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Confidencial Noticias 2025

Etiqueta: Quena Ribadeneira

Unir para transformar

En los momentos de crisis, la unidad es más que una consigna; es la base para la transformación real. En la Colombia de hoy, después de dos años de un gobierno que se ha enfrentado a obstáculos históricos, se hace urgente una reflexión profunda sobre la necesidad de consolidar un bloque político unitario que proyecte los cambios que han permitido llegar al poder. Al mirar ejemplos de éxito, como los procesos en Uruguay con el Frente Amplio o el movimiento Morena en México, vemos cómo la construcción de partidos unitarios ha sido crucial para la estabilidad y la consolidación de agendas de largo plazo.

Este es el momento de deponer las individualidades, es el momento de grandeza por encima de la mezquindad, es momento de poner por encima de todo un proyecto de país que responda a las demandas populares. La apertura democrática que hemos logrado no puede ser efímera; para prolongarla, necesitamos un bloque hegemónico capaz de enfrentar las amenazas externas, la manipulación de los medios de comunicación y las estrategias de golpe blando que buscan desestabilizar el avance de las reformas. La anuencia de los grandes medios, que de manera deliberada piden bloquear las iniciativas del gobierno del presidente Petro, es evidente. Frente a esto, solo una fuerza unida podrá contrarrestar la narrativa dominante y continuar con la ruta de cambio.

Un punto importante de este nuevo bloque no es otro que la Asamblea Nacional por las Reformas Sociales, la Paz y la Unidad, que reunió a un abanico de fuerzas sociales y políticas, desde comunidades indígenas y afrodescendientes hasta sindicatos y organizaciones juveniles. Este espacio permitió visibilizar la necesidad de crear una agenda democrática transformadora que articule las luchas por la justicia social, ambiental y económica, mientras se enfrenta la resistencia de las élites y fuerzas reaccionarias.

La historia nos ha mostrado que los momentos decisivos requieren de mecanismos democráticos para la conformación de nuevos partidos. El bloque que aspiramos a construir debe ser democrático en su esencia, con procesos amplios de participación en la selección de listas y liderazgos. Esta apertura permitirá la ampliación de las fuerzas democráticas y el logro de consensos en momentos de polarización extrema.

Las amenazas no son solo externas; también debemos reconocer los desafíos internos. El Gobierno del Cambio ha tenido que lidiar con una institucionalidad diseñada para favorecer a las élites, lo que ha complicado la implementación de políticas estructurales. Sin embargo, este mismo reto es una oportunidad para que el bloque unitario articule las luchas de los territorios y los movimientos populares. Solo con la participación activa de los territorios y sus liderazgos naturales podremos construir una verdadera paz cimentada en la justicia social.

Es imprescindible, entonces, fortalecer los mecanismos de participación popular y comunitaria. La paz total no será una realidad si no se escucha a las comunidades, si no se respetan sus autonomías y si no se garantizan sus derechos. Las Coordinadoras por el Cambio, que se están estableciendo en cada rincón del país, son una herramienta clave para movilizar y organizar a las fuerzas democráticas en defensa del programa de transformaciones.

El futuro de Colombia depende de la unidad. En este sentido, recordar las palabras del poeta uruguayo Mario Benedetti nos ilumina el camino: «Después de todo, la muerte es solo un síntoma de que hubo vida». La unidad no es una cuestión táctica ni temporal, es la garantía de que lo que estamos construyendo perdurará más allá de este gobierno, permitiendo que la vida en dignidad florezca en todo el país.

Quena Ribadeneira

Encuentro global de ciclistas y ciudades en transformación

El primer Foro Mundial de la Bicicleta (FMB) nació en febrero de 2012 en Porto Alegre, Brasil, con una potente carga simbólica. Fue organizado por colectivos de la sociedad civil que defendían la movilidad activa en bicicleta, y conmemoraba el aniversario de un trágico incidente: el atropellamiento de 150 ciclistas durante una “Masa Crítica” en 2011, un evento que visibilizó la vulnerabilidad de los ciclistas urbanos y la necesidad urgente de repensar las ciudades. Este foro, inicialmente local, se convirtió en un evento mundial que ha sido acogido por ciudades de diversos continentes, buscando consolidar una red global que promueva la movilidad sostenible y los derechos de los ciclistas.

El FMB ha sido una plataforma donde activistas, planificadores urbanos, cicloviajeros, y ciudadanos se encuentran para discutir y compartir experiencias sobre el uso de la bicicleta, el urbanismo y la sostenibilidad. En su más reciente edición en Brasilia, después de haber recorrido ciudades de América Latina, Nepal y Argentina, Bogotá también tuvo su representación.

El foro no solo se centra en el uso de la bicicleta como un medio de transporte eficiente y sostenible, sino en su potencial para transformar el tejido social y urbano de las ciudades. En nuestra participación en el FMB de Brasilia 2024, tuvimos la oportunidad de presentar dos ponencias, una de las cuales estaba centrada en el “Plan Distrital de Desarrollo de Bogotá 2024-2027”. En este espacio pudimos socializar cómo la bicicleta ha sido incluida como un eje clave para la movilidad en Bogotá, no solo como un medio de transporte alternativo, sino como una herramienta para lograr una mayor inclusión social y equidad en el uso del espacio público. Es un hecho que el 7% de los viajes diarios en Bogotá se realizan en bicicleta, según el más reciente informe de movilidad de la Secretaría Distrital .

Además, compartimos experiencias con la Unión de Ciclistas de Brasil (UCB), quienes han logrado integrar activismo, academia e institucionalidad, una tríada necesaria para consolidar políticas públicas en favor de la bicicleta. Este trabajo colaborativo les ha permitido avances como la elaboración del libro “ENABICI – Estrategia Nacional de la Bicicleta”, que es un ejemplo a seguir para ciudades que, como Bogotá, buscan consolidar una estrategia integral de movilidad en bicicleta.

