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Confidencial Noticias 2025

Etiqueta: Paz total

A defender el gobierno del pueblo

A un año y medio de gobierno se han logrado sortear todo tipo de tramoyas e intentos de “golpes blandos” por parte de una clase dominante apoyada en los medios masivos de comunicación, su maquinaria de opinión y el poder corporativo que sustenta su aparataje. A esto se suma el intento de ruptura institucional gestado desde la Fiscalía de Francisco Barbosa.

Pero más allá de los riesgos que vive este gobierno atacado por todos los frentes y deslegitimado a punta de desinformación, vale la pena resaltar su vocación para la salida negociada al conflicto armado a su vez que a la superación de las causas estructurales que lo alimentan y reproducen como la concentración de la tierra en pocas manos y el despojo sistemático de la misma a comunidades campesinas y pueblos étnicos. Es de celebrar los cese al fuego pactados con el ELN, el EMC y organizaciones criminales de Buenaventura.

 

Hechos de paz

De cara al cumplimiento de la Reforma Rural Integral, “75.000 familias rurales disfrutan ahora de la formalización de la propiedad con la titulación de sus predios a nivel nacional. Más de 270.000 hectáreas fueron adquiridas (compradas, donadas o recuperadas) para el beneficio de 35.000 familias campesinas sin tierra (ANT, 2023). En términos de hectáreas entregadas y tituladas, a corte del 31 de enero de 2024, se presentan los siguientes resultados:

Hay que mencionar que los resultados en incautación de cocaína ha sido la más grande en la historia:740 toneladas de cocaína. Un golpe a las mafias que desangran los territorios.

La inversión social histórica y la presencia institucional en zonas marginadas como La Guajira y el Pacífico también son para resaltar. Estas acciones de Estado han dado como resultado la disminución de muerte infantil por hambre y falta de agua potable en estos territorios.

La ampliación de zonas de protección ambiental, la entrega de predios por la SAE a organizaciones sociales y campesinas, el reconocimiento de campesinos como sujeto de derechos y la voluntad de implementar el Acuerdo Final de Paz como base de la política de “paz total”, son razones suficientes para defender a este gobierno de los intentos golpistas que se gestionan en el marco de un avance regional y latinoamericano de la derecha.

En un país que registra 9 millones de víctimas, deberíamos enfocarnos en pensar la reconciliación en todos los niveles. La marcha del 8 de febrero en defensa del gobierno es una expresión más de la voluntad pacifista del pueblo colombiano, agotado de tantas guerras y sediento de las paces que vendrán.

Finalmente, advertir que se hace necesario revisar el Plan Marco de Implementación y los Planes de Acción para la Transformación Regional. Y en este sentido es clave adoptar una política pública estatal permanente de convergencia regional con el fin avanzar en el propósito de la transformación de territorios PDET.

Se necesita una política de Estado permanente que busque la convergencia regional y la inclusión real de los territorios PDET en lo   que Gaitán llamó el país político. Un avance importante es pasa por reconstruir la confianza de las comunidades PDET, ultrajadas por 6 años de incumplimiento sistemático.

Esperamos que la sesión del Consejo de Seguridad de la ONU en el país sirva para darle un impulso definitivo a la política de paz que viene impulsando contra viento y marea este gobierno.

Encuentre aquí más columnas de Pedro Baracutao

El Gobierno y la Segunda Marquetalia inician diálogos de paz

El Gobierno y el grupo armado Segunda Marquetalia, encabezada por el guerrillero Iván Márquez, han anunciado el inicio de conversaciones para la firma de un «acuerdo de paz», dentro de los esfuerzos de «paz total» impulsados por el presidente Gustavo Petro.

El Alto Comisionado de Paz, Otty Patiño, y el propio Márquez suscriben el comunicado en el que anuncian el inicio formal de este «proceso de diálogos sociopolíticos», en el que Cuba, Noruega y Venezuela han sido llamados de nuevo a mediar. La ONU y la Iglesia católica ejercerán «acompañamiento» en estas conversaciones, para las que aún queda por definir la agenda y los protocolos de negociación.

 

Las partes se comprometen a «hacer todos los esfuerzos posibles para dignificar la vida de las colombianas y colombianos y contribuir a resolver los problemas que afectan las condiciones de existencia del ser humano», lo que pasaría por estimular «nuevas economías» o favorecer compromisos medioambientales.

«Coincidimos en la necesidad de llevar a cabo un proceso de paz ordenado, ágil, riguroso y respetuoso, que brinde tranquilidad y certezas a la sociedad colombiana en el compromiso genuino de la solución política y la construcción de la paz», han suscrito ambas partes.

En su nota, también coinciden en la necesidad de «garantizar la vida y la seguridad» de todos los actores que «se comprometan» con el proceso de paz, «sin incumplimientos ni entrampamientos», con el objetivo de «brindar la deuda confianza y superar prácticas contrarias y recurrentes de quienes han gobernado el Estado colombiano».

Petro ha impulsado desde su llegada al Gobierno acuerdos con diferentes grupos armados, entre ellos el Ejército de Liberación Nacional, y la Segunda Marquetalia ha subrayado que «sigue con atención e interés» estos trabajos, de los que espera que logren «transformar la vida de poblaciones y comunidades».

Gobierno y ELN plantean crear un fondo con donantes

El Gobierno y el Ejército de Liberación Nacional (ELN) han planteado la creación de un fondo con donantes para financiar el proceso de paz en medio de una posible nueva prórroga de alto el fuego bilateral entre las partes, que vence este lunes.

La delegación del ELN ha asegurado en un comunicado que se han producido avances en los «diferentes acuerdos parciales sobre participación de la sociedad en el proceso de paz» y ha propuesto convocar a donantes «para constituir un fondo que soporte el cumplimiento de estos acuerdos».

 

«Tras año y medio de negociaciones y luego de evaluar los seis primeros meses del cese al fuego bilateral, nacional y temporal (CFBNT), se están tomando medidas para resolver factores de crisis y agregar nuevos elementos de compromiso a cumplir por ambas partes, con el propósito de acordar una prórroga de otros seis meses de este CFBNT», ha indicado en un comunicado.

