Puertos y mafias: el auto desafío de Petro para cambiar la seguridad portuaria
El 5 de mayo, el presidente Petro afirmó que “los puertos del país están cooptados por el narcotráfico y el contrabando” y que era el momento de cambiar su administración, dada la violencia creciente en las ciudades donde operan. Además, mencionó que se estaban analizando temas jurídicos y hasta proyectos de ley. Hablaba de los puertos de Buenaventura, Tumaco, Cartagena, Santa Marta, Barranquilla y el aeropuerto de Bogotá. Indicó que se revisaría el papel de la Superintendencia de Puertos y Transporte, la Policía Fiscal y Aduanera (Polfa) y la DIAN, a quienes culpó de haber «fracasado«. Concluyó diciendo que era necesario cambiar “el método de vigilancia y administración de los puertos” (Prensa Presidencia, 2025).
La declaración inmediatamente encendió las alarmas entre los concesionarios portuarios, operando bajo la Ley 1 de 1991 (La República, 2025), quienes fueron respaldados al día siguiente por organizaciones como la Andi, Analdex y la Cámara Colombiana de Infraestructura (CCI). La CCI, a través de su presidente Juan Martín Caicedo, respondió -con toda razón- señalando que el Estado, en cabeza del Gobierno, es el responsable de erradicar y controlar el narcotráfico y contrabando, incluso en la infraestructura concesionada como puertos, aeropuertos y carreteras (El Colombiano, 2025).
Dos días después, Petro aclaró que no cambiaría la administración de los puertos, sino la vigilancia, que actualmente está bajo el control de mafias (La W, 2025).
El problema que el presidente Petro puso sobre la mesa es sumamente grave, y aunque la administración (operación) de los puertos es muy compleja, la cuestión de la seguridad, particularmente contra el narcotráfico y el contrabando, lo es más y sigue siendo una tarea pendiente del Estado. Si bien Colombia ha alcanzado buenos resultados operativos con puertos en manos privadas (J.M.Caicedo, X, 2025), se convive con una situación crítica que no se debe ignorar.
Un puerto es un epicentro de actividad comercial internacional, lo que lo convierte en un objetivo para el narcotráfico en un país como Colombia, principal productor mundial de cocaína (Statista, 2024), concentrando un punto de alto riesgo. La violencia y corrupción derivadas de este fenómeno son inmensas. Como bien lo expresó Caicedo, el control de estas actividades depende directamente de la Policía y el Ejército, bajo el liderazgo del Ministerio de Defensa, aunque los concesionarios deben estar disponibles para colaborar con las autoridades.
El manejo de puertos es peligroso para los operadores privados en un contexto como el colombiano. Es común que haya muertos entre los empleados que no cooperan con las mafias. La corrupción es casi ilimitada, ya que, aunque se conozcan patrones de operación ilícita, los traficantes están permanentemente inventando nuevas formas de contaminación (con droga) y/o vulneración de procesos que funcionen bien. Las estrategias de seguridad deben ser excepcionalmente inteligentes, y más, considerando que las mismas entidades encargadas de la seguridad son vulnerables al poder corruptor de los traficantes.
La clave es eliminar la dependencia de personas, o al menos de personas identificables, en la toma de decisiones para evitar la contaminación de la carga. La política pública en seguridad portuaria debe extenderse más allá de la estrategia policial y de inteligencia policial e incluir las operaciones logísticas. Por ejemplo:
- Inteligencia preventiva y reacción: Todas las actividades de inspección, incluyendo perfilamientos y chequeos, deben ser gestionadas por la Policía como autoridad responsable. La inteligencia de seguridad debe ser rigurosa, utilizando la más avanzada tecnología y sistemas automatizados para detectar posibles actividades delictivas.
- Recintos portuarios aislados: Todos los puertos deben contar con áreas de alta seguridad, completamente aisladas del exterior y equipadas con tecnologías avanzadas que permitan anticiparse a actos ilícitos. Específicamente, las medidas en el costado de los muelles deben ser mejoradas por ser normalmente muy vulnerables.
- Inspección rigurosa de cargas: Cada carga que ingrese al puerto debe ser inspeccionada a fondo con rayos X para escanear los contenedores y vehículos de transporte. Las imágenes generadas deben ser interpretadas mediante sistemas de inteligencia artificial que emitan alertas automáticas ante cualquier anomalía, para luego activar una respuesta inmediata de la Policía.
- Control estricto en los patios: Se debe implementar un «toque de queda permanente» en los patios y muelles, de manera que ninguna persona pueda transitar sin estar completamente identificada y autorizada. Los conductores de camiones, por ejemplo, no deben bajarse de sus vehículos en ninguna circunstancia. La policía debe reaccionar de inmediato si se violan estas normas.
- Rotación aleatoria de personal: Los operarios de grúas y otros equipos en los muelles deben ser rotados aleatoriamente en cada turno, para evitar que se establezcan vínculos con actores corruptos o ilegales. La asignación de turnos debe ser controlada por un centro de cómputo ubicado fuera del país, para asegurar que los empleados locales no puedan influir en las asignaciones.
- Rediseño de patios de contenedores: Los patios de contenedores deben estar diseñados con la metodología poka yoke (a prueba de errores) para impedir físicamente la apertura ilegal de contenedores de exportación para contaminarlos. Por ejemplo: cuñas de concreto que impide abrir las puertas del contenedor a nivel de piso.
- Manejo de sellos inteligentes: Que se instalan en la entrada al puerto y viajan con el contenedor hasta el cliente final en el extranjero, y pueden ser leídos con dispositivos de campo o puntos de lectura automatizados en el puerto a distancia. Emiten alertas de violación de sellos en el puerto y por tanto el requerimiento automático de inspección de la Policía.
- Identificación inteligente de contenedores en cada operación en puerto: Tanto en la operación de las grúas de patio como en las grúas de cargue y descargue de buques al lado del muelle. Aportan datos muy valiosos a la trazabilidad.
- Inspecciones continuas y auditadas: Las inspecciones de contenedores deben ser rigurosas, y todos los procesos deben ser auditados para garantizar la transparencia. La Policía debe poder compartir la información de los sistemas del puerto que aseguren que cada paso del proceso está debidamente registrado, auditado y revisado cuando se requiera.
La implementación de ésta política no será barata, pero los costos de no hacerlo son mucho mayores: las vidas perdidas, la violencia asociada al narcotráfico, la pérdida de competitividad para el país, los sobrecostos derivados de los procesos manuales de inspección, y el daño directo a los exportadores son solo algunos de los impactos negativos. La prevención y contención son fundamentales, y no deben verse como un gasto, sino como una inversión en la seguridad y prosperidad del país.
Es necesario que el presidente Petro y su equipo se concentren en desarrollar una política seria y efectiva para enfrentar este problema de manera integral. Si se implementa correctamente, Colombia podría dar un paso importante en la lucha contra el narcotráfico y la corrupción en sus puertos.