Uno de los aspectos más interesantes de nuestra participación fue conocer de cerca el sistema de bicicletas compartidas de Brasilia, operado por TEMBICI, que cuenta con 70 estaciones y 750 bicicletas. Este modelo nos permitió reflexionar sobre el sistema que también opera en Bogotá, pero que aún enfrenta desafíos en cuanto a cobertura y accesibilidad.

Bogotá ha avanzado considerablemente en términos de infraestructura para ciclistas. Actualmente, cuenta con más de 550 kilómetros de ciclovías, y la “Ciclovía Recreativa” es una de las más grandes del mundo, atrayendo a miles de usuarios cada domingo. Sin embargo, la ciudad aún enfrenta grandes desafíos. Incentivar el uso diario de la bicicleta, mejorar la seguridad vial y reducir la contaminación del aire son retos urgentes para los próximos años .

El FMB de Brasilia nos dejó la certeza de que Bogotá tiene todas las condiciones para acoger este evento en un futuro cercano. La fuerza del activismo ciclista en la ciudad, combinada con una administración comprometida con la movilidad sostenible, son factores clave para que la capital colombiana sea sede de este encuentro global. La candidatura para el FMB podría consolidar a Bogotá no solo como una ciudad referente en América Latina, sino como un ejemplo global de cómo la bicicleta puede transformar las urbes.

El FMB no es solo un foro sobre bicicletas; es un foro sobre personas. Las ciudades que priorizan la movilidad sostenible están priorizando la calidad de vida de sus ciudadanos, su salud, y el respeto por el medio ambiente. Como dijo Livia Araujo durante el foro: “Que todo acto de violencia se transforme en mil actos de amor. Larga vida al FMB”. Este es el mensaje que necesitamos replicar en Bogotá y en el mundo: construir ciudades para la gente, donde la bicicleta sea el símbolo de una nueva forma de vivir y movernos.

Quena Ribadeneira

Creemos un mundo para humanos y no para normales

El título de esta columna fue la frase que mencionó la primera vez que lo conocí en el Concejo de Bogotá a Joan Alexander Torres, de 16 años. En lo más íntimo de la palabra y el sentir, volvimos a escucharlo durante el debate donde se aprobó el proyecto Sergio Urrego, que busca crear entornos seguros para niñas y niños LGBTIQ+ en los colegios de Bogotá. En su relato, Joan habló sobre la intolerancia y la hostilidad que ha tenido que afrontar a lo largo de su vida por ser una joven trans en una institución educativa, y las consecuencias que esto ha tenido en su salud mental y su vida cotidiana.

Escucharla fue un recordatorio de la importancia de las historias íntimas que nos revelan y exponen realidades que muchos preferirían ignorar. Por eso, pensé que era imprescindible dedicar esta columna a esas vivencias diarias, que, aunque invisibilizadas, nos obligan a quienes ejercemos la política a buscar mecanismos, salidas e instrumentos para que nadie tenga que vivir en un mundo donde se violente y rechaza el derecho fundamental a la libertad.

Espero que su mensaje sea el argumento necesario y suficiente para quienes aún se oponen al proyecto. Deseo que estas palabras retumben en las mentes intolerantes que, no solo lastiman y hieren, sino que también asesinan como le sucedió a Sergio Urrego hace 10 años.

Intervención de Joan Alexander Torres:

A los 12 años descubrí que era diferente de lo que siempre me enseñaron que debía ser. Es imposible describirles el asco y el repudio que sentía al verme al espejo. No le deseo a nadie sentirse perdido y no saber quién es. Es difícil para un niño entender cómo tanta gente puede agredirlo solo por tomar la decisión de ser libre.

«Yo amaba a la hija que tuve», dijo mi mamá. «Qué asco me das», me dijo una chica en mi colegio. Y «marica», me llamó un niño de primero. Me pregunto cómo un niño tan pequeño puede llevar tanto odio dentro de él. Les mentiría si les dijera que no pienso en el suicidio cada día. Me siento débil, y odio revictimizarme en un lugar donde cada palabra que diga puede ser usada en mi contra.

Un grupo religioso fue a mi casa a orar por mí varias veces. Desde la última vez que vine aquí, al Concejo de Bogotá, a contar cómo me agredían y torturaban, todo ha sido peor. Me quieren sacar de lugares artísticos donde dicen que no pertenezco.

No sé qué más debo decir o hacer para que sientan un poco de empatía y respeto hacia un problema que no quieren aceptar que existe. Les puedo mostrar cifras de cuántos jóvenes se han suicidado, pero eso ya lo hicieron. Les puedo hacer una lista de los insultos que he recibido en el colegio, y les puedo mostrar mis registros psicológicos, donde explican cómo mi vida ha sido afectada por los intolerantes.

Estamos cansados de que nieguen un problema que sí existe, y se me hace difícil creer que ustedes lo ignoren. Es lo que vivo cada día de mi vida.

Es hora de que el Concejo de Bogotá dé un paso definitivo hacia la construcción de una ciudad donde todos puedan ser y amar libremente, sin miedo al rechazo o la violencia. El proyecto Sergio Urrego representa una oportunidad para garantizar entornos seguros y respetuosos en nuestras instituciones educativas, donde cada niño, niña y adolescente pueda crecer en libertad. Hago un llamado a la plenaria del Concejo para que apruebe este proyecto y así protejamos el derecho fundamental de cada persona a vivir su identidad sin temor. No podemos seguir permitiendo que jóvenes como Joan enfrenten un mundo que los margina por ser quienes son. Es nuestra responsabilidad como sociedad asegurar que nadie más tenga que sufrir por ser auténtico.

