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Confidencial Noticias 2025

Etiqueta: periodismo

¿Puede el periodismo ser una profesión sin peligro?

Espinoso interrogante, pero me arriesgo a decir que sí. Debo aclarar que para hacer efectiva la respuesta en este momento se necesita con urgencia que el presidente, Gustavo Petro, abandere un sincero “diálogo de paz” con algunos de los distinguidos periodistas y  los medios tradicionales que representan, y a la vez, que esos mismos comunicadores se arriesguen a bajarle el “tono” a sus contenidos editoriales que buscan obtener liderazgos de oposición, raiting, likes y tendencias en redes sociales. El gobierno, la prensa, la opinión y la democracia ganarían.

La pregunta-respuesta tiene su origen en una reciente investigación de la organización sin ánimo de lucro de origen francés, Reporteros Sin Fronteras (RSF), en la que ubica a Colombia en la segunda posición de los más peligrosos en América del Sur* para ejercer el oficio del periodismo, teniendo presente, según este estudio que, además, la situación para Latinoamérica no es favorable. Según la clasificación que se publica de forma anual desde 1995, más de la mitad de los países de la región experimentan un deterioro en la defensa de la libertad de prensa a causa, principalmente, de la caída del indicador político*.

Y es que el contexto político, una de las líneas analizados en el documento se convirtió en una “bomba de tiempo” para los periodistas cuando se trata de cubrir o hacer seguimiento a las acciones o agendas gubernamentales y a las decisiones de los presidentes. La prensa colombiana “tradicional” y sus profesionales no escapan a este negativo efecto sufriendo a diario ataques verbales de alto calibre replicados en las poderosas redes sociales del presidente Petro. Las respuestas de los medios, periodistas y organizaciones respaldando la libertad de prensa también están a la orden del día generando una mezcla extrema de polarización gobierno-periodismo. El tema es constante.

Por una parte, es apremiante dejar de editorializar sobre si el gobierno tiene la razón en exigir respeto por su línea doctrinal o reclamar aplausos masivos en materia de resultados. Por otro lado, si la prensa cumple con su labor ética y moral de criticar las actuaciones, decisiones y responsabilidades de Petro. Cada uno tiene su responsabilidad social. Entonces, vale la pena, creo, se debe frenar de tajo con mensajes gubernamentales cargados odio, furia y resentimiento contra la prensa y sus profesionales. Con ello, infiero, se cuida al ser humano-periodista, su vida, su rol ciudadano y el fortalecimiento de una democracia basada el respeto por la libertad de prensa.

No me cabe duda que unos periodistas más letrados que otros, más ganadores de premios que otros, más experimentados que otros, más ideologizados que otros incluso más famosos que otros,  cazan constantes peleas desde su medios tradicionales y digitales para alentar a sus seguidores y conseguir relevancia entre sus públicos olvidando el compromiso de informar con responsabilidad para un país políticamente caliente en términos de violencia. “El mayor reto que tienen hoy los medios es despojarse de un cierto grado de soberbia, arrogancia y superioridad moral que les ha impedido entender el nuevo mundo de cómo se consume la información”*.

De este brutal enfrentamiento, dice la investigación de Reporteros Sin Fronteras (RSF), el resultado es que ejercer el periodismo se convirtió en nuestra región en una tarea riesgosa y siempre cercana a una “profesión peligro”, dato históricamente  lamentable para un oficio destacado por la comunidad internacional entendiendo las fuertes transiciones noticiosas en Colombia que en los últimos tiempos van desde el negocio del narcotráfico, pasando por las guerras internas y terminando incluso con campañas políticas alimentadas con dineros de los carteles de la droga; hechos en los que la prensa ha jugado un papel importante y dejado sin vida a cientos de colegas.

Dicho todo lo anterior, el 2025 debe ser un espacio conciliador entre gobierno, medios y periodistas entendiendo que los ciudadanos son los únicos jueces de sus responsabilidades, encuadradas en una gobernabilidad con hechos, canales de información serios y periodistas más éticamente humanos. El Periodismo,

Edgar Martínez

Sale Luis Carlos Vélez de la FM

El periodista y director del programa radial de las mañanas en la FM, Luis Carlos Vélez, presentó su carta de renuncia en horas de la mañana en momentos en que transmitía el espacio noticioso.

Vélez sale del cargo luego de protagonizar un escándalo en la opinión públicas por sus polémicas declaraciones frente a la COP16 y al cubrimiento que de ella hará el canal regional Telepacífico, en tono burlesco y despectivo.

De inmediato se desató una ola de críticas en redes sociales a Luis Carlos Vélez y a la emisora la FM, lo que obligó al periodista a pedir disculpas, sin embargo las tensiones continuaron al punto en que su permanencia en el cargo se hizo insostenible.

En su reemplazo suenan los nombres de Juan Lozano, quien conforma la mesa de análisis de La FM; Vicky Dávila actual directora de la Revista y posible candidata presidencial y Ángela Patricia Janiot.

