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Confidencial Noticias 2025

Etiqueta: Opinión

Ordenamiento territorial: hay que superar la desarticulación

En la reciente inundación de la Autopista Norte de Bogotá, un evento que paralizó a miles de habitantes, se reveló con dramática claridad un problema estructural de nuestro ordenamiento territorial: la desarticulación institucional y una baja implementación en el Ordenamiento Territorial (OT). Este caso puntual no es un accidente aislado, sino el síntoma de una problemática más profunda que afecta el desarrollo urbano y ambiental del país.

Los POT son “instrumentos técnicos y normativos de planeación y gestión del territorio; conformado por un conjunto de acciones y políticas, administrativas y de planeación física, que orientan el desarrollo del territorio municipal en el corto, mediano y largo plazo, regulando la utilización, ocupación y transformación del espacio físico urbano y rural” (Instrumentos, MinVivienda). Pese a que en el marco legal su enfoque tiene en cuenta las complejas interrelaciones que existen entre las dinámicas urbanas, los cuerpos de agua y los ecosistemas regionales, aún su aplicación se observa desarticulada, lo que es particularmente perjudicial cuando se trata de recursos tan sensibles y vitales como el agua. En Bogotá y su región, esto es especialmente evidente en la Reserva Thomas Van Der Hammen y los humedales circundantes, cuyos equilibrios hídricos se ven amenazados por proyectos de infraestructura desarticulados.

 

La desarticulación institucional: un obstáculo al desarrollo

El caso de la inundación de la Autopista Norte no solo expone fallos en la infraestructura existente, sino también un problema de gobernanza: la multiplicidad de entidades con competencias superpuestas y una falta de coordinación entre ellas. Por un lado, el Ministerio de Ambiente y las Corporaciones Autónomas Regionales (CAR) velan por la protección de los ecosistemas; por otro, las entidades encargadas de la ejecución de proyectos de infraestructura, como la Agencia Nacional de Infraestructura (ANI) o el Instituto de Desarrollo Urbano (IDU), priorizan las necesidades urbanas. Sin una visión integral y concertada que alinee estos objetivos, los proyectos se convierten en una lucha de intereses que termina por entorpecer cualquier solución real.

El ejemplo de esta desconexión es el proyecto de ampliación de la Autopista Norte mediante una estructura elevada que busca, no solo mejorar la movilidad, sino también restaurar los humedales que conectan los cerros orientales con el río Bogotá. Aunque tiene el potencial de reconciliar las demandas de desarrollo urbano con la necesidad de proteger los recursos hídricos y los ecosistemas, su ejecución se ha visto obstaculizada por la falta de articulación entre las entidades responsables. La demora en decisiones muestra las consecuencias de un sistema que no entiende el territorio y las necesidades de sus habitantes como un todo.

¿Por qué necesitamos una visión regional y nacional?

Un enfoque integral, regional y nacional del ordenamiento territorial permite abordar problemas como el manejo del agua, la prevención de desastres y la planificación de infraestructura con una perspectiva más integral que excede la municipal. En lugar de tratar los ríos, humedales y ecosistemas como problemas locales, este enfoque reconoce su carácter intermunicipal y los beneficios que aportan a toda una región. Esto es especialmente relevante para el río Bogotá, cuya cuenca abarca no solo a la capital, sino también a más de 40 municipios de Cundinamarca.

La visión regional y nacional también permite superar los conflictos de competencias entre entidades como el Ministerio de Ambiente, las CAR y los gobiernos municipales. Es necesario establecer el marco de gobernanza que priorice el bien común y facilite la ejecución de iniciativas que equilibren desarrollo y sostenibilidad, y entienda las particularidades locales, integradas a una estrategia coherente que entienda el territorio como un sistema interconectado.

Este marco de acción está debidamente contemplado en la Ley 388 DE 1997, artículo 10, modificado por el artículo 32 de la Ley 2294 de 2023, con la visión de niveles superiores como marco rector para la elaboración de los POT municipales, de la siguiente manera: “Nivel 1. Las determinantes relacionadas con la conservación, la protección del ambiente y los ecosistemas, el ciclo del agua, los recursos naturales, la prevención de amenazas y riesgos de desastres, la gestión del cambio climático y la soberanía alimentaria; Nivel 2. Las áreas de especial interés para proteger el derecho humano a la alimentación de los habitantes del territorio nacional localizadas dentro de la frontera agrícola…; Nivel 3. Las políticas, directrices y regulaciones sobre conservación, preservación y uso de las áreas e inmuebles consideradas como patrimonio cultural de la Nación y de los departamentos, incluyendo el histórico, artístico, arqueológico y arquitectónico…; Nivel 4. El señalamiento y localización de las infraestructuras básicas relativas a la red vial nacional y regional; fluvial, red férrea, puertos y aeropuertos; infraestructura logística especializada…; Nivel 5. Los componentes de ordenamiento territorial de los planes integrales de desarrollo metropolitano”. Esta claro el orden jerárquico.

Además, en la Ley 614 del 2000 se crearon los comités de integración territorial, cuyo objeto es establecer mecanismos de integración, coordinación y armonización de las diferentes entidades competentes en materia de ordenamiento del territorio para la implementación de los POT, y en el Decreto 2367 DE 2015 se establece el “Consejo Superior de Ordenamiento del Suelo Rural como un organismo del Gobierno nacional encargado de formular lineamientos generales de política, y coordinar y articular la implementación de políticas públicas en materia de ordenamiento del suelo rural, considerando factores ambientales, sociales, productivos, territoriales, económicos y culturales…” y su primera función es “Actuar como instancia máxima en la asesoría, coordinación del Gobierno nacional en materias relacionadas con el ordenamiento y planeación del suelo rural”.

Pero el diseño institucional parece no responder completamente a lo establecido en el marco normativo, con buen desarrollo, pero que, su aplicación no es la adecuada y posiblemente por eso encontramos las situaciones de problema en el territorio. Se deben buscar las estrategias bajo las cuales se puedan cumplir las normas, tener análisis de cómo ha sido la implementación de los comités de integración territorial, si en la práctica son utilizados como lo establece la Ley, qué casos de éxito se han tenido y con ese diagnóstico ver si han sido sub-utilizados o si han funcionado adecuadamente, y así tener argumentos para promover mejoras sobre la aplicación de las normas o si se requieren modificaciones a ellas. No se encuentran instrumentos de seguimiento y control en el arreglo normativo ni en el institucional actual, y son necesarios para poder identificar las mejoras y sus prioridades como punto de partida para una mejor aplicación.

Lecciones y Retos

El caso de Bogotá y su región metropolitana deja lecciones claras: la aplicación de la planeación territorial no puede seguir desarticulada si queremos garantizar un desarrollo sostenible. La ejecución de proyectos como los tramos elevados en la Autopista Norte y la ALO demostrarían que es posible integrar el desarrollo urbano con la restauración de los ecosistemas, pero su éxito dependerá de la voluntad política y la capacidad de las entidades de trabajar de manera conjunta. El agua, como recurso esencial, debería ser el eje central de esta visión articulada regional, ya que su manejo trasciende los límites municipales y afecta directamente la calidad de vida de millones de colombianos.

Mientras sigamos abordando los problemas desde una lógica de desarticulación institucional en la práctica, continuaremos enfrentando inundaciones, deterioro ambiental y proyectos paralizados por la burocracia. Adoptar la visión integral, regional y nacional prevista en el marco normativo no es solo una necesidad técnica, sino un imperativo moral para garantizar un futuro sostenible.

Este artículo fue posible por el trabajo en equipo con los expertos ingenieros Carolina Henao y Javier Báez. Agradecimientos especiales por la generosidad con sus conocimientos y su dedicación.

Rafael Fonseca Zarate

Mi bandera es amarillo, azul y rojo

Quería ayudar a calentar el espíritu decembrino criollo desde esta vitrina editorial con un tema jocoso alrededor de las embarradas de la familia presidencial durante este 2024. No obstante, seguir en X (Twitter), al presidente, Gustavo Petro, incita constantemente a cambiar de tema por las “peloteras” originadas en sus controvertidos mensajes, imágenes y vídeos publicados, que sin querer o queriendo, se convierten en tendencia y cuestión obligada incluso de opinión y debate.

La última “perla” (frecuentes en su desgobierno) del mandatario y su equipo diplomático se produjo en un evento internacional para condecorar al expresidente de los uruguayo, José ‘Pepe’ Mújica con la Cruz de Boyacá; y en el que sin el respeto por los auténticos símbolos patrios trató de usar como representación nacional el mítico y criticado banderín del grupo guerrillero M19. Una bofetada a la patria del amarillo, azul y rojo.