Quena Ribadeneira

A 70 años del voto femenino en Colombia persisten los retos

El libro El país de las mujeres de la escritora nicaragüense Gioconda Belli es un relato que explora el rol de las mujeres en la sociedad y la política a través de una visión feminista y utópica. Belli imagina una sociedad en la que las mujeres toman el poder y desafían la estructura patriarcal tradicional. En una parte de su libro, menciona:

«La participación de las mujeres en el poder y en la construcción de una nueva sociedad no es un capricho, sino una necesidad para la transformación verdadera. Al asumir roles de liderazgo, las mujeres no solo llevan consigo su experiencia, sino también una visión renovada sobre la justicia, la igualdad y la convivencia. Es fundamental que las mujeres se ubiquen en el centro de la toma de decisiones para cambiar la estructura del poder que históricamente ha sido dominada por hombres. Las mujeres tienen una capacidad única para generar un cambio profundo y duradero, que transforme las estructuras sociales y políticas en algo más equitativo.»

Esta bella utopía que Belli plantea en su libro tuvo un hito destacado en Colombia el 25 de agosto de 1954, cuando la Asamblea Nacional Constituyente aprobó el voto femenino, marcando un hito en la historia de la igualdad de género. Este evento emblemático condensó el valor de las luchas y sacrificios de las mujeres pioneras que allanaron el camino para la participación política de todas las colombianas. A 70 años de este logro histórico, es esencial reflexionar sobre los avances alcanzados, los desafíos persistentes y el crucial papel que seguimos desempeñando en la política y la sociedad.

Las primeras discusiones sobre el voto femenino en Colombia fueron impulsadas por mujeres valientes como la activista Ana Restrepo del Corral y la educadora y política María de los Ángeles González. El reconocimiento formal de este derecho fue el resultado de una batalla persistente en el ámbito político. El 25 de agosto de 1954, el Capitolio Nacional vivió uno de los debates más emocionantes al acoger y escuchar las voces de Josefina Valencia y Esmeralda Arboleda. Estas dos mujeres, provenientes de distintas vertientes políticas, defendieron con firmeza la necesidad de aprobar el voto femenino. Su presencia en ese escenario político fue el resultado de más de una década de lucha feminista que, paradójicamente, coincidió con la dictadura del militar Gustavo Rojas Pinilla. En este trasegar de lucha es importante reconocer la lucha sufragista de María Currea Manrique, primera mujer electa como Concejala de Bogotá y que en su honor el edificio nuevo del cabildo distrital lleva su nombre.

Este derecho adquirido ha sido un proceso que, aunque ha enfrentado dificultades, ha logrado posicionar y llevar una agenda política orientada a la construcción del Estado y las políticas públicas en el país. Hasta el día de hoy, Colombia ha logrado avances significativos en la promoción de la igualdad de género y el empoderamiento de las mujeres. La ratificación de tratados internacionales y la promulgación de leyes clave, como la Ley 1257 de 2008 y la Ley 1719 de 2014, han sido pasos importantes hacia la protección de los derechos de las mujeres y la garantía de una vida libre de violencia. Además, la Ley de Víctimas y Restitución de Tierras de 2011 y los Lineamientos de la Política Pública para la Equidad de Género de 2012 han consolidado un marco sólido para avanzar en igualdad de género.

Sin embargo, la plena aplicación de estas normas enfrenta desafíos persistentes. La violencia de género sigue siendo un grave problema. En el primer semestre de 2024, se han contabilizado 412 feminicidios. A pesar de que Colombia declaró una emergencia por violencia machista hace un año, las medidas adoptadas hasta ahora parecen insuficientes para salvaguardar a las mujeres en el país. Según la Procuraduría General de la Nación, cada 18 horas una mujer es asesinada por el hecho de ser mujer, y la mayoría de los crímenes son cometidos por sus parejas o exparejas. Los departamentos con mayores índices de estos delitos son Antioquia, Valle del Cauca, Santander, Bogotá y Atlántico.

En el ámbito de los derechos reproductivos, la reciente despenalización parcial del aborto en Colombia, que permite la interrupción del embarazo hasta las 24 semanas de gestación, ha sido un avance significativo en la garantía de derechos para las mujeres. Esta reforma, que surge como respuesta a años de movilización y demanda por parte de organizaciones feministas y de derechos humanos, representa un paso crucial hacia la autonomía reproductiva. No obstante, la implementación efectiva y el acceso equitativo a estos servicios siguen siendo desafíos importantes, especialmente en regiones más alejadas y en comunidades con recursos limitados.

Además, las mujeres que participan en la política y en movimientos sociales enfrentan una creciente violencia política. Esta violencia se manifiesta en agresiones físicas, amenazas y ataques verbales que buscan silenciar y desalentar su participación activa. Este fenómeno no solo limita la representación femenina en la esfera política, sino que también perpetúa un ambiente de hostilidad y exclusión. Adicionalmente, la violencia derivada del conflicto armado sigue afectando desproporcionadamente a las mujeres, especialmente a aquellas pertenecientes a grupos étnicos indígenas y afrocolombianos. A pesar de los esfuerzos para incluir un enfoque de género en el acuerdo de paz de 2016, la implementación completa de los indicadores de género sigue siendo un desafío.