Esto se produce después de que la pasada semana las partes acordaran desde la capital de Cuba, La Habana, prorrogar una semana más, es decir hasta este lunes, el alto el fuego, manteniendo las mismas condiciones establecidas hace ahora medio año.

La cuestión de la financiación de la guerrilla ha cobrado especial relevancia mediática después del secuestro a manos del ELN del padre del futbolista del Liverpool Luis Díaz, liberado tras doce días de cautiverio. Las partes se encuentran en su sexto ciclo de conversaciones en La Habana.Copiar al portapapeles

Postulan a Petro para el Nobel de Paz

El diputado noruego Rasmus Hansson postuló al presidente, Gustavo Petro, como candidato al Premio Nobel de la Paz 2024. Hansson, miembro destacado del partido ecologista en Noruega, justificó su decisión destacando el papel de Petro como una «inspiración» mundial en la búsqueda de la paz.

Hansson elogió la capacidad de Petro como negociador inclusivo, subrayando sus esfuerzos por alcanzar la paz en Colombia. El diputado noruego resaltó  que Petro ha involucrado activamente a mujeres, jóvenes, indígenas y diversos grupos marginados en las conversaciones que se llevan a cabo con diferentes grupos armados. También enfatizó, que esta inclusión ha sido fundamental en la construcción de un camino hacia la paz total en Colombia.

 

Según el político noruego  “Petro promueve una política de paz creadora, moderna e integral. Él demuestra en la práctica que el dialogo con los actores armados puede ser un medio eficaz para solucionar conflictos y reducir la violencia.

La postulación al presidente Petro para el Premio Nobel de la Paz ha generado un debate internacional sobre su idoneidad y el impacto de su liderazgo en los procesos de paz y reconciliación en Colombia.

Los premios se entregan anualmente el 10 de diciembre en la ciudad de  Oslo capital de Noruega , fecha que coincide con el aniversario de la muerte de su fundador Alfred Nobel.

Hasta el momento el único colombiano en alcanzar este reconocimiento es el expresidente Juan Manuel Santos en 2016. En su momento Andrés Pastrana también sonó como posible candidato al Nobel de Paz, sin embargo, su postulación nunca se concretó.

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Cese al fuego con el ELN irá hasta el 5 de febrero

Foto: Presidencia de la República

El Gobierno Nacional y la guerrilla del ELN acordaron ampliar el cese bilateral al fuego hasta el próximo 5 de febrero, mientras toman decisiones de fondo frente a las condiciones de una prórroga más amplia.

 

“Teniendo en cuenta que el día de hoy, 29 de enero de 2024, expira el CFBNT (cese al fuego bilateral, nacional y temporal), se dará continuidad hasta el día 5 de febrero de 2024 en las condiciones del Acuerdo Nº 10 del 9 de junio de 2023 y de los protocolos que lo han regido hasta ahora”, cita un comunicado emitido hoy por la Mesa de Diálogos reunida en La Habana.

Agrega que “una vez culminada la evaluación del CFBNT y el presente ciclo, se firmará la prórroga del CFBNT que fortalecerá, desarrollará e incluirá los aspectos relacionados con el mismo que están contenidos en los acuerdos 9 al 21, suscritos desde junio del 2023 hasta la fecha”.

Entre estos aspectos está “la suspensión de las retenciones con fines económicos (secuestros extorsivos)” por parte del ELN, así como la reanudación del proceso de participación de la sociedad y la creación de una red nacional de participación.

El ministro de Defensa, Iván Velásquez Gómez, viajó el fin de semana a La Habana, con el fin de participar en la Mesa de Diálogos para tratar asuntos relacionados con la prórroga del cese al fuego.

El ELN dice que no hay acuerdos para prorrogar alto al fuego

El comandante del ELN Antonio García, desde su cuenta de X, desmintió que exista un acuerdo que permita prorrogar el cese al fuego con esta guerrilla.

 

Con esta declaración, máximo jefe de esta guerrilla desautoriza las palabras del Comisionado de Paz, Otty Patiño, quien aseguró en días pasados que el cese al fuego bilateral con el grupo armado ilegal se extendía por seis meses más.

No es la primera vez, que tanto Patiño como García dejan ver sus diferencias. Meses atrás, el comisionado dijo no reconocer al jefe guerrillero como su interlocutor y que se entendía únicamente con los delegados de esa guerrilla en la mesa de negociación.

Se van encontrando soluciones

Se necesita talante, compresión, decisión, perseverancia, compromiso y una importante dosis de optimismo y creencia en la posibilidad real de que, nuestra sufrida sociedad será capaz algún día, no lejano, de salir de décadas de oscuridad, violencia, injusticia, impunidad y corrupción, para seguir persistiendo en la construcción de la paz y en la superación definitiva de las causas que originan tan lamentable situación. Poco a poco se van encontrando soluciones a los problemas y tropiezos que, emergen o se presentan, en una estrategia de paz que parecía no tener futuro, y a pesar de las acciones de quienes continúan asesinando líderes y lideresas sociales, y firmantes del acuerdo de paz, en cometer masacres y toda clase de crímenes contra la población civil y en desarrollar campañas mediáticas de desprestigio a los esfuerzos de paz y reconciliación.

Los diálogos de paz, por lo menos con las dos estructuras guerrilleras existentes en el país, están dando frutos que van cogiendo forma y que, seguramente pronto maduraran. Con el ELN se volvió por la senda de la confianza y la búsqueda de soluciones, que parecía estarse estrechando y debilitando, para darle paso, a acuerdos y acciones que harán posible que el ejercicio de construcción de la propuesta de participación ciudadana tome forma lo más pronto posible. Seguramente con el inicio hoy, de una nueva ronda de conversaciones, y bajo la dirección de Vera Grabe, se avanzará en el fortalecimiento del Cese al Fuego y los protocolos necesarios para evitar toda acción violenta contra la población civil, haciendo posible que, se avance en la solución definitiva de la confrontación armada y se pacte un acuerdo que le ponga fin a las causas que la originaron.

