lugar de debatir las ideas, prefiere que la gente no vote, de la misma forma que la oposición le archivó al presidente su reforma laboral sin debatirla, demostrando que las derechas e izquierdas se cortan con la misma tijera. Por un lado, el gobierno Petro se ahoga en el pantano legislativo, incapaz de sacar adelante su reforma laboral, que, por su aroma a siglo XIX, parece más un guion de telenovela histórica que una política laboral. Por otro lado, la comisión séptima del Senado, con su brillante idea de archivar el proyecto, le dio la “Papayita” al presidente para lo que realmente le importa: la campaña del 2026, y  se convierta, una vez más, en el protagonista de su propia novela.

Así, con la excusa de defender los derechos de los trabajadores y de paso su propia agenda, Petro convocó a marchas por todo el país para este 18 de marzo de 2025 amparado en la declaratoria de un día cívico (como lo hizo para su cumpleaños y el del M-19). Es irónico que, después de meses de no lograr mover ni una coma en el Legislativo, ahora sí tenga el poder de sacar a las calles todo su electorado? Parece que, en este juego de ajedrez político, el jaque mate no lo da la reforma, sino la movilización popular como un reflejo de que, aunque hayamos entrado al siglo XXI, nuestras ideas políticas siguen ancladas en el siglo XIX. Mientras tanto, seguiremos viendo este realismo mágico, cuando el mundo sigue avanzando y Colombia marcha, irónicamente, hacia otros cien años de soledad.

Luis Fernando Ulloa

Talibán ambiental

Hemos visto a varios líderes de la región utilizar mecanismos democráticos para acabar con la democracia. En la oposición, defienden derechos que, una vez en el gobierno, encuentran inconvenientes. Así ocurre con el ordenamiento del territorio, ahora el Min Ambiente quiere imponer su voluntad en Cundinamarca y Bogotá declarando reserva agrícola toda la sabana rural por la puerta de atrás. Basándose en un documento con sesgo ideológico y sin rigor técnico, pretende imponer la tesis del decrecimiento económico. Esperamos que la nueva Min Ambiente corrija este error, que este atropello, no sea más que una maniobra fallida para fortalecer la aspiración de la saliente ministra a la alcaldía de Bogotá.

Efectivamente, la Ley 388 establece que al ordenar el territorio se debe tener en cuenta variables determinantes de interés nacional como infraestructura, servicios públicos, conservación ambiental, y el riesgo no mitigable. En el reciente Plan Nacional de Desarrollo se añadieron nuevos criterios, como el patrimonio cultural, vías ferroviarias y seguridad alimentaria. Bajo este pretexto, el Min Ambiente se tomo atribuciones propias de Min Agricultura y Min Vivienda, argumentando inseguridad alimentaria en Bogotá para indirectamente reglamentar los POTs y licencias ambientales en Cundinamarca/Bogotá.

 

Nota recomendada: Director de la CAR Cundinamarca invita a Bogotá y Nación a encontrar una tercera vía para la Sabana

Más allá de regular sobre temas ampliamente ya consensuados, este documento presenta serios vacíos técnicos y espíritu activista. Por ejemplo, al decretar la protección de humedales, no distingue los de mayor importancia. Adicionalmente, emplea una escala cartográfica de 1:100000, lo que puede generar errores de delimitación de hasta un kilómetro. Para un ordenamiento territorial preciso, la escala adecuada es 1:2000. En el caso de Bogotá, esto podría afectar el humedal Juan Amarillo, ubicado entre Suba y Engativá, dos localidades cuya población equivale a la de Cali.

El borrador de resolución elimina el concepto de mitigación de la política de riesgos. En este caso, utilizando la escala de 1:25000 determina que todas las zonas de amenaza, aun sin estudios de detalle quedan restringidas. Lo que ocurre usualmente es que la zona de riesgo se delimita a 1:2000 y solo si no se puede mitigar, se declara de protección por el riesgo. Con esta lógica en un país de cordilleras ni Medellín, ni Pereira, ni Manizales serian viables como asentamientos.

Nota recomendada: Minambiente da a conocer lo que serían las líneas para el ordenamiento de la Sabana de Bogotá

Lo mas extraño de esta nueva regulación es la determinación que toda la ruralidad de La Sabana de Bogotá debe ser una reserva agrícola. En esta locura se inhabilita la posibilidad de nuevas zonas de expansión o vivienda rural, las edificaciones como colegios o puestos de salud en la ruralidad, la construcción de vías terciarias, entre muchas. Esto lo logra modificando el Decreto 3600 para darle jerarquía no solo a las zonas con alto potencial agrícola sino cualquier terreno que pueda sostener agricultura.

 Esta medida desconoce que Bogotá lleva más de un siglo “importando” alimentos de otros departamentos y que la verdadera clave para la seguridad alimentaria del país no está en solo ampliar tierras de cultivo, sino en fortalecer el almacenamiento, transporte, y cadena de frio. Sería más útil mejorar la vía al llano que forzar este desastre regulatorio. Si a Bogotá pueden imponerle la tesis de decrecimiento, cualquier región del país es vulnerable.

Simón Gaviria Muñoz

Pesimismo vital

Leo cada semana algunos de los extractos de las cartas al director de cierto periódico progresista; una joven de 27 años que no puede independizarse, otra que estudia y no le alcanza para el alquiler ni siquiera compartido, otra a la que se le va la vida haciendo scroll, otra que cree que el amor es que vayan a buscarte a la salida del trabajo otra joven que tiene un tic y un trabajo precario, del que no se puede quejar… todas tienen un nexo, destilan pesimismo.

Sospecho que el periódico en cuestión es pesimista, como buen periódico progresista que también lo es, pero me sorprende que el ambiente de mis redes viralice estos  extractos y me hace pensar que hay muchos amigos y conocidos sumidos en esa nube gris de la negatividad. Claro que por otro lado no me extraña, tanto amenazar, tanto infundir miedo, tanto querer controlar.. . Los gobiernos progresistas que nos “lideran” nos conducen a un pesimismo vital y es cierto que esas cartas encierran en parte algo de razón, aunque les falta falta optimismo y les sobra mucha idealización. 

 

El optimismo se gana cambiando el enfoque de la mirada, agradeciendo lo que sí se tiene y no dando importancia a lo que nos falta. Es un ejercicio contínuo, que ha de entrenarse constantemente. Pues la inercia hoy es la queja.