Asociaciones internacionales de periodismo rechazan el asesinato de un periodista colombiano

Foto: Tomada de Facebook de Mardonio Mejía

La Federación de Asociaciones de Periodistas de España (FAPE) se ha sumado a la Federación Internacional de Periodistas (FIP) y a la Federación Colombiana de Periodistas (FECOLPER) y ha repudiado el asesinato del periodista colombiano Mardonio Mejía, primero registrado este 2024 en América Latina y el Caribe.

Así lo ha indicado este viernes la FAPE, que ha destacado que las tres federaciones han exigido también una «investigación urgente que no descarte la labor periodística de Mejía como posible móvil del crimen».

Asimismo, ha recordado que el periodista Mardonio Mejía fue acribillado por sicarios la tarde del 24 de enero en su domicilio del departamento de Sucre, en la región del Caribe colombiano. Era director de la emisora de radio Sonora Estéreo, desde donde cubría noticias locales de Sucre y San Antonio. Se desconoce si había recibido amenazas previas por su trabajo.Copiar al portapapeles

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¿El periodismo, poder o contrapoder?

Durante el Siglo XX el periodismo se catapultó como un agente activo en las transformaciones políticas, sociales y económicas. Los mass media son considerados el cuarto poder con su omnímoda influencia, presente en el destino de los pueblos mediante su vínculo estrecho con los gobiernos. No obstante, valdría la pena analizar si el periodismo es realmente un poder, o si se trata por el contrario de un contrapoder como ampulosamente lo predican los gurúes del periodismo contemporáneo, cuyas expresiones son verdad sabida y buena fe guardada en facultades de comunicación social y en redes sociales.

Para el filósofo francés Louis Althusser (1918-1990) seguidor de la tesis del poder hegemónico del periodista italiano Antonio Gramsci (1891-1937), el periodismo y en general los medios de comunicación eran instrumentos ideológicos del estado por medio de los cuales se podría direccionar la opinión ciudadana y la voluntad popular en favor de quien ostentaba el poder o de quien pretendía hacerse del mismo. Verbo y gracia, el alemán Joseph Goebbles (1897-1945) ministro para la Ilustración Pública y Propaganda durante el Tercer Reich, maestro siniestro en crear falsas noticias para azuzar el terror y lograr el fervor popular de sus conciudadanos durante la Segunda Guerra Mundial.

El sociólogo alemán Max Weber (1864-1920) definió el poder como “Cualquiera oportunidad en una relación social para imponer la voluntad de uno frente a la resistencia de otros, independientemente de qué dé origen a esa oportunidad”; en ese orden de ideas, a la tridivisión tradicional de las ramas del poder público se le podría agregar el poder de los medios periodísticos como instrumentos de control social y debilitamiento de las masas. Razón que sirve para justificar el hecho, que grupos de interés económico y tecnológico se preocupen por adquirir conglomerados de medios, y a su vez, éstos se ocupan en contribuir a mantener, o a buscar el poder político, según el caso.

Afirmar que el periodismo no es un poder sino un contrapoder, sería asignarle erróneamente un rol que no le corresponde, en desmedro de la imparcialidad y objetivad que se le exige a la labor periodística. El periodismo no puede ser concebido para controlar el poder, ni para ponerle cortapisas al poder; se correría el riesgo de terminar por ser lo que tanto se pretende contrarrestar: Un instrumento de poder. Informar debería ser una actividad libre, independiente, objetiva e imparcial. Cuando el periodismo se ejerce con fines de control político inmediatamente pierde la objetividad e independencia y se parcializa; deja de informar lo que es, para informar lo que considera que debería ser.

La razón de ser del periodismo es la de informar con imparcialidad, no con agenda justiciera, característica ésta que en el presente se ha vuelto permanente en la labor periodística. Los jueces han sido desplazados por medios de comunicación que en sus micrófonos, impresos y portales digitales actúan como fiscales, jueces y censores de la moral pública y privada, a tal punto que los jueces dejaron de pronunciarse en sentencias para informar el sentido de un fallo en una rueda o en un comunicado de prensa sin aún haber redactado y menos notificado la respectiva sentencia. Pareciera que los jueces aspiraran a ser periodistas y éstos, aquellos.

Ha caído en tal marasmo el ejercicio periodístico que los periodistas sustituyeron la objetividad e independencia por odios y amores. Qué mediocre favor le hacen al periodismo los comunicadores que de cien columnas periodística dedican ciento una a sentenciar a quien los jueces no han logrado condenar, o a absolver a quienes los jueces han sentenciado. Honestamente, ¿Se puede ser objetivo, imparcial e independiente cuando se ostenta la condición de periodista, de presidente de medio periodístico y de empresario de medios y se afirma a los cuatro vientos que el periodismo es contrapoder? Bien valdría la pena reformular la pregunta del expresidente colombiano Darío Echandía (1897-1989)

¿El contrapoder para qué?

Encuentre aquí más columnas de León Sandoval

Historia de la Censura en Colombia II

En la columna de opinión de la semana pasada se dio cuenta de la censura en Colombia durante el periodo colonial y el siglo XIX. En ésta se pretende hacer un recuento de este fenómeno durante el siglo XX y hacernos algunas preguntas de como opera en la actualidad.