 

Con el llamado Estado Mayor Central de las FARC, organización disidente de las antiguas FARC-Ep, es muy loable la labor que desarrolla el equipo negociador encabezado por Camilo González P; equipo que no desfalleció, a pesar del acumulado de acciones que indicaban que esta organización no tenía mucho interés en avanzar en la solución dialogada del conflicto, o que al menos, le faltaban algunas condiciones propias que respaldaran su reconocimiento como organización política armada. La persistencia es el camino, la seguridad de que una sociedad puede solucionar dialogando, aún sus problemas más difíciles, el convencimiento de que se pueden encontrar soluciones pensando en el interés supremo de la vida con dignidad, han hecho posible que hoy se cuente con un nuevo acuerdo que reconoce principalmente la importancia de la participación ciudadana, de las organizaciones sociales y del respeto al DIH y los Derechos Humanos.

Por supuesto que falta camino, que se tiene que avanzar en los diálogos para el acogimiento o sometimiento a la justicia de otras organizaciones armadas, que no tienen carácter político. Los máximos cabecillas de estas estructuras criminales y todas sus expresiones territoriales, deben alinearse con el querer de la sociedad y decidirse por el camino de los diálogos, suspender, como gesto de paz, toda acción contra la población civil y toda confrontación con el estado y la fuerza pública. No se puede continuar por el camino de la violencia, el pueblo está sufriendo las graves consecuencias que esta confrontación, y el presente y futuro de la niñez y la juventud, sigue minándose de incertidumbre, muerte y desolación.

Todos estos avances y oportunidades del proceso de paz, seguramente no fueran posibles, si la mayoría de la sociedad colombiana no hubiera tomado la decisión de respaldar con su voto y su voluntad, la propuesta de gobierno del Presidente Gustavo Petro, y si el Sr. Presidente, una vez electo, hubiera incumplido su palabra empeñada en el programa de gobierno, en la plaza pública y especialmente en su actuación coherente de hombre de paz; de allí, la importancia inaplazable de que, además de los diálogos establecidos con los actores armados, y los que se establecerán en adelante, la sociedad en todas sus expresiones, hayan o no respaldado la candidatura del hoy primer mandatario, avance por el camino de la construcción de un gran acuerdo nacional por la paz, que determine un marco amplio de acción política, social, y económica, para la reconstrucción de la patria.

Un acuerdo que haga posible adelantar una profunda reforma que modernice la política y la democracia, que reconozca la importancia de la descentralización de la mano del fortalecimiento del poder ciudadano, una reforma a la justicia para superar los altos niveles de impunidad y un acuerdo alrededor del fortalecimiento de la producción y la economía interna en armonía con la naturaleza, que haga posible iniciar el camino para superar la pobreza y la injusticia social, entre otras consideraciones.

Este pacto no será posible si la ciudadanía, las organizaciones sociales, los gremios económicos y de la producción, los partidos políticos, no toman la iniciativa y propician escenarios de diálogo y construcción de acuerdos. Diálogos que deben cubrir el ámbito nacional y territorial, que sean el escenario propicio para desatar un proceso amplio, con proyección en el tiempo y garantías a todas las partes, de tal forma que, además de una agenda y una metodología, se participe con el convencimiento de que podemos reencontrarnos y pactar las reglas que guíen, en el marco de la Constitución Nacional, el presente y el futuro de la Colombia en la que quepamos todas y todos.

La sociedad debe recuperar su iniciativa, su capacidad de movilización, y en especial su fuerza organizativa y deliberativa para construir escenarios nacionales y regionales, que le muestren a quienes hoy se encuentran vinculados a las organizaciones armadas, que existe un compromiso, no solo del gobierno nacional y seguramente de las mayorías de los gobiernos locales, en propiciar todas las condiciones, para que nunca más, por ningún motivo, se vuelva a recurrir a la violencia armada para propiciar cambios políticos o para superar la pobreza o la exclusión.

Muy buena labor continua realizando la Mesa Nacional de Interlocución Social para la Paz – MENISP, en donde se encuentran cerca de treinta organizaciones nacionales, y las mesas y espacios locales para la paz que se están instalando y fortaleciendo en diferentes regiones del país; Sin embargo, esta iniciativa debe ser complementada con un mayor reconocimiento e interlocución de parte del gobierno nacional y con puntos de encuentro con otras expresiones sociales, gremiales y políticas, en el interés de propiciar los diálogos sociales que requiere el acuerdo nacional para la paz. Fortalecer lo que existe es necesario, pero no suficiente, hay que romper las barreras que nos desencuentran y poner por encima del interés particular de cada sector, el interés de Colombia entera.

Encuentre aquí más columnas de opinión de Luis Emil Sanabria

A la Paz le falta más decisión ciudadana

Iniciamos el año, y las cifras de asesinatos de líderes, lideresas y firmantes del acuerdo de paz, los secuestros, las extorsiones, el reclutamiento de menores, las víctimas de minas antipersonal, entre otras infracciones al Derecho Internacional Humanitario y actos de violencia armada, siguen enlutando los corazones de personas, familias y comunidades, lo que debería concitar, la indignación nacional para que los actores políticos armados y los grupos de delincuencia común, suspendan toda práctica hostil contra la población civil, decidiéndose a abandonar la confrontación armada; igualmente, los responsables estatales de proteger a la ciudadanía, deben redoblar esfuerzos y capacidades concertadas interinstitucionalmente y con organizaciones sociales, que hagan posible recuperar o garantizar la vida y la permanencia en el territorio.

Si bien es cierto, los ceses al fuego bilaterales, como elementos generadores de mejores condiciones para adelantar diálogos entre el gobierno nacional y los grupos armados, no eliminan todos los actos violentos que se desarrollan en una confrontación armada, como la que padecemos en Colombia, tampoco deberían ser utilizados por los actores armados comprometidos, para incrementar su capacidad bélica, copar territorios nuevos, o perseguir a las comunidades, y a los líderes y lideresas que trabajan o no por la paz. El cese al fuego debe ir incrementado sus niveles de prohibición de actos violentos, que excluyan a la comunidad y que disminuya las muertes de civiles y de combatientes, de lo contrario, su razón fundamental pierde sustento y respaldo popular.