En términos de participación política, hemos visto avances, logrando un 29,2% de representación en el Congreso para el período 2022-2026, en el caso particular del Senado la distribución de las mujeres por partido político, la mayor cantidad y mayor proporción de mujeres hace parte del Pacto Histórico, que obtuvo en total 20 curules, de las cuales 10 son mujeres,. Este porcentaje es un testimonio de la creciente influencia femenina en el ámbito legislativo. Sin embargo, a nivel territorial, la representación femenina sigue siendo baja: solo el 17,5% en Asambleas Departamentales y el 12% en alcaldías. Esta representación desigual refleja las barreras estructurales y culturales que continúan limitando la participación efectiva de las mujeres en la política, y subraya la necesidad de implementar acciones como las listas paritarias para todos los cargos de elección popular, como lo han propuesto varias fuerzas políticas y que el Pacto Histórico hizo realidad en las últimas elecciones.

Uno de los retos más significativos que enfrentamos es la ausencia de una mujer en la presidencia de Colombia. A pesar de los avances logrados, la falta de una presidenta representa una brecha importante en la igualdad de género en el más alto nivel de poder político. La elección de una mujer presidenta no solo simbolizaría un avance crucial hacia la equidad de género, sino que también podría traer consigo una serie de beneficios transformadores. Una presidenta podría influir directamente en la formulación de políticas públicas con un enfoque más inclusivo y equitativo, y podría servir como un poderoso modelo a seguir para futuras generaciones de mujeres en Colombia.

En este aniversario, es crucial que celebremos los logros y reconocimientos obtenidos, pero también debemos abordar con firmeza los desafíos que enfrentamos. Las mujeres hemos demostrado ser agentes de cambio fundamentales en la política colombiana, impulsando transformaciones y leyes que han mejorado la vida de muchas personas. Es necesario que nuestra voz sea escuchada en todos los ámbitos del país y que se tomen medidas concretas para superar las barreras que aún nos limitan. La igualdad de género no debe ser un objetivo lejano, sino una realidad cotidiana en todos los aspectos de la vida colombiana. En estos 70 años del voto femenino en Colombia, celebramos los avances logrados, pero también debemos enfrentar los desafíos persistentes con determinación y compromiso.

Quena Ribadeneira

Una revolución en dos ruedas

La ciudad de Bogotá ha experimentado una transformación notable en su enfoque hacia una movilidad activa y sostenible, especialmente con relación al uso de la bicicleta como recreación, como deporte y como medio de transporte. Desde sus primeros intentos, a principios de los años 90, por integrar la bicicleta en su trama urbana, Bogotá se ha convertido en un referente nacional e internacional en cuanto a infraestructura ciclista y promoción del ciclismo urbano.

La Bogotá ciclista de antaño

En la década de 1970, cuando Bogotá era una ciudad dominada por el automóvil, un grupo de visionarios decidió que los domingos serían para los peatones y ciclistas. Así nació la primera ciclovía recreativa del mundo, una propuesta revolucionaria que cambió la fisonomía de la ciudad y que fue la semilla de lo que hoy es una Bogotá ciclista. Esta iniciativa ciudadana y pionera, que se conoció como “LA MANIFESTACIÓN DEL PEDAL”, sentó las bases para un cambio cultural en la movilidad urbana de Bogotá.

Retos del presente

Hoy, Bogotá cuenta con una red de ciclorrutas de aproximadamente 630 kilómetros que conecta gran parte de la ciudad, facilitando alrededor de 900,000 viajes diarios en bicicleta según la Encuesta de Movilidad 2023. Sin embargo, no todo es perfecto. Uno de los desafíos más urgentes es el registro de bicicletas; con un 70% de las bicicletas no registradas, es crucial implementar estrategias que fomenten una cultura de responsabilidad y seguridad entre los ciclistas.

Además, aunque la infraestructura ha mejorado significativamente, la integración del ciclismo con el sistema de transporte público sigue siendo un reto pendiente. La falta de cicloparqueaderos suficientes y seguros en estaciones de TransMilenio, y la necesidad de más ciclopuentes, son temas que requieren atención inmediata para seguir incentivando el uso de la bicicleta.

Mirando Hacia el Futuro

La visión de una Bogotá completamente amigable con la bicicleta es ambiciosa, pero alcanzable. Uno de los próximos hitos será la celebración de los 50 años de la ciclovía recreativa en 2024, un momento que invita a reflexionar sobre los avances logrados y a proyectar nuevas metas. Esta celebración podría ser la plataforma perfecta para lanzar programas innovadores, como la creación de «Casas del Ciclista» o la formalización de rutas seguras que promuevan el cicloturismo y el ciclismo de montaña, consolidando a Bogotá como un destino global para los amantes del ciclismo.

Es imperativo que la ciudad siga avanzando en el desarrollo de cicloinfraestructura y en la integración de la bicicleta con el sistema de transporte público. Esto no solo mejorará la movilidad urbana, sino que también fortalecerá el compromiso de Bogotá con una cultura ciclista inclusiva, sostenible y activa.

Conclusión: El Ciclista en el Centro del Futuro Urbano

Bogotá ha recorrido un largo camino desde aquellos primeros domingos de ciclovía hasta convertirse en un líder en movilidad sostenible. Sin embargo, la ciudad debe seguir pedaleando hacia adelante, siempre con el ciclista en el centro de sus políticas y con una visión clara hacia un futuro donde la bicicleta sea no solo un medio de transporte, sino una herramienta de transformación social.

Quena Ribadeneira

¿Cuál es el negocio que hay detrás de Distrito Verde?

La reciente intervención en el Humedal Salitre El Greco, bajo la fachada del proyecto «Distrito Verde«, revela un peligroso patrón de destrucción y financiarización de estos ecosistemas estratégicos. Lo que se presenta como una iniciativa de desarrollo sostenible, de progreso y de bienestar, es, en realidad, una amenaza para nuestro medio ambiente y para la vida comunitaria que debe ser denunciada con fuerza.