Durante la Hegemonía Conservadora primó la censura represiva en la que, principalmente, se establecían multas, arresto de periodistas y suspensión de periódicos. Esta situación se expresó, por ejemplo, en la prohibición de publicar aspectos relativos a la separación de Panamá, pues fue hasta 1909 cuando los medios informativos pudieron juzgar ampliamente las acciones de los gobiernos conservadores y dar cuenta de los errores diplomáticos y de una política exterior clara frente a este doloroso suceso para Colombia.    

Sin embargo, después de 1909 se presenta el aumento en la publicación de periódicos de diversa índole: socialistas, obreros, satíricos, literarios, liberales, conservadores, etc. Estas publicaciones (extendidas a finales de la Hegemonía Conservadora y en la República Liberal) se caracterizaron por que muchas fueron regionales, de diversa regularidad, orientación, tamaño y extensión. Aquí jugó un papel trascendental el lenguaje visual plasmado en la caricatura y el interés crítico hacia los gobiernos de turno. Entre las que publicó la Biblioteca Nacional en su exposición “Breve Historia de la Censura” que mencionamos en la columna anterior, se encuentran: El Socialista: Diario de la mañana (Bogotá), Claridad (Bogotá), La Ola Roja: Semanario de propaganda socialista (Popayán), Guillotina: Revista semanal humorística y de comentarios políticos-sociales (Bogotá), Tierra. Órgano del Partido Comunista (Bogotá).   

Lastimosamente, con el inicio del periodo de la Violencia y el establecimiento de la dictadura militar de Gustavo Rojas Pinilla se limitó, sustancialmente, la publicación de estos periódicos e incluso se prohibió la circulación de los tradicionales. Con el Decreto 3521 de 1949 se decretó la censura en todo el territorio y el Decreto 3580 del mismo año se creó la Sección de Censura de Prensa, adscrita a los ministerios de Guerra y Gobierno.

El papel de los censores, contratados por el Estado, fue fundamental: recepcionaban los artículos que enviaban los periódicos, los revisaban y, con “alevosía de carceleros”, determinaban si se podían publicar. Después de 1954, producto de la masacre de estudiantes ocurrida el 8 y 9 de junio, la cesura se hizo más drástica; se prohibió la publicación de este hecho en los diarios, se impusieron multas impagables, se retuvieron cargamentos de papel en la aduana y se presionó a que los anunciantes pautaran en ciertos periódicos. Esta situación llevó a que El Tiempo y El Espectador cerraran y como reemplazo surgieran los periódicos El Intermedio y El Independiente que en 1957, finalizada la dictadura, volvieran a adquirir sus nombres originales.

 No obstante, la censura se ejercía de manera desigual; mientras que los diarios de los Santos y los Cano se les prohibió su circulación, periódicos como El Siglo gozaron de privilegios y libertad de publicación que la dictadura de Rojas Pinilla les otorgó. Aunque con el Frente Nacional se posibilitó la apertura democrática que el país necesitaba, la información se concentró en los medios tradicionales y en algunas ciudades del territorio nacional. Una cita presentada en la exposición, da cuenta de ello: “La disminución de las publicaciones periódicas en la segunda mitad del siglo XX fue evidente: mientras en 1915 el ministerio de Gobierno contabilizó 383 publicaciones editadas en 80 lugares diferentes, hacia 1963 un observador apenas pudo contar 37, editadas en solo 12 cuidades, principalmente las grandes capitales”.

Con el pacto bipartidista del Frente Nacional y la alternancia de los partidos tradicionales en el poder, se limitó el ejercicio político de las terceras fuerzas. Tanto El Tiempo, El Espectador, El Siglo, entre otros, convirtieron la autocensura en un pacto implícito para restringir la información que se podía publicar de forma crítica contra el establecimiento. Quizás Alternativa, revista dirigida por Gabriel García Márquez y Enrique Santos Calderón a finales de la década del setenta, fue la que sirvió como contrapeso al poder que sobre los medios de comunicación impusieron el oficialismo del partido liberal y conservador.

Entre las preguntas que surgen en un mundo donde las redes sociales reemplazan los medios de comunicación acostumbrados y se habla de una era de la información, se tiene: ¿Cómo se ejerce la vigilancia e inspección sobre ejercicio del periodismo? ¿De que forma se puede controlar la desinformación y las noticias falsas? ¿Cuáles son los límites al derecho de la libertad de expresión? ¿Cómo influye la pauta, oficial o privada, en los contenidos que se pueden publicar en los medios de comunicación? ¿Cómo se imponen discursos a través de “bodegas de twitter”, por ejemplo, para silenciar voces disidentes a la institucionalidad?

Maylor Caicedo

Medios de comunicación, responsabilidad y movilización ciudadana

En la era de la información, los medios de comunicación juegan un papel fundamental en la configuración de la opinión pública y en la movilización ciudadana. Esta influencia se evidencia a través de múltiples teorías del campo de la comunicación y la gestión de la memoria colectiva. Además, eventos recientes, ponen de manifiesto la relación directa entre los medios, la sociedad y los movimientos sociales.