 

El asesinato, las amenazas, el desplazamiento de personas que ejercen algún tipo de liderazgo social, político, económico o comunitario, y que no están involucrados en la confrontación armada, las masacres, el confinamiento, el constreñimiento político y social,  buscan fundamentalmente causar un profundo daño a la sociedad y a sus organizaciones, rompiendo o debilitando el tejido social, y eliminando la estructura orgánica que la población ha desarrollado durante decenas de años y que se convierte, en razón de estas acciones y amenazas externas, en el escudo de defensa de la cultura, las tradiciones y los conocimientos ancestrales. Una sociedad que naturaliza, que permite, por acción o indiferencia, que los liderazgos sociales y comunitarios tradicionales sean exterminados, estará condenada, tarde o temprano, a perder la base democrática que le da sustento a sus estructuras administrativas, políticas y judiciales nacionales y territoriales, dejando a merced de la iniciativa delincuencial, el control social, económico y político, profundizando la crisis de pobreza, exclusión, inequidad e impunidad.

Profundo daño a la sociedad y a la democracia, hacen aquellas personas que dirigen instituciones que les corresponde velar por la justicia y perseguir a la delincuencia, como lo que ocurre con la Fiscalía General de la Nación, cuya cabeza principal, en lugar de generar un robusto programa para superar los altos índices de impunidad, perseguir a los autores intelectuales de los asesinatos, masacres, extorsiones, secuestros y corrupción, dedica toda su fortaleza a otros temas no misionales, en un afán propagandístico personal y de proselitismo politiquero, dejando en total indefensión a las comunidades y sus liderazgos. No es por ahí que se le devuelve a la institucionalidad estatal, el respaldo y la legitimidad que requiere por parte de la sociedad. La sociedad, las comunidades y las organizaciones esperan con ansiedad que esta entidad cumpla con su mandato constitucional y se dedique a superar la impunidad, y a fortalecer las garantías a la vida, la honra y los bienes de todas y todos.

El proceso de paz avanza, es cierto, y la confrontación entre los bandos armados enfrentados disminuye, ahorrando la pérdida de vidas humanas de combatientes; sin embargo, en algunas regiones del país, estos beneficios no se hacen evidentes, por cuanto, las hostilidades en algunos casos aumentan, en otros se mantienen o no disminuyen, a la velocidad que se requiere para salvar vidas y también para generar la confianza necesaria que haga posible la participación informada en el proceso de paz, lo que demuestra que, hoy más que nunca, se requiere una mayor movilización social organizada, que le envíe un mensaje claro y contundente a quienes persisten en causar daño a la población, para que, independientemente de si están o no involucrados en las mesas de diálogo para la paz, sientan que las mayorías hemos decidido, transitar pacíficamente hacia una sociedad democrática, justa, equitativa, respetuosa de los derechos humanos, la vida y la diversidad, en donde los fusiles solo sean garantías de soberanía nacional y de defensa de la vida y la dignidad.

No podemos esperar a que todas las causas que sirven de sustento a los discursos que legitiman la lucha armada, estén solucionadas para comenzar a construir una sociedad pacífica, debemos comprometernos en un gran Acuerdo Nacional que envuelva a todas la expresiones de la sociedad en la transformación real de estas; tampoco podemos obviar la búsqueda de acuerdos con quienes se han alzado en armas, para que las soluciones progresivas a dichas causas, queden contempladas en un acuerdo de paz que cuente con el respaldo de las grandes mayorías, y que en virtud de esto, se elaboren los planes y proyectos necesarios, se destinen los recursos necesarios a corto, mediano y largo plazo, y se realicen los cambios políticos que hagan posible una democracia fuerte e incluyente, capaz de superar los fenómenos de corrupción que le roban la esperanza a la juventud.

La sociedad no puede desfallecer, es nuestra obligación salir a defender la vida y la paz, a manifestar nuestro rechazo a todas las formas de violencia armada que nos afectan. Los y las negociadoras, de todas las delegaciones, seguramente, como se ha evidenciado, están concentrados buscando, construyendo y logrando acuerdos, según las agendas previamente definidas, pero a la sociedad en general, mujeres, hombres y no binarios, comerciantes, pueblos étnicos, empleados y trabajadores, jóvenes, estudiantes, artistas, profesionales, mineros, pescadores y campesinos, población LGBTIQ+, periodistas, comunales, población con discapacidad, entre otras expresiones, le corresponde rodearlos con la movilización, exigirles compromisos y resultados en defensa de la vida, y avances en la construcción de la paz. Que los beneficios de la Paz se sientan en cada rincón del país, que las trasformaciones beneficien con más celeridad a las personas tradicionalmente excluidas y empobrecida, que el respeto a la vida y la dignidad no tenga color político o diferencias económicas.

El 2024 debe marcar con la movilización, la participación y la acción social, el fin de la violencia armada, la profundización de la democracia, el fin de la corrupción, la construcción de equidad y el goce pleno de los derechos humanos. No podemos retroceder, aceleremos el tren de la verdad, la justicia y la reparación integral a las víctimas del conflicto armado. Que nadie pierda la esperanza, vamos por la paz con justicia social y ambiental, que beneficie a todas y todos, apoyando e involucrándonos en la implementación del acuerdo logrado con las FARC-Ep. La noviolencia, la seguridad, los valores cívicos y democráticos, los deberes y derechos deben marcar el horizonte de la convivencia en las ciudades y veredas, para que la vida sea el centro sobre el cual orbite la gobernabilidad local. Que la existencia de todas y todos sea respetada, que cesen los asesinatos, las masacres, los secuestros, el reclutamiento forzado, la violencia contra las mujeres, y toda acción que atente contra la dignidad.

Encuentre aquí más columnas de opinión de Luis Emil Sanabria.