Nota recomendada: Hazte la dura

La idealización,  es como todo; en nuestra cabeza siempre la vida suena mejor, se ve mejor, y se soluciona más rápido. Cuando uno es niño le gusta la vida de joven, al joven sueña con la vida de adulto y cuando la alcanza, llora como niño porque como todo, no nos gusta ser adultos, sino la idea de serlo y eso amigos, es el pesimismo: quedarse en lo ideal, cuando lo que toca es vivir la realidad, esa que a pesar de todo se puede mirar desde muchas perspectivas, elegir la más alegre o la más pesimista solo depende de uno mismo.

Almudena González

Crueles intenciones

En diferentes ocasiones me di a la tarea de ver y escuchar las noticias que hacían ver que los estudiantes del Servicio Nacional de Aprendizaje (Sena) se les estaría manipulando para que apoyen el proyecto de reforma laboral presentado por el Gobierno Nacional a consideración del Congreso de la República y que hoy se encuentra a punto de hundirse en la Comisión Séptima del Senado de la República.

Estas noticias daban a entender que los jóvenes que cursan diferentes estudios técnicos o tecnológicos estaban asistiendo a estas manifestaciones como una especie de gancho ciegos para presionar a los senadores de la Comisión Séptima del Senado donde se encuentra el debate de la reforma laboral.

 

Me sorprendió ver como mis colegas subestiman a unos jóvenes a quienes lo primero que se les enseña en el Sena es lo que significa el Contrato de Aprendizaje, lo que este contiene y su alcance, que es la razón por la cual ellos hicieron parte de la manifestación durante los días pasados.

Otra cosa es que ellos no sepan explicarlo ante un micrófono y una cámara de un noticiero porque no están formados para esto o porque no les gusta o les da pánico. No todas las personas cuentan con esa facultad, mucho menos unos jóvenes, en su mayoría estratos 1, 2 y 3 que ven en el Sena su única oportunidad para salir adelante.

Tener menos de 25 años no convierte a estas personas en un grupo de seres ingenuos que se dejan llevar por lo primero que le van diciendo. Por supuesto que ellos defienden su contrato de aprendizaje y están dando la lucha porque este quede en el 100% del salario mínimo como estaba antes de que, al entonces presidente, Álvaro Uribe Vélez, se le ocurriera la idea de reducirlo al 75% con la venia de senadores y representantes que apoyaron su gobierno.

Esta es la razón por la que ellos hacen parte de las manifestaciones que piden al Congreso de la República discutir y aprobar la reforma laboral, porque lo concerniente al Contrato de Aprendizaje es algo que los beneficia y en el cual tienen puestas sus esperanzas para ingresar a una etapa productiva como debe ser.

A veces me pregunto, a quienes o a que se les hace el juego con la intención de estas noticias y que al único que hacen daño es al periodismo porque le resta credibilidad en el público espectador.

Sí hablamos de manipulación de jóvenes, incluso menores de edad, ¿por qué no dicen lo mismo cuando los movimientos cristianos salen con niños y adolescentes a protestar por las políticas públicas que favorecen a la población LGBTI? ahí sí, calladitos todos.

Óscar Sevillano

Consulta popular: el grito del pueblo ante el bloqueo legislativo

Con la Comisión Séptima del Senado de la República, toda Colombia está sujeta a la tiranía de unos pocos. Ocho senadores han considerado que están por encima de la voluntad popular y le han cerrado la puerta al país de poder dar las discusiones que este ha reclamado. Ocho senadores que han actuado en línea con los grandes poderes económicos para bloquear en vez de construir, para negar el rol fundamental que tiene el Congreso como espacio de deliberación mediante la radicación de una propuesta de archivo que busca acabar de tajo con la esperanza de las trabajadoras y trabajadores de Colombia de unas condiciones laborales justas.

En este complejo escenario es que aparece la consulta popular como el mecanismo constitucional y legal con el cual se pronunciará el mandato popular frente a qué es lo que desea para el pueblo, o sea, para sí mismo. Si ocho personas creen estar por encima de los 14 millones que en las urnas exigieron a sus gobernantes un cambio,

 

está en la obligación el poder popular de volver a dejar claras sus exigencias, de manifestar que el voto de ocho no está por encima del voto de millones.

Se les olvida a los Senadores que con la Constitución Política de 1991 pasamos de una democracia representativa a una democracia participativa, tal como lo ha dejado claro en múltiples pronunciamientos la Corte Constitucional. En una democracia participativa el rol de la ciudadanía no se reduce a depositar un voto para elegir a un candidato, ni se vuelven los candidatos electos los dueños absolutos del ejercicio democrático, sino que se espera que los ciudadanos tengan una injerencia directa en su destino.

Esta es la consulta popular, uno de los mecanismos de participación del pueblo en ejercicio de su soberanía previsto por nuestra Carta Magna en su artículo 103 y reglamentada mediante la Ley 134 de 1994 y la Ley 1757 de 2015. El marco normativo establece que la consulta popular sobre asuntos de carácter nacional podrá ser convocada por el Presidente de la República, en la cual se deben hacer preguntas redactadas de forma clara cuya respuesta pueda ser “SÍ” o “NO”.

O sea, el Presidente le preguntará a las colombianas y los colombianos si quieren o no que la noche empiece a las siete y no a las nueve en lo referente al pago de horas extras, si quieren o no que quienes sean padres tengan derecho a una licencia que les permita poder pasar un poco más de tiempo con sus hijos, si quieren o no que los jóvenes del SENA que están trabajando en una empresa se les pueda pagar mejor.

Para que la consulta sea una realidad se necesita que participen más de 13 millones de personas y que la mitad más uno de los participantes respondan afirmativamente las preguntas realizadas. Si esto se da, la Ley determina que la decisión tomada por el pueblo mediante la consulta es obligatoria y el órgano correspondiente deberá adoptar las medidas necesarias para hacerla efectiva. Si esto requiere una Ley, el Congreso deberá tramitarla en el mismo período de sesiones de la consulta o el siguiente.

Con la consulta se previene que por la postura antidemocrática de ocho se le niegue al resto de congresistas la posibilidad del debate. Se le recuerda además al Congreso que la democracia no se agota el día que los eligen, que el pueblo tiene mecanismos varios para presionarnos a cumplir con nuestra principal obligación, que es la de debatir. Y, se valida que la agenda de discusión no es manejada por los congresistas o por el Gobierno, sino que es el mismo pueblo el que decide qué es lo que quiere que sus gobernantes definan.