El Humedal Salitre El Greco es un ecosistema que alberga una rica diversidad de flora y fauna. Entre las especies más destacadas encontramos plantas como los juncos, lengua de vaca, helecho de agua y sombrilla de agua y aves como el Mosquero Cardenal, Garza Blanca y el cucarachero de pantano, especies que dependen de este hábitat para su supervivencia. A pesar de su importancia ecológica, OCESA que no es más que una gran promotora de eventos, con un musculo financiero capaz al parecer, de pasar por encima de los intereses de la comunidad y del ambiente, es la empresa promotora del Distrito Verde, que viene avanzado con intervenciones sin contar con las licencias urbanísticas necesarias, violando abiertamente la estructura ecológica principal definida en el Plan de Ordenamiento Territorial (POT).

Las entidades responsables, como el IDRD, La Secretaria de Planeación y la Sociedad Colombiana de Arquitectos, han confirmado que OCESA no presentó ninguna solicitud de intervención ante el Comité Director del Plan Maestro del Parque Simón Bolívar, del cual los predios intervenidos hacen parte. Este hecho, sumado a la omisión de la licencia urbanística requerida, constituye una violación grave de las normativas ambientales y urbanísticas vigentes en Bogotá.

El Distrito Verde es un ejemplo claro de cómo la financiarización de los ecosistemas estratégicos amenaza con convertir espacios vitales en mercancías. La lógica de maximizar el valor económico de la tierra a costa de su valor ecológico y comunitario es un grave error que trae consigo la gentrificación, desplazando a las comunidades locales y destruyendo la riqueza natural que tanto necesitamos preservar.

Este proyecto, que se promociona como un avance en infraestructura verde, es en realidad una maniobra para transformar un humedal en un espacio comercial, sin considerar el impacto social y ambiental que esto conlleva. La comunidad alrededor del Humedal Salitre El Greco ha sido ignorada durante todo el proceso. No ha habido un diálogo social real ni una evaluación honesta de las afectaciones que estas obras están causando en su entorno. La ausencia de transparencia y la falta de consulta previa reflejan un desprecio por los derechos de los ciudadanos y por el medio ambiente.

Es imperativo que la ciudadanía y las autoridades, específicamente el Ministerio de Ambiente, exijan la suspensión inmediata del proyecto Distrito Verde. Debemos detener este proceso de financiarización de nuestros ecosistemas antes de que sea demasiado tarde. No estamos en contra del desarrollo, pero el desarrollo no puede significar la destrucción de lo que hace que Bogotá sea una ciudad verde y viva. Los humedales son esenciales para la regulación hídrica, la purificación del aire y el sustento de numerosas especies. Su desaparición no solo afectaría a la biodiversidad, sino que también tendría consecuencias devastadoras para la calidad de vida de los bogotanos.

Lo ocurrido con el Distrito Verde en el Humedal Salitre El Greco es un recordatorio alarmante de la necesidad de proteger nuestros ecosistemas y de luchar contra la financiarización de la naturaleza. La ciudadanía  exige al alcalde Carlos Fernando Galán  que exija el respeto de las normas ambientales, que se consulte a las comunidades afectadas y que se privilegie la vida sobre los intereses económicos. No podemos permitir que proyectos como este sigan adelante sin resistencia, porque lo que está en juego es el futuro de nuestros humedales, de nuestras comunidades y de nuestra ciudad.

Quena Ribadeneira

Wilson Borja, un imprescindible de la lucha política

Hablar de Wilson Borja es adentrarse en la historia viva de la resistencia y la lucha por una Colombia más justa. Su nombre, sinónimo de compromiso y valentía, resuena en el corazón de quienes han peleado incansablemente por los derechos de los trabajadores y por la construcción de una sociedad más humana. Borja no solo fue un líder, sino un símbolo de la tenacidad y la esperanza en un país atravesado por profundas desigualdades y conflictos.

Nacido en Bogotá el 1 de septiembre de 1951, Wilson Borja se destacó desde temprano por su dedicación a las causas sociales. Se forjó en el movimiento sindical, donde se convirtió en una voz poderosa para los trabajadores. Fue presidente de la Federación Nacional de Trabajadores al Servicio del Estado (FENALTRASE) y miembro destacado de la Central Unitaria de Trabajadores (CUT). Su lucha no fue fácil; en un país donde la defensa de los derechos laborales ha sido constantemente amenazada, Borja se enfrentó a poderosos intereses y a una violencia sistemática contra los líderes sociales.

Tuve el honor de conocer a Wilson Borja cuando era dirigente estudiantil. Su carisma y firmeza en sus convicciones fueron una fuente de inspiración. Desde esos tiempos, su capacidad para movilizar y liderar con un enfoque inclusivo y democrático quedó grabada en mi memoria.

El 15 de diciembre de 2000, Wilson Borja sobrevivió a un atentado que buscaba silenciar su voz. Aquel día, un comando armado disparó contra su vehículo, dejando como saldo varios heridos y un mensaje claro: su lucha incomodaba a muchos. Sin embargo, lejos de amedrentarse, Borja emergió más fuerte, decidido a continuar su batalla desde el Congreso de la República. Fue elegido Representante a la Cámara por Bogotá en 2002, donde se destacó por su incansable labor legislativa en defensa de los derechos humanos y laborales.

En su paso por el Congreso, Borja impulsó leyes cruciales para la protección de los trabajadores y la dignidad humana. Su trabajo legislativo fue siempre guiado por un principio inquebrantable: la justicia social. Defendió la paz y fue un férreo opositor de la guerra y la militarización, abogando por soluciones políticas al conflicto armado que ha azotado a Colombia por décadas.