Seguridad y Paz Total, la agenda del 2024

La seguridad del país está por el piso. De acuerdo al conteo dado por Indepaz, el año pasado a corte del 22 de noviembre fueron 93 masacres con 300 víctimas, la delincuencia común en Colombia se ubicó en 12.174 homicidios, el secuestro aumento el 67%, los robos un 7 % y la extorsión un 8% para el año 2023.

Este fin de semana se conoció del secuestro de Jefferson Elías Murillo, registrador del Chocó, cuando iba con su novia y un primo en la vía de Quibdó a Istmina. Las autoridades hablaron de un plan candado y hasta el momento sigue la llave no ha funcionado.

 

De la misma manera, las negociaciones con los grupos residuales del proceso de paz, junto con la última guerrilla que queda en el país, parecen no querer un acuerdo de paz. Si remembramos el gobierno de Andrés Pastrana, al igual que las Farc de la época del Caguán, el ELN y grupos residuales o emergentes de hoy, solo buscan una pausa para fortalecerse y seguir en lo que han hecho por años.

Este nuevo intento de paz va a morir por la persistencia en los secuestros, la negación a entregar las armas y la prepotencia de estos grupos que se sienten intocables, con la posibilidad de exigir lo que les venga en gana y el gobierno como “novia enamorada” entregándolo todo. Al final, el resultado final de un eventual acuerdo y la prolongación infinita de una conversación estará sin resultados.

Todos estos grupos tienen la obligación de demostrar su voluntad de paz. Los procesos continuamente pasan por fases en las que la capacidad política de un gobierno depende de los gestos de su contraparte en la negociación. Si la guerrilla sigue indiferente al rechazo de grandes sectores, pronto el diálogo no solamente será inviable, sino que empezará a ser visto como la causa de los más grandes problemas del país.

Se debe mostrar un modelo de seguridad claro, aplicado a la lógica territorial que exige el conflicto y liderazgo civil que deben ejercer el ministro de Defensa y el presidente.

Este 2024 será el tiempo para hacer un alto en el camino y realizar un balance de las debilidades, oportunidades, fortalezas y amenazas. Oportunidades de mejora que a nivel nacional ya conocemos y que han figurado en los titulares amarillistas de diferentes medios de comunicación, pero que, si no se reconocen, nos llevarán a una sin salida mientras parte de la ciudadanía continúa siendo víctima o presa del miedo y de una fuerte sensación de inseguridad.

Celebremos el nacimiento, la vida y la fraternidad

Hoy gran en parte de la humanidad celebra el nacimiento a una nueva vida, la mayoría de los cristianos celebran el nacimiento de Jesús, reafirman la fe y enaltecen la tradición; otras culturas y pueblos del hemisferio norte, celebran cada 21 de diciembre, el solsticio de invierno, el día con el periodo de luz diurna más corto y la noche más larga del año, producido cuando el Polo Norte alcanza su máxima inclinación alejándose del Sol. La Navidad, es en general, una fiesta de la alegría, de la fraternidad, una fecha en que se busca la familia y los amigos cercanos, para celebrar que la vida se impone sobre la muerte y que es posible construir nuevos horizontes, nuevos sueños y esperanzas.

En Colombia y otros países, la Navidad para las grandes mayorías empobrecidas y excluidas, se ve empañada. Hay poco que compartir, pocos abrazos que dar y pocos momentos que celebrar. Las violencias en todas sus manifestaciones se apoderan de su entorno, penetran su hogar, se sientan a la mesa y carcomen la alegría; el dolor y la desesperanza se acomodan en los rincones de todo lo que nos rodea. No solo la violencia que produce la injustica social, el empobrecimiento y la inequidad, sino aquella que se genera desde las mentes y los corazones de quienes asesinan, masacran, extorsionan, desaparecen, o reclutan a miembros de la familia y de la comunidad, haciendo que la fiesta de la vida y el amor desaparezca y le de paso, a la venganza y al dolor.

 

Llevamos casi sesenta años, reproduciendo círculos de violencias que han impedido que la fiesta de la vida, del nacimiento se goce a plenitud. No hemos podido, a pesar de los esfuerzos realizados por la sociedad civil, algunos gobiernos y algunos grupos armados no estatales que decidieron reconocer la importancia de la lucha democrática y de los cambios progresivos, celebrar la Navidad sin el fantasma presente de las muertes violentas, la separación de un ser querido producto del secuestro, el reclutamiento, la desaparición o el desplazamiento forzado. Se profundizan los odios, se aleja el perdón, se desvanece la posibilidad de la reconciliación y vuelven a emerger las voces de quienes promueven el rencor, la venganza y la retaliación.

Nada más alejado de la posibilidad de construir una sociedad mejor, con equidad y justicia social, que empeñar esfuerzos en retroalimentar la guerra; nada nos aleja más del sueño de vivir una Colombia que sea fortaleza de la vida y de la dignidad, de la democracia y la solidaridad, que mantener la cultura de las violencias, atacar sin piedad a las organizaciones sociales, gremiales, étnicas, comunales, campesinas, de mujeres y jóvenes, de población LGBTIQ+, de población con discapacidad; nada está más en contra de los deseos de construir una Colombia que supere la pobreza extrema, que garantice educación, salud, vivienda y avance hacia la Reforma Rural Integral reafirmando los derechos de las campesinas y campesinos, reconociendo sus tradiciones y haciendo productivo el campo, que imponer a sangre y fuego una ideología o un negocio legal o ilegal; nada nos aleja más de la Navidad, de celebrar la vida con dignidad y del advenimiento de la esperanza, que seguir imponiendo la violencia armada sobre millones de víctimas del conflicto armado que reclaman reparación integral y restitución de tierras.

La Navidad es compromiso con la paz, con las y los más empobrecidos y excluidos, con los y las esclavizadas y explotadas, con las víctimas de la violencia armada; eso es lo que reclama Colombia de nosotros y nosotras, de quienes hemos vivido o alcanzado privilegios, de quienes nos acostamos sin hambre y sin dolor; pero también, es el reto para millones de compatriotas que debe hacerse visible en las calles, para juntar en una sola voz y un solo cuerpo, las manos y los corazones, la generosidad y la solidaridad, la justicia y la equidad, el diálogo y los acuerdos, los pactos y los cumplimientos, la democracia y el respeto, el perdón y la reconciliación. Que nadie, se sienta con el derecho de utilizar el dolor de millones de víctimas, para exacerbar los odios y la venganza, para instrumentalizar el descontento con la violencia a favor de un dogma, de la politiquería o la descalificación de los intentos de paz que se adelantan hoy en varios escenarios de diálogo.