La semana pasada, Bogotá fue escenario de la llegada de centenares de indígenas provenientes del Cauca, la Guajira, el Catatumbo, el Amazonas y otras regiones del país para participar de la jornada de movilizaciones convocada en apoyo al Gobierno Nacional. La organización indígena señaló que sus objetivos eran marchar para reclamar por sus derechos, el cumplimiento de los acuerdos, insistir en mejores condiciones de accesibilidad a derechos básicos en los territorios y rechazar el incremento de los asesinatos de sus líderes por actores armados.

Tan cruel es su realidad, que según denuncias del Instituto de Estudios para el Desarrollo y la Paz (Indepaz) a lo largo de este año han sido asesinados 110 líderes sociales en 23 departamentos del país incluyendo a Bogotá, siendo 23 los líderes indígenas caídos por cuenta de este flagelo, lo que los convierte en uno de grupos más golpeados por la racha de violencia que azota al país.

Las cifras son alarmantes y hacen parte del recrudecimiento de la violencia que asfixia a Colombia. Las amenazas y los ataques son el pan de cada día mientras que ciudadanos, las autoridades, grupos minoritarios y organizaciones reclaman mayor presencia del Estado y acciones contundentes para recuperar el tejido social en el casco urbano y las zonas más vulnerables. Así, las marchas constituyen el mecanismo elegido por distintos sectores para clamar por atención y escucha.

Las movilizaciones que vivió en Bogotá, se desatacaron por la presencia de más de 14 mil indígenas que marchaban pacíficamente, lanzaban arengas por las calles con banderas pintorescas, pancartas alusivas a las reformas, al derecho al trabajo, la paz y la educación como el arma más poderosa para el desarrollo territorial.

Sin embargo, en medio de las manifestaciones, integrantes de la minga indígena tomaron de forma abrupta las instalaciones de un reconocido medio de comunicación al norte de la ciudad, hecho que desató una oleada de rechazos e indignación por parte de periodistas, políticos y la sociedad en general. La irrupción en las instalaciones sucedió al medio día, generando afectaciones en el mobiliario de la edificación y dejando a muchos trabajadores atemorizados.

Si bien, todos los integrantes de la sociedad tenemos derecho a salir a las calles amparados por nuestra Constitución para alzar la voz por causas con las que nos identifiquemos, o cuando algo no nos parece correcto o es injusto, la violencia y sus actuaciones, venga de donde venga, debe ser rechazada enfáticamente porque en esencia, solo reafirma el historial de sangre y división que marca nuestra historia como nación.

La libertad de prensa y la libertad de expresión son esenciales para vivir en una ciudad democrática. Todos tenemos derecho a expresar nuestras opiniones y creencias sin agredir, sin violentar, y por supuesto que esto incluye a los medios, a las comunidades y grupos que, curiosamente, reclaman por su lugar en medio de la sociedad.

La teoría de las masas, desarrollada por pensadores como Gustave Le Bon y Sigmund Freud, sostiene que las personas, cuando se agrupan en multitudes, pueden ser influenciadas de manera significativa por líderes, discursos y eventos mediáticos. Los medios de comunicación, al llegar a amplios segmentos de la sociedad, tienen el poder de moldear las opiniones y la conducta de las masas.

Tal vez sería bueno empezar a reconocer que Bogotá no es el centro de Colombia y que existen otras regiones que necesitan con urgencia de la presencia del Gobierno Nacional y no su indiferencia, así como entender que la violencia no es opción, no es el camino, no es el medio y mucho menos la estrategia para conseguir una paz que nos cobije a todos por igual.  

Por: Christhian David Barboza, director de Comunicaciones, Universidad de América.

Festival Gabo cerró con éxito su edición 11

Bogotá recibió la edición número 11 del Festival Gabo en el Gimnasio Moderno como sede principal. El evento cerró con éxito y récord de asistencia.

Fueron cerca de 9 mil las personas que participaron de las 100 actividades llevadas a cabo en el marco del evento. Además del Gimnasio Moderno, hubo programación en la Cinemateca Distrital, la Red de Bibliotecas Públicas y otros espacios de Bogotá.

Teniendo como eje el periodismo, se premió a lo mejor de lo hecho por el gremio en Iberoamérica. También hubo espacio para la literatura, la poesía, la música, el cómic, el cine, el pódcast y otros formatos.

“Bogotá y nuestros aliados nos brindaron todo el apoyo institucional para consolidar a esta ciudad como la capital de los narradores de Iberoamérica”, dijo Jaime Abello Banfi, director y cofundador de la Fundación Gabo.

Cada asistente aprovechó una serie de charlas, clases magistrales, talleres, conciertos musicales, exhibiciones artísticas y shows en vivo. Para nutrir la programación hubo más de 150 invitados provenientes de más de 20 países.

Las temáticas destacadas fueron el cubrimiento de temas LGBT+, el pasado africano en Colombia y Europa, la libertad de expresión, la inteligencia artificial, los relatos sonoros, los vínculos entre poesía y periodismo, la crónica y la obra de Gabriel García Márquez.