 

Las críticas de sus más agudos detractores -la oposición- salieron sin pudor alguno a flote. De hecho, las redes sociales sirvieron de escenario mediático para divulgar el marcado disgusto reclamando por qué el Presidente no estaba en su país para poner la cara a los publicitados temas de corrupción de sus sub alternos, la injerencia de gran parte de su núcleo familiar en los mismos, los altos índices de desorden público en el territorio nacional, las debilidades de la economía y otro sin número de denuncias, propias y cotidianas del Gobierno Progresista o del Cambio. Muy mal!

Más allá del ajuste de cuentas por parte de sus detractores, mi pregunta es: cuál es el motivo de un primer mandatario de más de 50 millones de ciudadanos en crisis en todos los sectores (sin agua, energía, gas, comida, trabajo, oportunidades, un sinfín de problemas), para estar buscando un reconocimiento a su añejo proyecto político en la comunidad regional y mundial con mensajes y signos fuera de contexto, que en esencia invitan a calentar aún más el ambiente en Colombia y entre los colombianos. Seamos serios, señor presidente. Es estrategia?

Confieso a mis reducidos lectores, que alejarme de las posiciones extremas me invita a rendirle honor a mi tricolor desde el escenario de la escuela pública (mi primaria) en la cual era una “obligación” -sin rubores- a respetarla ante su imponente poder patriótico para aquellos privilegiados por sus grandes méritos académicos. En secundaria, la cosa era más seria porque izar bandera, en mis lejanos años, era una cosa de honor y en exceso de respeto. Ahora, nos quieren imponer con un “banderazo” un pasado enlodado de luchas, guerras, muertes, poder y desquites sociales…es una línea de irrespeto sin precedentes.

Amarillo, azul y rojo nos representan por un pasado, presente y futuro enmarcado en las luchas individuales y familiares para representar a un país siempre dispuesto a salir adelante. Debemos hacer respetar esos símbolos, esas letras, esos colores que nos hacen para bien o mal dueños de una patria envuelta en una sola bandera. La bandera, el escudo y el himno nunca se deben cambiar por ideologías extremistas. Soy #AmarilloAzulYRojo.

Fuera de lugar: Gustavo Petro Tendrá Tres Mosqueteros Para Enfrentar El 2026?

Edgar Martínez Méndez

$28.4 billones de recorte

El deterioro del ambiente de inversión en Colombia tendrá consecuencias electorales, reflejándose en el presupuesto de 2025 que afectará los aliados del gobierno. Aunque el colapso económico no es evidente en las cifras del PIB, con un crecimiento del 2.0% en el tercer trimestre de 2024 y proyecciones para 2025 entre 2.5-2.9%, la falta de inversión que está frenando el recaudo tributario. Formalmente, el gobierno recortó el presupuesto de 2024 en $28.4 billones, a lo que podrían sumares $10-15 billones más por no ejecución. Además, con la caída de la ley de financiamiento, se prevé un ajuste adicional de $12 billones en enero del 2025 y entre $18 y 28 billones durante el resto del año.  En este contexto, ganar las elecciones a punta de subsidios será muy difícil.

Muchos líderes de izquierda se formaron en los 70s con el desarrollismo: el progreso económico como herramienta fundamental en la lucha contra la pobreza. Estos dieron prioridad a la construcción de vías, trenes, plantas eléctricas, minas, campos petroleros, colegios, y hospitales. Sus más recientes iteraciones en Brasil y México llevaron a aumentos del crecimiento económico con aumentos de recaudo, lo cual generó un dividendo de subsidios sociales. En ambos casos, se eligieron sucesores designados.

 

Colombia enfrenta un panorama diferente, el énfasis no fue de resultados sino de cambios de modelo. Un maximalismo de protección ambiental frenó la posibilidad de licencias, incluso para proyectos de energía renovable. Intentos de estatizar sectores clave como la salud y la energía generaron incertidumbre desincentivado inversión. En infraestructura, la ausencia de inversión privada en infraestructura publica limito nuevas obras. Además, la creación de nuevos trámites frenó en seco al sector vivienda. Son cambios filosóficos que no están dando resultados.

Con el nivel de inversión total (público, privado, o extranjero) más bajo en 20 años, 13.4% del PIB en el primer trimestre del 2024, es poco probable que las tesis del continuismo se impongan. Aun mejoras recientes de formación bruta de capital, se entienden como el rebote estadístico de la caída de 26.3% en 2023.  Ni si quiera en los peores momentos de la pandemia la inversión cayó tanto, el que no siembra no cosecha.

En general, los subsidios con impacto electoral son los que se dan en especie. Son iniciativas como la expansión de Familias en Acción, aumentar el bono de adulto mayor, las viviendas gratis o la alimentación infantil. Los subsidios abstractos como congelar el precio de peajes, bajar costo del SOAT, subsidiar el diésel o los servicios públicos, nadie los agradece cuando están, pero todo el mundo se queja cuando los quitan. Incluso los ciudadanos que se benefician de subsidios en especie tienden a agradecerlos al que los dio, no al que los mantuvo.

En el remate del último año del gobierno, lo que no empiece o esté en ejecución se volverá más complejo durante el año electoral. En un sentido histórico, muchas veces los gobiernos se miden por lo que hicieron, no por lo que intentaron hacer. Sin logros en reformas legislativas ni avances en seguridad, las buenas intenciones filosóficas solo se las lleva el tiempo. Es hora de que el gobierno piense en su legado: sin inversión, las cosas no cambian.

Simón Gaviria Muñoz

La lucha contra la crisis climática es cosa de ricos

Donald Trump
 «El concepto de calentamiento global fue creado por y para los chinos para hacer que la manufactura estadounidense no sea competitiva.» — (Tweet de 2012)
«El aire y el agua de Estados Unidos son los más limpios que jamás hemos tenido. No permitiremos que unos ambientalistas radicales destruyan nuestra economía con sus exageraciones sobre el cambio climático.» — (Declaraciones durante su presidencia, 2019)

Jair Bolsonaro
«Es una falacia decir que la Amazonía es el pulmón del mundo. La deforestación no existe como la están pintando. Es todo un juego para limitar nuestro desarrollo.»— (Discurso de 2019 en la Asamblea General de la ONU)
«No podemos dejar que el ambientalismo interfiera con nuestro derecho a utilizar nuestros recursos naturales para el progreso.»
— (Declaraciones en entrevistas públicas, 2020)

 

Rupert Murdoch
«El movimiento climático está impulsado por una élite urbana que quiere imponer restricciones costosas a la gente común mientras sigue disfrutando de sus privilegios.»— (Declaraciones en reuniones internas de News Corp, 2014)

Estos son algunos ejemplos donde se refuerza la idea de vincular la lucha contra el cambio climático con un discurso elitista, o de una élite en específico. Pero a diario vemos manifestaciones de estas ideas en Fox News, con el gobierno de Milei, con Putin, o con el Heartland Institute. No me sorprendería que este discurso llegue a las próximas elecciones colombianas en 2026.

Sin embargo, la idea de que la lucha contra la crisis climática es elitista no es nueva. Según la revista Shado, el elitismo ambiental ha existido desde el surgimiento del movimiento ambiental moderno a finales de la década de 1960. En 1986, los sociólogos Denton Morrison y Riley Dunlap identificaron tres tipos de elitismo que se critican a los movimientos ambientalistas:

Elitismo composicional: Los seguidores del ambientalismo provienen principalmente de clases socioeconómicas privilegiadas o altas, y la preocupación ambiental es más alta en estos sectores.


Elitismo ideológico: Las reformas ambientales tienen el propósito subyacente de distribuir beneficios exclusivamente a los ambientalistas, dejando de lado a los no ambientalistas y a las personas menos privilegiadas.


Elitismo de impacto: Ya sea de manera intencional o no, las reformas ambientales pueden «crear, exacerbar o mantener inequidades sociales».

En el mismo artículo, los sociólogos afirman que el elitismo composicional es una exageración, ya que, aunque los ambientalistas suelen tener un estatus socioeconómico por encima del promedio (al igual que la mayoría de los activistas sociopolíticos), pocos pertenecen a la clase alta. El elitismo ideológico puede ser válido en algunos casos, pero los ambientalistas han mostrado una creciente sensibilidad hacia las preocupaciones de equidad y hay pocas evidencias de una búsqueda consistente de intereses propios.