Que la Navidad sea el momento de la reflexión y de las reafirmaciones por salir de tantos males impuestos o generados con nuestra forma de actuar. Que el narcotráfico y las economías que este genera y que invaden a nuestros pueblos y ciudades, comiencen a desaparecer definitivamente, nada justifica seguir haciendo daño a millones de personas, produciendo sustancias psicoactivas, traficando y enriqueciéndose con la desgracia ajena; la economía ilegal derivada del narcotráfico alimenta las violencias que nos mantienen en la oscuridad y el atraso. Nada justifica la corrupción, todo dinero que llegue a los bolsillos de alguien o a los bancos, quitándole posibilidades de educación, alimentación, vivienda o salud a un niño, niña o adolescente, será devuelto en los ciclos de la vida, con violencia e inseguridad. Nada podrá reparar el daño que se le hace al ambiente, cuando el deseo depredador se apodera del espíritu minero, de los proyectos energéticos o de desarrollo, hacer la paz con la naturaleza, también es obligatorio si queremos sobrevivir como especie en este planeta vivo.

Las noticias que llegan de la mesa de diálogo con el ELN y la mesa de diálogo con la disidencia de la FARC, son muy importantes y nos llenan de esperanza, sobre la posibilidad real de pactar la paz con estas organizaciones armadas, en especial, cuando ambas se han comprometido a suspender el secuestro de civiles con fines económicos; sin embargo, estos avances que marcan un nuevo paso dentro del cese al fuego bilateral, que deberá continuar y reafirmarse a principios del 2024, y un estado de maduración significativo hacia el abandono definitivo de la violencia armada, que respaldamos y rodeamos, deben ser refrendados realmente en el actuar territorial de todos los frentes de guerra y todos los combatientes de ambas organizaciones. Por eso, la importancia de que la movilización ciudadana exija a estos y todos los grupos armados, que cesen los ataques contra la población civil, que reafirmen su compromiso con la paz negociada, enviando un mensaje claro y contundente de que están en total disposición de juntarnos desde la verdad, la justicia, el perdón y la reconciliación, en el marco de la democracia y convivencia, a implementar las transformaciones que se acuerden y muchas otras que seguramente se necesitarán. Esta oportunidad de pactar la paz, de implementar lo pactado y continuar el camino de construcción de una nueva Colombia, no se puede desperdiciar.

Vamos a marchar, vamos exigirle al Gobierno y al Estado que redoble los esfuerzos por garantizar la vida y permanencia en el territorio de líderes y lideresas sociales y políticos, que se rompa cualquier vestigio de complicidad o alianza de miembros de la fuerza pública con grupos armados ilegales; vamos a movilizarnos para demandar a los Grupos Armados Ilegales que no han escuchado el llamado del gobierno y el clamor popular, que se sienten a dialogar y construir soluciones finales para superar la violencia; vamos a rodear los diálogos que hoy se adelantan y a exigir con decisión, que nadie se levante de la mesa de conversaciones, hasta que logremos salir de tantos años de barbarie y dolor.

Ahoguemos con la movilización pacífica y la democracia, toda llama de violencia, de injusticia, de odio, de estigmatización o exclusión; tenemos que ser miles y miles en las calles, en todos los rincones del país, los y las que salgamos a exigir, las veces que sea necesario, el fin de la guerra, el cese al fuego y la renuncia a todos los ataques violentos contra la población, contra los niños, niñas y adolescentes, contra los pueblos indígenas y afrodescendientes, contra las mujeres y los campesinos, contra sindicalistas y comunales, contra comerciantes, ganaderos, mineros, pescadores, industriales; vamos a demostrar con la fragilidad de la esperanza y la fuerza del amor, que queremos celebrar en adelante nuestra Navidad en paz, y que nos comprometemos a luchar con todas las fuerzas, para que ningún colombiano o colombiana pase sus días sin comida o sin techo. Que la prosperidad deje de ser un deseo de Navidad y Año Nuevo, y se convierta, por decisión de todas y todos, en una realidad que vivimos y gozamos.

Encuentre aquí más columnas de Luis Emil Sanabria D.

El ELN renuncia a los secuestros económicos

El Ejército de Liberación Nacional (ELN) anunció desde Ciudad de México que suspende los secuestros con fines económicos tras llegar a un acuerdo con el Gobierno de Colombia en el marco del quinto ciclo de diálogos de paz.

Durante la jornada, que ha puesto fin al ciclo, las partes han acordado «profundizar» y prorrogar el alto el fuego, crear un observatorio para trabajar con el paramilitarismo, consolidar las zonas de paz, mantener y profundizar las acciones humanitarias en relación con los presos políticos, suspender el secuestro con fines económicos y suministrar información a personas en cautiverio.

 

En la clausura, la jefa de la delegación del Gobierno, Vera Grabe, ha resaltado que han avanzado «con firmeza hacia la paz con el ELN» y que han «convertido una crisis en oportunidades» que «fortalecen» para «consolidar acuerdo determinantes», según reza un comunicado de la Oficina del Alto Comisionado para la Paz.

Este acuerdo llega apenas tres días después de que el jefe negociador del ELN, Israel Ramírez Pineda, alias ‘Pablo Beltrán’, indicara que el grupo no abandonaría la práctica de secuestros porque provocaría un debilitamiento estratégico a la organización y recordando que esta medida no estaba incluida en los protocolos de alto el fuego firmados en La Habana.