Al interior del Polo Democrático Alternativo, Wilson Borja se consolidó como un líder influyente. Su visión unitaria de una propuesta progresista fue clave para fortalecer al partido como una fuerza política comprometida con los derechos de los más vulnerables y la transformación social del país. Borja trabajó incansablemente para construir puentes entre diferentes sectores de la izquierda, siempre con la convicción de que la unidad es esencial para lograr cambios significativos.

Durante el gobierno de Álvaro Uribe, Borja fue objeto de constantes ataques y amenazas. La persecución política en su contra fue intensa, pero Borja, con una fortaleza admirable, logró salvaguardar su vida y continuar su labor. A pesar de los intentos de acallarlo, su voz permaneció firme, denunciando las injusticias y defendiendo la verdad.

Desde su tendencia política, el Combo Amarillo, Borja apoyó mi última campaña al Concejo de Bogotá. Su consejo, siempre sabio y oportuno, me guió en cada paso. Borja, fiel a sus principios democráticos, nunca temió al poder popular, sino que lo alimentó y fortaleció, enseñándonos a todos la importancia de la participación y la resistencia.

El legado de Wilson Borja es inmenso y su impacto, duradero. Nos deja un ejemplo de integridad y lucha incansable. Su vida es un testimonio de que, a pesar de los obstáculos y los intentos de silenciar la verdad, la justicia y la dignidad siempre encuentran su camino. En su memoria, debemos seguir trabajando por el país que él soñó: uno donde los derechos de los trabajadores sean respetados, donde la paz y la justicia prevalezcan, y donde cada ciudadano tenga la oportunidad de vivir con dignidad.

En estos tiempos, donde las amenazas contra los líderes sociales persisten y donde la injusticia sigue presente en muchas formas, recordar a Wilson Borja es reafirmar nuestro compromiso con sus ideales. Es un llamado a no rendirse, a seguir luchando con la misma pasión y dedicación que él mostró en cada paso de su vida. Un imprescindible de la lucha política, seguirá siendo una luz guía para todos aquellos que creen en un futuro mejor para Colombia.

Quena Ribadeneira

La Ciclovía Recreativa De Bogotá Cumple 50 Años

La memoria histórica nos recuerda que el 15 de diciembre de 1974, la organización ciudadana «PROCICLA» convocó al evento «La Manifestación del Pedal». Cerca de 5000 ciclistas rodaron durante más de tres horas en un circuito por la carrera 7 y la carrera 13, entre las calles 34 y 72, buscando llamar la atención del gobierno de la ciudad para mejorar las condiciones de infraestructura para los ciclistas. Un año después, la actividad se repitió.

En ese entonces, el periódico El Tiempo registró el evento: «Mitín a favor de la Cicla». El medio hizo alusión a que se trataba de «la primera iniciativa real para estimular el uso de la bicicleta; un espacio en el que los usuarios protestaron por el dominio absoluto del automóvil en la ciudad.»

Con estos antecedentes, en junio de 1976, el gobierno del alcalde Luis Prieto Ocampo firmó los decretos 566 y 567, que dieron vida institucional a lo que hoy conocemos como la ciclovía de Bogotá.

Ya en 1995, la ciclovía pasó a manos del entonces Instituto Distrital de Deportes para su administración y operación, convirtiéndose en un espacio de práctica recreo-deportiva para la ciudadanía, y sumando articulación institucional para su desarrollo permanente.

La actual administración distrital y el IDRD han propuesto que la celebración de los «50 años de la ciclovía recreativa de Bogotá» tenga la mayor trascendencia, tal como está previsto en el Plan Distrital de Desarrollo, según la «Meta 138, Programa 2.14. Bogotá deportiva, recreativa, artística, patrimonial e intercultural.» De esta manera, el IDRD ha propuesto, en mesa técnica de seguimiento con el Concejo de Bogotá, una celebración en tres momentos:

2024: Acompañamiento y apoyo a las organizaciones ciudadanas y la academia en la conmemoración de los 50 años del evento «La Manifestación del Pedal».

2025: Celebración de los 30 años desde que el IDRD tomó la operación y administración del Programa Ciclovía Recreativa, marcando la entrada en ejercicio del equipo de guardianes de ciclovía.

2026: Celebración de los 50 años de la entrada en vigencia de los decretos 566 y 567, que dieron vida institucional a la ciclovía recreativa de Bogotá.

El Consejo Distrital de Patrimonio Cultural aprobó el «Plan Especial de Salvaguardia (PES) de la Cultura bogotana de los usos y disfrutes de la bicicleta» y recomendó su inclusión en la Lista Representativa de Patrimonio Cultural Inmaterial del ámbito distrital. En este espacio e instrumento PES, la Ciclovía de Bogotá juega un papel preponderante y articulador en torno a la promoción y uso de la bicicleta, tanto como medio de transporte como de recreación y deporte.

Es crucial consolidar un proyecto de ciudad que resalte la visibilidad y trascendencia de la Ciclovía Recreativa de Bogotá como un referente de espacio democrático, equitativo e integrador de comunidad, no solo para el resto del país, Latinoamérica y el mundo, sino también para los propios habitantes de la ciudad y la región.

La celebración de los 50 años de la ciclovía debe ser un evento de máxima importancia para la ciudad y el país, donde se destaque la cooperación pública y privada de la mano de la participación de la ciudadanía y los colectivos de la bicicleta, entendiendo que la ciclovía es el inicio y la base de por qué Bogotá se reconoce como una ciudad probicicleta. También es la base de la importancia que han tenido los colectivos y organizaciones ciclistas en la política pública de la bicicleta en Bogotá.

P.D: Me complace anunciar que participaré como ponente en el Foro Mundial de la Bicicleta – World Bicycle Forum 2024, que se llevará a cabo en la ciudad de Brasilia del 4 al 8 de septiembre. Este foro es un espacio internacional donde ciclistas, activistas, académicos y representantes de gobierno se reúnen para discutir y promover el uso de la bicicleta como medio de transporte sostenible y recreativo.