Alejandro Toro

A propósito de un exabrupto

La Superintendencia de servicios públicos viene dando palos de ciego, tomando decisiones que lejos de disipar y conjurar los riesgos que afronta la prestación de los servicios públicos, en particular el de energía eléctrica, más bien los está exacerbando. Y lo que es más grave está extralimitándose en sus funciones. Como se recordará, el pasado 13 de diciembre emitió la Circular 20241000001314, mediante la cual se “prohíbe dar inicio o continuar  con el procedimiento de limitación de suministro cuando la Superintendencia de Servicios Públicos haya tomado posesión de la empresa morosa”. Dicha disposición tiene nombre propio, la empresa Air – e, que le presta el servicio de energía a los departamentos del Atlántico, Magdalena y La Guajira, pero tiene dos problemas, uno legal y otro de inconveniencia.

En cuanto a su legalidad, a diferencia de las otras superintendencias, la de industria y comercio, la financiera, la de sociedades, la de puertos y la de economía solidaria, cuyas actuaciones se pueden dar a través de circulares, a la de servicios públicos no le es dable hacerlo. Además, con esta Circular se ha dado por parte de la Superintendencia de servicios públicos una pésima señal, ya que al prohibir poner en práctica la limitación de suministro, que está reglada por la Resolución de la CREG 116 de 1998 y se aplica cuando un agente, en este caso la empresa intervenida deja de cumplir con sus obligaciones de pago, particularmente la energía contratada con los generadores. Ello es una flagrante violación a la misma, pues la contraviene y transgrede.

 

El mensaje de la Superintendencia es que así no pague Air – e la energía contratada con los generadores, estos se obligan a seguir despachándosela, poniéndolas en aprietos, pues ellas a su vez tienen sus obligaciones que cumplir con sus proveedores, lo cual puede llevar al temido efecto dominó, comprometiendo de paso la continuidad de la prestación del servicio de energía. Y, de paso, esta medida tan atrabiliaria como desaforrada puede llegar a inducir a un riesgo moral, ya que la intervención de las empresas se torna en el expediente para que las empresas dejen de honrar sus compromisos con sus propios proveedores. Y claro, en tales condiciones, ninguna empresa generadora se anima a contratar la venta de energía a Air – e a sabiendas de que no le van a pagar. Ahora, en su más reciente pronunciamiento, el 14 de los corrientes, la Superintendencia conmina a las empresas generadoras a suministrar la energía a la empresa intervenida aduciendo que según el artículo  6 de la Ley 143 de 1994 establece que “el servicio se deberá prestar aún en casos de quiebra, liquidación, intervención, sustitución o terminación de contratos de las empresas responsables del mismo, sin interrupciones diferentes a las programadas por razones técnicas, fuerza mayor, caso fortuito o por las sanciones impuestas al usuario por el incumplimiento de sus obligaciones”.

Pero se equivoca, porque “el servicio se deberá prestar” por parte de “las empresas responsables del mismo”, que no son las generadoras sino las operadoras de red, en este caso Air – e y la responsable por su cumplimiento es la Superintendencia que tomó posesión de la misma en septiembre del año anterior y la administra a través de su agente interventora. Para ello dispone de un Fondo empresarial, del cual debe echar mano para solventarla, darle liquidez y así superar las causales de su intervención. En este contexto, tan requerimiento a las empresas generadoras es un exabrupto que no tiene ni pies ni cabeza.

Adicionalmente, refiriéndose a las empresas generadoras y transportadoras de la energía, apela al principio de la solidaridad “estipulado en la Ley 142 de 1994, la que regula los servicios públicos domiciliarios”, para manifestar que “se espera que estas empresas cobren sus servicios de generación y transporte a un precio máximo que no supere la condición de costo-eficiencia”. Y, de esta manera “garantizar la continuidad del servicio y reducir las tarifas para los usuarios de la región”.

Pero, resulta que la Superintendencia está trayendo este principio de los cabellos, porque lo que estipula textualmente dicha Ley en su artículo 87.3 es que “por solidaridad y redistribución  se entiende que al poner en práctica el régimen tarifario se adoptarán medidas para asignar recursos a ´fondos de solidaridad y redistribución´ para que los usuarios de los estratos altos y los usuarios comerciales e industriales, ayuden a los usuarios de estratos bajos a pagar las tarifas de los servicios que cubran sus necesidades básicas”. Este es el fundamento de los subsidios a los estratos 1, 2 y 3 que le adeuda la Nación a las empresas que prestan el servicio, que frisan los $3 billones, sin que la Superintendencia, que fue creada para proteger y defender a los usuarios, sobre todo a los más vulnerables, se inmute.

La Superintendencia, además, le hace un llamado a las empresas generadoras AES Colombia, Celsia Colombia, Enel Colombia, EPM, ISAGEN e ISA INTERCOLOMBIA, “a suministrar a precios costo-eficientes la energía y la transmisión de energía que requiere Air-e para reemplazar el suministro de alto costo, hasta tanto la compañía sea estabilizada y pueda desarrollar su objeto social de manera adecuada”. Lo que dice la Ley de servicios públicos al respecto en sus artículo 73 es que es la CREG, no la Superintendencia, la que debe velar y propender porque las operaciones de las empresas sean “económicamente eficientes, ni impliquen abusos de posición dominante y produzcan servicios de calidad”. Así de clara es la norma. Y también advierte en su artículo 87.7 que “las tarifas económicamente eficientes se definirán tomando en cuenta la suficiencia financiera” por parte de las empresas.

De modo que “suministrar a precios costo-eficientes la energía y la transmisión de energíaes una obligación legal por parte de las generadoras, no una “colaboración” dizque “para garantizar la continuidad del servicio y reducir las tarifas para los usuarios de la región”, que es como lo plantea la Superintendencia. Y si no cumplen con el mandato de la Ley, para eso están tanto la Superintendencia de Industria y comercio como la de servicios públicos, para que en ejercicio de su función de vigilancia y control, que les caiga todo el peso de la Ley y el condigno castigo.

Lo que más preocupa del Comunicado de la Superintendencia es que cuando afirma que con esta medida “busca mitigar el riesgo de una posible interrupción del servicio, mientras Air-e trabaja en su estabilización y en el restablecimiento de su capacidad operativa”, muestra su impotencia ante una realidad que se le sale de sus manos. Esta, entonces, es una especie de S.O.S, con el que se trata de descargar la responsabilidad de evitar el temido apagón en la región Caribe en las empresas generadoras, cuando su responsabilidad al intervenirla del “restablecimiento de su capacidad operativa” es suya, de nadie más.