Finalmente, el elitismo de impacto es el problema más importante y también el más difícil de evaluar. Parece que ha existido una tendencia general a que las reformas ambientales tengan impactos regresivos. Sin embargo, se reconoce cada vez más que problemas como la contaminación laboral y la contaminación por desechos tóxicos afectan de manera desproporcionada a los estratos socioeconómicos más bajos, por lo que las reformas dirigidas a tales problemas probablemente tendrán impactos más progresivos.

Los pecados del movimiento ambiental y la lucha contra la crisis climática

Con la sostenibilidad ahora respaldada con los «sellos sostenibles» por el capitalismo, las marcas de lujo, la élite económica e incluso grandes empresas que se comercializan como sostenibles y éticas han utilizado cada vez más a los activistas climáticos e influencers de sostenibilidad como una forma de acumular y justificar sus crecientes ganancias. A través de la asociación con los activistas climáticos, los poderes que promueven productos obtienen la licencia social para seguir operando dentro de estructuras capitalistas defectuosas, lo que constituye un tipo de «greenwashing» insidioso, o «social-washing».

En el último año, un número creciente de empresas de lujo sostenibles y marcas de moda sostenible han vestido a activistas climáticos e influencers con sus prendas en diversos premios. Marcas como Stella McCartney, Gabriela Hearst y Coach (a través de su ramificación sostenible, Coachtopia) han vestido a activistas con sus prendas, cuyos precios oscilan entre los $300 USD y los $18,000 USD por pieza.

Otro ejemplo de captura por parte de las élites es la creciente inclusión de activistas climáticos en ocasiones sociales que históricamente solo reunían a la élite social, económica y política en la misma sala. Eventos como la Gala TIME100, la Cumbre Forbes 30/50, la fiesta Vogue Forces for Change y los Green Carpet Fashion Awards han premiado a los activistas climáticos y les han dado tiempo de palabra en nombre de distribuir atención al movimiento climático, utilizando a los activistas como representantes del movimiento.

Estas empresas utilizan la idealización de individuos, activistas y estilos de vida aspiracionales incentivados por nuestro sistema roto en beneficio material de la élite económica, las grandes empresas y las celebridades. Al mejor estilo de las tesis de Toni Negri o el neo-operaísmo.

Además, no olvidemos que los multimillonarios y sus inversiones son responsables de 3.1 millones de toneladas de emisiones de carbono por multimillonario anualmente, más de un millón de veces superior al promedio de un individuo en el 90% inferior del mundo (2.76 toneladas de CO2 equivalente).

No es de la élite, todo lo contrario

Según la OMS, el cambio climático ya está contribuyendo a 150,000 muertes anuales por causas relacionadas con el clima, como el aumento de enfermedades respiratorias, enfermedades transmitidas por el agua y desnutrición, afectando de manera desproporcionada a las poblaciones más pobres. Igualmente, se espera que los cambios en los patrones climáticos, como las inundaciones y las sequías, aumenten las enfermedades transmitidas por el agua, afectando principalmente a las comunidades más pobres que carecen de acceso a infraestructura sanitaria.

Las personas que viven en la pobreza son hasta 10 veces más propensas a morir como consecuencia de desastres naturales (como huracanes, inundaciones y sequías) que las personas en países ricos, según la ONU. Se estima que el cambio climático podría desplazar a 200 millones de personas para 2050, principalmente de las regiones más pobres y vulnerables del mundo, como el sudeste asiático, África subsahariana y América Latina.

La FAO (Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación) alerta que 1.7 mil millones de personas que dependen de la agricultura de subsistencia corren el riesgo de ver sus medios de vida gravemente afectados por el cambio climático, debido a sequías, inundaciones y otros fenómenos climáticos extremos. Se estima que con el cambio climático podría reducirse la producción global de alimentos en un 2.6% para 2050, afectando particularmente a las poblaciones rurales y de bajos ingresos que dependen directamente de la agricultura.

El Banco Mundial estima que 700 millones de personas podrían vivir por debajo de la línea de pobreza debido a los efectos del cambio climático para 2030, si no se toman medidas urgentes de adaptación y mitigación. El 80% de las víctimas de desastres naturales son personas que viven en situaciones de pobreza, según el PNUD. Las comunidades más vulnerables tienen menos capacidad para adaptarse a los desastres climáticos.

Incluso The Guardian afirma que «Mientras que los ricos se pueden proteger de los desastres naturales mediante seguros y medidas de adaptación, los pobres no tienen acceso a esas herramientas y son los que sufren las peores consecuencias.»

¿Entonces los empresarios que favorecen políticas verdes son de la élite manipuladora?

A pesar de que las políticas ESG (por sus siglas en inglés) pueden ser percibidas como elitistas, la discusión debe ir mucho más allá. Existen medidas que los pequeños y grandes empresarios pueden tomar para escapar de esas falsas acusaciones:

Integración de la justicia social en la sostenibilidad: Pueden financiar proyectos que ayuden a mejorar la infraestructura en comunidades vulnerables.
Acceso equitativo a soluciones sostenibles: Podrían implementar tarifas progresivas de energía renovable o crear modelos de negocio que permitan a las personas de bajos recursos acceder a energías limpias a precios asequibles, como paneles solares comunitarios.
 Colaboraciones con comunidades vulnerables: Un fabricante de productos agrícolas podría colaborar con comunidades agrícolas de bajos ingresos para ayudarles a adaptarse a la sequía y las temperaturas extremas mediante prácticas agrícolas sostenibles.
Transparencia y rendición de cuentas: Las empresas pueden crear informes anuales que muestren cómo las iniciativas sostenibles han tenido un impacto positivo en la reducción de la pobreza, el acceso a recursos básicos y la creación de empleo en comunidades de bajos recursos.
Proponer políticas públicas inclusivas: Las empresas pueden abogar por subsidios o incentivos fiscales para las energías renovables en zonas de bajos ingresos o en países en desarrollo, para que el acceso a soluciones climáticas no dependa del poder adquisitivo

Apuesta por la creación de empleo verde inclusivo: Las empresas de energías renovables pueden invertir en la formación y contratación de personas de comunidades desfavorecidas para trabajar en la instalación y mantenimiento de paneles solares o en la gestión de residuos.
Promover el consumo responsable y la economía circular: Implementar programas de reciclaje y reparación de productos en los que las personas de bajos ingresos puedan participar y beneficiarse económicamente.

Actualmente, como en muchos otros ámbitos, en estos tiempos de desinformación, noticias falsas y basura virtual, debemos ser capaces de identificar cuándo influenciadores, políticos o cualquier persona con acceso a una cámara afirman que la lucha contra la crisis climática es exclusiva de las élites. Está más que demostrado que estos actores carecen de la capacidad, la decencia y, en muchos casos, el interés por realizar una investigación rigurosa que les permita entender lo que exponen en redes sociales.

Es responsabilidad de la ciudadanía ejercer un filtro ante este tipo de informaciones. Debemos leer, comprender y apropiarnos cada día más del conocimiento necesario para establecer nuestros propios criterios y aplicar filtros ante la gran cantidad de información errónea que circula.

La batalla contra las noticias falsas no la ganan las plataformas de tecnología ni los políticos. La ganan las personas que deciden pensar críticamente, informarse y no dejarse arrastrar por la marea de desinformación.” — Sundar Pichai, CEO de Google.

Juan Camilo Clavijo

¡A barajar y volver a repartir!

El Congreso de la República está en deuda con las regiones. Debieron transcurrir 20 años para que por fin tramitara la Ley orgánica de ordenamiento territorial  (LOOT), mediante la Ley 1454 de 2011, en cumplimiento de lo dispuesto en el artículo 288 de la Constitución política, que le encomendó establecer “la distribución de competencias entre la Nación y las entidades territoriales”, que han estado reducidos a un capitis diminutio, tratados como menores de edad. Pero todo fue un fiasco.

La Ley que se expidió no lo hizo, resultó un remedo de LOOT, dando pábulo a la descentralización disfuncional, consistente en delegarle funciones y competencias a las entidades territoriales, pero sin asignarle los recursos para que las pudieran asumir, contrariando lo dispuesto en el artículo 356 de la misma. Ese Estado centralista denominado por el Nobel de economía y conocedor de la pungente realidad de Colombia James Robinson, como el “Leviatán de Papel”, es el mismo que según él se caracteriza por “la ineficiencia en el cumplimiento de sus funciones”. Y ello, pese a concentrar y de qué manera los ingresos públicos.