«Somos una organización rebelde, quiere decir que desconocemos el Estado y tenemos armas contra ese Estado porque no hay otra vía de cambiar las cosas en Colombia. Nos autorregulamos, tenemos nuestras propias normas y realizamos actividades de finanzas para sostener la rebelión», argumentó entonces, ya que el exministro Fabio Valencia Cossio, de la delegación gubernamental, pidió el fin de estas actividades, siguiendo la línea de la disidencia del Estado Mayor Central (EMC) de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC).

Tras ello, el presidente, Gustavo Petro, condicionó el alto el fuego entre los grupos armados a acuerdos que permitan desmantelar sus economías ilícitas, entre las que destacó la cocaína, el secuestro, el oro y la extorsión. «Lo que nos preocupa no es si se ataca al Estado o no, sino si se ataca a la sociedad», aseveró.

El Gobierno se encuentra en diferentes fases sobre la negociación de la paz con los dos grupos armados mencionados, lo que no les ha impedido hasta la fecha seguir con algunas de sus actividades como los secuestros. Los diálogos con el ELN han llevado al alivio humanitario de las regiones y comunidades más afectas.

La paz integral es más que la negociación del conflicto armado

Nuevamente las mesas de diálogo para buscar salidas políticas al conflicto armado y pactar acuerdos que conduzcan al desmonte de la lucha armada, se reactivan, retoman agendas y modifican el orden de abordaje de algunos puntos pactados, sacando a flote diversas posiciones que rayan con el fundamentalismo ideológico o el interés por reivindicar la violencia como eje de transformación o de resistencia política, dejando a un lado, el interés principal frente a la construcción de acuerdos de solución a las causas y consecuencias estructurales que deben guiar el proceso.

La paz integral, como hace decenas de años se viene reivindicando por el movimiento nacional de paz organizado en todas sus expresiones, y que hoy, algunos funcionarios de la oficina del Alto Comisionado para la Paz siguen desconociendo, será el resultado de las transformaciones sociales, políticas y económicas que beneficien a la sociedad en general, encaminadas a superar la pobreza en todas sus acepciones, la exclusión y los vicios políticos de nuestra democracia, en especial la corrupción y el clientelismo, y la implementación de políticas económicas más equitativas y justas, centradas en el goce pleno de los derechos fundamentales.

 

Llegar a esos resultados, requiere acuerdos o pactos, que deben ser horrados por las partes,  fruto de las conversaciones y negociaciones de las mesas instaladas y por instalar, no solamente con las organizaciones armadas no estatales de carácter político, como el ELN o las disidencias de las FARC, o con las organizaciones armadas no estatales de delincuencia común y narcotráfico, como el Clan del Golfo, Los Conquistadores de la Sierra, Los Rastrojos, La Oficina, La Cordillera, las mafias y clanes locales, sino también como producto de los diálogos con todas los movimientos y partidos políticos que hacen presencia en el congreso y fuera de este, con los gremios de la producción industrial, agrícola y pecuaria, los grupos financieros, los gremios del comercio,  las empresas económicas de la comunicación, con las redes populares y comunitarias de medios de comunicación, con las organizaciones campesinas, las centrales sindicales, con las organizaciones nacionales de los pueblos étnicos, las organizaciones de mujeres, las organizaciones juveniles y estudiantiles, las organizaciones de la población LGBTIQ+, las organizaciones de víctimas y población con discapacidad, las altas cortes, el ministerio público y el poder judicial, para hacer posible que el Estado, sus tres poderes y la sociedad, como un todo indisoluble, sean capaces de sacar adelante el país y la sociedad.

Razón tiene el Presidente Gustavo Petro U, cuando sostiene que en las actuales condiciones no será posible cumplir a cabalidad el acuerdo pactado con las FARC-Ep en 2016; a mi modo de ver, dicha afirmación, más que en referencia a la justicia transicional que de alguna forma avanza en la JEP, se debe entender en relación con el cumplimiento a las comunidades que hacen parte de las llamadas zonas PDET. Será necesario no solamente, recurrir a las instancias definidas para renegociar el acuerdo, ya que los tiempos pactados no son suficientes, así como a la disponibilidad y cantidad real de los recursos económicos que se necesitan, para responder a decenas de años de exclusión y empobrecimiento, en especial en aquellos componentes que guardan relación estrecha con inversiones urgentes locales, plasmados en los Planes de Acción para la Transformación Regional-PATR, que recogen las necesidades y la soluciones que el pueblo propone, como las vías terciarias, la construcción de escuelas, puestos de salud, la instalación y puesta en marcha de proyectos productivos que erradiquen la economía ilegal ligada a la producción y tráfico de cocaína, e instale modelos de desarrollo económico legales y dignificantes, el cuidado del agua y los bosques, etc.

Para cumplir, no solamente el acuerdo final con las FARC-Ep, y avanzar en erradicar las violencias armadas, se requiere de transformaciones progresivas, planificadas, acordadas, pactadas, que pongan en el centro la vida y los derechos humanos, encarnadas, entre otras, en la reforma a la Salud, en especial en aquellos artículos que buscan promover la salud preventiva, el mejoramiento de las condiciones de las y los trabajadores de la salud, la atención integral a poblaciones alejadas de las grandes urbes que son también víctimas de la confrontación armada, y superar la corrupción que carcome el sistema de salud actual; se requiere la reforma laboral, para recuperar y mejorar las condiciones de trabajo de miles de obreros y empleados; la reforma a la educación que hará posible que las y los jóvenes ingresen al sistema educativo, no deserten y logren terminar una carrera técnica, tecnológica y profesional; y la Reforma Rural Integral, que debe convertirse en el eje transformador de la realidad territorial, capaz no solamente de entregar tierras a campesinos y campesinas, y hacer productivo el campo, sino también, de construir una red de organizaciones campesinas que resista a las imposiciones y convocatorias violentas, y que persista en hacer de cada territorio un escenario de paz y de reconciliación.