Amylkar Acosta

Sin coordinación no lograremos ordenar ambientalmente sostenible la Sabana de Bogotá

La Sabana de Bogotá es un paisaje de cerros, ríos, valles, bosques, humedales y páramos; pero también es el hogar de más de 500 mil personas, el motor de una región que necesita equilibrio entre sostenibilidad y progreso. Pero hoy, su futuro podría estar en riesgo. El Ministerio de Ambiente expidió un proyecto de resolución para el ordenamiento ambiental de la Sabana, sin coordinación, sin diálogo y sin respeto por la autonomía territorial de los municipios que la componen, del Distrito Capital y del Departamento de Cundinamarca.

Resulta paradójico que un Gobierno que hizo campaña con las banderas del cambio y de la gente, este tratando de imponer un ordenamiento ambiental casi a la fuerza que, si bien es necesario, para que realmente funcione necesita de la participación de las autoridades que representan los intereses de la región. Pero el Gobierno del cambio lo que está haciendo es dejar a Bogotá y la Sabana sin la posibilidad de desarrollo sostenible, con un documento que no tiene en cuenta la realidad y los intereses de quienes se verían afectados con su contenido. No se dejen engañar: a punta de labia no se recuperan ecosistemas. Se necesitan hechos, acciones, coordinación, armonía y planificación.

 

Aunque el Ministerio de Ambiente tiene la función de establecer lineamientos para el ordenamiento ambiental de la Sabana de Bogotá, debe hacerlo en coordinación con los municipios, el Distrito Capital y el Departamento de Cundinamarca, tal como lo establece la Constitución, la Ley 99 de 1993, la Ley 489 de 1998 y el actual Plan Nacional de Desarrollo. El principio de coordinación y colaboración administrativa exige que las autoridades trabajen en armonía para cumplir los fines del Estado, lo que no ha ocurrido en este caso. La Administración Distrital ha intentado dialogar con el Gobierno Nacional durante meses, sin éxito. ¿Cómo proteger el ambiente y asegurar el desarrollo sostenible de una región, si las autoridades que representan sus intereses no participan en su ejecución? ¡Claro! Colombia es una República unitaria, pero descentralizada y con autonomía de sus entidades territoriales, y hay que respetarlas. 

Este proyecto de resolución, en su estado actual, pone en vilo el futuro de la región al bloquear proyectos estratégicos de infraestructura, ambiente, transporte y vivienda. De aprobarse, quedarían en el limbo proyectos clave como las Líneas 1 y 2 del Metro, los Regiotram del Norte y Occidente, el Cable San Rafael, la ampliación del Aeropuerto El Dorado, la ALO, el Embalse de Chuza, el Embalse La Regadera, más de 124.000 unidades de vivienda y 138 barrios ya existentes que ahora estarían en zonas “protegidas”. ¿Cómo se puede hablar de desarrollo sostenible si se detienen proyectos esenciales para el ambiente, la conectividad, la movilidad y el acceso a vivienda? Proteger el ambiente no puede significar paralizar el desarrollo de la región ni afectar la calidad de vida de sus habitantes.

Para vivir en una ciudad que proteja las riquezas naturales y se conecte mejor con la Sabana, necesitamos obras fundamentales para asegurar y sanear el Río Bogotá, como la Planta de Tratamiento de Aguas Residuales (PTAR) Canoas que tratará el 70% de las aguas residuales de Bogotá y el 100% de las de Soacha; y la ampliación de la PTAR Salitre que actualmente trata el 30% de las aguas residuales de Bogotá. Estos proyectos son esenciales para asegurar los derechos que tienen los habitantes de la Capital y de los municipios de la Sabana de Bogotá al agua, al saneamiento básico y a gozar de un ambiente sano. Lamentablemente, con el proyecto de resolución estarían en riesgo, ya que parte de los predios afectados a la operación de la PTAR Salitre y los destinados a la PTAR Canoas estarían clasificados como humedales. Esto afectaría la capacidad que tienen las PTAR Salitre y Canoas de tratar las aguas residuales de Bogotá y de los municipios que hacen parte de la cuenca del Río Bogotá.

Tampoco podemos olvidar que la PTAR Canoas y la ampliación de la PTAR Salitre provienen de una orden judicial ¾sentencia del 28 de marzo de 2014 del Consejo de Estado¾, en la cual se determinó que la descontaminación del Río Bogotá en la cuenca media se desarrollará a través de dos proyectos. Por un lado, la ampliación de la PTAR Salitre en caudal y capacidad de tratamiento y, por otro lado, la construcción de la PTAR Canoas aguas abajo de la desembocadura del Río Tunjuelo sobre el Río Bogotá. Por eso, la clasificación como humedales de una parte de los predios de la PTAR Canoas y la PTAR Salitre lo único que evidencian es una falta de articulación entre el proyecto de resolución y las ordenes de la sentencia del Consejo de Estado, que podrían llevar a un fraude a resolución judicial e, incluso, a un detrimento patrimonial. Solo por dar un ejemplo, ¿qué pasaría con los recursos invertidos en la compra del predio donde se desarrollaría la PTAR Canoas? No desconocemos la necesidad de ordenar ambientalmente la Sabana, pero esta debe realizarse de forma coordinada con los proyectos que ya están en marcha y, que justamente, buscan recuperar el Río Bogotá. 

El supuesto ambientalismo del Gobierno es improvisación y carreta. Asegurar el futuro de Bogotá y la Sabana implica coordinación, planificación y decisiones basadas en la realidad y la evidencia. Por eso, hace unos días dejamos a un lado nuestras diferencias partidistas, y nos juntamos con concejales de todos los sectores, como Julián Rodríguez Sastoque del Partido Verde y Daniel Briceño Montes del Partido Centro Democrático, entre muchos otros, para rechazar esta imposición y ataque del Gobierno Nacional a Bogotá. Desde el Concejo, trabajamos en conjunto con la Administración Distrital para viabilizar los proyectos que realmente protegen el ambiente y mejoran la calidad de vida de las personas.

Celebramos que, el viernes 14 de marzo, el Tribunal Administrativo de Cundinamarca decretó como medida cautelar provisional el reinicio y agotamiento de las etapas del trámite de la resolución que ordenaría ambientalmente la Sabana de Bogotá. El Tribunal ordenó que los documentos y pruebas que fueron practicadas por el Ministerio de Ambiente, sean sometidas ante los sujetos y las entidades estatales que no fueron oídas y no tuvieron la oportunidad de controvertirlos. Esta decisión lo que demuestra en la elaboración del proyecto de resolución, es una clara ausencia de coordinación y armonización entre el Gobierno Nacional y las entidades territoriales que componen la Sabana de Bogotá, poniendo en riesgo el desarrollo sostenible de la región.  