 

Bueno es advertir que, como lo sostiene el jurista Ricardo Zuluaga “de las 25 funciones básicas del Estado, las fundamentales le corresponden en exclusiva al Gobierno central y otras 10 las ejerce de forma compartida con las entidades territoriales; mientras que las entidades territoriales no tienen ninguna que sea suya de manera exclusiva y en las 10 sobre las que puede tener alguna incidencia, lo hacen de forma compartida con la Nación. Todo lo cual se traduce en que no hay un solo aspecto de la vida estatal que no sea intervenible por el Gobierno central”.

Llama poderosamente la atención el hecho de que no obstante concentrar los ingresos mientras desconcentra funciones y competencias, muchas de las cuales han pasado a las entidades regionales, la Nación ha seguido acusando, como lastre inveterado, un déficit crónico de sus finanzas, el cual entre 2021 y 2024 registró un promedio de -5.5%, y ello a pesar de la vigencia de la Ley 1473 de 2011 de la Regla fiscal y de disponer periódicamente del Marco fiscal de Mediano plazo (MFMP) reglado por la Ley 819 de 2003. Aún durante el más largo ciclo de precios altos de los commodities (2003 – 2011, para los productos mineros y 2003 – 2014 para el petróleo), se pudo corregir dicho déficit, como sí lo lograron otros países de la región. Han sido más juiciosos los departamentos y municipios, sometidos como lo han estado a la Ley  617 de 2000, los cuales no obstante la precariedad de sus recursos han venido registrando un superávit fiscal

De manera que si Colombia perdió la calificación inversionista de su deuda soberana no ha sido propiamente por cuenta de las transferencias del Sistema General de Participaciones, sino por la glotonería del Gobierno central. Eso está claro! Por esta razón y en respuesta al clamor y a la presión de parte de los 32 gobernadores, que el Congreso de la República se animó a aprobar la Ley 2200 de 2022, la cual dispuso en el parágrafo transitorio del artículo 5 de la misma que “el Gobierno Nacional a través del Ministerio del Interior y el Ministerio de Hacienda, en pleno consenso con los departamentos representados en la Federación Nacional de Departamentos, hará una identificación de las competencias que han sido descentralizadas a los departamentos sin asignación de recursos

para su ejecución y procederá a nivelar y destinar las asignaciones presupuestales que garanticen suficiencia fiscal a los departamentos para cada competencia identificada en un plazo de 8 meses a partir de la vigencia de la presente Ley”. Transcurridos 33 meses no se le ha dado cumplimiento. 

Es en este contexto que emerge la iniciativa de enmendar la plana de las dos reformas a los artículos 356 y 357 de la Constitución Política de los cuales fueron objeto en los años 2001 y 2007, en detrimento de los ingresos de los departamentos, distritos y municipios, mediante el proyecto de acto legislativo que está a un solo debate de ser aprobado por el Congreso de la República. Con ello se busca su resarcimiento, pues, como bien dijo nuestro laureado con el premio Nobel de Literatura Gabriel García Márquez que a las regiones sólo llega desde el Gobierno central el óxido del poder. Pues llegó la hora de sacudirse de toda esa herrumbre por parte de las regiones, para dejar de ser alfil sin albedrío del agobiante centralismo   Y ello justamente es lo que se busca con la reforma del Sistema General de Participaciones (SGP). 

Cuando comenzó su trámite el mayor reparo a dicho proyecto fue que al transferirle mayores recursos a las entidades territoriales sin garantizar que con estos asumieran nuevas y mayores competencias se llevaría de calle la Regla fiscal, incumpliéndola, atentando contra la sostenibilidad fiscal y poniendo al borde de la debacle fiscal al Estado colombiano, lo cual constituiría un acto de soberana irresponsabilidad por parte del Congreso de la República.

Empero, en la ponencia aprobada en su séptimo de ocho debates, en respuesta a este reparo, se estableció claramente que el Acto legislativo que se apruebe solo entrará en vigor una vez que sea expedida la Ley de competencias, en la cual se deberá dar un nuevo reparto de las mismas, descargando al Gobierno central de la responsabilidad de aquellas funciones y competencias que asuman las entidades territoriales, concomitantemente con la reducción de su presupuesto. Los detractores de esta iniciativa sólo suman las mayores transferencias en el minuendo, pero no restan en el sustraendo las competencias que la Nación dejará de asumir.  Se trata, entonces, de barajar para volver a repartir, nada más pero tampoco nada menos!

Se trata de un juego de suma cero fiscalmente, en el que los recursos que demandarán las mayores transferencias estarán atadas a mayores responsabilidades por parte de las entidades territoriales. Hay que pasar de Bruño a Baldor para que la suma algebraica disipe los temores de un desbordamiento del gasto atribuible a la duplicidad en el ejercicio de las mismas funciones y competencias por parte de la Nación y las entidades territoriales. Dicho de otra manera, el impacto de esta reforma del SGP debe ser neutral y para asegurarse que así sea la Ley de competencias debe prever que se cumpla con la Regla fiscal y con los parámetros del MFMP.

No se puede seguir insistiendo en que con este paso se estaría descuadernando las finanzas del Estado al pasar el monto de las transferencias del SGP del 23.8% al 39.5%  de los ingresos corrientes de la Nación (ICN) durante los próximos 12 años, contados a partir del 2027 cuando, como se sabe, sin la reforma in comento dichas transferencias subirán del 22.2% en 2024 hasta alcanzar el 31.3% de los ICN en 2026, para un incremento “inercial” de 9.1 puntos porcentuales en un lapso mucho menor, sin que nadie haya salido a desgarrarse las vestiduras por ello!

Amylkar Acosta

¡Si tocan a una respondemos todas!

 Hace 67 años, Un primero de diciembre de 1957, las mujeres colombianas pudieron ejercer ese derecho por primera vez, al participar en el plebiscito que convocó al Frente Nacional.

El tan esperado día para ejercer el derecho al voto fue animado por la famosa orientación del sagrado corazón de la iglesia del voto nacional.

 

Los políticos liberales y conservadores aprovechándose de la fe y el pensamiento místico de nuestro país le dijeron al pueblo que podrían elegirse por medio de la alternancia del llamado frente nacional. Todo esto bajo las órdenes de un óleo en marcado en laminillas de oro de la iglesia del voto nacional. Pero como este es el país de Aureliano Buendia todo es posible, y pudo el sagrado corazón hacer lo que las mujeres sufragistas desde los años treinta iban luchando.

Detrás de esas conquistas del Sagrado Corazón también estuvo la lucha de cientos de mujeres que, a través de marchas, proyectos legislativos, presión en el Congreso y en las calles, lograron dos hechos significativos: que las mujeres fueran consideradas ciudadanas –antes solo los varones eran tenidos como tales– y, con ello, que pudiera votar.

Los nombres de Esmeralda Arboleda, Josefina Valencia de Hubach, Bertha Hernández de Ospina, Ofelia Uribe, María Currea, Lucila Rubio, Rosita Turizo, Mercedes Abadía y María Teresa Arizabaleta, entre otras, lideraron esta lucha que cambió la historia. Esmeralda Arboleda, una de las primeras abogadas del país, quien debió soportar ataques, descalificaciones y difíciles situaciones personales, pero que persistió en su demanda por los derechos, siendo además la primera mujer Senadora de la República en la historia de Colombia (de 1958 a 1961). Miembro del Partido Liberal. Lideró el movimiento sufragista en Colombia junto a su compañera Josefina Valencia Muñoz. Fue ministra de comunicaciones y volvío al senado luego fue embajadora de Austria y embajadora Alterna de la ONU, en el Gobierno de Lleras Restrepo.

La obra de Esmeralda Arboleda se encuentra en Bogotá, gracias a la ciencia de archivo y documentación de la Biblioteca Luis Ángel Arango tras la donación realizada por su hijo Sergio Uribe. Desde el año 2019 aproximadamente 2000 documentos seguían pendientes de catalogación, de los 4.800 documentos que se compone el archivo, se incluyen fotografías, proyectos de ley, correspondencia y prensa, tanto de su vida personal como pública, están pendientes de recibir el trato que amerita, documentos científicos que narran la historia de lucha de las mujeres, la memoria del proceso del sufragio femenino en Colombia.