En este importante evento, compartiré los principales retos que enfrenta Bogotá en materia de ciclismo urbano y cómo estos desafíos están reflejados en el Plan Distrital de Desarrollo 2024-2027. Será una excelente oportunidad para aprender de otras experiencias alrededor del mundo y buscar soluciones innovadoras que puedan ser implementadas en nuestra ciudad.

Quena Ribadeneira

«Es preocupante la situación de las mujeres en las plazas de mercado»: Quena Ribadeneira

La concejal del Pacto Histórico, Quena Ribadeneira, en entrevista para Confidencial Colombia describe la situación por la que atraviesan centenares de mujeres trabajadoras en las plazas de mercado, muchas de ellas, madres cabezas de familia, quienes no cuentan con ningún tipo de seguridad social y son víctimas de violencia tanto física como verbal.

La cabildante también expresa su rechazo a los hechos por los que se investiga al embajador de Colombia ante la FAO, Armando Benedetti.

Colombia mi Orgullo

El 20 de julio, una fecha emblemática para la historia de Colombia, se conmemora el inicio de nuestra independencia en 1810. Este día no es solo un recordatorio histórico, sino un momento para reflexionar sobre los retos y avances en nuestra construcción como nación. Me planteo preguntas sobre cómo los años de independencia pueden traducirse en una nación más madura y democrática, con verdaderas garantías para la expresión popular y el reconocimiento de nuestra diversidad.

Para nadie es un secreto que de alguna manera el nacimiento de la República en Colombia no solo marcó el fin del dominio colonial, sino que también inició un proceso de construcción de identidad nacional. Según el historiador David Bushnell, la independencia fue un punto de partida crucial para la formación de una identidad nacional que integrara las diversas regiones y culturas del país. Esta nueva identidad buscaba articular un sentido de pertenencia y cohesión entre los ciudadanos, a pesar de las diferencias étnicas, regionales y sociales. La independencia también permitió el surgimiento de nuevos líderes y pensadores que promovieron ideales de libertad, igualdad y fraternidad, inspirados en los movimientos revolucionarios de la época.

Históricamente, el 20 de julio ha simbolizado la lucha por la libertad y la autodeterminación. En la actualidad, esta lucha se refleja en la resistencia y organización de diversas ciudadanías que han emergido con fuerza en el escenario político y que hoy tienen representación en el gobierno. Movimientos sociales como los del Paro Nacional de 2021, que movilizó a millones de colombianos en defensa de sus derechos y en protesta contra la desigualdad, han demostrado el poder de la acción colectiva y la importancia de una ciudadanía activa y comprometida. Todos estos nuevos actores que hoy enriquecen el concepto de Nación y de Estado son una oportunidad para revisar que significa que esa garantía hoy este en cabeza de un gobierno progresista y humanista.

Hoy cuando se cumplen 214 años de independencia, Colombia y este gobierno ha implementado políticas que buscan reducir la desigualdad y mejorar la calidad de vida de los colombianos. Por ejemplo, la reforma tributaria progresiva, que busca redistribuir la riqueza, ha sido un paso importante hacia una mayor equidad. Además, el gobierno ha impulsado la protección del medio ambiente a través de la prohibición del fracking y el apoyo a proyectos de energías renovables, la reforma pensional que protege a nuestros adultos mayores y los créditos populares, todos estos avances nos permiten decir con orgullo que avanzamos hacía una mejor Colombia.

El reconocimiento de la diversidad cultural de Colombia es otro logro notable. El gobierno de Petro ha promovido políticas inclusivas que buscan visibilizar y empoderar a comunidades históricamente marginadas. En términos de cifras, es relevante destacar que, bajo la administración actual, el índice de pobreza ha mostrado una tendencia a la baja, gracias a programas sociales dirigidos a las poblaciones más vulnerables. Además, el apoyo a la educación y la implementación de políticas de acceso a la salud han mejorado significativamente las condiciones de vida de muchos colombianos.

Sin embargo, la polarización política, la resistencia al cambio y los persistentes problemas estructurales como la violencia son obstáculos que requieren soluciones integrales y duraderas. El gobierno de Petro se enfrenta a la ardua tarea de demostrar que una Colombia inclusiva y justa es posible, y que las promesas de campaña pueden aún en este medio tiempo convertirse en realidades palpables para todos los colombianos.

Uno de los aspectos más críticos en este proceso es la garantía de la libertad de expresión y la participación popular. Las reformas políticas y sociales propuestas por el gobierno han generado debates intensos y, en algunos casos, oposición frontal de sectores tradicionales. La tarea del Estado debe enfocarse en promover un diálogo abierto y constructivo, donde todas las voces, incluso las disidentes, tengan un espacio para ser escuchadas. Sin embargo, es lamentable la campaña auspiciada por grupos económicos, medios de comunicación y sectores radicales de oposición para generar una sensación de caos, corrupción y desgobierno porque las políticas no representan sus intereses.

En este 20 de julio, rendimos un homenaje a aquellos que han contribuido a la construcción de Colombia y que ya no están con nosotros. Líderes sociales, defensores de derechos humanos, artistas, científicos y ciudadanos comunes que, con su dedicación y sacrificio, han forjado el país que hoy conocemos. Su legado nos recuerda la importancia de seguir luchando por un mejor país.

No basta con recordar los logros del pasado; es necesario trabajar activamente para que los valores de libertad e igualdad que inspiraron a nuestros próceres se materialicen en políticas y acciones concretas. Solo así podremos avanzar hacia una Colombia donde todos sus habitantes, sin excepción, puedan vivir con dignidad y en paz. Este 20 de julio, reflexionemos sobre los retos que enfrentamos y comprometámonos a seguir construyendo una nación donde la democracia, la justicia y la inclusión no sean meras aspiraciones, sino realidades cotidianas. Honremos a quienes han dado su vida por este país y asumamos la responsabilidad de continuar su legado con valentía y determinación.