En un Estado social de derecho, como el nuestro, en donde uno de sus fines es facilitar la participación de todos en las decisiones que nos afectan, es indispensable que en la construcción de las normas ambientales participen las autoridades competentes que representan nuestros intereses. La supuesta protección ambiental sin coordinación ni planeación no puede ser excusa para frenar el desarrollo sostenible ni para ignorar el ordenamiento jurídico. Necesitamos decisiones serias, no discursos ni imposiciones disfrazadas de normas técnicas.

Juan David Quintero

Con el agua al cuello

El norte de Bogotá sigue bajo el agua y la mala noticia es que no dejará de ser así hasta que se realicen las obras necesarias para elevar la autopista Norte. El megaproyecto está estancado y la responsabilidad recae sobre el Gobierno Nacional.

Aunque quieran negarlo, ha sido la negligencia del petrismo la causante de que miles de personas en el norte y en la Sabana tengan que padecer por la falta de infraestructura y aquí lo explicaré.

 

Desde su llegada al poder, Gustavo Petro ha sido más que un palo en la rueda para Bogotá, secundado por quien fuera su ministra de Ambiente, Susana Muhamad. El fanatismo ambiental de este par es el que llevó a la parálisis de la obra Accesos Norte II que permitiría ampliar la avenida carrera Séptima y la autopista Norte en las salidas y entradas de la capital del país.

Resulta que al petrismo no le bastó con bloquear las licencias ambientales para la mencionada obra, sino que el gobierno también publicó una peligrosa resolución con la que buscaba condenar a la ciudad al subdesarrollo, pues los más grandes proyectos de infraestructura iban a quedar frenados para siempre, de no ser porque el Tribunal Administrativo de Cundinamarca ordenó suspender el trámite de expedición de dicho documento.

Lo que los “progresistas” niegan es que esta obra ampliará carriles, elevará la autopista, tendrá movilidad segura para ciclistas a través de ciclorrutas y adecuará los sistemas de alcantarillado pluvial para mejorar el manejo de aguas lluvias y así reducir inundaciones como las que se padecen mes a mes. Además, el 31 de diciembre del año pasado se radicó un nuevo estudio de impacto ambiental que va reforzado con conexión ecosistémica. Entonces, ¿La ANLA seguirá prestándose para estos torpedeos? 

Aprovecho esta tribuna democrática para señalar que son miles de ciudadanos los afectados por la indolencia del ‘progresismo’. Estas inundaciones perjudican a más de 367.650 personas que trabajan o transitan a diario por la zona, 304.000 alumnos, 58 instituciones educativas, 15 universidades, 2.796 rutas escolares, más de 50 conjuntos residenciales y el sector corporativo.

Tanto que dicen defender la educación y resulta que quienes deben padecer por la falta de acciones son principalmente niños y jóvenes que estudian en el Borde Norte de la ciudad y de los municipios cercanos. Solo el miércoles pasado 25 colegios tuvieron que operar bajo la virtualidad, los papás se vieron obligados a devolver a sus hijos a sus casas porque evidentemente no podían transitar.

Además, no podían exponerse a situaciones como las de noviembre del año pasado donde sus hijos tuvieron que dormir en los colegios al quedar atrapados por las inundaciones.

Esto, sin duda, evidencia la indolencia de Gustavo Petro, quien gobierna desde la red social X, sin siquiera constatar personalmente lo que le está pasando a miles de personas. A la gente no se le puede seguir trastocando la vida de esta manera, sin solución alguna y todo por culpa de la ideología.

Andrés Barrios Bernal

Basta ya! La reforma laboral es un derecho, no una dádiva

Es la garantía de un trabajo justo y digno, donde el bienestar de las personas y una remuneración decente deben ser prioridad, no un favor que nos hacen

La reforma laboral es un derecho inalienable que debe ser defendido con uñas y dientes. Y en este punto, el pueblo debe hacerse sentir, porque en una democracia real, el pueblo manda. Pero aquí, los senadores –que se suponen son nuestros representantes– legislan para sí mismos y sus intereses mezquinos.

 

¿A quién representan entonces? ¿A quién obedecen? Porque con solo tres días de trabajo a la semana –pagados con los impuestos que nos exprimen a nosotros– ignoran, desprecian y pisotean la voz de un pueblo que exige condiciones laborales justas. ¡Nos ven la cara de tontos y ya no nos vamos a quedar callados!

Es increíble, indignante y cínico por decir lo menos, que el Senado –la máxima representación del pueblo– haya votado en contra de la reforma laboral. Sin estudio, sin debate, sin argumentos. ¡La votaron en contra y a las carreras, como quien esconde la mugre bajo la alfombra! Una puñalada a millones de trabajadores. Aquí expongo, de manera breve pero contundente, lo que contenía esta reforma y a quiénes afectan con esta traición.

El Código Laboral es la base que regula la relación entre trabajador y empleador, tanto en lo privado como en lo público. Esta reforma no era un simple ajuste: era una actualización urgente y necesaria. ¿Qué planteaba? Mejorar las modalidades de contratación: contrato indefinido, a término fijo, por obra o labor determinada. Establecía claridad sobre vacaciones y prestaciones sociales, que hoy se siguen robando en la cara de la gente.

También regulaba cómo y cuándo se puede terminar un contrato, imponía estabilidad laboral reforzada, indemnización justa por despido injustificado y sanciones por no pagar lo que es de ley. Era el mínimo que se necesitaba para frenar los abusos empresariales, para equilibrar un poder que históricamente ha aplastado al trabajador.

Esta reforma ponía en cintura los contratos basura disfrazados de prestación de servicios, esos que condenan a miles a vivir sin prestaciones, sin seguridad social, sin un futuro. Limitaba los abusos de las OPS y regulaba el juego sucio de las empresas temporales. Y no solo eso: revisaba la explotación con jornadas laborales sin fin, domingos y festivos a discreción del empleador, que trataba al trabajador como si fuera su esclavo. ¿Por qué se niegan a corregir esto? Porque no les conviene. Porque están cómodos en su pedestal. O porque muchos de ellos tienen bolsas de empleo, que con información intermedian la contratación.

Defendía los contratos de aprendizaje para que los jóvenes del SENA no sigan siendo carne de cañón en su primer empleo. Les daba una oportunidad justa y digna. Y regulaba el trabajo en plataformas digitales, donde los repartidores, esos que arriesgan la vida todos los días en la calle, son explotados brutalmente por empresas multimillonarias que no les ofrecen ni un seguro. Eso es esclavitud moderna, y el Senado decidió proteger al amo, no al trabajador.