Allí está consignada la narrativa y vida del activismo sufragista por la defensa de los derechos de las mujeres, estos manuscritos y documentos de trabajo entre ellos El Seminario sobre la condición de la mujer en el derecho de familia (1963), Asamblea de la Comisión Interamericana de Mujeres (1948), Año Internacional de la mujer (1975) y la Convención de mujeres parlamentarias de Colombia (1958) deben ser tratado con alto procedimiento de conservación y deben ser expuestos al público con orgullo y dignidad, para mostrarle al país lo absurdo que es el patriarcado que solo hace 67 años sumo y acepto el derecho al voto de la mujer en nuestro país.

Se avecinan las discusiones del 2026 y ya se vislumbran las candidaturas femeninas, mas no todas feministas, y ojo por que para decirse feminista hay que serlo y no basta el marketing y las redes, hay que serlo. Algunas de ellas son Claudia López, María José Pizarro, Carolina Corcho, Vicky Dávila, María Fernanda Cabal y Paloma Valencia. López es la primera mujer alcaldesa electa por Bogotá. Las otras senadoras y con liderazgo fuerte en sus colectividades y la periodista del momento. Que las mujeres están preparadas para gobernar si, ¿que cómo van a gobernar? Seguramente con una lente distinta por sus orillas políticas, lo cierto es que todo esto se da gracias a Esmeralda y su apuesta liberal por los derechos de las mujeres.

En estos 16 días de activismo del 25N rindo un homenaje a todas aquellas mujeres que hacen política y que como yo han padecido la violencia política, nadie dijo que era fácil, pudimos habernos quedado en la zona de confort, pero decidimos la lucha, la lucha por nuestros derechos los cuales al ser ejercidos bloquean la violencia ejercida en nuestra contra.

¡Si tocan a una respondemos todas!

Marcela Clavijo

¿Qué quieres por navidad?

Desde hace unos días me llegan mensajes – no tantos- preguntándome qué es lo que quiero por Navidad y recibo -aquí si tantos- infinitas listas a modo de pinwall llenas de deseos enviadas con grandes expectativas de éxito, mis hijos lo quieren todo. Tengo claro que mis criaturas piden como si ese todo fuera a llenarles tanto que luego no querrán nada más. Los conozco y sé que pedirán mucho más a lo largo del año y que esas zapatillas air force negras que hoy desean, serán la vergüenza de su armario en cuanto lleguemos al verano.  Pero soy su madre y en estas fechas me debato siempre entre el hacerles feliz con unas zapatillas negras, que pronto pasarán de moda, o educarles el gusto y obviar el susodicho color evitándoles la vergüenza futura del famoso ¿por qué me dejabas salir así a la calle? Está claro que haga lo que haga, lo haré mal.

Por otro lado, cuando me toca responder a mí no estoy segura de lo que quiero. No sé si he llegado al culmen de la madurez, ese punto en el que sabes que lo material no te llena, pero es que además sabes que con lo que tienes te sobra, te basta y podrías vivir cien vidas. Tal vez, al vivir desconectada del consumo frenético de las ciudades y de los comerciales de las marquesinas me haya convertido en una aburrida de pacotilla.

 

Llevo una vida de lujo rica en tiempo que dedico a los míos, a pasear con mis perros, vivo sin trancones ni siquiera sufro los semáforos averiados, disfruto de mis libros y de escribirles cada semana con vistas al campo y a mi jardín, que ahora duerme y explotará en unos meses rebosante de nuevo.

No deseo nada en especial y considero que lo tengo todo. Tal vez viva liberada de ataduras mundanas, aunque luego me queje de que me faltan camisas bonitas para la cena de Nochebuena, aunque eso no sea lo que quiero para Navidad.

Me cuesta pensar qué es lo que quiero. ¿Les pasa? Tal vez yo no sea la única. Lo pienso y medito, quiero lo que tengo, quiero esta tranquilidad que te da el saber que todo está bien.

Quiero que todo siga igual; en mi casa, en mi círculo, en mi vida: que siga amando a mi marido y siga sabiendo que lo suyo no ha cambiado, que mis hijos sepan volver siempre a casa, que mis padres sigan estando al otro lado del teléfono y ser testigo, a distancia, de la vida de mis hermanos y amigos.

Quiero que siga funcionando el reloj de los días, que no se pare o detenga y que, si lo hace sepa ver más allá de esa avería y recuperar pronto la alegría. Quiero que cada día se repita con la misma tranquilidad y dicha con la que discurren ahora mis días.  Quiero mantener mi mirada de hija y saberme siempre bendecida, quiero seguir saboreando las caricias de Dios en mi vida, no perder la fe, que es el regalo más grande de mi vida.  

Almudena González

Derechos humanos ¿un Gobierno a la altura del reto?

La historia reciente de Colombia está marcada por la valentía de sus lideresas y líderes sociales y defensores de derechos humanos, quienes, a pesar de las amenazas y la violencia sistemática, continúan alzando sus voces en defensa de las comunidades más vulnerables y del medio ambiente; Sin embargo, la respuesta del Estado colombiano y del Gobierno Nacional a esta crisis ha sido, en el mejor de los casos, insuficiente y, en el peor, negligente.

El 29 de noviembre pasado, las Plataformas de Derechos Humanos, junto a organizaciones sociales y procesos autónomos de la Mesa Nacional de Garantías, expresaron su profundo rechazo a la falta de voluntad política que ha llevado al aplazamiento de la sesión convocada de dicha Mesa. Este hecho que se ha repetido en dos ocasiones no es aislado; refleja un patrón de desidia y de evasión de responsabilidades por parte de altos funcionarios como el Consejero Comisionado de Paz, el Ministro del Interior y la Procuradora General de la Nación.

 

El contexto es alarmante. Según cifras de Indepaz, en lo que va del año, se han registrado 69 masacres en Colombia, dejando un saldo de más de 243 víctimas, muchas de ellas líderes sociales y defensoras de derechos humanos. Además, organizaciones internacionales como Human Rights Watch y la CIDH han señalado un aumento en las agresiones a defensores, con más de 170 asesinatos reportados en 2024. Esta realidad es el reflejo de un estado de cosas inconstitucional declarado por la Corte Constitucional en la sentencia SU-546 de 2023, debido a la grave y generalizada violación de los derechos humanos de las personas defensoras, y de líderes y lideresas sociales.

Pese a la gravedad de esta situación, desde julio de este año, cuando se llevó a cabo la única sesión de la Mesa Nacional de Garantías realizada durante el mandato del Presidente Petro, el Gobierno Nacional no ha mostrado interés en dar continuidad a este espacio de concertación, violando la periodicidad trimestral ordenada por la Corte. Este incumplimiento no solo desacata una decisión judicial, sino que desconoce las recomendaciones de organismos internacionales como el Relator de la ONU para los Derechos Humanos.

La Procuraduría General de la Nación y la Defensoría del Pueblo, organismos clave en la garantía de derechos, han mostrado graves deficiencias. Mientras la Procuraduría limita su actuación a casos documentales, la Defensoría, en regiones como Huila y Risaralda, aún no cumple con su rol como Secretaría Técnica del proceso de garantías. Estas falencias son inadmisibles cuando las vidas de cientos de personas defensoras de derechos humanos, ambientalistas y constructoras de paz, están en riesgo.

El Gobierno Nacional, que ha impulsado la política de “paz total” como bandera de su gestión, ha demostrado una incoherencia preocupante. La ausencia del Consejero Comisionado de Paz y del Ministro del Interior en la sesión de la Mesa Nacional de Garantías refleja un desinterés en evaluar los impactos de esta política en la protección de líderes y lideresas sociales y de sus organizaciones. La paz no puede construirse sobre la indiferencia hacia quienes trabajan en los territorios más afectados por el conflicto y hacia quienes desde las redes, plataformas, organizaciones sociales, rodean y respaldan esta labor.

El Gobierno del Presidente Gustavo Petro llegó al poder con la promesa de transformar la relación entre el Estado y los movimientos sociales; sin embargo, su gestión ha perpetuado prácticas de exclusión, instrumentalización y desarticulación que obstaculizan la construcción de políticas efectivas de protección. El movimiento social exige garantías a la vida y a la permanencia en el territorio. La comunidad internacional, representada por el Sistema de Naciones Unidas, ha mostrado su apoyo al Proceso Nacional de Garantías, pero es responsabilidad del Gobierno Nacional garantizar la vida y seguridad de sus ciudadanos.