En cuanto al periodismo colombiano, por primera vez se premió en la categoría de texto un trabajo nacional. Sucedió con El grito por justicia y reparación de las mujeres afro violentadas sexualmente, escrito por Beatriz Valdés para Colombia +20 El Espectador.

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*Foto: Festival Gabo

Festival Gabo reveló los ganadores de la edición 11

Este viernes el Festival Gabo dio a conocer los ganadores en su edición número 11. El Teatro Colón recibió la ceremonia en la que se premió a lo mejor del periodismo iberoamericano.

Entre los triunfadores se destacan dos trabajos de España y otros de Brasil, Perú y -por primera vez en Texto- Colombia. Fueron cerca de 1.943 postulaciones en total.

La premiación se llevó a cabo con un homenaje a la hondureña Jennifer Ávila, ganadora del Reconocimiento a la Excelencia del Premio Gabo, y al fallecido maestro francés Jean-François Fogel.

Ganadores Festival Gabo 

Santi Donaire fue el ganador en la categoría de Fotografía por ¿Conseguirá la Ley de Memoria Democrática reparar los daños del franquismo?, trabajo de seis años sobre las consecuencias de los crímenes y violaciones de derechos humanos durante la dictadura de Franco.

En Audio se premió Costa Nostra, un pódcast que narra en 10 episodios las historias de narcotraficantes, mafiosos y policías que habitan y trabajan en los 90 kilómetros de la Costa del Sol en España.

El premio para Texto fue del trabajo El grito por justicia y reparación de las mujeres afro violentadas sexualmente, escrito por Beatriz Valdés para Colombia +20 El Espectador. El reportaje habla de  las consecuencias de la violencia sexual a las mujeres negras y sus propuestas de reparación.

En Imagen el premio fue otorgado a Ayacucho: radiografía de homicidios de Rosa Laura y César Prado para IDL-Reporteros. El trabajo reveló seis ejecuciones extrajudiciales cometidas por militares durante protestas en Ayacucho, Perú.

En Cobertura la victoria fue de Nome aos bois, investigación liderada por Ana Magalhães y Marina Rossi para Repórter Brasil sobre los problemas ambientales y laborales relacionados con diez de los principales ganaderos del país.

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*Foto: Festival Gabo

**Con información del Festival Gabo 

S.O.S. por los medios alternativos

Por: Juan Camilo Castellanos M.

En tiempos de “noticias falsas”, de redes sociales, de “youtubers” e “influenciadores” y de inmediatez de la información, es claro que hay una competencia rapaz, voraz por el “me gusta”, por la reproducción, por la otrora llamada sintonía, la cual en viejas calendas era otorgada principalmente por el nivel de credibilidad y seriedad de aquellos comunicadores y periodistas, que entiendo, en una buena época fueron preparados en las aulas, pero muchos en los mismos micrófonos y salas de redacción.

Otra camada surgió a partir del 1957, a través de la revolucionaria pantalla chica, sin embargo, las grandes plumas, las que tumbaban ministros, congresistas y hasta alcaldes, seguían siendo las de la prensa escrita y radial, aquella que valiente y honestamente asumía unas posturas ideológicas, algunas veces partidistas, pero por lo menos lo hacían con altura, con sensatez las más de las veces, pero sobretodo con responsabilidad.

Hoy unas nuevas generaciones, a veces descontextualizadas de la historia, creen que la prensa debe ser relatora y no opositora, no controladora, cosa que me parece inaudita, sin embargo, así estamos, eso es lo que hay en este mar de información con poca profundidad, con laxitudes e “imprecisiones” dolosas y cuando menos culposas.

En este panorama, debemos voltear la mirada a una antigua escuela que sigue ahí, en la crónica de barrio, de la noticia de la madrugada que tiene contacto directo con la fuente y que luego los grandes medios a través de su súper estructura vuelven noticia nacional, aquella pequeña estructura periodística que aún se toma la molestia de preguntar el nombre del paciente, del vecino, de afinar el detalle elemental del verdadero lugar de la noticia y no quedarse con “desde el centro de Bogotá”, el cual tiene 4 localidades y unos 123 barrios como con unas 12 UPZ.

Esa es la prensa comunitaria y alternativa, aquella en la que hay miles de reporteros gráficos con más 30 o 40 años de experiencia, narradores y locutores que a la vez alternan con el campeonato de la localidad y sus barrios, aquellos que han tomado  miles de fotos que seguramente reproducen otros sin darles su merecido reconocimiento, como no lo hacen las y los jefes de prensa de las entidades, locales, distritales o nacionales.

Ese mundo que muchos han olvidado es una escuela de precisión, de humanidad al momento de dar la noticia, incluso, de algo increíblemente valioso, del hacer seguimiento en carne propia a las políticas públicas que aprueban o hacen aprobar, presidentes, alcaldes y gobernadores, en las diferentes modalidades, variedades y nivel de impacto para el que son diseñadas, de ser los testigos directos.