La reforma también exigía transparencia en el uso de sistemas de vigilancia y algoritmos. ¿Te están controlando? ¿Te están despidiendo por lo que dice una máquina? Esta ley pedía ética, humanidad y sentido común. Para el trabajador rural, dignificaba el jornal y el contrato agropecuario. Terminaba con los contratos a destajo sin seguridad ni prestaciones. ¿Qué hay más justo que eso? Pero a los Honorables no les interesa la justicia.

Además, protegía al trabajador frente a la automatización salvaje. ¡Porque el ser humano debe estar primero! La rentabilidad no puede estar por encima de la vida, de la salud y de la dignidad de las personas. La reforma promovía la eficiencia energética con responsabilidad ambiental, cuidaba el agua y la salud de quienes día a día sacan adelante el campo y la industria.

¿Y qué decir de los migrantes? ¿De los deportistas? Ellos también son trabajadores. También merecen respeto, condiciones dignas y remuneraciones acordes al esfuerzo físico y mental que hacen. La reforma los reconocía y los protegía. ¡Pero no! Prefirieron echar todo eso a la basura.

Esta reforma laboral era un pacto por la justicia y la equidad, por un modelo que dignificara el trabajo en Colombia. No solo para generar riqueza, sino para cuidar al ser humano y al planeta.

Ahora el presidente nos llama a consulta popular. Vamos a opinar, vamos a decidir, porque ya basta de que unos pocos decidan por todos. Escribo esta columna para dejar constancia. Aquí estamos los que creemos en el país, en la dignidad de los jóvenes, en el reconocimiento de la maternidad como un trabajo que merece cotización, en el respeto a las mujeres, en los derechos de los “nadies”.

Por eso vamos por el SÍ en la consulta popular. Vamos por el SÍ a la democracia directa. Porque el pueblo manda. Así es, y quien lo entendió, lo entendió. Y quien no, venga, que aquí le explicamos con gusto.

Marcela Clavijo

Ancestralidad

Se ha acuñado el vocablo “Ancestralidad” como parte de la nueva construcción dialógica para referirse al pasado histórico, como un componente sociológico que contempla a los ancestros, su relación con el territorio y luchas por el poder. La palabra ancestralidad se utiliza como instrumento ideológico reivindicatorio de derechos para algunas comunidades en el marco de la actual batalla cultural. Ancestralidad se emplea de manera exclusiva para las comunidades afrodescendientes, árabes, nativoamericanas y el pueblo rom, pero se excluye al resto de comunidades, en otras palabras, la ancestralidad aplica para unos, pero no para todos. Los mestizos cuyos ancestros son europeos no tienen derecho a ancestralidad, según los adalides del progresismo.

Para el progresismo, los indígenas, antes denominados indios, los afrodescendientes antes llamados negros, los árabes antes denominados “turcos” y los rom antes denominados gitanos, son los únicos que pueden hablar de ancestralidad y reivindicar derechos aparentemente milenarios sobre el territorio y la cultura, pero los descendientes de españoles, lusitanos, franceses, ingleses, irlandeses, alemanes, italianos, en general europeos y judíos, no les aplica la ancestralidad; pareciera que en el proceso ideológico de reescribir la historia, los afrodescendientes, los rom y los árabes hacían presencia en América antes de la llegada de los vikingos y de Colón.

 

La ancestralidad no puede ser exclusividad de ciertas comunidades étnicas. La ancestralidad se refiere a los ancestros, fueren quiénes fueren y vinieren de dónde vinieren, no se puede reivindicar derechos a partir de la ancestralidad excluyendo culturas, comunidades y pueblos que hicieron gran aporte en la construcción de América. Hablar de ancestralidad desconociendo el glorioso pasado hispano, lusitano, francés, alemán o británico y su significativo aporte a la América es perversidad ideológica. Mal se hace al emplear el término “ancestralidad” para vindicar a unos e invalidar a otros, lo que hace carrera desde universidades, partidos políticos, gobiernos y académicos.

La ancestralidad no tiene porqué servir de pretexto para adjudicar derechos exclusivos a comunidades tradicionalmente excluidas del ejercicio del poder, la cultura es superior a ello, tampoco ha de ser utilizada para atacar a la herencia europea en beneficio de otras herencias y reescribir la historia. América es un crisol de razas, culturas, tradiciones y prácticas inveteradas cada una con sus defectos y virtudes, con sus logros, hazañas y yerros.

¡Que viva la América acrisolada! pero no la América elitista de ancestrales que el mal llamado progresismo quiere imponer. Si se trata de hablar de ancestralidad todos los humanos convergerían en el primer Adán y la primera Eva, y una gran mayoría compartiría genes con Gengis Khan. En virtud de la ancestralidad también debería reconocerse el papel de Europa que, indudablemente arrojó su semilla en la conformación de lo que hoy es América; de no ser así, por razones de igualdad, de justicia y de equidad se debería eliminar el uso del término “ancestralidad” y sus relacionados en la construcción de políticas públicas dirigidas a comunidades étnicas en particular desconociendo otras herencias.

Si a América no hubiesen llegado los europeos aún estaría en estado de vorágine y desconocería los valores occidentales, entre ellos, cristianismo y democracia. La cultura occidental es la que ha permitido el avance de América y del mundo, no en vano, en las famosas universidades americanas propagadoras de la ancestralidad, su línea de pensamiento tiene origen en la Grecia clásica: Se es platónico o aristotélico, y pare de contar, Occidente puro y en esplendor.

No se puede cambiar el presente manipulando el pasado. La ancestralidad es de todos o no es de ninguno. La América toda es el continente mestizo por antonomasia. Salvo muy contadas comunidades étnicas amazónicas y una que otra andina, en la América no hay comunidades étnicas de tradiciones puras. Algunos se disfrazan de ancestrales para obtener privilegios según conveniencia, pero viajan a Paris vestidos de Christian Dior. Basta de discursos mentirosos que hacen carrera, la ancestralidad uno de ellos.

León SandovalFerreira

Liderazgo transformacional: el desafío de construir país

Entregar un trabajo de grado es un hito en cualquier camino académico, pero cuando su contenido resuena con la realidad de un país, deja de ser solo un requisito para convertirse en una necesidad urgente de reflexión. Al analizar el liderazgo transformacional en la educación superior, surge una pregunta ineludible: ¿por qué Colombia, una nación de talentos y recursos inmensos, carece hoy de un liderazgo que nos convoque a la unidad y nos impulse hacia un futuro compartido?