Los puntos propuestos por las organizaciones para transformar el modelo de protección —como la implementación de medidas de prevención, el fortalecimiento de programas de protección colectiva y la rendición de cuentas de los agentes estatales— son esenciales para evitar una crisis humanitaria aún mayor. El mensaje de las organizaciones sociales es claro y el tiempo se agota. La convocatoria inmediata de la Mesa Nacional de Garantías y la presencia de los altos funcionarios del Estado no son negociables; son una obligación legal y moral.  

Si el Gobierno Nacional sigue ignorando este clamor, no solo estará fallando en su deber, sino que se convertirá en cómplice de las tragedias que podrían evitarse. Colombia no puede permitirse un Estado ausente en momentos de crisis. Es hora de que el Gobierno Nacional asuma su responsabilidad y dé pasos concretos hacia la construcción participativa de políticas, que nos permitan avanzar hacia un país donde defender derechos y construir paz no sea una sentencia de muerte.

Luis Emil Sanabria D.

Incremento del precio del Diesel

De acuerdo a lo pactado por el Gobierno y el gremio de los transportadores, a partir del 1 de diciembre se reajustará el precio del galón de biodiesel en $400!

Ese fue el Acuerdo de los transportadores con el Gobierno, para llegar al incremento de los $800 en dos cuotas. En cuanto al anuncio que hizo en su momento el Gobierno de terminar de nivelar el precio del diésel con el precio internacional el próximo año lo veo remoto porque este será un año electoral y este tema es supremamente sensible.

 

Por ello, creo que el precio quedará congelado luego del aumento decretado a partir del 1 de diciembre, aunque si el Congreso aprueba la propuesta del gobierno en su proyecto de Ley de financiamiento de incrementar el impuesto al carbono, ello, automáticamente, conllevará un aumento en el precio de $425 más, aproximadamente.

Así las cosas, el Fondo de estabilización de precios de los combustibles (FEPC) cerrará este año con un déficit de $10 billones, aproximadamente, pudiendo ser mayor el año entrante.

Amylkar Acosta

No se confíe alcalde Galán

Estoy de acuerdo con quienes consideran que la administración del alcalde, Carlos Fernando Galán, debe empezar a arrojar resultados, mucho más ahora que se encuentra a punto de cumplir su primer año de gobierno en la capital del país, pero señores, tranquilos que vamos de afán.

Esta ciudad quedó tan descuadernada luego de finalizar la administración de Claudia López, que dudo bastante que los resultados que todos deseamos que se dieran en el corto y mediano plazo difícilmente los podremos ver.

 

Para nadie es un secreto que Carlos Fernando Galán encontró una ciudad llena de basuras; con grandes obras de infraestructura unas caminando a paso de tortuga y otras abandonadas; con el crimen organizado como dueño y señor de las calles y avenidas; convertida en la capital mundial de la polisombra; con el espacio público sucio e invadido por ventas ambulantes y autos particulares y para colmo de males, a punto de quedarse sin el suministro de agua potable.

Estos no son problemas que se arreglen de la noche a la mañana, solucionarlos toma bastante tiempo, incluso algunos como las grandes obras de infraestructura traspasan diferentes administraciones, y el mejor ejemplo de esto es el metro y el TransMilenio por la Avenida 68 y ni hablar de la Carrera Séptima.

Por supuesto que el alcalde Galán es el responsable, eso es innegable, pero ojo no es el culpable. Precisamente es por esto que debe confiar en su gabinete, más no debe ser confiado. Aquí Galán debe aplicar la microgerencia y verificar sí lo que reportan sus funcionarios de primera línea, corresponde a la realidad que se vive en barrios y localidades.

No puede ser que sucedan hechos como la inundación en el Parque el Virrey luego de un fuerte aguacero y el director del Idiger, reporte un hecho que no estaba correspondiendo a la realidad tomando como excusa un video que circulaba en redes del año 2020 y que estaba creando confusión.

Tampoco puede ser que un restaurante como La Masa sea víctima de más de un asalto en el mismo año, luego de que se creó una estrategia de seguridad justamente en la zona en donde este local se encuentra ubicado.

Como tampoco puede ser posible que miles de ciudadano no encuentre transporte de retorno a su casa cuando se programan eventos masivos como partidos de futbol o conciertos que van más allá de las 10 de la noche. Lo que es peor, que el Acueducto de Bogotá se tarde más de seis horas restableciendo el servicio de agua potable, una vez se cumplen las 24 horas de racionamiento.

Muchas veces me he preguntado qué le están reportando al alcalde sus secretarios y funcionarios de primer orden, en temas que deberían reflejarse como pequeñas victorias pero que no están arrojando los resultados esperados, sabe Dios por qué razón.

Insisto, el alcalde debe apostarle a las pequeñas victorias mientras se resuelven temas de mayor envergadura y que requieren de más tiempo y dedicación para sacarlos adelante, pero aplicando la microgerencia y constatando que cada hecho que se le reporte corresponda a la realidad.

Galán encontró una ciudad al revés y resulta injusto culparlo por temas que vienen de atrás, a los que otros u otras no prestaron la debida atención dejándoles crecer.

Oscar Sevillano

La Universidad Tecnológica del Chocó (UTCH)

Por medio del PL 383 de 2024, radicado en la Comisión Sexta de Cámara, se busca fortalecer a la UTCH, en el entendido de que la educación superior es una herramienta para superar la desigualdad estructural que padece el Chocó.

El Chocó enfrenta condiciones ambientales únicas que aunque enriquecen su biodiversidad, plantean desafíos específicos para la educación superior. Las instalaciones actuales son insuficientes para garantizar el acceso y la permanencia de los estudiantes en condiciones dignas.

 

Este proyecto de ley reconoce la urgencia de mejorar y ampliar la infraestructura educativa para implementar un plan de ampliación territorial que conecte a las comunidades más alejadas con oportunidades de formación profesional en las subsedes de Istmina, Quibdó y Bahía Solano​, y con la posibilidad de abrir nuevas subsedes en el Medio Baudó, Darién-Riosucio y San Juan.

La UTCH necesita recursos adicionales para fortalecer programas académicos a través del desarrollo de currículos que integren saberes ancestrales y científicos; la investigación con la creación de centros de investigación enfocados en la biodiversidad del Chocó, alineados con los compromisos adquiridos en la COP16; docencia y bienestar universitario.

La Universidad Tecnológica del Chocó enfrenta una inequidad significativa en términos del costo per cápita por estudiante, el cual se encuentra en $6.437.748, por debajo del promedio nacional de $8.000.000 para las universidades públicas. Esta brecha económica refleja una desigualdad estructural que afecta directamente la capacidad de la UTCH para cumplir con su misión educativa, considerando los retos adicionales que enfrenta debido a las condiciones sociales, geográficas y culturales del territorio.

Este proyecto de ley es un compromiso real con los acuerdos del Paro Cívico por la Salvación y Dignidad del Chocó y con los objetivos del Plan Nacional de Desarrollo (Ley 2294 de 2023). Estos compromisos incluyen el cierre de brechas territoriales, la priorización de proyectos estratégicos para el Pacífico y el fortalecimiento de las instituciones educativas como motores de desarrollo social​. La propuesta se enmarca dentro del Plan Plurianual de Inversiones, que contempla recursos para fortalecer infraestructura y calidad educativa, garantizando así que los recursos adicionales se conviertan en inversiones de alto impacto para la región.

Beneficiará a los más de 14.000 estudiantes que actualmente dependen de la universidad. También será un faro de oportunidades para las futuras generaciones, garantizando acceso a una educación pertinente y de calidad. El aumento de recursos permitirá ampliar la cobertura educativay llegar a las subregiones del Darién, San Juan y Medio Baudó, conectando comunidades históricamente olvidadas. Actualmente, solo 39 de cada 100 bachilleres en el Chocó logran ingresar a la educación superior​.

Aprobar este proyecto de ley es un acto de responsabilidad y visión histórica con el Chocó. Es una oportunidad para transformar vidas, para fortalecer la educación pública y para honrar los compromisos con una región que ha dado mucho al país y que ha recibido muy poco. Es un acto de justicia social con el Chocó y por tanto es una siembra de paz.

Pedro Baracutao

La dimensión humana del cambio climático

El cambio climático es mucho más que una crisis ambiental; es una amenaza multifacética que afecta directamente la seguridad humana, exacerba la pobreza y profundiza las desigualdades. La Organización de las Naciones Unidas destaca cómo fenómenos como el aumento del nivel del mar, las sequías y las tormentas extremas desestabilizan comunidades, destruyen modos de vida y empujan a millones de personas a situaciones de vulnerabilidad económica y social.