Bogotá debe amparar este segmento de la vida informativa de la ciudad, no estamos hablando de subsidios, tan de moda en el populismo barato que hoy impera en la vida politiquera, no, estamos hablando de respeto, de dignidad, de reconocimiento al aporte para la democracia que dicho segmento genera al darle voz al ciudadano del común, al abrir micrófonos y paginas para que se expresen realmente con libertad, abriendo paginas para que el “gran” pequeño comercio se promocione, se crezcan las ventas de la economía popular que es generadora de impuestos y empleos en la ciudad.

Bogotá debe darles pauta, buenos asientos en las transmisiones de los eventos grandes y pequeños de la ciudad, darles la información de los programas sociales, comunitarios, de salud, de protección y bienestar animal, servicios públicos domiciliarios, transporte público, en fin, de tantos temas y programas donde muchas veces se despilfarran los presupuestos o no se aprovechan al máximo por que la ciudadanía simplemente no se entera.

Esto sucede a menudo y es repetitivo en la ciudad, donde las comunidades no se enteran de beneficios o auxilios estatales y no lo hacen porque a los grandes medios no les parece interesante, pero esa información es determinante para el mejor vivir de millones de ciudadanos en esta capital, donde en una sola localidad como Suba, Ciudad Bolívar o Kennedy, hay más habitantes que en 2 o 3 ciudades capitales del país.

Pero también creemos que Bogotá les debe un gran reconocimiento a esa labor, les debe espacios y escenarios de participación, de consulta, donde su voz se escuche en conjunto, donde sus necesidades puedan traducirse en políticas públicas, donde haya incidencia para que su labor siga siendo atendida, para que no siga sucediendo lo que en este periodo de gobierno sucedió, una inclusión en un plan de desarrollo distrital, en unos planes de desarrollo locales y aun así casi que nula la ejecución de esas metas de inversión destinadas en norma distrital.

Un consejo distrital de medios alternativos y comunitarios es requerido, la ciudad avanza si sus apasionados periodistas y comunicadores tienen espacios de dialogo e incidencia en la política pública, pues ellos no solo viven la vibrante ciudad, sino que a través de sus plumas, pantallas y micrófonos nos la muestran día a día, cuadra a cuadra, en sus máximas realidades y gracias a eso muchas veces se pueden tomar las medidas de mejora a tiempo.

La oferta musical del Festival Gabo

Este año llega la edición número 11 del Festival Gabo, festival que celebra la excelencia en el periodismo hecho en América Latina.

Para este año se llevará a cabo del 30 de junio al 2 de julio en el Gimnasio Moderno de Bogotá con una amplia oferta musical para amenizar la jornada.

El cartel está compuesto por una oferta variada de talento local, que ya ha consolidado con los años su oferta musical en el país.

Viernes 30 de junio

  • Nelda Piña y sus Tambores a las 5 de la tarde.
  • N. Hardem y Mismo Perro a las 7 de la noche.

Sábado 1 de julio

  • Nicolás y los Fumadores a las 3 de la tarde.
  • Edson Velandia y Adriana Lizcano a las 5 de la tarde.
  • La 33 a las 7 de la noche.

Domingo 2 de julio

  • Andrés Correa a las 3 de la tarde.
  • Laura Pérez a las 5 de la tarde.
  • Concierto de cierra a las 7 de la noche.

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Nueva prórroga de participación en el Premio Nacional de Periodismo

La Fundación Premio Nacional de Periodismo (FPNP) anuncia una extensión de 15 días de postulaciones para trabajos al Premio Nacional de Periodismo Simón Bolívar 2023, ampliando el plazo de entrega hasta el jueves 15 de junio.

Los trabajos presentados deberán ser publicados entre el 31 de mayo de 2022 y el 31 de mayo de 2023 y enviados a la dirección de correo electrónico [email protected] junto con una breve exposición del mismo, un resumen curricular y copia del documento de identidad del participante.

Recientemente, la FPNP anunció la constitución de un jurado, integrado por Rocío Cazal, Yuleidis Hernández, Yarisol Quintero, Lisandro Rojas y Félix Gerardi, quienes valorarán las presentaciones postuladas en las categorías de Impreso, Televisión, Radio, Digital, Comunitario y Alternativo, Imagen Gráfica, Opinión, Docencia e Investigación.

En la edición de este año, se incluye la categoría Periodismo Cultural y en la categoría Digital, se incluyen trabajos publicados en plataformas como YouTube, Podcast y en las redes sociales.

Los usuarios de las redes sociales también pueden postularse por medio del correo electrónico, siempre que cumplan con los requisitos establecidos en las bases del concurso que están publicadas en el sitio web del Mippci y en las cuentas de Twitter e Instagram del Premio Nacional de Periodismo, @sbolivarpremio y @simonbolivarpremio. Los premios se entregan con motivo del Día Nacional del Periodista Venezolano, que se celebra el 27 de junio de cada año, y consistirán en una estatuilla, el diploma y un reconocimiento metálico.

Experimento de IA en periodismo falla escandalosamente

Para nadie es secreto que el periodismo atraviesa una crisis proporcional al crecimiento de ‘fake news’. Hace unos meses se intentó implementar la inteligencia artificial (IA) a la escritura de noticias, pero el experimento no funcionó como se esperaba.