El liderazgo transformacional, que en mi estudio se reconoce como motor del cambio institucional, va más allá de la administración eficiente: inspira, moviliza y construye. Se basa en la confianza, en una visión compartida y en la capacidad de encarnar los valores que predica. No es solo un ejercicio de mando, sino un compromiso con la transformación colectiva. En la Universidad de América, hemos sido testigos de cómo este modelo puede fortalecer estructuras, empoderar a las personas y garantizar una sana gobernanza que responde con transparencia y sentido humano. Sin embargo, en el ámbito nacional, seguimos atrapados en liderazgos transaccionales, aquellos que gestionan la crisis pero no la previenen, que negocian favores pero no propósitos, que administran la coyuntura sin transformar el horizonte.

 

Colombia atraviesa una fragmentación preocupante. La polarización ha convertido el debate en trincheras y la diferencia en barrera. ¿Dónde están los líderes que inspiran con ideas en lugar de dividir con discursos? ¿Dónde aquellos que reconocen el valor de la diversidad sin temerla? El liderazgo transformacional no teme al disenso; lo abraza como una oportunidad para construir consensos sólidos y sostenibles. Requiere no solo intelecto y estrategia, sino una vocación de servicio que trascienda la individualidad.

Hoy, más que nunca, necesitamos líderes que comprendan que el verdadero poder no reside en la imposición sino en la influencia ética, en la capacidad de unir fuerzas y orientar a una nación hacia objetivos comunes. Colombia no se transformará con decisiones aisladas ni con soluciones efímeras. Se requiere un liderazgo capaz de inspirar, de reencauzar la conversación nacional hacia el diálogo constructivo, de asumir la responsabilidad de guiar con visión y propósito.

La educación ha demostrado ser un terreno fértil para este tipo de liderazgo. En las universidades, formamos profesionales con la esperanza de que, al salir al mundo, no solo acumulen conocimientos, sino que también lideren con valores. Pero si el país no les ofrece referentes de liderazgo transformacional en la política, en el sector empresarial o en la sociedad civil, ¿qué ejemplo estamos transmitiendo?

Desde la academia asumimos la responsabilidad de promover este modelo de liderazgo que transforma, no solo en las aulas, sino en el debate público. Porque la educación debe ser un puente entre la reflexión que se da en las aulas y la acción concreta, entre la teoría del liderazgo y su aplicación en la realidad.

Colombia no puede seguir esperando a que emerjan los líderes que necesitamos. Debemos formarlos, impulsarlos y, sobre todo, exigirlos. Porque solo con un liderazgo que una, inspire y transforme, lograremos un país a la altura de su potencial.

Christhian David Barboza

Director de Comunicaciones de la Universidad de América.

Las trampas en el avance político de la izquierda colombiana

En Colombia, la izquierda ha protagonizado, en los últimos años, un ascenso notable en el escenario político. La llegada de Gustavo Petro a la presidencia representó un triunfo histórico para las fuerzas progresistas y una oportunidad para demostrar que una alternativa a los gobiernos tradicionales era posible. Sin embargo, tras esta victoria, han emergido con fuerza los problemas que históricamente han limitado su capacidad de avanzar: el fraccionamiento, las posturas dogmáticas, el sectarismo interno y, de forma preocupante, la tolerancia o el silencio de algunos sectores aislados frente a la llamada lucha armada.

La fragmentación interna no es nueva, pero ahora resulta más visible y perjudicial. Las divergencias ideológicas, lejos de ser un motor para el debate constructivo, se han convertido en trincheras desde donde distintas facciones disparan críticas y descalificaciones contra sus propios aliados y militantes. Partidos y movimientos que se ubican bajo el marco de la izquierda aún se mantienen fragmentados en grupos con agendas y prioridades particulares, debilitando la capacidad de acción conjunta frente a la derecha, que —aunque también tiene sus propias fisuras— ha demostrado mayor disciplina y cohesión a la hora de oponerse y mantener el poder.

 

El dogmatismo es otro obstáculo significativo. Muchos sectores y líderes de la izquierda se aferran a discursos rígidos que rechazan cualquier intento de negociación o pragmatismo político, interpretando toda concesión como una traición a sus principios. Esta postura intransigente no solo dificulta la gobernabilidad, sino que además impide la adaptación estratégica a un contexto político complejo y cambiante, confundiendo su actuar progresista con la visión a largo plazo del país que se quiere, quedándose sola en la torre de marfil de sus principios.

A esto se suma el sectarismo, que ha convertido a la izquierda en su propio adversario. Los señalamientos y ataques entre facciones son a menudo más feroces que los dirigidos contra la derecha. La personalización de los liderazgos y la primacía de lealtades individuales sobre la construcción de un proyecto colectivo han erosionado la confianza interna y la capacidad para articular una plataforma común. Los debates, lejos de fortalecer la unidad, profundizan las divisiones y generan un clima tóxico.

Otro de los obstáculos preocupantes para la izquierda en Colombia es la ambigua postura de algunos sectores frente a la violencia armada. Mientras la mayoría de la izquierda y de la sociedad colombiana clama por la paz y rechaza esta vía para la transformación política, algunos sectores de izquierda se mantienen en silencio —cuando no justifican— frente estas estrategias. Esta ambigüedad no solo es moralmente cuestionable, sino que además alimenta la narrativa de la derecha, que insisten en presentar a la izquierda como una amenaza para la democracia y la estabilidad del país.

La falta de una estrategia clara y unificada que guíe la gobernabilidad y las trasformaciones progresistas agrava la situación. La incapacidad para conectar con sectores de clase media y con regiones tradicionalmente ajenas a su discurso es una dificulta que la izquierda no ha podido vencer. Su retórica, a menudo académica y alejada de las preocupaciones cotidianas de los ciudadanos, refuerza la percepción de que la izquierda no comprende las realidades locales ni las inquietudes prácticas de la gente. Además, el uso frecuente de un lenguaje beligerante y polarizante termina alejando a quienes buscan alternativas políticas más conciliadoras.

La izquierda enfrenta una encrucijada. Superar estos problemas requiere autocrítica, flexibilidad ideológica y la voluntad para construir un proyecto colectivo más amplio e inclusivo. Los éxitos progresistas más duraderos se han alcanzado cuando se ha priorizado la unidad en la diversidad y el pragmatismo sobre el dogmatismo. Los enemigos reales de la transformación social no están dentro, sino fuera de sus filas. Si no se superan estos problemas, la izquierda colombiana corre el riesgo de perder la oportunidad de consolidar un proyecto político capaz de sostenerse en el tiempo y de enfrentar los desafíos estructurales del país.