Los organismos multilaterales no son los únicos dedicando tiempo de su agenda al tema, El MIT Technology Review produjo hace dos meses el especial “Addressing climate change impacts”, basado en una encuesta a altos ejecutivos de empresas estadounidenses, revela una creciente preocupación en el sector privado por los impactos del cambio climático. Aunque las empresas comienzan a tomar medidas, como planes de reubicación y estrategias de adaptación, la dimensión humana del fenómeno se encuentra en un segundo plano en las discusiones de políticas corporativas y gubernamentales, así como de las inversiones de los fondos de capital de riesgo.

 

Un dato interesante en la encuesta del MIT, es que el 75% de los ejecutivos encuestados considera la reubicación de infraestructura como una respuesta al riesgo climático y cerca del 30% cuentan con planes específicos para hacerlo. Si bien esta estrategia puede mitigar las amenazas inmediatas a las operaciones, la experiencia ha demostrado que también puede generar reacciones adversas en las comunidades anfitrionas y la competencia por los recursos. El caso de la ampliación de la fábrica de Tesla en Grueneheide,Alemania, o la sequía que enfrentó a la planta de Coca Cola con comunidades en la Calera, ilustran este desafío: las preocupaciones ambientales y sociales surgen rápidamente cuando los planes de la empresa afectan los recursos naturales locales y el tejido social asociado a ellos.

Sin embargo, más allá de los problemas de implementación, este enfoque refleja un sesgo hacia la protección de los activos físicos y financieros de las empresas, ignorando la dimensión humana. La migración climática forzada, ya sea de individuos o empresas, genera tensiones sociales y agrava las desigualdades preexistentes, lo que exige un replanteamiento integral de estas iniciativas y una comunicación fluida entre empresas, gobiernos y comunidades.

A la fecha, tanto el sector público como el sector privado, han optado por dos estrategias frente al calentamiento global: la mitigación (reducir emisiones) y  la adaptación (prepararse para los impactos). Aunque ambas son cruciales, las diferencias en su implementación y alcance son notables.

La mitigación tiene un objetivo a largo plazo: desacelerar el cambio climático mediante la reducción de gases de efecto invernadero. Esto incluye desde cambiar a fuentes de energía renovable hasta iniciativas de captura de carbono. Por otro lado, la adaptación se enfoca en el presente, aumentando la resiliencia ante los impactos que ya son inevitables, como reforzar la infraestructura contra tormentas o diversificar las cadenas de suministro para enfrentar escasez de recursos.

La verdadera dificultad radica en encontrar el equilibrio, como lo expresa Shanta Barley directora científica de Fortescue, una de las mayores mineras de hierro en Australia: «Las empresas pueden adaptarse hasta cierto punto a las condiciones extremas que está generando el cambio climático, pero, en última instancia, si permitimos que las emisiones sigan aumentando, alcanzaremos un límite máximo de adaptación y la productividad se verá afectada.»

Ahora bien, una lección crítica que lastimosamente hemos recordado recientemente, es que el cambio climático no solo amenaza los modos de producción de las corporaciones, sino también los mercados en los que participan. Las comunidades que se ven gravemente afectadas por desastres climáticos representan pérdidas humanas irrecuperables y fracturas del tejido social y de la confianza en el Estado, pero igualmente son consumidores que perderán poder adquisitivo, trabajadores incapaces de desempeñar funciones esenciales y proveedores que enfrentan interrupciones constantes, como lo pudimos ver con la DANA en Valencia, España o las inundaciones en Abu Dhabi, Emiratos Árabes Unidos.

Esta realidad exige un cambio en la mentalidad empresarial. Las empresas no pueden limitar su respuesta al cambio climático a proteger fábricas y oficinas; deben reconocer que el bienestar de sus mercados y comunidades es fundamental para su sostenibilidad a largo plazo.

Un tema que sobresale tanto en el informe del MIT como en la columna de Naciones Unidas, es la dimensión humana de esta crisis. Los impactos del cambio climático no solo destruyen infraestructura y ecosistemas, sino que desestabilizan sociedades enteras. La seguridad alimentaria, la salud y el empleo se ven amenazados, y los efectos recaen desproporcionadamente sobre los más vulnerables.

En este contexto, los trabajadores enfrentan riesgos crecientes: olas de calor que dificultan las labores físicas, desastres naturales que interrumpen sus medios de subsistencia y enfermedades relacionadas con el clima que afectan su salud. Ignorar estas dimensiones no solo es éticamente cuestionable, sino también económicamente insostenible para empresas y gobiernos.

El cambio climático es un problema global que demanda soluciones integrales y colaborativas. Más allá de las estrategias de mitigación y adaptación, es imperativo incluir una tercera dimensión: la justicia climática. Esto significa diseñar respuestas que consideren explícitamente las necesidades de las comunidades vulnerables y promuevan equidad en la distribución de costos y beneficios.

El sector privado tiene un papel crucial en esta transición, no solo como motor económico, sino como agente de cambio. Las empresas deben ir más allá de la protección de sus intereses inmediatos e incorporar la resiliencia social en el centro de sus estrategias climáticas.

De manera similar, los gobiernos deben intensificar sus esfuerzos para regular y apoyar estas transiciones, asegurando que los recursos se destinen a proteger a las comunidades más afectadas y promoviendo la cooperación internacional para abordar desafíos globales como la migración climática.

Finalmente, como individuos, tenemos la responsabilidad de exigir que estas dimensiones humanas del cambio climático sean reconocidas y atendidas. El cambio comienza con conversaciones como esta, pero debe traducirse en acciones concretas y urgentes.

Todos tenemos un interés vital en limitar los impactos del cambio climático y adaptarnos a sus efectos, y la magnitud de los cambios necesarios requerirá trabajo en equipo. Es posible que las empresas no estén de acuerdo con todas las decisiones climáticas tomadas por el gobierno, pero deberían buscar tener una voz en la planificación climática pública. Al comprender los problemas en juego, tanto para sus negocios como para la comunidad en general, y participando en la conversación, pueden trabajar hacia objetivos mutuamente beneficiosos, transformando los desafíos compartidos en oportunidades compartidas.

Raúl Arce

¡Sí, hay quienes simplemente quieren ver el mundo arder!

No sé quién es el autor de esa frase que se ha hecho célebre y que la escuchamos en una de las películas de “Batman”, pronunciada por el personaje de Alfred, fiel escudero de Bruce Wayne. Presumo que debe ser de su director y guionista, Christopher Nolan, lo cierto es que ha sido un hit y retumba en las mentes de millones, no solo por lo cruda, sino por lo real.

A lo largo de la historia, hemos conocido personajes así, personajes que nos recuerdan la famosa frase de Carataco, Rey de los Catuvellauni, una tribu celta de la Britania preromana que fue capturado y llevado ante el emperador Claudio, este lo indultó y le perdonó la vida debido a un contundente discurso donde el reo le dice, “Mi castigo será olvidado, pero si me perdonas seré un ejemplo eterno de tu clemencia”.

 

Esa frase histórica, le sirvió al Celta Rey para salvar el pellejo, pero su paso a la historia se consolida por otra frase que encierra una poderosa reflexión que ha sido una y otra vez debatida a lo largo de los siglos.

El Rey tribal al conocer y recorrer la Roma imperial luego de su indulto y con asombro por la monumentalidad de la otrora capital del mundo dijo, “¿Cómo pueden estos, teniendo tales posesiones, ambicionar nuestras pobres cabañas?”

Para muchos, la respuesta a esta pregunta-reflexión obedece a la satisfacción de los egos, la vanidad, por locura, por dinero, por religión, esoterismo y hasta racismo; pero para otros, la respuesta correcta es porque “hay quienes simplemente quieren ver el mundo arder”, no puede haber otra explicación cuando Claudio teniéndolo todo, sin haberlo forjado, ambiciona las pobres cabañas.

Putin, amo y señor de uno de los más poderosos estados del mundo, qué puede ambicionar de Ucrania?, qué puede ambicionar Netanyahu de una franja en Gaza, qué podría ambicionar occidente con la guerra en Sudán, que podría ambicionar Azerbaiyán contra los históricamente perseguidos Armenios; nada, no tienen nada que ambicionar, simplemente los señores de la guerra, los que mueven los hilos allá y en el Plateado Cauca, o en el Catatumbo, Norte de Santander, solo quieren ver el mundo en llamas.