Quena Ribadeneira

La captura de la democracia

En días recientes, Colombia ha presenciado un intenso debate iniciado por el Presidente Gustavo Petro, quien ha propuesto la participación activa del poder constituyente para enfrentar temas cruciales como la implementación del acuerdo de paz, el nuevo ordenamiento territorial, el cambio climático, y la educación y salud como derechos fundamentales. Esta propuesta ha encontrado fuerte oposición de diversos sectores poderosos y medios de comunicación, que argumentan que el país no necesita una constituyente y que es populista invitar a la sociedad a participar activamente en la toma de decisiones públicas. Se promueve la idea de que nuestra democracia funciona bien y que el gobierno solo debe ejecutar, mientras que el pueblo se limita a votar.

Sin embargo, la realidad, respaldada por cifras de la OCDE, muestra que Colombia tiene una de las distribuciones de ingresos más desiguales del mundo, lo que perpetúa la pobreza y la vulnerabilidad que afecta al 60% de la población. Colombia ocupa el primer lugar en desigualdad social, superando a países como Brasil, Zambia y Panamá. Además, las comunidades indígenas y afrodescendientes, junto con muchas zonas sin acceso a servicios públicos básicos como agua potable y energía eléctrica, revelan las grandes brechas que contradicen la idea de que nuestro sistema democrático funciona bien para todos.

Como mencionó el ex vicepresidente de Bolivia, Álvaro García Linera, “vivimos tiempos difíciles para la democracia liberal. Este sistema, que alguna vez se consideró un conjunto de normas y valores aceptados en épocas de crecimiento económico y bienestar, ahora muestra sus límites. Cuando la economía deja de crecer y los recursos son escasos, las fallas del liberalismo se vuelven evidentes.”

En Colombia, la democracia liberal ha sido incapaz de comprender y resolver lo fundamental. Hoy, muchos de sus defensores descalifican cualquier forma de protesta popular, catalogándola como desorden social o conspiración y rechazan la presencia en el espacio público de subjetividades y ciudadanías distintas a las tradicionales que han venido validando y reafirmando sus derechos. Basta con recordar el estallido social de 2021 y las reacciones de los sectores políticos de la oligarquía hablando de tomas guerrilleras para desvalorizar el inconformismo y la expresión de millones a los que el sistema no representa o no logra incluir. Para algunos estos llamado o formas de encuentro del pueblo son excesos de participación que deben limitarse al voto popular. Haciendo más hondo el inconformismo y la fractura entre el Estado y el ciudadano.

La realidad hoy es que el régimen democrático colombiano oculta una desigualdad material abismal. Aunque en teoría la Constitución Política de 1991 nos brinda un marco de derechos y de igualdad de oportunidades, en la práctica, las condiciones materiales de participación política están brutalmente jerarquizadas por etnia y clase. Una mujer trans, un campesino, un indígena, un afrodescendiente o un joven de los barrios populares no compite en igualdad de condiciones con un empresario educado en las mejores universidades extranjeras.

El concepto de «igualdad de oportunidades» que se promueve en nuestra democracia oculta la gran diferencia entre aquellos que pueden comprar múltiples oportunidades con su dinero y aquellos que solo tienen una única oportunidad basada en su situación de vida. Esta desigualdad estructural convierte la «voluntad general» en una simple suma de concesiones políticas, y nuestra democracia queda en manos de sectores privilegiados que no están dispuestos a ceder sus beneficios.

El aumento de la concentración del poder en manos de unos pocos excluye la participación directa de la ciudadanía. La democracia liberal se transforma en un sistema donde las élites dominan, la representación toma precedencia sobre la participación activa de la gente, y la tecnocracia desplaza el debate público.

El pueblo que eligió el gobierno de Gustavo Petro lo hizo con la ilusión de construir avances en términos de igualdad material y social y no podemos defraudar esas ilusiones. Respetar y reavivar ese mandato popular debe ser una tarea esencial de todas y todos, para evitar que ideas libertarias que avalan más pobreza y menos derechos sea la Colombia que se construya.

Abandonar la agenda democrática de la equidad generará peligros que pueden desestabilizar a nuestra sociedad. En medio de las reformas y cambios políticos propuestos por el gobierno actual, es crucial no olvidar la estrategia de mentiras y de agravios personales que está utilizando la derecha y unos sectores del centro para imponer su narrativa y evitar a toda costa que la nueva Colombia demográfica, regional, política, cultural y social se pronuncie para abordar las profundas desigualdades sociales y económicas. Solo así podremos construir un país más justo y equitativo para todos.

Hoy nos vemos capturados, impedidos para el debate y descalificados por quienes creen que todo funciona bien o avanza a su «tiempo», un tiempo que claramente no coincide con las expectativas ni las realidades de millones que desean mejores condiciones y oportunidades para hacer realidad el Estado Social de Derecho. Es más que nunca el tiempo de la gente, es ahora y no después que tenemos que valorar y resolver las inquietudes y problemas públicos que nos piden reformas tanto materiales como culturales.

PD: Agradezco al Portal Confidencial Colombia por abrirme este espacio como columnista, un valioso aporte para el diálogo y el debate público distrital y nacional. Por aquí compartiré mis ideas y debates sobre esa pregunta que Mafalda nos enseñó y que me hago todos los días en Colombia ¿Por dónde hay que empezar a empujar este país para llevarlo adelante?

Quena Ribadeneira

Concejal de Bogotá