Luis Emil Sanabria D.

Q.E.P.D. la salud de los colombianos

Colombia se debe alistar para lo peor y no es por ser alarmistas. Lo sucedido esta semana en la Cámara de Representantes trazó el epitafio para el sistema de salud en todo el país.

Sin tener en cuenta un aval fiscal, ni mucho menos la meritocracia, la Cámara baja dio trámite y luz verde al proyecto de Reforma a la Salud promovido por el Gobierno de Gustavo Petro; sin embargo, esta iniciativa sentencia al sistema, que, por cierto, ya está en estado crítico.

 

La reforma ahora irá al Senado, donde esperamos la sensatez de los legisladores en aras de que esta iniciativa no se convierta en Ley. Pero hay que decirlo, este proyecto en la Cámara no pasó por bueno, sino porque se repartió “mermelada” a diestra y siniestra. La llegada de Armando Benedetti al Ministerio del Interior es lo peor que le pudo suceder a Colombia.

Con solo unas semanas, Benedetti logró lo que ningún ministro de Petro había podido: recomponer las mayorías en esa corporación. ¿Cómo fue esto posible? cada quien juzgue. Es por esto que invito a los colombianos a castigar en las urnas en el 2026 a los partidos políticos, movimientos y politiqueros que permitieron este adefesio. 

Benedetti, piedra angular de este gobierno, llegó a imponerse con un tufillo de superioridad porque sabe que su mejor as bajo la manga es la burocracia. Un hombre plagado de escándalos, incluso con una investigación en la Corte Suprema de Justicia por el sonado caso FONADE.

Es sumamente grave que a estas alturas el país desconozca cuánto dinero costará esta perversa reforma. Así como también preocupa que quieran convertir a la ADRES – Administradora de los Recursos del Sistema General de Seguridad Social en Salud​ – en una entidad con súper poderes. Y por si fuera poco, que los directores de instituciones de salud puedan ser nombrados a dedo y sin meritocracia.

Uno pensaría que un profesional de la medicina como Guillermo Alfonso Jaramillo, ministro de Salud, no estaría de acuerdo con esta barbaridad, pero todo lo contrario.

Ya sabemos lo que se avecina porque el plan piloto de la reforma que se incorporó con el magisterio fue una transición problemática para 800 mil personas. Quejas constantes y escasez de medicamentos fueron algunos de los síntomas, pero este gobierno prefiere apostarle a la ideología por encima de los datos y perjudicar a millones de personas.

Es decir, la estatización nos llevará al colapso, y como todo lo del petrismo: lo que toca lo destruye; sus líderes creen que antes de ellos nada funcionaba y nada existía, ¡craso error!, propio de los ególatras y progresistas.

Andrés Barrios Bernal

La alcaldía de Bogotá es el ‘trampolín’

Apareció de un momento a otro en las redes sociales en un acalorado enfrentamiento con Álvaro Uribe y luego “levantándose la bata” en los carnavales de Barranquilla. En los dos publicitados episodios, Claudia López, sacudió, como es su costumbre, a la opinión pública por sus polémicas reacciones y de paso empezó a mover el sonajero electoral para ser otra de las candidatas presidenciales en el 2026.

Conocida por su frentero tono, la exalcaldesa, le saco en cara al expresidente, su juicio por los supuestos delitos de fraude procesal y soborno a testigos. Y en menos de seis días, en medio de la rumba cazó otra discusión con la también candidata presidencial, Vicky Dávila. Esto último, por un disfraz de marimonda, típico del evento cultural. Siendo honesto, los enfrentamientos tienen como fin impactar para mover su figura pública.

 

Ella también venía siendo centro de atención digital, especialmente en la red social X (antes Twitter), por atacar sin compasión a Gustavo Petro por sus constantes desaciertos para administrar la gobernanza del país, sin tener en cuenta su pasado respaldando a diestra y siniestra el proyecto, la campaña y la presidencia del Pacto Histórico, en cabeza del primer presidente de izquierda radical en Colombia. Paradójico!

Sus cambiantes posiciones ideológicas y partidarias son resumidas así: “…emprende su carrera hacia una candidatura presidencial en 2026. Aunque pondrá en marcha una estrategia para verse como le convenga ante el electorado, la gente ya sabe cómo es ella realmente. Si le toca, es de izquierda y petrista. Y si le toca, también se puede vestir de derecha y ser antipetristas. Una prueba de su incoherencia en la política”, (@RevistaSemana).

La primera mujer guey, en el segundo cargo público más importante de Colombia es dinámica como cualquier política criolla que se respete. Por ese grande detalle que es la Alcaldía de Bogotá, capital electoral nada despreciable en tiempos de campaña, Claudia López arrancará su carrera para llegar a la Casa de Nariño, eso sí, atacando sin “pelos en la lengua” a sus más cercanos o lejanos en este duro menester de la “cosa política”. Será un hecho político en los próximos días.

Si será de izquierda, si será de centro izquierda, si será de centro o si decide ser independiente es válido en nuestro sistema democrático electoral. Lo que irrita, a mi parecer, es la forma como las candidatas y los candidatos entran a la contienda electoral calentando a sus pares con mensajes fuertes, salidos de tono y extremistas para alimentar odios y enseguida conseguir más seguidores, likes, compartir, comentarios y hacer vibrar a sus barras para posicionar su imagen pública. Más gasolina al fuego…
Colombia y los colombianos necesitan una líder (sería de mi agrado una mujer presidenta) con más calidad humana (empática), más sensibilidad por sus ciudadanos (sin importar su estatus social o línea ideológica), más coherente con las realidades del país (pobreza, desempleo, inseguridad, orden público en las regiones, inestabilidad económica, servicios de salud y mejor calidad de vida) y más honesta para evitar a toda costa el cáncer de la corrupción, la burocracia y el clientelismo.

Pero estos propósitos no se pueden lograr, dicho coloquialmente, a la topa tolondra o confrontando en redes sociales a figuras, candidatos, partidos o movimientos políticos con mensajes de baja calaña. Tampoco creyendo ser los dueños de las verdades absolutas por el hecho haber tenido la gran oportunidad de ser elegidos en altos cargos públicos. Bogotá es el trampolín para muchos políticos que luego se encumbran dejando grandes vacíos en sus liderazgos, gestión, administración y resultados. Gustavo Petro es uno de los ejemplos latentes de cómo quedó la capital solamente por los egos de liderazgo.

La Alcaldía es el trampolín…

Edgar Martínez Méndez