Podrán decir lo que quieran, que es por religión, por dinero, por poder, entre otras razones, pero de fondo no son estas las causas, además, es curioso ver que siempre que se buscan las relaciones de poder y los hilos conductores de todos estos conflictos, los caminos conducen a los mismos 3 o 4 países controlados por 3 o 4 conglomerados económicos.

Esos señores y señoras son los que ejemplifican la frase cinematográfica, ellos no pueden acumular más poder, ni riquezas, no les alcanzan 3 vidas para gastar esos vanos tesoros, así que esos retóricos argumentos no pueden ser sus motivaciones, es ilógico que lo sean.

Dicho esto, veo que el mundo no tiene otra alternativa que seguir condenándolos en los tribunales destinados para ellos, como la C.P.I., que ya emitió medidas en contra de Putin y Netanyahu, pero también en contra Mohammed Deif y Omar Al-Bashir, entre otros.

Tribunales que ya condenaron a otros como Taylor de Liberia, Mubarak de Egipto, Hussein de Irak, la señora Polin Iram Masuko de Ruanda o Ríos Montt de Guatemala, contra los tiranos condena, contra los señores y señoras de la guerra, prisión perpetua.

Pero esto, que nos deje una reflexión, lo digo utilizando otra gran frase que obedece a un proverbio africano, “el niño que no sea abrazado por su tribu, cuando sea adulto, quemará la aldea para sentir su calor”, algo que curiosamente se me hace muy parecido al personaje de la misma saga de películas, el Guasón. Ojalá y algún día lo entendamos como nación y no sigamos cultivando señores y señoras de la guerra.

Juan Camilo Castellanos

La Corte Penal Internacional, un tribunal desbordado

La Corte Penal Internacional, La CPI, surge en el marco del Estatuto de Roma, resultado de la Conferencia de las Naciones Unidas celebrada el 17 de julio de 1998, en la Ciudad de Roma, Italia. La CPI tiene por propósito ser un tribunal de justicia complementaria encargada de juzgar a quienes cometen crímenes de guerra y genocidio, entre otros delitos de lesa humanidad. Tiene jurisdicción para juzgar a ciudadanos de los estados firmantes que hayan cometido esta clase de crímenes. En otras palabras, si un Estado no suscribió el Estatuto de Roma, La CPI carece de jurisdicción para juzgar a sus ciudadanos.

La CPI se rige por las normas y principios de derecho internacional, en lo que atañe a tratados, existe la Convención de Viena suscrita en el año de 1969, que regula las normas aplicables a los tratados internacionales. El Estatuto de Roma es un tratado de derecho internacional y le son aplicables las normas de la Convención de Viena.  Es de anotar, que ambos forman parte de la legislación interna colombiana, mediante las leyes 32 de 1985 y 742 de 2002, respectivamente.

 

En el derecho internacional, los tratados sólo aplican para los Estados que los suscriben y los ratifican por los mecanismos internos que cada Constitución establece, de tal forma que un convenio de derecho internacional obliga única y exclusivamente a los Estados que son firmantes. Así las cosas, lo dispuesto en el Estatuto de Roma en cuanto a jurisdicción y competencia de La CPI, solo son mandatorios para los Estados que lo han suscrito y ratificado, caso en concreto: Colombia.

No todos los Estados miembros de la Organización de Naciones Unidas han suscrito el Estatuto de Roma, son partes del acuerdo: 33 estados africanos, 19 de Asía y el Pacífico, 45 europeos y 28 latinoamericanos y caribeños. Vale anotar también que, hay Estados que no han suscrito el Estatuto de Roma y por lo tanto no son partes, como, Estados Unidos, China, Rusia, Turquía, Catar, Ucrania, India, Cuba, Irak e Israel. Lo que técnicamente significa que, La CPI carece de jurisdicción y competencia para juzgar a ciudadanos de éstos Estados.

La CPI emitió orden de arresto contra Benjamín Netanyahu (1949) Primer ministro de Israel, Yoav Gallant (1958) exministro de Defensa de Israel, Mohammed Deif (1955-2024), líder terrorista palestino de Hamás y otros individuos, el pasado 21 de noviembre. En el sentir de los honorables jueces de La CPI, hay serias evidencias para considerar que cometieron crímenes de guerra y de lesa humanidad contra la población gazatí. Decisión cuyo único fundamento legal es una interpretación de La CPI del año 2021, según la cual, Palestina, miembro del Estatuto de Roma, le da jurisdicción a La CPI sobre los territorios de Cisjordania y Gaza. La CPI eliminó de tajo los fundamentos del derecho internacional y del derecho de los tratados. El Estado de Israel no es signatario del Estatuto de Roma, por lo tanto, La CPI no tiene jurisdicción, ni facultades para juzgar a los ciudadanos israelíes. Decisión absurda por demás, porque el palestino Deif que, sí estaría bajo la competencia de este órgano jurisdiccional transnacional, fue abatido por las Fuerzas de Defensa de Israel el pasado 13 de julio. En suma, La CPI emitió la orden de arresto contra un cadáver.

La orden de La CPI no sólo es antijurídica por contradecir los principios inmateriales del derecho internacional, es también una decisión política, porque el Fiscal jefe de La CPI, Karim Khan (1970), es un británico que no ve con buenos ojos al pueblo judío. Olvida el señor Khan que el 07 de octubre de 2023, el grupo terrorista Hamás asesinó a cerca de 1.100 personas y secuestró a otras 253 mientras participaban de un festival musical en Reim al suroeste de Israel. Entre las víctimas hay niños, mujeres y ancianos, lo que legitima a Israel para ejercer su derecho esencial a la defensa. (Continuará…)

León SandovalFerreira

Una ciudad limpia es una ciudad segura

Los índices de criminalidad e inseguridad en Bogotá van en aumento, y es que para nadie es un secreto, que como lo dijimos en una columna anterior “Bogotá no camina segura”, por diversos factores como la falta de oportunidades, el aumento de la llegada de bandas extranjeras a la capital, y otros factores que aumentan el índice que nos tiene como la ciudad más peligrosa del país.

Pero dentro del imaginario colectivo y de la percepción que tiene la gente de inseguridad, existen aspectos a revisar que pueden cambiar un poco esta situación, y es que hace un tiempo la teoría de las ventanas rotas ha rondado mis pensamientos como una forma de solucionar estas problemáticas, pues esta teoría criminológicamente hablando significa que el deterioro de los espacios urbanos fomenta la delincuencia y el desorden y al considerarse un espacio con poco interés por parte de la comunidad incentiva los comportamientos que van en contra de la ley.

 

Así las cosas, más allá de iniciar una crítica en contra del distrito por cómo se está atacando la delincuencia hoy por hoy, lo necesario seria hacer un llamado a la comunidad para contribuir con la seguridad de su sector, de su barrio, a través del orden comunitario y de la limpieza de las áreas comunes, y es que un parque o una calle sucia o deteriorada puede atraer un “efecto contagio”, Y es que un pequeño gesto como ese puede convertirse en un símbolo silencioso de desorden y negligencia y dar luz verde a que los comportamientos delictivos se reproduzcan en nuestra sociedad.

El cambio radicalmente empieza por nuestro ejemplo y no con nuestra opinión, pues de nada sirve que por todo culpemos a las autoridades y a los terceros, cuando inicialmente con un acto podemos aportar nuestro granito de arena desde la recolección de basuras, embellecimiento de las fachadas o áreas comunes y así reducir un poco las probabilidades de la comisión de un delito en nuestra ciudad.

Y esto obviamente no es solo un llamado a la comunidad, es una invitación a que el gobierno local y distrital presten más atención con estas soluciones, que si una bombilla de una calle no sirve no se tenga que esperar un año para su arreglo pues en ese tiempo esa calle ya puede convertirse en un foco de hurtos y otros delitos, lo mismo con el deterioro de los parques, y demás sitios de espacio público.

Al final, la tarea de cada uno es reconocer los problemas y determinar las posibles soluciones, pues solo en comunidad podemos sacar adelante a nuestra querida Bogotá, que más allá de la mejora de la seguridad, es sentir como propio cada espacio de esta ciudad, que tengamos sentido de pertenencia con lo que tanto nos cuesta, que usted y yo amemos la ciudad que nos vio nacer, y que día a día ve cumplir nuestros sueños, que nuestra ciudad sea más limpia y más segura.

Cesar Orlando Amaya Moreno