El sitio de medio de comunicación de tecnología –CNET– probó con la IA para la redacción de noticias. Aunque nunca lo anunció, el portal Futurism descubrió que el portal web introdujo el perfil de un redactor que escribía noticias de manera automatizada con la supuesta vigilancia de un editor humano.

En una nota financiera, uno de los artículos de CNET puso el ejemplo de que si «con un préstamo de 25 mil dólares con una tasa del 4 %, el prestatario deberá pagar mil dólares por año».

Sin embargo, la afirmación es errónea, ya que la cifra de intereses no es fija y a medida de que van avanzando los pagos, esa cifra de intereses se va disminuyendo con respecto al 4 % del saldo de la deuda.

Así como este, hay varios errores de conceptos en al menos 70 artículos que generó la IA en CNET, según concluye Futurism, que recoge por lo menos cuatro errores más.

Después de que el experimento de IA para la redacción de noticias haya fallado, quedan varios interrogantes por resolver. El primero es establecer si todo parte de una falla en el algoritmo usado para IA, y el otro va por si este tipo de herramientas le restará rigor a los periodistas, o que peor aún, los remplace. Por el momento, la herramienta aplicada al periodismo deja mucho qué desear.

¿El periodismo, poder o contrapoder?

Durante el Siglo XX el periodismo se catapultó como un agente activo en las transformaciones políticas, sociales y económicas. Los mass media son considerados el cuarto poder con su omnímoda influencia, presente en el destino de los pueblos mediante su vínculo estrecho con los gobiernos. No obstante, valdría la pena analizar si el periodismo es realmente un poder, o si se trata por el contrario de un contrapoder como ampulosamente lo predican los gurúes del periodismo contemporáneo, cuyas expresiones son verdad sabida y buena fe guardada en facultades de comunicación social y en redes sociales.

Para el filósofo francés Louis Althusser (1918-1990) seguidor de la tesis del poder hegemónico del periodista italiano Antonio Gramsci (1891-1937), el periodismo y en general los medios de comunicación eran instrumentos ideológicos del estado por medio de los cuales se podría direccionar la opinión ciudadana y la voluntad popular en favor de quien ostentaba el poder o de quien pretendía hacerse del mismo. Verbo y gracia, el alemán Joseph Goebbles (1897-1945) ministro para la Ilustración Pública y Propaganda durante el Tercer Reich, maestro siniestro en crear falsas noticias para azuzar el terror y lograr el fervor popular de sus conciudadanos durante la Segunda Guerra Mundial.

El sociólogo alemán Max Weber (1864-1920) definió el poder como “Cualquiera oportunidad en una relación social para imponer la voluntad de uno frente a la resistencia de otros, independientemente de qué dé origen a esa oportunidad”; en ese orden de ideas, a la tridivisión tradicional de las ramas del poder público se le podría agregar el poder de los medios periodísticos como instrumentos de control social y debilitamiento de las masas. Razón que sirve para justificar el hecho, que grupos de interés económico y tecnológico se preocupen por adquirir conglomerados de medios, y a su vez, éstos se ocupan en contribuir a mantener, o a buscar el poder político, según el caso.

Afirmar que el periodismo no es un poder sino un contrapoder, sería asignarle erróneamente un rol que no le corresponde, en desmedro de la imparcialidad y objetivad que se le exige a la labor periodística. El periodismo no puede ser concebido para controlar el poder, ni para ponerle cortapisas al poder; se correría el riesgo de terminar por ser lo que tanto se pretende contrarrestar: Un instrumento de poder. Informar debería ser una actividad libre, independiente, objetiva e imparcial. Cuando el periodismo se ejerce con fines de control político inmediatamente pierde la objetividad e independencia y se parcializa; deja de informar lo que es, para informar lo que considera que debería ser.

La razón de ser del periodismo es la de informar con imparcialidad, no con agenda justiciera, característica ésta que en el presente se ha vuelto permanente en la labor periodística. Los jueces han sido desplazados por medios de comunicación que en sus micrófonos, impresos y portales digitales actúan como fiscales, jueces y censores de la moral pública y privada, a tal punto que los jueces dejaron de pronunciarse en sentencias para informar el sentido de un fallo en una rueda o en un comunicado de prensa sin aún haber redactado y menos notificado la respectiva sentencia. Pareciera que los jueces aspiraran a ser periodistas y éstos, aquellos.

Ha caído en tal marasmo el ejercicio periodístico que los periodistas sustituyeron la objetividad e independencia por odios y amores. Qué mediocre favor le hacen al periodismo los comunicadores que de cien columnas periodística dedican ciento una a sentenciar a quien los jueces no han logrado condenar, o a absolver a quienes los jueces han sentenciado. Honestamente, ¿Se puede ser objetivo, imparcial e independiente cuando se ostenta la condición de periodista, de presidente de medio periodístico y de empresario de medios y se afirma a los cuatro vientos que el periodismo es contrapoder? Bien valdría la pena reformular la pregunta del expresidente colombiano Darío Echandía (1897-1989) ¿El contrapoder para qué?