La transformación positiva del conflicto armado y las violencias estructurales, no se lograrán solamente en las mesas de diálogo que se adelantan con los actores armados, eso lo deben reconocer y entender quienes los dirigen y quienes dialogan en su nombre, la sociedad requiere de garantías a la vida y la libertad, de ambientes propicios y adecuados para involucrarse en la construcción de propuestas transformadoras, y esto a su vez requiere que los grupos armados y el Estado en todas sus expresiones, tanto a nivel nacional como regional, se comprometan a brindar esas condiciones. Las y los colombianos, en su gran mayoría, estamos cansados de vernos incluidos en una guerra que hemos rechazado en las calles y en las urnas, es el momento de pactar, teniendo como prospectiva el bienestar de la sociedad, la equidad, la justicia social, la libertad, la dignidad, la democracia, y este futuro deseable, solo será posible si es el fruto de un acuerdo nacional incluyente, progresivo, democrático, no de una imposición producto de posiciones, dogmas o negocios. Ni en las mesas de diálogo para la paz, ni en el Congreso de la República, ni en la mesa de concertación salarial, ni con las armas o con el poder económico, se debe imponer medida, norma o decreto alguno que vaya en contravía de la dignidad humana.

Por esta razón, es más que necesario que la sociedad se exprese, se movilice, haga valer su voz y su importancia, que siga caminando la palabra y la acción, manifestándose en defensa de la vida y por la paz, rechazando el secuestro, los asesinatos, las masacres, el desplazamiento forzado, el confinamiento, el reclutamiento de niñas, niños y jóvenes, las violaciones a los derechos humanos y ambientales, como exigencia básica que nos permita desatar el gran diálogo nacional por la paz. Sin esas condiciones, el camino de construcción de acuerdos de paz, su implementación urgente y necesaria, la concertación de las reformas progresivas tanto en el congreso como en los demás espacios de la sociedad civil, se hace más largo, tortuoso, y doloroso. Ningún gobierno del Estado Colombiano, podrá cumplir acuerdo alguno, si no se desactivan las acciones violentas de los Grupos Armados, sino superamos los fenómenos del narcotráfico y la corrupción, para avanzar progresivamente en la implementación de reformas que desactiven las violencias estructurales, mejorando las condiciones de vida de las y los colombianos. Solo el diálogo, la recuperación y la honra de la palabra pactada, harán posible el sueño de un país mejor.

Encuentre aquí más columnas de opinión de Luis Emil Sanabria D.

Estado Mayor Central prometió no volver a secuestrar con fines económicos

El 9 de enero del 2024, según lo acordado en la Mesa de Diálogos de Paz, se dará inicio en Bogotá al tercer ciclo de conversaciones entre el Gobierno Nacional y el grupo armado ilegal Estado Mayor Central de las FARC (EMC-FARC).

Así lo anunció este martes la Mesa mediante un comunicado a la opinión pública, al concluir el segundo ciclo de conversaciones que tuvo lugar en la ciudad de Popayán entre el 2 y 11 de diciembre.

 

En el tercer ciclo, las partes dialogarán sobre los lineamientos para la transformación de territorios y la superación de la dependencia de economías ilícitas, que incluye la situación en el cañón del Micay, en el Cauca.

Indican que también van a discutir la situación socioambiental de la Amazonía, en los departamentos del Guaviare, Caquetá y Putumayo.

En el comunicado se enumeran siete puntos de acuerdo; uno de ellos se refiere al compromiso del EMC-FARC de poner fin al secuestro con fines económicos.

“La Mesa de Diálogos de Paz registra la decisión del Estado Mayor Central de las FARC-EP de abandonar la práctica de retención con fines económicos”, dice el documento.

El Gobierno agradeció el apoyo como facilitador del “representante especial del Secretario General de las Naciones Unidas en Colombia y de la Misión de Apoyo al Proceso de Paz de la Organización de los Estados Americanos (MAPP-OEA)”.

«No podemos sacrificar los derechos humanos bajo la excusa de la seguridad»: Francia Márquez en visita a Suiza

La vicepresidenta Francia Márquez estuvo este martes 12 de diciembre ofreciendo una intervención en el marco de la conmemoración de los 75 años de la Declaración Universal de los Derechos Humanos en Ginebra (Suiza).

Allí lideró el panel El futuro de los Derechos Humanos, de la paz y de la seguridad. Además, su agenda incluye la conmemoración de los 40 años de la Declaración de Cartagena sobre los Refugiados y el Segundo Foro Mundial sobre Refugiados.

 

«No podemos sacrificar los derechos humanos bajo la excusa de la seguridad. La vida es sagrada y hay que respetarla sea donde sea y venga de donde venga. Ningún Estado está por encima de los Derechos Humanos, debemos trabajar contra las desigualdades, resistir a todo intento de imponer modelos violentos y excluyentes y debemos reconocer las injusticias históricas sobre las que hemos construido nuestras sociedades», dijo Márquez mientras lideraba el foro.

Otro de los momentos destacados de su intervención fue cuando habló de la importancia de poner el diálogo y la negociación en el centro para la construcción de la paz.

La agenda de Francia Márquez en Suiza continuará este miércoles 13 de diciembre con el el Segundo Foro Mundial sobre Refugiados.

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*Foto: X @FranciaMarquezM

Vera Grabe es la nueva jefa de la delegación del Gobierno en las conversaciones con el ELN

La antropóloga y exguerrillera del M19, Vera Grabe es la nueva jefa de la delegación del Gobierno Nacional para las conversaciones con el ELN.

Vera Grabe entra a reemplazar a Otty Patiño, quien se posesionó el pasado 5 de diciembre como Consejero Comisionado de Paz de la Oficina del Alto Comisionado para la Paz, tras la salida de esta cartera de Danilo Rueda.

 

Vera Grabe Loewenherz es doctora en Paz, Democracia y Conflicto de la Universidad de Granada (España), y magíster en Historia de la Universidad de Los Andes.

Militó durante 16 años en el Movimiento 19 de Abril (M-19) y participó de las conversaciones de paz con el gobierno de Virgilio Barco entre 1989 y 1990. Posteriormente fue elegida representante a la Cámara por el partido Alianza Democrática M-19 (AD-M19) para el periodo 1991-1994.

Fue además candidata a la Vicepresidencia de la República, con el exalcalde de Bogotá, Luis Eduardo Garzón, como candidato a la presidencia en la campaña del año 2002.