 

 

Por favor no disfracen el periodismo

Por: Luis Carlos Martínez González

En época de Halloween, me parece importante conversar sobre los ‘fantasmas’ y las ‘máscaras’ que usan algunos para destilar odios, defender intereses personales o apalancar proyectos políticos sin el mínimo rigor de la crítica, todo esto disfrazado de periodismo.

Pues bien, no creo que esto lo sea, porque tengo la idea de que aparecer en medios y decir cosas no hace periodistas. Hablar, opinar, narrar o mostrarse en una red social, son acciones naturales de cualquier ciudadano en el marco de una sociedad.

Está profesión requiere de algo más. Muchos lo llaman rigor, pero claramente el concepto hay que ‘desmenuzarlo’ para que no se quede en un simple saludo a la bandera. Ser periodista requiere de valores, comportamientos, aptitudes, competencias y la experticia necesaria para administrar la información que tiene un impacto sobre el colectivo.

Si bien es cierto que los formatos de opinión (como este que escribo) hacen parte de los géneros periodísticos, este es de lejos la tendencia predominante en los medios masivos y las redes sociales. Entonces ¿Dónde queda el periodismo de investigación? ¿Qué pasó con el periodismo descriptivo? ¿Las crónicas han desaparecido? ¿Por qué estamos llenos de titulares cargados de adjetivos que marcan una intención de orientar la opinión pública?

Durante la última campaña presidencial en Colombia fue evidente la falta de imparcialidad y el nivel de apasionamiento de cómo algunos medios cumplieron su labor. Titulares grotescos, falta de equilibrio en los contenidos y sobrexposición de opiniones en redes sociales, que eran más propios de activistas políticos que de personas formadas para administrar rigurosamente la información y construir narrativas responsables y respetuosas con la ciudadanía.

La comunicación como técnica y el periodismo como herramienta tienen procesos, metodologías, principios y estructuras que deben contribuir a mejorar las relaciones sociales. No cualquier persona frente una cámara, con un papel o simplemente aquel que tenga un juicio, puede denominarse profesional en periodismo.

El ejercicio informativo requiere contrastar fuentes, equilibrar los datos, describir situaciones sin carga de calificativos, respetar a los entrevistados, manifestar conflicto de intereses, que en términos generales no es otra cosa que ser honesto y transparente con la audiencia. No todo es espectáculo, escándalo, sensacionalismo o egocentrismo. Una gran habilidad del periodista es la sensatez y la capacidad para dosificar el ‘maremoto de datos’ en el que navegamos a diario.

No todo es cierto, tampoco todo es falso. La lucha constante entre héroes o villanos en la prensa daña la profesión. El periodista debe buscar la escala de grises, porque la vida en blanco o negro puede funcionar en otras profesiones, pero al periodismo no le sirve. No usemos el disfraz de jueces, estamos lejos de serlo. Menos el de pastores, porque no necesitamos adoctrinar. Tampoco nos disfracemos de políticos, porque la piel de ‘lagarto’ es difícil de ocultar.

El mejor papel del periodismo es la investigación, la descripción, el equilibrio y la sensatez para que otras personas tomen mejores decisiones a partir de la exposición de argumentos serios. Los micrófonos deben estar abiertos para todos, pero siempre administrados por profesionales que respeten el valor de la información y siempre vigilen la forma de entregarla.

Lo que debe saber del Festival Gabo

El Festival Gabo, organizado por la Fundación Gabo -creada en 1995 por Gabriel García Márquez- es uno de los encuentros y eventos más importantes dedicados al periodismo Iberoamericano.

Por primera vez el festival se llevará a cabo en Bogotá, pues en ediciones anteriores se hacía en Medellín. El Festival Gabo irá del 21 al 23 de octubre.

Yolanda Ruíz, Alejandro Riaño, Margarita García, Leila Guerreiro, Juan Villoro, Velia Vidal, María Elvira Samper y Ómar Rincón son algunas de las personas invitadas con más renombre en el marco del Festival Gabo.

¿Qué debes saber?

  • Serán 3 días de eventos presenciales, con la participación de más de 100 expertos invitados con más 100 actividades disponibles.
  • Entre los invitados estarán los cinco ganadores del Premio Gabo 2022 de las cinco categorías de concurso de este año: Texto, Cobertura, Imagen, Audio y Fotografía.
  • El Gimnasio Moderno de Bogotá acogerá una parte importante de la programación, donde los asistentes podrán disfrutar además de una experiencia lúdica que incluirá exposiciones fotográficas, oferta gastronómica y conciertos.
  • El evento contará con tres sedes adicionales en Bogotá: la Pontificia Universidad Javeriana, la Biblioteca Virgilio Barco y la Biblioteca del Tunal.
  • El sábado y domingo se llevará a cabo la tercera edición del Festival Iberoamericano de Pódcast al Oído con más de 40 invitados de 8 países.

Para acceder a todas las actividades durante los tres días del Festival Gabo 2022, puede comprar abonos para 1, 2 o 3 días con precios de: $15.000, $25.000 y $30.000 pesos colombianos.

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*Con información de la Fundación Gabo

**Foto: Secretaría de Cultura de Bogotá